El tsunami de hartazgo con la pol¨ªtica tradicional avanza en Europa
Las campanas doblan para los viejos partidos. Ucrania, Finlandia y Eslovaquia son los ejemplos recientes de un fen¨®meno que no remite ni siquiera con la mejora econ¨®mica
Las campanas doblan a ritmo semanal, casi todos los domingos. Este ¨²ltimo, unas risas sepultaron al presidente saliente Petro Poroshenko, en Ucrania, con un 73% de votos a favor de su contrincante, el c¨®mico Volod¨ªmir Zelenski. El anterior, en Finlandia, la ultraderecha (una escisi¨®n radical del partido madre que se hab¨ªa ido amansando con el tiempo) se qued¨® a dos d¨¦cimas de situarse como primera fuerza pol¨ªtica en las legislativas. Dos semanas antes, la reci¨¦n entrada en pol¨ªtica Zuzana Caputova venci¨® al veterano y excomisario europeo Maros Sefcovic en las presidenciales eslovacas. Veremos qu¨¦ ocurre ma?ana con Vox en Espa?a. De paso, se pueden citar sondeos para las elecciones europeas de mayo que dan en primer lugar las formaciones de Salvini, Le Pen y Farage en Italia, Francia y Reino Unido respectivamente. ?Por qui¨¦n doblan las campanas? Por la pol¨ªtica tradicional.
El tsunami de hartazgo de la ciudadan¨ªa europea ¡ªy occidental en general¡ª no se desinfla con el tiempo y con cierta mejora de los datos macroecon¨®micos, como algunos pensaron. Llega a cualquier orilla, aunque con caracter¨ªsticas distintas. Brexit, Trump y Bolsonaro son productos de ese sentimiento. En las ant¨ªpodas, Macron tambi¨¦n lo es. Por edad y perfil representaba un outsider de la pol¨ªtica tradicional y logr¨® interceptar el deseo de cambio. Luego, la protesta de los chalecos amarillos se ha abatido sobre ¨¦l y ha forzado a tomar medidas significativas: veremos si son suficientes. En Espa?a, ese hartazgo brot¨® y se canaliz¨® primero en una veta izquierdista (el eje 15-M/Podemos); ahora, de forma totalmente diferente, en la ultraderecha, con Vox. Los matices son mil, las diferencias enormes, cada pa¨ªs tiene su historia. Pero hay un denominador com¨²n: desconfianza y hartazgo con los partidos de siempre, la pol¨ªtica tradicional.
La mejora de la econom¨ªa, con tasas de crecimiento del PIB de la UE superior al 2% todos los a?os entre 2015 y 2018, no ha sido suficiente para frenar el tsunami continental. La clara mejora de la econom¨ªa bajo Obama tampoco impidi¨® la victoria de Trump; la leve mejora bajo el PD italiano no evit¨® el ¨¦xito de Cinco Estrellas y la Liga. El cabreo es visceral.
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Con toda probabilidad, en las elecciones europeas de mayo un 60% de los ciudadanos no votar¨¢. Del restante 40%, una cuarta parte optar¨¢ por partidos radicales y eurohostiles. El apoyo activo al proyecto com¨²n tal y como lo conocemos no llega al tercio de la poblaci¨®n. Conviene no olvidarlo.
El concepto de pueblo olvidado o explotado por las ¨¦lites recurre con frecuencia en todo este escenario. Claro que hay ¨¦lites depredadoras y un movimiento de presi¨®n sobre ellas puede tener efectos sanos. Pero el concepto de pueblo es polis¨¦mico. Puede ser incluyente o excluyente. Puede degenerar. Una cosa es el inspirador We the people del pre¨¢mbulo de la Constituci¨®n norteamericana o el discurso de Lincoln en 1863 en Gettysburgh con su ¡°gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo¡±; otra cosa, Trump que define a la prensa como ¡°enemigos del pueblo¡±; Marine Le Pen, que compiti¨® en las presidenciales de 2017 con el lema ¡°en nombre del pueblo¡±; o el partido de los Verdaderos Finlandeses: ?hay finlandeses falsos?
En estos ¨²ltimos tres casos la sem¨¢ntica pol¨ªtica apunta a una interpretaci¨®n agresiva y excluyente del concepto de pueblo. Algunos entran ¡ª?clase baja?, ?de pura cepa?¡ª otros igual no ¡ª?clase alta?, ?de origen extranjero?, ?de ciertas confesiones¡?¡ª.
Resulta sobrecogedora la lectura en este tiempo de Un enemigo del pueblo de Ibsen, que el dramaturgo noruego public¨® un par de d¨¦cadas despu¨¦s del discurso de Lincoln. Su modernidad es extraordinaria. La contaminaci¨®n de las aguas provocada por una f¨¢brica afecta la viabilidad del gran proyecto de ba?os termales que encarna la esperanza de prosperidad futura de la localidad donde discurre la narraci¨®n. Las ¨¦lites del pueblo logran manipular la situaci¨®n hasta neutralizar el intento del doctor Stockmann de denunciar la contaminaci¨®n. El relato muestra de manera escalofriante c¨®mo la distorsi¨®n y el abuso del concepto del inter¨¦s del pueblo conduce a resultados aberrantes. Las ¨¦lites manipulan al pueblo; el pueblo acosa al denunciante bienintencionado; el denunciante pierde la fe en la democracia. Saca lo peor de todos.
Un ensayo muy interesante publicado recientemente ¡ªPopolo ma non troppo. Il malinteso democratico (Pueblo, pero no demasiado. El malentendido democr¨¢tico), de Yves M¨¦ny (Il Mulino)¡ª analiza con profundidad el uso y abuso del concepto en la historia. Puede ser veh¨ªculo de intenciones nobles o luciferinas. En tiempos revueltos como estos, repletos de frustraci¨®n ciudadana, puede ser un mechero en un campo seco y dispuesto a arder. Las campanas que doblan se oyen muy claras.
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