Los principales candidatos para liderar el Partido Conservador tras la salida de Theresa May
El exalcade de Londres Boris Johnson es el favorito en todas las encuestas
La carrera por liderar el Partido Conservador es la carrera por lograr la bendici¨®n de los poderosos euroesc¨¦pticos, que han impuesto en la formaci¨®n un pensamiento ¨²nico en el que nada es m¨¢s relevante que el Brexit. Y el favorito se llama Boris Johnson. No porque haya logrado transmitir que dispone del rigor y la seriedad necesarios para el puesto, sino porque las encuestas indican que es el ¨²nico capaz de evitar el drenaje de votos que est¨¢n huyendo a proposiciones m¨¢s radicales como las del ultranacionalista Nigel Farage. Estos son los nombres para liderar el Partido Conservador tras la salida de Theresa May.
Boris Johnson
Nadie niega el carisma de Johnson, que demostr¨® durante sus dos mandatos al frente de la alcald¨ªa de Londres. Producto del elitista colegio de Eton y de las aulas universitarias de Oxford, el iconoclasta pol¨ªtico es capaz de sacar lo mejor y lo peor de s¨ª mismo. Esa es la principal preocupaci¨®n de muchos de su correligionarios, incapaces de ver en ¨¦l la constancia y el tes¨®n necesarios para rescatar al Reino Unido del marasmo del Brexit. Las encuestas le sit¨²an en una c¨®moda primera posici¨®n, con cifras que triplican el apoyo que obtendr¨ªa su rival m¨¢s cercano.
Johnson es el m¨¢s reclamado en todos los actos locales del partido, y su indiscutible tir¨®n electoral es visto, por aliados y rivales, como la ¨²nica f¨®rmula para frenar la espantada de muchos votantes, que han abandonado a los conservadores para dar su respaldo al Partido del Brexit del populista Farage. Sin embargo, Johnson ha demostrado en muchas ocasiones que no es de fiar. Abandon¨® la carrera por la sucesi¨®n de David Cameron, despu¨¦s de haber protagonizado la campa?a a favor del Brexit en el refer¨¦ndum de 2016, pr¨¢cticamente el mismo d¨ªa en que iba a lanzar su candidatura.
Theresa May le dio la oportunidad de rescatar ante el p¨²blico su cara de estadista al ofrecerle el puesto de ministro de Exteriores. M¨¢s all¨¢ de sonadas meteduras de pata como recitar un poema de Rudyard Kipling, el poeta oficial brit¨¢nico de las glorias pasadas de un imperio colonial, durante su visita a Myanmar, la antigua Birmania ¡ªel embajador tuvo que pararle en mitad de su perorata¡ª, Johnson dej¨® una imagen aterradora entre sus hom¨®logos europeos, que cruzan los dedos ante la idea de que llegue a ser primer ministro.
En los ¨²ltimos meses ha dado muestras de una templanza renovada, y ha usado su columna semanal en The Daily Telegraph?para abordar asuntos de calado como el cambio clim¨¢tico, mientras no desaprovechaba la tribuna para arremeter contra el torpe manejo del Brexit de May.?
Dominic Raab
Joven de edad y de aspecto (45 a?os), Dominic Raab se ha afanado en los ¨²ltimos meses por ofrecer la imagen de seriedad y solidez de la que Johnson carece. Exhibi¨®, mientras le fue conveniente, una lealtad a la primera ministra que fue correspondida con el cargo de ministro para el Brexit. Su actitud arrogante y temeraria, seg¨²n denunci¨® el propio comisario de la UE encargado de las negociaciones con el Reino Unido, Michel Barnier, fue en realidad una plataforma para su propia proyecci¨®n pol¨ªtica. Abandon¨® el puesto y la fidelidad a May en cuanto la primera ministra puso sobre la mesa el Acuerdo de Retirada pactado con Bruselas, hecho a sus espaldas.
Liberal de ascendencia thatcheriana, cuenta con respaldo del poderoso Grupo de Investigaciones Europeas, el lobby?euroesc¨¦ptico que dirige Jacob Rees-Mogg y que ha condicionado la estrategia de la primera ministra durante estos tres a?os. Raab cuenta ya con una plataforma semip¨²blica de apoyo a su candidatura, y ha lanzado propuestas econ¨®micas de manual como impulsar el mayor recorte de impuestos de la historia. Su principal inconveniente, seg¨²n los cr¨ªticos, ha sido la precipitaci¨®n en lanzarse a una carrera que nadie hab¨ªa convocado a¨²n oficialmente. Los modales hacen al hombre, dicen los ingleses.
Andrea Leadsom
Fue la rival m¨¢s seria de Theresa May durante la lucha por el liderazgo tory en 2016, pero como Johnson, abandon¨® la lucha antes de tiempo. La precipitada dimisi¨®n del ex primer ministro David Cameron impuls¨® a una serie de candidatos que no estaban acostumbrados a bajar al barro y que no pudieron soportarlo. Leadsom fue uno de ellos. Su comentario despectivo, en una entrevista a The Times, sobre el hecho de que May no tuviera hijos se volvi¨® en su contra. "Debe tener sobrinos y otros familiares. Pero yo tengo hijos que a su vez tendr¨¢n hijos, que formar¨¢n parte directa de todo lo vendr¨¢ a continuaci¨®n". Sus compa?eros de partido calificaron de "vileza" esas palabras, y decidieron que Leadsom "no estaba hecha del material que se requiere para ser primera ministra".
May cont¨® con ella en sus Gobiernos. Hasta hace nada ha ocupado el poderoso puesto de ministra para las Relaciones con la C¨¢mara de los Comunes. Y ha demostrado lealtad a la primera ministra, a pesar de ser una de las voces m¨¢s potentes de la l¨ªnea dura en el seno del Gabinete. Ha defendido hasta el ¨²ltimo minuto la opci¨®n de un Brexit salvaje, sin acuerdo, antes que ceder a los compromisos que May se ve¨ªa obligada a pactar con Bruselas. El ¨²ltimo ¨®rdago de su jefa, la oferta de que los diputados se pronuncien sobre la posibilidad de un segundo refer¨¦ndum, ha sido la gota que ha colmado su vaso y que le ha llevado a presentar su dimisi¨®n.
Amber Rudd
La ministra de Pensiones y Trabajo, de 55 a?os, es la excepci¨®n que confirma la regla. Defiende la permanencia del Reino Unido en la UE, y se ha propuesto combatir la deriva extremista a la que se dirige su partido, en el af¨¢n por no dejarse comer el terreno por el Partido del Brexit, la formaci¨®n del ultranacionalista Nigel Farage. David Cameron escogi¨® a esta pol¨ªtica, s¨®lida en sus convicciones, para ser la cara televisiva del lado a favor de la permanencia en la UE durante la campa?a del refer¨¦ndum de 2016, y para la historia qued¨® el meneo que dio a Johnson durante el debate ¡ª"no es el hombre que permitir¨ªas que te llevara en coche a casa al final de la jornada"¡ª.
Eso no quiere decir que Rudd se dedique a romper puentes con aquellos euroesc¨¦pticos que, bien lo sabe, manejan las riendas de su partido. Mantiene amistad con el exalcalde de Londres ¡ª"?Necesitas que te lleve a alg¨²n sitio", le grita Johson cada vez que se cruza con ella¡ª. Sus posibilidades de ganar son remotas, pero sabe que tiene suficiente influencia como para reforzar liderazgos con su apoyo, y, quiz¨¢, moderar el lado salvaje de sus rivales.
Sajid Javid
El actual ministro del Interior, de 49 a?os y musulm¨¢n practicante, era la estrella emergente de un Partido Conservador tentado a dotarse del aire de modernidad del que siempre carece. Hijo de Abdul Ghani-Javid, que emigr¨® al Reino Unido despu¨¦s de perderlo todo en la partici¨®n de la India en 1947, Sajid fue el primer miembro de su familia en obtener un t¨ªtulo universitario. Se gradu¨® en Pol¨ªticas y Econ¨®micas en la Universidad de Exeter. Su ¨¦xito en el mundo de las finanzas fue fulgurante. A los 25 a?os ocupaba la posici¨®n de vicepresidente del Chase Manhattan Bank, y posteriormente le fich¨® el Deustche Bank, donde se especializ¨® en mercados emergentes.
Su pasi¨®n por la ex primera ministra Margaret Thatcher le condujo a la pol¨ªtica. Es multimillonario. Su promedio anual de ingresos durante su carrera en el mundo de la banca alcanz¨® los 3,5 millones de euros. En 2010 dio el salto, al obtener el esca?o de diputado por la circunscripci¨®n de Bromsgrove, una ciudad al sur de Birminghan con un elevado nivel de renta.
Su proximidad con el ministro de Econom¨ªa del Gobierno Cameron, George Osborne, hac¨ªa presagiar que sus d¨ªas de estrellato bajo el mandato de May estaban contados. Pero Javid es una imagen demasiado poderosa para un Gobierno y un partido que tienen un serio problema con las minor¨ªas raciales del Reino Unido. Sus cr¨ªticos le acusan de ser la "mascota ¨¦tnica" de los tories, pero su historia de construcci¨®n personal y su imagen de un caso exitoso de integraci¨®n le convierten en un rival a tener en cuenta. En los ¨²ltimos a?os ha cultivado una imagen de ministro duro con la delincuencia, que siempre funciona entre el electorado conservador.
Michael Gove
Michael Gove (Edimburgo, 51 a?os), como todos los recientes pol¨ªticos que ha producido Escocia ¡ªlos ex primeros ministros Tony Blair y Gordon Brown siguen en el imaginario brit¨¢nico¡ª, es un aliado que conviene tener siempre cerca. Su brillante oratoria parlamentaria, su ingenio y su pasi¨®n por las causas impopulares resultan de tremenda utilidad. Defendi¨® el thatcherismo en un terreno tan hostil a la Dama de Hierro como Edimburgo; defendi¨® a Tony Blair, a pesar de la rivalidad partidista, en su aventura b¨¦lica en Irak; y defendi¨® el Brexit, en el refer¨¦ndum de 2016, en contra de los planteamientos de su entonces amigo y primer ministro, David Cameron. Es protagonista de la mayor pu?alada en la espalda de la reciente historia pol¨ªtica brit¨¢nica. Se comprometi¨® a dirigir la campa?a de Boris Johnson para acabar anunciando, 24 horas antes de que el exalcalde de Londres presentara su candidatura, no solo que lo abandonaba ¡ª"por desconfianza en su solidez como pol¨ªtico"¡ª, sino que se dispon¨ªa a competir contra ¨¦l.
Gove es uno de esos pol¨ªticos brit¨¢nicos que se deleita a s¨ª mismo prolongando un punto m¨¢s de lo necesario la pronunciaci¨®n de las vocales, y que hubiera querido nacer en una ¨¦poca m¨¢s eduardiana o victoriana de la que le ha tocado vivir. Pero nunca defrauda, es capaz de superar sus propios rid¨ªculos y dar la vuelta a la percepci¨®n que se tenga de ¨¦l con uno de sus afortunados discursos.
Penny Mordaunt
Nadie ha demostrado m¨¢s que Penny Mordaunt (46 a?os) su voluntad de arrojarse a la piscina. La reci¨¦n nombrada ministra de Defensa, que sustituy¨® en el cargo al cesado Gavin Williamson por las filtraciones del esc¨¢ndalo Huawei, es famosa entre la ciudadan¨ªa por su m¨¢s que notable participaci¨®n en el concurso televisivo Splash!, en el que famosos de todo tipo compet¨ªan por mantener el estilo y la compostura al saltar desde el trampol¨ªn.
Hija de un notable oficial paracaidista brit¨¢nico, y ella misma reservista de la Armada Real, su desenvoltura le hizo ganarse una merecida posici¨®n en las filas de los defensores del Brexit. Aunque, como muchos de ellos, no dud¨® en exagerar los argumentos y jugar con falsedades, como cuando dijo que el Reino Unido ser¨ªa incapaz de vetar el ingreso de Turqu¨ªa en la Uni¨®n Europea.
Muy querida entre los militares, su elevaci¨®n a ese ministerio de Estado ha sido para muchos la pista del impulso que la propia Theresa May habr¨ªa querido darle en una de sus ¨²ltimas decisiones como primera ministra.
Jeremy Hunt
De resultar elegido, Hunt (52 a?os), ser¨ªa la continuidad de Theresa May con un toque de sofisticaci¨®n. Educado en Oxford, donde fragu¨® su amistad con Cameron y Johnson, es el miembro m¨¢s adinerado del actual Gobierno (su patrimonio se estima en 17 millones de euros), y el que m¨¢s ha durado en el puesto junto con el ministro de Econom¨ªa, Philip Hammond. Pas¨® bastantes a?os en Jap¨®n, y all¨ª adquiri¨® un conocimiento del idioma que no duda en exhibir cuando tiene ocasi¨®n.
Amable ante la prensa, alto, espigado, con una elegancia muy brit¨¢nica y un talante que convence a su interlocutor de que realmente le escucha, Hunt podr¨ªa ser una fant¨¢stica baza para los conservadores si no fuera porque comparte con May el mismo estigma: hizo campa?a a favor de la permanencia en la UE durante el refer¨¦ndum de 2016, aunque en los ¨²ltimos tiempos se haya convencido a s¨ª mismo de la necesidad de defender el veredicto ciudadano y defienda el Brexit.
Tiene devoci¨®n por el ex secretario de Estado de EE UU Henry Kissinger, se ha reunido con ¨¦l al menos en cuatro ocasiones y mantienen abundante correspondencia. Le obsesiona China y su futuro como superpotencia. Y se considera, de alg¨²n modo, el ¨²ltimo de los cameronianos (conservadurismo avanzado en lo social y estricto en lo fiscal) frente al avance de un nacionalismo en el seno del Partido Conservador con el que no comulga. Se presenta como un reformista de las instituciones, y esgrime como credenciales propias la reforma que realiz¨® en el Sistema Nacional de Salud (NHS), que le granje¨® la enemistad de muchos profesionales de la medicina pero que el tiempo ha demostrado necesaria para salvar el sistema, aunque haya estirado sus recursos hasta extremos casi intolerables.
Matthew Hancock
Dice mucho de la enorme autoestima de Matthew Hancock (Chester, 40 a?os) que sea el ¨²nico pol¨ªtico brit¨¢nico que tiene una app dedicada a ¨¦l mismo. Cuando la puso en marcha, para mejorar la comunicaci¨®n y manejo de su circunscripici¨®n electoral, el pitorreo entre sus compa?eros de partido y en las redes fue generalizado, pero muchos empezaron a sospechar de que la idea ten¨ªa algo de genialidad. El secretario de Estado para la Salud tiene ese ecocentrismo inconsciente de los fan¨¢ticos de las redes sociales que despierta una mezcla de curiosidad y fascinaci¨®n en el acartonado entorno del Partido Conservador.
Fue jefe de gabinete del exministro de Econom¨ªa, George Osborne, bajo el mandato de David Cameron. Y sobreviv¨® a la purga de los?cameronianos que May puso en marcha nada m¨¢s llegar a Downing Street. Le nombr¨® secretario de Estado para Asuntos Digitales, Cultura, Medios y Deportes, y desde ese puesto de relevancia menor consigui¨® seguir haciendo ruido y generando lealtades.
Es un animal pol¨ªtico y un tipo afable, y ha demostrado ser fiel a May hasta el ¨²ltimo minuto. Pocos saben qu¨¦ m¨¢s podr¨ªa aportar al partido aparte de esa pasi¨®n por la transformaci¨®n digital, pero quiz¨¢ en los actuales momentos de ideolog¨ªa extrema que vive la formaci¨®n, personajes tan adaptables como Hancock acaban siendo los imprescindibles.
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