Muere el cardenal Jaime Ortega, pieza clave en el deshielo entre EE UU y Cuba
Desde el Arzobispado de La Habana, pilot¨® las dificil¨ªsimas negociaciones para que Karol Wojtyla pudiera realizar su hist¨®rico viaje a la isla en 1998
El cardenal Jaime Ortega, actor clave en el restablecimiento de relaciones diplom¨¢ticas entre Cuba y Estados Unidos hace cuatro a?os, falleci¨® este viernes en La Habana v¨ªctima de un c¨¢ncer. Ten¨ªa 82 a?os. Ortega sol¨ªa lucir una sonrisa japonesa en la cara cuando contaba la historia del d¨ªa en que el papa Francisco le llam¨®, en mayo de 2014, para propiciar un acercamiento entre Ra¨²l Castro y Barack Obama que contribuyera a poner fin a medio siglo de diferendo entre La Habana y Washington. ¡°A Ra¨²l puedes llegar r¨¢pido. B¨²scate la manera de llegar a Obama, yo pago los viajes¡±, le dijo el Pont¨ªfice.
Comenzaba de este modo singular una secreta y efectiva labor mediadora del Vaticano que conducir¨ªa, solo seis meses m¨¢s tarde, a un canje de esp¨ªas prisioneros en ambos pa¨ªses y posteriormente al restablecimiento de relaciones entre Cuba y EE UU, rotas en 1961. La buena nueva fue anunciada por Castro y Obama el 17 de diciembre de 2014, d¨ªa del cumplea?os del Papa, pero tambi¨¦n onom¨¢stica de San L¨¢zaro, el santo milagrero m¨¢s popular en la isla, a quien los cubanos se encomiendan y piden todos los favores imaginables.
Ortega hab¨ªa sido nombrado cardenal por Juan Pablo II en 1994, cuando la isla atravesaba la pesadilla del Periodo Especial y en momentos en que las relaciones entre la jerarqu¨ªa de la iglesia cat¨®lica y el Gobierno de Fidel Castro no pod¨ªan ser peores. Desde su despacho en el Arzobispado de La Habana pilot¨® las dificil¨ªsimas negociaciones para que Karol Wojtyla pudiera realizar su hist¨®rico viaje a Cuba en 1998, y tambi¨¦n fue firme aliado de Espa?a como facilitador de la operaci¨®n que permiti¨® la salida de la c¨¢rcel en 2010 de cerca de un centenar de disidentes y opositores cubanos, la mayor¨ªa de los cuales viajaron a Espa?a por acuerdo de los Gobiernos de Ra¨²l Castro y Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero.
Sin duda, Ortega estaba bien curtido en andar por el filo de la navaja y en participar en negociaciones complejas, pero ninguna de tanto calado como la que le encomend¨® Francisco en Roma aquel d¨ªa. Un mes despu¨¦s, el cardenal recibi¨® en La Habana sendas cartas del Pont¨ªfice dirigidas a Castro y Obama, que deb¨ªa ocuparse de entregar ¨¦l en persona. ¡°El Papa no quer¨ªa que aquello acabara como una simple intervenci¨®n humanitaria que permitiera la salida de unos presos, pretend¨ªa que la gesti¨®n sirviera para abrir las puertas a la normalizaci¨®n entre ambos pa¨ªses despu¨¦s de tantos a?os de desencuentros¡±, contar¨ªa despu¨¦s el cardenal a este periodista.
Ortega sab¨ªa por diversos congresistas y senadores norteamericanos que lo visitaban que desde 2013 exist¨ªan negociaciones secretas entre Cuba y Washington para lograr la liberaci¨®n de tres esp¨ªas cubanos, integrantes de la llamada red Avispa, condenados a largas penas de prisi¨®n en 1998 por un tribunal de Florida, mientras Washington ped¨ªa la excarcelaci¨®n de Alan Gross, un contratista norteamericano condenado en la isla a 15 a?os de c¨¢rcel por espionaje. Tambi¨¦n sab¨ªa que las conversaciones estaban estancadas ¡ª¡°los duros en Washington dec¨ªan que ¡®tres por uno, no¡±¡ª, por eso no le sorprendi¨® cuando el Papa le cont¨® que La Habana hab¨ªa solicitado la mediaci¨®n del Vaticano, en la que Ortega se convertir¨ªa en pieza clave.
El cardenal hizo las conexiones necesarias para contactar con el entorno de Obama, y el 13 de agosto de 2014 entreg¨® la carta a Ra¨²l Castro en La Habana. Durante el encuentro, el entonces presidente cubano le pidi¨® que pasara un mensaje a Obama, b¨¢sicamente que lo consideraba un hombre honesto, que sab¨ªa que la pol¨ªtica hostil hacia Cuba le hab¨ªa llegado heredada y que era consciente de que no depend¨ªa solo de ¨¦l cambiarla. Cuatro d¨ªas m¨¢s tarde, el prelado entraba a la Casa Blanca en el autom¨®vil del cardenal de Washington, Theodore McCarrick, y entregaba a Obama la carta del Papa y el mensaje de Ra¨²l. Durante 40 minutos hablaron en un tono distendido ¡ªla entrevista se mantuvo en secreto, nunca se filtr¨® nada la prensa¡ª, y Obama pidi¨® al cardenal que agradeciera a Castro sus palabras y le expresara su esperanza de que antes del final de su mandato las relaciones entre Cuba y EE UU pudieran mejorar.
Comenzaron luego en Canad¨¢, rodeadas del m¨¢ximo secreto, negociaciones entre delegaciones de ambos pa¨ªses. La parte cubana la encabez¨® el coronel de la inteligencia Alejandro Castro Esp¨ªn, hijo del mandatario cubano, y por la estadounidense estaba Ricardo Z¨²?iga, asesor principal de Obama para Am¨¦rica Latina. Cuatro meses despu¨¦s, ambos pa¨ªses firmaban en Roma el acuerdo de liberaci¨®n de los presos con la Secretar¨ªa de Estado del Vaticano como garante. Sellado el pacto, Castro y Obama hablaron por tel¨¦fono durante una hora y eligieron la fecha del 17 de diciembre para hacer el sorpresivo anuncio del canje de prisioneros y del inicio del proceso de normalizaci¨®n de las relaciones diplom¨¢ticas, que culminar¨ªa en julio de 2015 con la reapertura de las embajadas cerradas 54 a?os antes. Fue un regalo conjunto al Papa Francisco en su 78 cumplea?os.
Justo dos a?os antes de su fallecimiento, Ortega present¨® en Madrid el libro Encuentro di¨¢logo y acuerdo, en el que revel¨® detalles de esta in¨¦dita mediaci¨®n que permiti¨® el acercamiento entre ambos pa¨ªses, que ahora la Administraci¨®n Trump ha desarticulado. ¡°Es una gran irresponsabilidad y una gran l¨¢stima¡±, lament¨® el cardenal la ¨²ltima vez que nos encontramos antes de que su enfermedad se agravase. Ortega se retir¨® en mayo de 2016, dos meses despu¨¦s de recibir en la catedral de La Habana a Barack Obama durante su hist¨®rico viaje a la isla, pero hasta el ¨²ltimo momento fue anfitri¨®n de congresistas y pol¨ªticos norteamericanos a su paso por La Habana y realiz¨® gestiones para favorecer el intercambio entre ambos pa¨ªses.
De Matanzas al Vaticano, pasando por la UMAP
Nacido en Jag¨¹ey Grande (Matanzas), Jaime Ortega ten¨ªa 22 a?os cuando triunf¨® la revoluci¨®n de Fidel Castro. Ordenado sacerdote en 1964, solo unos meses despu¨¦s fue internado en los campos de reeducaci¨®n y trabajo de la UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producci¨®n), donde tras al triunfo de la revoluci¨®n fueron recluidos religiosos, homosexuales y, en general, aquellos que no ¡°cuadraban¡± con los par¨¢metros revolucionarios y el ideal del hombre nuevo. Pese a la traum¨¢tica experiencia, Ortega no abandon¨® el pa¨ªs como hicieron otros de sus compa?eros en la UMAP, se qued¨® en la isla y estudi¨® teolog¨ªa en el seminario de san Alberto Magno, en Matanzas, y luego en el seminario de Sacerdotes de las Misiones Extranjeras de Quebec, en Canad¨¢. En 1979 fue ordenado obispo y elevado a cardenal en 1994, el segundo de la historia de Cuba ¡ªel primero fue Manuel Arteaga, a quien el papa P¨ªo XII entreg¨® el capelo cardenalicio en 1946¡ª.
En su trayectoria al frente de la iglesia cubana hubo momentos de gran tensi¨®n con el Estado, sobre todo a partir de la publicaci¨®n en 1993 de la pastoral El amor todo lo espera, muy cr¨ªtica con el Gobierno. Las negociaciones para logar que Juan Pablo II visitara Cuba fueron de gran complejidad, pero Ortega supo sortear las tensiones y con habilidad logr¨® abrir ciertos espacios para la Iglesia a partir del viaje de Karol Wojtyla. Presidente de la Conferencia de Obispos Cat¨®licos de Cuba en tres periodos consecutivos (1988-1998) y nuevamente de 2001 a 2004, fue anfitri¨®n en la isla de tres papas (Juan Pablo II, en 1998, Benedicto XVI, en 2012, y Francisco, en 2015 y 2016, durante una breve escala). En el Vaticano fue miembro de la Congregaci¨®n para la Evangelizaci¨®n de los Pueblos y del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales. Su despacho en el arzobispado siempre estuvo abierto a los pol¨ªticos estadounidenses y europeos de paso, que le ped¨ªan opini¨®n, consejos o ayuda. Particip¨® en diversias mediaciones y gestiones humanitarias ante el Gobierno cubano, siendo la mas famosa la que realiz¨® con el exministro espa?ol de Asuntos Exteriores, Miguel ?ngel Moratinos, que permiti¨® la salida de la c¨¢rcel de casi un centenar de disidentes y opositores cubanos en 2010. Criticado por el exilio y la disidencia por ser en exceso amable con el Gobierno, y a la vez visto con desconfianza por los m¨¢s ortodoxos dentro de la isla, para los corresponsales extranjeros m¨¢s veteranos una media sonrisa en la cara de Ortega, cuando los problemas parec¨ªan m¨¢s enredados, era s¨ªntoma de que algo se estaba cocinando.
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