Axel Kicillof, el peronista que seduce
El gobernador electo de Buenos Aires combina erudici¨®n acad¨¦mica con un carisma arrollador
Un viejo Renault Clio se estaciona cerca de la plaza central de alg¨²n pueblo de la provincia de Buenos Aires. Est¨¢ cubierto de polvo y si alguien decide prestarle atenci¨®n ve en su interior los restos de un largo viaje: insectos pegados en el parabrisas, un mate con yerba y ropa de abrigo amontonada en el asiento de atr¨¢s. Pero no hay tiempo para detalles. Del Clio baja Axel Kicillof, candidato peronista a gobernador del distrito m¨¢s rico, m¨¢s poblado (16,6 millones) y m¨¢s grande de Argentina. La conexi¨®n con la gente es inmediata. Kicillof devuelve los abrazos y se saca fotograf¨ªas con una amplia sonrisa. Luego da un breve discurso, repite los abrazos, sube a su Clio y parte hacia otra plaza, en otro pueblo. Cuando termine su campa?a electoral, Kicillof habr¨¢ recorrido 90.000 kil¨®metros de carreteras.
Cada kil¨®metro se cobr¨® en las urnas. En las elecciones generales del pasado domingo, Kicillof obtuvo el 52% de los sufragios, a m¨¢s de 1,4 millones de votos de distancia de la actual gobernadora, Mar¨ªa Eugenia Vidal, la pol¨ªtica mejor valorada del macrismo. La campa?a de bajo coste de Kicillof fue toda una revelaci¨®n para los gur¨²s electorales. A los millones invertidos en publicidad, las inauguraciones apuradas de obras y los grandes m¨ªtines, Kicillof respondi¨® con un trabajo de hormiga, lento pero persistente, que dur¨® casi tres a?os. ¡°Otros andan en helic¨®ptero y no llegan a ver lo que pasa en cada rinc¨®n de la provincia¡±, dijo una vez para justificar semejante recorrido por carretera. Con ropa informal, un rostro que no aparenta los 48 a?os que tiene y trabajo duro, Kicillof escal¨® hasta lo m¨¢s alto del peronismo, un movimiento que puede tanto encumbrar como comerse sin aviso a sus hijos m¨¢s dilectos. Pero Kicillof no es un improvisado.
Kicillof es un t¨ªpico porte?o de clase media intelectual. Naci¨® en el aristocr¨¢tico barrio de Recoleta de la capital argentina, de padre psicoanalista y madre psic¨®loga, y se educ¨® en el sistema p¨²blico. Pero no en cualquiera, claro. Hizo el secundario en el Colegio Nacional Buenos Aires, una instituci¨®n que desde 1863 ha formado a las ¨¦lites argentinas. El joven egresado curs¨® luego Econom¨ªa en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Su primera militancia pol¨ªtica fue en una agrupaci¨®n que se llam¨® Tontos pero No Tanto (TNT), desde donde resisti¨® en los a?os noventa a la hegemon¨ªa militante de los j¨®venes radicales de Franja Morada. En la UBA forj¨® una potente carrera acad¨¦mica, con investigaciones, nueve libros y horas como profesor. En ese ambiente universitario conoci¨® a su pareja, Soledad Quereilhac, con quien tiene dos hijos. Su tesis doctoral, que titul¨® G¨¦nesis y estructura de la Teor¨ªa General de Lord Keynes, mereci¨® un 10. Desde entonces, Kicillof responde a quienes lo tildan de ¡°marxista¡± que se considera un ¡°keynesiano¡± que defiende la importancia del Estado en la econom¨ªa.
El salto de Kicillof desde la academia hacia la primera l¨ªnea de la pol¨ªtica se produjo en 2009, durante el primer Gobierno de Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner (2007-2011). Su amigo Mariano Recalde era por entonces director de la reci¨¦n nacionalizada Aerol¨ªneas Argentinas y lo convoc¨® para que ocupara un lugar en la direcci¨®n de finanzas. ¡°En alg¨²n momento Cristina Kirchner lo conoce y lo pone en Econom¨ªa como viceministro de Hern¨¢n Lorenzino. Acababa de morir N¨¦stor Kirchner, que era quien decid¨ªa la pol¨ªtica econ¨®mica, y hu¨¦rfana la econom¨ªa de un conductor, Kicillof ser¨¢ la persona que mejor se acomoda a las ideas de Cristina Kirchner, relacionadas a una mayor intervenci¨®n del Estado¡±, explica el periodista Ezequiel Burgo, autor de El creyente: ?qui¨¦n es Axel Kicillof?
Desde el Ministerio de Econom¨ªa, el ascenso de Kicillof fue mete¨®rico. La defensa cerrada que hizo en 2012 de la nacionalizaci¨®n de YPF, la petrolera que se encontraba en manos de Repsol, lo coloc¨® en la primera l¨ªnea de su jefa pol¨ªtica, un privilegio que muy pocos funcionarios ten¨ªan. Cuando Hern¨¢n Lorenzino present¨® su renuncia un a?o despu¨¦s, nadie dud¨® de que esa joven promesa que ocupaba el segundo lugar en la l¨ªnea del Ministerio ser¨ªa el heredero. M¨¦ritos no le faltaban. ¡°Kicillof era una persona mucho mejor formada en econom¨ªa que la gente que rodeaba a Cristina Kirchner. Ya desde mucho tiempo antes hab¨ªa puesto gente de sus equipos en casilleros de la conducci¨®n del Gobierno. Y cuando se va Lorenzino es el que est¨¢ en mejores condiciones para llevar adelante las ideas de Cristina¡±, dice Burgo.
De la gesti¨®n de Kicillof fueron los planes de promoci¨®n al consumo y tambi¨¦n el cepo cambiario, una medida de emergencia para controlar la fuga de divisas y que ahora fue recuperada por el Gobierno de Mauricio Macri. Tambi¨¦n la cancelaci¨®n de la deuda que Argentina ten¨ªa con el Club de Par¨ªs desde 2001 y el cese de pagos con los llamados fondos buitre, aunque como ministro Kicillof siempre intent¨® honrar esa deuda. Si no lo hizo, fue porque el fallo de un juez de Estados Unidos se lo impidi¨®.
Cuando Kirchner abandon¨® el poder, Kicillof se convirti¨® en diputado y comenz¨® a recorrer la provincia en el ya famoso Renault Clio, rebautizado Kicim¨®vil. Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner decidi¨® finalmente bendecir su candidatura en Buenos Aires. La expresidenta hab¨ªa cedido su lugar en la naci¨®n en favor de Alberto Fern¨¢ndez y se cobr¨® el gesto con la provincia. Los barones pretend¨ªan en el distrito a un hombre propio y miraron a Kicillof con recelo, como si fuese un intruso al que deb¨ªan soportar porque estaba ungido por Kirchner. La expresidenta les record¨® entonces que Kicillof era el que mejor iba en las encuestas. Y nadie se atrevi¨® a contradecirla.
Kicillof se convirti¨® entonces en un pol¨ªtico purasangre. Abandon¨® sus largos discursos cargados de n¨²meros y citas y sali¨® a la carretera. Con la gente cultiv¨® el cara a cara, como aquellos candidatos de pueblo que recuerdan los nombres y las historias familiares de cada uno de sus votantes. Kicillof hizo campa?a, creci¨® en las encuestas y 90.000 kil¨®metros despu¨¦s del inicio de su larga marcha se qued¨® con el trofeo mayor. El peronismo, finalmente, se rindi¨® a sus pies.
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