La revuelta en Argelia, tab¨² para los l¨ªderes ¨¢rabes
Los pa¨ªses de la regi¨®n han optado por la cautela y la inacci¨®n ante la crisis pol¨ªtica argelina
Mientras en las cadenas de informaci¨®n pan¨¢rabe como Al Jazeera o Al Arabiya la revuelta argelina ha copado los titulares en las ¨²ltimas semanas, la mayor¨ªa de Gobiernos ¨¢rabes act¨²an como si no existiera. Su mutismo al respecto es casi absoluto. Debe de ser uno de los pocos puntos de t¨¢cito acuerdo entre los diversos ejes regionales, enfrascados en una lucha descarnada por la hegemon¨ªa regional. Incluso en T¨²nez, la ¨²nica democracia incipiente nacida de las primaveras ¨¢rabes de 2011, la polic¨ªa dispers¨® a principios de marzo una manifestaci¨®n de apoyo a las protestas argelinas. Ahora bien, los motivos detr¨¢s de esta actitud difieren entre los diversos pa¨ªses, as¨ª como las preferencias sobre el posible desenlace de la crisis.
¡°La cautela est¨¢ marcando el enfoque de todos los pa¨ªses de la regi¨®n. En parte, creo que se debe a las lecciones extra¨ªdas de las primaveras ¨¢rabes¡±, sostiene Eduard Soler, investigador del think tank CIDOB. A diferencia de lo que ocurri¨® con las revueltas de 2011, no hay ning¨²n pa¨ªs que est¨¦ apoyando p¨²blicamente las demandas de la calle argelina. Esta vez, tanto Qatar como Turqu¨ªa muestran una actitud circunspecta, si bien la cadena catar¨ª Al Jazeera ha ofrecido una amplia cobertura de las protestas.
¡°Si Erdogan o Qatar se mojaran p¨²blicamente, podr¨ªan perjudicar las movilizaciones al suscitar en una parte de la sociedad el miedo a un plan islamista para controlar el pa¨ªs¡±, apunta Soler. Quiz¨¢s este razonamiento explique su aparente neutralidad. Otra posible causa reside en que las energ¨ªas de ambos Gobiernos est¨¢n concentradas en otros asuntos. En el caso del presidente turco, la proximidad de unos comicios locales en los que ha apostado por explotar los sentimientos antioccidentales como fil¨®n electoral, adem¨¢s de la preocupaci¨®n ante una posible consolidaci¨®n de la autonom¨ªa kurda en Siria. En cuanto a Doha, su prioridad es sobrevivir al bloqueo al que le someten Arabia Saud¨ª y sus aliados, lo que recomienda mantener un perfil m¨¢s bien bajo en las crisis regionales.
Los dos ¨²nicos l¨ªderes ¨¢rabes que han comentado las movilizaciones en Argelia han sido el presidente tunecino, B¨¦ji Ca?d Essebsi, y el egipcio, Abdelfat¨¢ al Sisi. ¡°Cada pa¨ªs tiene sus reglas, y no tengo derecho a dar lecciones a nadie¡±, declar¨® a finales de febrero un prudente Essebsi, para quien el pueblo argelino ¡°tiene la libertad de expresarse como considere respecto a su sistema de gobierno¡±.
El mariscal Al Sisi, que lleg¨® al poder en 2013 mediante un golpe de Estado contra el Gobierno de los Hermanos Musulmanes elegido en las urnas, fue m¨¢s osado. ¡°Todo esto [de las protestas] viene con un precio que la gente debe pagar ¡ ?Hemos de comer o estar ocupados protestando?¡±, dijo recientemente Al Sisi en un acto militar. Seg¨²n Georges Fahmi, investigador del think tank Chatham House, sus aliados regionales, sobre todo Arabia Saud¨ª y Emiratos ?rabes Unidos, ven con aprensi¨®n el ¨¦xito de una revoluci¨®n popular en Argelia ante la posibilidad de que ello conlleve el ascenso de alg¨²n movimiento islamista, como sucedi¨® en Egipto.
Pero sin duda, por su reducido tama?o y condici¨®n de vecino, T¨²nez es el pa¨ªs que se ver¨¢ m¨¢s directamente afectado por la revuelta en Argelia. ¡°El Gobierno tunecino debe preservar unas buenas relaciones con Argelia, y est¨¢ manteniendo un delicado equilibrio para no alienar al r¨¦gimen argelino ni a la oposici¨®n¡±, sostiene el analista tunecino Youssef Cherif. Aunque recel¨® de la transici¨®n tunecina en un primer momento, al arreciar la amenaza yihadista, Argelia lleg¨® a la conclusi¨®n que deb¨ªa apoyar la estabilidad en sus frontera oriental, es decir, el ¨¦xito del proceso de democratizaci¨®n.
Para T¨²nez, el peor escenario ser¨ªa que la crisis terminara en un ba?o de sangre y un endurecimiento del r¨¦gimen que pudiera cambiar sus c¨¢lculos. Adem¨¢s, las costas tunecinas reciben cada a?o un mill¨®n de turistas argelinos, por lo que se resentir¨ªa de una recesi¨®n econ¨®mica en Argelia. ¡°Lo ideal ser¨ªa la puesta en marcha de una transici¨®n democr¨¢tica tranquila, parecida a la tunecina. Entonces, ambos pa¨ªses podr¨ªan formar un frente regional que se opusiera a la restauraci¨®n autocr¨¢tica que representa el eje de Al Sisi¡±, desliza Cherif.
¡°Los acontecimientos en Argelia y Sud¨¢n han vuelto a poner la cuesti¨®n de la democratizaci¨®n en la agenda cuando parec¨ªa que la tendencia autoritaria se hab¨ªa asentado en la regi¨®n¡±, escribe Fahmi en un correo electr¨®nico. Adem¨¢s, la influencia de Argelia en todo el mundo ¨¢rabe, por su peso demogr¨¢fico y sus recursos naturales, es mucho mayor que la de T¨²nez.
No obstante, el investigador egipcio cree que la inacci¨®n del eje autoritario se explica tambi¨¦n por la posici¨®n neutral adoptada por Argel en su pulso con Qatar. De hecho, fruto de su historia e ideolog¨ªa anticolonial, el r¨¦gimen argelino ha optado siempre por una pol¨ªtica exterior independiente en los conflictos que han sacudido la regi¨®n y, por ejemplo, sus relaciones con Ir¨¢n son bastantes buenas.
Adem¨¢s de las razones de cada bloque para mostrarse cautos, hay una com¨²n a todos los pa¨ªses de la regi¨®n, incluido Marruecos, su rival por la hegemon¨ªa en el Magreb: su limitada capacidad de influencia entre los actores clave de la escena pol¨ªtica argelina, y sobre todo, sus poderes f¨¢cticos (conocidos simplemente como "el poder¡±). Tanto su pol¨ªtica exterior tradicional como sus ingentes reservas de hidrocarburos, que vende mayoritariamente a Occidente, le convierten en un actor bastante independiente. ¡°Uno de los pocos actores con peso es EE UU a trav¨¦s de las relaciones entre los Ej¨¦rcitos de ambos pa¨ªses. Pero la crisis se resolver¨¢ en funci¨®n de din¨¢micas puramente internas¡±, sentencia Soler.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.