Corea del Sur y Jap¨®n agitan el tablero asi¨¢tico
Las fricciones entre ambos pa¨ªses amenazan con consecuencias econ¨®micas y de seguridad globales
Estos d¨ªas escasea la cerveza japonesa en Se¨²l. Viajan pocos turistas coreanos a Tokio. Caen las exportaciones de uno y otro lado. Corea del Sur ha eliminado a Jap¨®n de su lista blanca de socios comerciales preferentes, como le hizo a su vez el pa¨ªs vecino hace dos meses. La disputa de ra¨ªces hist¨®ricas y razones modernas que arrastran estos dos aliados ha dejado las relaciones bilaterales en su momento m¨¢s bajo en d¨¦cadas. Pero no da se?ales de abatirse, y amenaza con dejar consecuencias econ¨®micas y de seguridad globales.
La relaci¨®n entre los dos socios nunca ha sido f¨¢cil. Se interponen disputas territoriales y, desde los tiempos de la colonizaci¨®n japonesa (1910-1945), las heridas de la guerra. En general, estos problemas tienden a vivirse con mayor intensidad cuando en Corea del Sur han gobernado presidentes de corte nacionalista o progresista, y con menor tensi¨®n cuando lo han hecho l¨ªderes conservadores.
El tratado para restablecer las relaciones bilaterales se firm¨® en 1965, en los tiempos del dictador Park Chung-hee. La hija de ¨¦ste, la presidenta Park Geun-hye (2013-2017), preocupada por el programa nuclear norcoreano promovi¨® un acercamiento a Jap¨®n. Como resultado, los dos pa¨ªses firmaron en 2015 un acuerdo para solventar una de las grandes cuestiones pendientes de la guerra: la de las antiguas esclavas sexuales forzadas a trabajar en los burdeles de las tropas niponas, conocidas eufem¨ªsticamente como ¡°mujeres de confort¡±?¡ªeste fue el t¨¦rmino que ambos pa¨ªses emplearon en el documento, que Corea del Sur ha anulado en la pr¨¢ctica desde el a?o pasado al cancelar la fundaci¨®n encargada de aplicarlo¡ª. En 2016, ambos suscribieron un pacto para intercambiar informaci¨®n de inteligencia sobre Corea del Norte, conocido por sus siglas en ingl¨¦s Gsomia.
El desencadenante de la disputa actual lleg¨® en octubre pasado, de la mano de las heridas de la historia. En concreto, las exigencias de compensaciones para las v¨ªctimas de trabajos forzados durante la ¨¦poca colonial, 7,8 millones de personas seg¨²n c¨¢lculos surcoreanos. Una sentencia del Tribunal Supremo abri¨® la v¨ªa a demandantes individuales a obtener indemnizaciones de empresas japonesas. Jap¨®n mont¨® en c¨®lera. En su opini¨®n, el asunto hab¨ªa quedado saldado con el tratado de 1965, por el que Tokio pag¨® 500 millones de d¨®lares en asistencia y cr¨¦ditos. Una fuerte suma en aquella ¨¦poca para el pa¨ªs receptor, cuyo PIB anual entonces era de 3.100 millones de d¨®lares. Muchos en Corea del Sur, sin embargo, hab¨ªan quedado insatisfechos: poco de ese dinero lleg¨® jam¨¢s a los bolsillos de las v¨ªctimas.
A las exhortaciones del Gobierno del primer ministro Shinzo Abe en Tokio para que la sentencia no se aplicara y no se incautaran bienes de empresas niponas en el pa¨ªs vecino, el Ejecutivo del progresista Moon Jae-in?¡ªun antiguo abogado especialista en derechos humanos¡ª respondi¨® que no pod¨ªa intervenir en una decisi¨®n judicial.
Desde entonces, la situaci¨®n ha ido de mal en peor. En julio, Tokio excluy¨® a Se¨²l de su lista blanca de socios comerciales preferentes y aleg¨® razones de seguridad nacional para limitar el acceso surcoreano a tres tipos de agentes qu¨ªmicos necesarios para fabricar chips de memoria. Todo un golpe en la l¨ªnea de flotaci¨®n econ¨®mica de Corea del Sur: produce el 60% mundial de esos semiconductores, que representan su principal exportaci¨®n.
La lista de medidas y contramedidas se hace cada vez m¨¢s larga y abarca cada vez m¨¢s ¨¢reas. Corea del Sur ha demandado a Jap¨®n ante la Organizaci¨®n Mundial de Comercio (OMC) por las restricciones a los componentes qu¨ªmicos. La semana pasada ha expulsado tambi¨¦n a Tokio de su propia lista blanca, con argumentos similares sobre la necesidad de aumentar el control de sus exportaciones estrat¨¦gicas y asegurando que no se trata de una represalia.
Hace dos semanas, la pol¨¦mica se extend¨ªa al deporte. Se¨²l ped¨ªa formalmente al Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional la prohibici¨®n en los Juegos de Tokio de 2020 de la bandera nipona del Sol Naciente. Para Corea del Sur ¡ªy otros pa¨ªses asi¨¢ticos¡ª, el emblema de los 16 rayos es un recordatorio de la ocupaci¨®n japonesa, en su caso entre 1910 y 1945. Tokio 2020 ha alegado, en un comunicado, que el estandarte ¡ªque a¨²n utiliza la Marina nipona, y que en Jap¨®n se emplea como s¨ªmbolo tradicional y de buena suerte¡ª ¡°no se considera una declaraci¨®n pol¨ªtica, por lo que no se percibe como algo prohibido¡±.
La disputa ha incidido en los prejuicios que un pa¨ªs mantiene sobre el otro. Si en Corea del Sur las heridas de la guerra se mantienen a¨²n muy abiertas y se ve con sospecha al conservador Gobierno de Shinzo Abe, en los pasillos diplom¨¢ticos de Jap¨®n se alude a un ¡°cansancio hacia Corea del Sur¡±. ¡°Consideran que Se¨²l no est¨¢ haciendo los esfuerzos suficientes para dejar atr¨¢s las disputas hist¨®ricas y empezar a mirar hacia adelante¡±, explica C¨¦line Pajon, investigadora sobre Jap¨®n del Instituto Franc¨¦s de Relaciones Internacionales (IFRI).
Las tensiones han empezado a repercutir en la vida cotidiana. En Se¨²l es dif¨ªcil encontrar quien quiera beber cerveza japonesa. La que era la segunda m¨¢s popular por detr¨¢s de la nacional se ha desplomado un 97% en sus ventas. Tambi¨¦n han retrocedido las ventas de autom¨®viles. Las visitas de turistas surcoreanos, las m¨¢s abundantes en Jap¨®n solo por detr¨¢s de las de turistas chinos, han ca¨ªdo un 48%, seg¨²n las cifras oficiales en Tokio. Las exportaciones niponas a su vecino, que el a?o pasado alcanzaron los 55.000 millones de d¨®lares, han retrocedido un 9% interanual. Las de productos qu¨ªmicos org¨¢nicos, casi el doble, un 17%. L¨ªderes empresariales de ambos pa¨ªses han lanzado un llamamiento a una pronta resoluci¨®n diplom¨¢tica del conflicto.
Con todo, las conversaciones no est¨¢n rotas. Jap¨®n ha aceptado abordar con Corea del Sur conversaciones en torno a la demanda ante la OMC. Persisten los contactos entre los Ministerios de Exteriores. Este jueves se reunieron en los m¨¢rgenes de la Asamblea General de la ONU en Nueva York el nuevo jefe de la diplomacia nipona, Toshimitsu Motegi, y su hom¨®loga surcoreana, Kang Kyung-wha, aunque sin lograr avances, seg¨²n ha informado la agencia Yonhap.
Si el desencuentro entre los dos socios tiene el potencial de afectar a las cadenas de producci¨®n globales ¡ªel mundo empresarial y, muy en particular, el sector tecnol¨®gico aguardan con el aliento contenido el resultado de la disputa¡ª, tambi¨¦n tiene un impacto sobre la seguridad.
En agosto, Corea del Sur anunci¨® que no renovar¨¢ su pacto de 2016 de intercambio de inteligencia sobre Corea del Norte, ¡°un gesto pol¨ªtico muy fuerte de protesta y desconfianza hacia Tokio¡±, opina Pajon. El fin de Gsomia, apunta la experta, ¡°no socava la base de la cooperaci¨®n de seguridad, pues nunca se ha aplicado de manera ¨®ptima. Adem¨¢s, los dos pa¨ªses mantienen un acuerdo para intercambiar informaci¨®n a trav¨¦s de su aliado estadounidense¡±. Pero s¨ª, subraya, ¡°el distanciamiento entre Jap¨®n y Corea del Sur se puede interpretar como una se?al de una din¨¢mica m¨¢s amplia del decoupling en la regi¨®n, en la que Se¨²l se aproxima m¨¢s a Pek¨ªn¡±.
El profesor Stephen Nagy, de la Universidad Cristiana Internacional en Tokio y de la Asia Pacific Foundation en Canad¨¢, puntualiza que ¡°el rechazo de Corea del Sur a renovar el Gsomia ya est¨¢ siendo puesto a prueba por China, Rusia y Corea del Norte¡±. Este experto cita los sobrevuelos rusos del espacio a¨¦reo que reclaman tanto el Sur como Jap¨®n. ¡°La reciente racha de pruebas de misiles norcoreanos tambi¨¦n pone a prueba si Jap¨®n y Corea del Sur dar¨¢n prioridad a sus intereses de seguridad conjuntos en vez de apuntarse tantos pol¨ªticos¡±, agrega.
Un factor que se a?ade a la preocupaci¨®n sobre el estado de la relaci¨®n bilateral es ¡°la falta de cualquier tipo de voluntad pol¨ªtica de Estados Unidos para mediar. [El presidente de EE UU, Donald] Trump no est¨¢ interesado en gestionar la alianza, y si nadie en la Administraci¨®n de Estados Unidos est¨¢ dispuesto a intervenir para que ambas partes entren en raz¨®n, es probable que la relaci¨®n se siga resintiendo¡±, apunta Pajon.
La otra disputa: la territorial
El tren que transporta a los pasajeros desde el aeropuerto de Incheon a Se¨²l sol¨ªa mostrar en sus pantallas publicidad tur¨ªstica de las distintas regiones surcoreanas. Estos d¨ªas, lo que ven los viajeros es un v¨ªdeo de 20 minutos en el que se insiste en coreano, ingl¨¦s y japon¨¦s en que el archipi¨¦lago de Dokdo pertenece a Corea del Sur.
La disputa sobre la soberan¨ªa de la cadena de islotes, conocida como Takeshima en japon¨¦s y que se encuentra a una distancia similar de Jap¨®n y de Corea del Sur, dura cerca de tres siglos. Tras el fin de la colonizaci¨®n nipona, en 1945, qued¨® bajo el control surcoreano. Nunca se ha llegado a un acuerdo, y los dos pa¨ªses insisten en que forma parte inalienable de su territorio.
Este a?o, a medida que han crecido las tensiones, ha aumentado la contundencia de la reivindicaci¨®n. En agosto, las Fuerzas Armadas surcoreanas han llevado a cabo maniobras militares en torno a los islotes, en las que han participado buques de guerra y aviones. Este mes, media docena de legisladores se desplazaron a la isla. Entonces, el Ministerio de Exteriores en Jap¨®n declar¨® que ese tipo de visitas ¡°no puede aceptarse y es extremadamente lamentable, dado que Takeshima es parte inherente del territorio japon¨¦s a la luz de los hechos hist¨®ricos y las leyes internacionales¡±.
Aunque la reivindicaci¨®n nacionalista no parece ser solo cosa del Gobierno: este a?o, las visitas de surcoreanos a la cadena de islotes ha crecido un 30% con respecto a las cifras del a?o pasado. M¨¢s de 170.000 personas han acudido hasta all¨¢.
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