¡°Vinimos a decir que los militares colombianos no est¨¢n diciendo la verdad¡±

¡°Llevo 15 a?os en la lucha por la verdad¡±, "llevo 10, 11¡­" "Vinimos a decir que nuestros hijos, hermanos, esposos no eran guerrilleros, ni criminales". "Que los militares que los ejecutaron no est¨¢n diciendo la verdad, y que nosotras estamos recibiendo amenazas". Las voces de los familiares de las ejecuciones extrajudiciales de Soacha, el asesinato sistem¨¢tico de civiles que eran presentados despu¨¦s como guerrilleros ca¨ªdos en combate y uno de los hechos m¨¢s vergonzosos para el Ej¨¦rcito de Colombia, se escucharon en el Tribunal de Paz este jueves. Sus relatos se fueron sumando como un coro de injusticias acumuladas durante muchos a?os.

Cada vez que narraban sus historias y alguno se quebraba o apretaba el cuerpo para contener el llanto, algunos de los oyentes a esa audiencia in¨¦dita bajaban la cabeza. Colombia conoce sus casos pero no lo que soportaron estas familias despu¨¦s del asesinato de sus hijos. Eran las v¨ªctimas, pero ped¨ªan perd¨®n por llorar.

Tras la firma del acuerdo de paz, 162 militares ¡ªdesde soldados hasta generales¡ª han acudido a este tribunal a contar voluntariamente su participaci¨®n en este caso llamado 03 o Muertes ileg¨ªtimamente presentadas como bajas en combate por agentes del Estado. Buscan beneficios jur¨ªdicos a cambio de entregar informaci¨®n y reparar. Esta vez les correspond¨ªa a las v¨ªctimas hacer observaciones al caso que lleva la justicia.

¡°Vinimos a decirle a la JEP que los militares no est¨¢n diciendo la verdad. No queremos pa?itos de agua tibia, queremos saber qui¨¦nes son las cabezas, esclarecer los hechos, limpiar el nombre de nuestros hijos¡±, dijeron antes de comenzar la audiencia. Despu¨¦s, rezaron tomadas de las manos. Ped¨ªan fuerzas para relatar una vez m¨¢s lo vivido y solicitarle al tribunal que llame tambi¨¦n a civiles para que declaren, incluidos los expresidentes ?lvaro Uribe y Juan Manuel Santos, presidente y ministro de Defensa, durante la ¨¦poca de las ejecuciones.

¡°Aqu¨ª hay algo mucho m¨¢s grande. Hay que mirar el papel del Cuerpo T¨¦cnico de Investigaciones; escuchar tambi¨¦n a Medicina Legal (instituto forense del pa¨ªs). Es muy raro que sea la misma m¨¦dica forense la que haya firmado los documentos de todos estos muchachos o que el CTI haya hecho levantamientos a muchachos con botas nuevas y al rev¨¦s¡±, comenz¨® con aplomo Jaqueline Castillo, despu¨¦s de contar c¨®mo mataron a su hermano Jaime Castillo y ella viaj¨® a rescatar el cuerpo de una fosa com¨²n.

Cada v¨ªctima intervino con la imagen de su hijo al costado. Como su fortaleza. ¡°Vengo a contar qui¨¦n era¡±, repet¨ªan. A¨²n recuerdan con dolor cuando el expresidente Uribe dijo que estos eran delincuentes y ¨¦l tuvo que rectificar sus palabras bajo orden judicial. El clamor compartido de las madres es que las investigaciones lleguen a niveles m¨¢s altos, que se establezcan las responsabilidades en la cadena de mando, no solo a quienes dispararon; y que se investigue tambi¨¦n la desaparici¨®n forzada de la que fueron v¨ªctimas sus familiares.

Un fen¨®meno nacional

¡°El caso de los j¨®venes de Soacha ilustra un fen¨®meno nacional. Hoy sabemos que ocurri¨® en todo el pa¨ªs, menos en la isla de San Andr¨¦s. Al menos 2.248 personas fueron ejecutadas de esta forma y creemos que la cifra se queda corta. Todo esto es gracias al coraje de ustedes¡±, les dijo, emp¨¢tica, la magistrada Catalina D¨ªaz a las madres.

Fueron relatos desoladores y revelaron el esp¨ªritu humilde de todas las v¨ªctimas. J¨®venes que aceptaban trabajos para ayudar a su familia o incluso, vaya paradoja, so?aban con ser soldados. No es extra?o. En los barrios m¨¢s pobres de Colombia entrar al Ej¨¦rcito o a la polic¨ªa es la v¨ªa m¨¢s expedita para tener un ingreso econ¨®mico. Y ante la falta de acceso a la universidad, en un pa¨ªs donde un semestre puede costar 2.000 d¨®lares, esa era la ¨²nica aspiraci¨®n. De ese caldo de inequidad se val¨ªan los reclutadores que los enga?aron.

Las madres revelaron tambi¨¦n lo que han padecido buscando justicia durante estos a?os, c¨®mo fueron ellas las propias investigadoras, c¨®mo excavaron para exhumar a sus hijos y contaron los hechos absurdos de los que han sido v¨ªctimas. ¡°Como en Colombia no te dan trabajo si no tienes la libreta militar, mi otro hijo tuvo que entrar a prestar el servicio militar¡±, cont¨® Rubiela Giraldo, otra de las madres. ¡°Ahora est¨¢ enfermo. Dice que siente rabia y asco por portar el uniforme de quienes mataron a su hermano¡±. Por eso pidieron que sus familiares est¨¦n exentos del servicio militar, que en Colombia es obligatorio.

Tambi¨¦n recordaron que ellas siguen pagando deudas millonarias por tener los restos de sus hijos en los cementerios. ¡°Si los militares hicieron vaca (reunieron dinero) para matarlos, entonces que junten plata para pagar las deudas de los cementerios¡±. Exigieron que el Ej¨¦rcito reanude un proyecto de mausoleo que les hab¨ªa prometido. Hubo tambi¨¦n revelaciones macabras, como la de Luz Marina Bernal quien dijo que a su hijo se lo entregaron sin brazos ni piernas; o como la existencia de un falso positivo que est¨¢ desaparecido, adem¨¢s de las amenazas de muerte que han recibido por denunciar.

La audiencia tambi¨¦n sirvi¨® para recordar a sus familiares con ternura. Sus sue?os truncados: de ser cantantes, veterinarios, de entrar a la universidad, de comprar una casa. Y sobre todo, lo que han perdido las familias con su muerte: ¡°Jony Duvi¨¢n era el payaso, el que nos hac¨ªa re¨ªr. Despu¨¦s de que me lo mataron en mi casa ya no se baila. Todo eso muri¨®¡±, dijo Zoraida Isabel Mu?oz. Y al final, hubo espacio para la iron¨ªa a trav¨¦s de redes sociales: ¡°Aqu¨ª terminan nuestras intervenciones. Gracias por soportar nuestros relatos. Pero este es su pa¨ªs¡±.