En el refugio catal¨¢n del millonario que agit¨® Egipto
Los v¨ªdeos de denuncia de la corrupci¨®n grabados por el egipcio Mohamed Ali en Espa?a, donde reside, alimentaron el mes pasado las mayores protestas contra Al Sisi
Mohamed Ali ha pasado de mostrarse a ocultarse. De convertirse en actor, en parte gracias a una fortuna amasada como contratista en dudosos proyectos inmobiliarios del Ej¨¦rcito de su pa¨ªs, Egipto, a peregrinar de hotel en hotel en la provincia de Barcelona para que los servicios de inteligencia egipcios no pudieran localizarle. El punto de inflexi¨®n entre una y otra vida fue el pasado 2 de septiembre. Ese d¨ªa, public¨® en YouTube desde Espa?a el primero de medio centenar de v¨ªdeos en los que denunciaba las pr¨¢cticas de corrupci¨®n,?nepotismo y?adjudicaciones sin licitaci¨®n que conoci¨® desde dentro ¡ªy con las que se enriqueci¨®¡ª durante 15 a?os. Su lenguaje coloquial conect¨® con muchos en un pa¨ªs lastrado por la desigualdad y la omnipresencia del Ej¨¦rcito. Las grabaciones se hicieron virales y gestaron la mayor protesta en las calles contra Abdelfat¨¢ al Sisi, el general que derroc¨® a Mohamed Morsi en un golpe de Estado en 2013, se proclam¨® presidente tras unas elecciones al a?o siguiente y gobierna desde entonces con mano de hierro.
Con los medios de comunicaci¨®n, Ali ha recorrido el camino inverso. Cuando se convirti¨® en pesadilla de las autoridades ("s¨ª, estoy construyendo palacios presidenciales. Y construir¨¦ m¨¢s. Pero no son en mi nombre, sino en el de Egipto", acab¨® reaccionando a los v¨ªdeos el propio Al Sisi en un acto oficial), numerosos medios trataron de entrevistarlo en Espa?a. Imposible. Un mes despu¨¦s de la ¨²ltima gran manifestaci¨®n y de una oleada represiva de m¨¢s de 4.000 arrestos, Ali ha cambiado de estrategia. Ahora es ¨¦l quien invita a la prensa y EL PA?S, el primer medio en espa?ol al que recibe. "Al principio", explica el cambio, "quer¨ªa dar mi punto de vista al pueblo y que nada m¨¢s influyese. Ahora quiero desenmascarar a Al Sisi ante la Uni¨®n Europea y todo Occidente. He visto que los peri¨®dicos occidentales est¨¢n interesados en lo que est¨¢ pasando, as¨ª que quiero sacar a la luz todo lo que ¨¦l hace".
Desde que el 27 de septiembre las autoridades sofocaron la ¡°marcha del mill¨®n¡± a la que Ali llamaba desde Espa?a, no hay protestas ni nuevos v¨ªdeos. "El pueblo ya ha visto que [Al Sisi] es un ladr¨®n", justifica su silencio. Asegura que se guarda secretos "para no parecer un presentador de televisi¨®n de tanto hablar" y que difundir¨¢ dentro de tres semanas un v¨ªdeo sorpresa que "va a remover el mundo". "Toda la oposici¨®n fuera de Egipto se ha unido en torno a m¨ª. Y estamos haciendo un plan" ?En qu¨¦ consiste? "Son pasos t¨¦cnicos para que se vaya [Al Sisi]. No va a tardar m¨¢s de dos o tres meses" ?Por qu¨¦ es tan optimista? "Porque el pueblo ya no lo aguanta". ?Por qu¨¦ cree que va a suceder justo ahora que no hay manifestaciones? "Ya lo ver¨¢s".
La entrevista tiene lugar en un punto de la provincia de Barcelona que pide que no se difunda. Son las oficinas de su constructora, Amlaak, inscrita el pasado febrero en el Registro Mercantil de Barcelona ¡ªen una direcci¨®n diferente a la actual¡ª?con un capital inicial de 1,25 millones de euros y en la que todo ¡ªde los muebles al sof¨¢¡ª est¨¢ por estrenar. No hay documentos, ni ordenadores, ni decoraci¨®n. Hasta unas alcayatas cuelgan desnudas sin calendario porque ¡ªpara el empresario¡ª el presente se ha impuesto al futuro.
Solo destaca una maqueta de la inmensa pir¨¢mide de cristal que planea levantar sobre tres chimeneas de la central t¨¦rmica en desuso de Sant Adri¨¤ del Bes¨°s, cerca de Barcelona, para conectar con el pasado de su pa¨ªs, en la otra orilla del Mediterr¨¢neo. Un proyecto por el que entonces, el pasado verano, concedi¨® sus primeras entrevistas, en las que daba una imagen de emprendedor visionario ajeno a la pol¨ªtica. El impacto de los v¨ªdeos ¡ªasegura que es aqu¨ª donde los ha grabado¡ª le oblig¨® a pisar el freno. "Dej¨¦ de dedicarme al proyecto porque dorm¨ªa de hotel en hotel por miedo a que me matasen al estilo de la mafia. Estoy muy seguro de que el Gobierno espa?ol nunca me va a entregar a Egipto, pero s¨¦ que podr¨ªan pagar mucho por mi cabeza. Ahora vivo en una casa, escondido, cuya direcci¨®n [las autoridades egipcias] no conocen y vengo a esta oficina solo cuando tengo un encuentro. Estoy seguro de que tampoco conocen esta direcci¨®n. Adem¨¢s, les dar¨ªa miedo hacerme algo frente a un occidental". Por eso, asegura, no ha pedido protecci¨®n a las autoridades en Espa?a, donde reside gracias a uno de los llamados visados de oro que se obtienen al adquirir una vivienda de m¨¢s de medio mill¨®n de euros. Ali evita adem¨¢s sitios en los que pueda ser reconocido por otros ¨¢rabes, como Las Ramblas de Barcelona.
En persona, se muestra m¨¢s comedido que en sus v¨ªdeos ¡ªen los que se exalta e insulta m¨¢s a Al Sisi¡ª, pero emplea el mismo?¨¢rabe dialectal plagado de expresiones que revela su origen humilde. Una baza, la del lenguaje de la calle, que explota a lo largo de la conversaci¨®n para contrarrestar la imagen de nuevo rico vestido con camisas caras al volante de un Ferrari (se acaba de comprar uno, dice, que perteneci¨® a Messi porque no se pod¨ªa traer el que tiene en Egipto) que ¨¦l mismo difunde en sus redes sociales. "Conecto con el pueblo porque soy uno de ellos. No he nacido rico. Y conozco su lenguaje. Al contrario, ellos est¨¢n contentos de que haya empezado de cero y ahora sea un hombre de negocios".
¡ª?Pero el pueblo sabe tambi¨¦n que ese dinero viene de los proyectos de corrupci¨®n que ahora denuncia...
¡ª?Han visto el Ferrari, la ropa, todo... Pero han sentido lo que hay dentro de mi coraz¨®n. Cuando una persona es honesta, las palabras llegan r¨¢pido al coraz¨®n. No tiene nada que ver con el aspecto
En efecto, Ali sabe transmitir. Mira a los ojos al hablar y es atractivo. Si no tiene un cigarrillo en la mano (rara vez sucede), picotea frutos secos o ilustra sobre un folio con un bol¨ªgrafo los proyectos de construcci¨®n (una mansi¨®n para Al Sisi cuando era ministro de Defensa, hoteles, sedes de los servicios de inteligencia...) en los que particip¨® para la Autoridad de Ingenier¨ªa, el ¨®rgano que supervisa las obras de las Fuerzas Armadas. M¨¢s de 2.300 proyectos en los que son empleados cinco millones de civiles, seg¨²n ha indicado recientemente uno de sus portavoces.
Cuenta que particip¨® en proyectos por valor de al menos 4.000 millones de libras egipcias (223 millones de euros), que su puerta de entrada a los contratos fue el hijo de un general y que los sobornos y la falsificaci¨®n de facturas eran sistem¨¢ticos. "Los militares que est¨¢n en el proyecto se llevan mucho dinero por debajo de la mesa. Yo solo puedo trabajar si lo decide ese oficial. Y se lleva entre un 1% y un 1,5% del coste del proyecto. Le vas dando dinero por debajo de la mesa hasta que firme", relata.
Ante la pregunta de si sus v¨ªdeos son una vendetta por los 12,5 millones de euros que le adeudan, suelta una carcajada. "He trabajado con ellos 15 a?os. Podr¨ªa haber trabajado otros 15 y tendr¨ªa cien veces m¨¢s dinero. La prueba es que estuve aqu¨ª un a?o y nadie puso ninguna denuncia en mi contra hasta que empec¨¦ a hablar".
Hace seis a?os empez¨® a planear contar alg¨²n d¨ªa lo que sab¨ªa. "Estaba dentro del tinglado y escuchaba. Sab¨ªa d¨®nde dar el golpe", recuerda con una sonrisa. Fue preparando el terreno. Se estableci¨® en 2018 en la costa barcelonesa tras descartar Alemania y Holanda por el clima. Conoc¨ªa la zona del rodaje en Sitges de The Other Land ("La otra tierra"), una pel¨ªcula para desincentivar la emigraci¨®n clandestina que produjo y protagoniz¨®. Esper¨® a que sus hijos acabasen el curso escolar en Egipto y empez¨® a hablar.
¡ª??Por qu¨¦ tard¨® 15 a?os?
¡ª Yo no entiendo de pol¨ªtica ni sab¨ªa lo que significaba la corrupci¨®n. No acab¨¦ mis estudios y todo lo que sab¨ªa en mi vida es que ten¨ªa que trabajar. Era la primera vez que trabajaba para el Ej¨¦rcito. Al principio pens¨¦ que no se pod¨ªa dar dinero por debajo de la mesa. Luego, que era una norma. Cuando los proyectos subieron de nivel, daba dinero a los oficiales porque me dec¨ªan que era para comprar material. Despu¨¦s entend¨ª que se lo llevaban ellos. Fue entonces cuando empec¨¦ a entender el Ej¨¦rcito [...] Cuando llegas a un sitio no lo conoces bien. En un a?o no entiendes lo mismo que en 15.
En su pa¨ªs, cuando empezaron las denuncias, los medios le ignoraron. Luego le ridiculizaron. Despu¨¦s, llevaron a los plat¨®s a su padre y a su ¨²nico hermano para criticarlo. Por si acaso, un presentador dej¨® claro que el Estado sabe qui¨¦n sale a manifestarse porque la famosa plaza Tahrir de El Cairo "est¨¢ llena de c¨¢maras". Le han dedicado adem¨¢s adjetivos tan dif¨ªcilmente compatibles como drogadicto, mujeriego y miembro de los Hermanos Musulmanes, una acusaci¨®n que suena divertida durante la entrevista, con latas de cerveza sobre la mesa.?
¡ª?Tiene pruebas por escrito de lo que denuncia?
Tengo algo m¨¢s fuerte que los papeles, las instalaciones. Ellos [el Ej¨¦rcito] son los due?os de los papeles. Dije d¨®nde estaba lo que constru¨ª y la gente se acerc¨® a tomar fotos. Eso no se puede desmentir.
¡ª ?Y los contratos?
¡ª Los dej¨¦ en una empresa m¨¢s peque?a que se qued¨® activa all¨ª. Cuando empec¨¦ a hacer los v¨ªdeos, [las fuerzas de seguridad] se llevaron los papeles e investigaron a los empleados. Los papeles no tienen ninguna importancia. Yo era la cuarta empresa m¨¢s importante de las que trabajaban con el Ej¨¦rcito. Yo mismo soy un papel que no pueden desmentir.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.