Ucrania y Trump: argumentos para un ¡®impeachment¡¯
Los testimonios del Congreso han mostrado nuevas cloacas de la Administraci¨®n de Trump. La implicaci¨®n delictiva de estas es incierta, pero el destino pol¨ªtico parece escrito
Los padres fundadores no vieron venir a Donald Trump. Tampoco a Richard Nixon y el caso Watergate, o a Bill Clinton y el esc¨¢ndalo Lewinsky. Pero hab¨ªan saboreado una buena raci¨®n del rey brit¨¢nico Jorge III para tener claro que el presidente de la joven Am¨¦rica iba a acumular demasiado poder como para resultar intocable y que, por tanto, hab¨ªa que dotar a la Constituci¨®n de un instrumento con el que poder destituirlo bajo determinadas circunstancias. As¨ª vio la luz Art¨ªculo II, secci¨®n 4, de la Carta Magna, seg¨²n el cual ¡°el presidente, vicepresidente y todos los funcionarios civiles de Estados Unidos ser¨¢n retirados del cargo al ser acusados y declarados culpables de traici¨®n, sobornos, y otros delitos y faltas graves¡±.
La coletilla final se debe, seg¨²n los historiadores, a George Mason, autor de la Declaraci¨®n de Derechos de Virginia, que tem¨ªa que ce?ir los supuestos a traici¨®n o soborno dejaba a cualquier presidente un margen excesivo. ¡°?Alg¨²n hombre debe estar por encima de la justicia?¡±, plante¨® en la Convenci¨®n Constitucional de 1787, y convenci¨® a los autores. Lo dem¨¢s, qu¨¦ se entiende por delito digno de impeachment, es lo que 230 a?os despu¨¦s sigue debati¨¦ndose en Estados Unidos.
El Congreso norteamericano ha puesto en marcha, por cuarta vez en la historia, este proceso excepcional, al trascender que Donald Trump maniobr¨® este a?o para lograr que Ucrania anunciase unas investigaciones que perjudicar¨ªan a los dem¨®cratas. En concreto, ped¨ªa a Kiev que indagara en torno a Burisma, la empresa gasista en la que trabajaba el hijo de Joe Biden, Hunter, mientras su padre era vicepresidente. Tambi¨¦n solicitaba que investigara una teor¨ªa conspirativa seg¨²n la cual fue Ucrania y no Rusia el pa¨ªs que interfiri¨® en las elecciones estadounidenses de 2016 y no para favorecer a Trump, sino a Hillary Clinton, en contra de lo que han concluido los servicios de inteligencia y la justicia estadounidense.
Trump pidi¨® abiertamente estas acciones a su hom¨®logo ucranio, Volod¨ªmir Zelenski, en una llamada telef¨®nica el 25 de julio (que el presidente como defiende leg¨ªtimo inter¨¦s contra la corrupci¨®n). Pero una clave para saber si el mandatario cometi¨® soborno, extorsi¨®n u otro tipo de abuso que justifique su destituci¨®n estriba en si se us¨® la promesa de una reuni¨®n con Trump que deseaba Zelensky o la entrega de ayudas militares como mecanismo de presi¨®n.
Durante semana y media, una docena de testigos ha desfilado por el Capitolio describiendo, en conjunto, una diplomacia paralela que buscaba influir en Kiev y en la que Rudy Giuliani, abogado personal del presidente, ten¨ªa un papel fundamental. El testimonio m¨¢s explosivo lleg¨® el mi¨¦rcoles de la mano del embajador estadounidense en la UE, Gordon Sondland, quien certific¨® las presiones y las atribuy¨® a la orden del presidente.
¡°Poner en marcha un canal de diplomacia con tu abogado personal es una idea terrible y un error de juicio, pero eso no es lo mismo que decir que el presidente ha cometido un delito tan grave que justifique el impeachment¡±, afirma el republicano Robert Ray, fiscal independiente del caso Whitewater, un esc¨¢ndalo inmobiliario que salpic¨® a Bill y Hillary Clinton en los noventa, pero del que quedaron exonerados por Ray.
Los dem¨®cratas ya han dado se?ales de que perseguir¨¢n el delito de ¡°soborno¡± que aparece de forma expl¨ªcita en la Constituci¨®n, una forma de sortear el debate sobre lo que cubre la coletilla ¡°y otros graves delitos¡± que viene en la ley fundamental. Tras las primeras declaraciones p¨²blicas en el proceso del impeachment en el Congreso, la presidenta de la C¨¢mara de Represen tantes, Nancy Pelosi, indic¨® que los testimonios corroboran ¡°la prueba de soborno¡±, y que ¡°el presidente abus¨® de su poder y viol¨® su juramento¡±. El voltaje no ha bajado desde entonces.
¡°Segu¨ªamos las ¨®rdenes del presidente¡±, fueron las palabras del embajador Sondland el mi¨¦rcoles y cayeron como una bomba en Washington. R¨¢pidamente proliferaron las referencias al testimonio de John Dean, al abogado de la Casa Blanca durante el Watergate, que precipit¨® la renuncia de Nixon, pero los republicanos se agarran a varias diferencias para defender a Trump. Mientras Dean describi¨® m¨²ltiples reuniones para discutir sobre el encubrimiento del caso con Nixon, Sondland tuvo que admitir que el condicionamiento de las ayudas militares a Ucrania nunca se le explicit¨®, sino que lo dedujo ¨¦l por el desarrollo de los acontecimientos.
La presi¨®n para conseguir que Trump se reuniera con Zelensky, la otra moneda de cambio que se juzga, fue manifestada por el abogado del presidente, Rudy Giuliani. Y el 9 de septiembre, en una llamada telef¨®nica, el mandatario recalc¨® a Sondland que no quer¨ªa nada de Ucrania a cambio de la investigaci¨®n: ¡°No quiero quid pro quo¡±.
Pero el calendario es importante. Para esa fecha, a la Casa Blanca ya se le hab¨ªa notificado la denuncia presentada por un denunciante an¨®nimo sobre este asunto, que acabar¨ªa siendo el detonante del impeachment, y Trump ten¨ªa motivos para hablar as¨ª, cuando los episodios previos hab¨ªan apuntado en la direcci¨®n contraria. ¡°Uno, si quiere, puede pensar que el presidente no est¨¢ diciendo la verdad, pero esa prueba es exculpatoria¡±, recalca Robert Ray.
La profesora de Derecho Kim Wehle, experta en Constitucional y que tambi¨¦n colabor¨® en la investigaci¨®n Whitewater, recalca que esta ¡°no es una investigaci¨®n penal¡± y, por tanto, ¡°no hacen falta pruebas directas del presidente para justificar la puesta en marcha del proceso con una docena de testigos¡±. ¡°Las pruebas han demostrado que el presidente Trump y Giuliani utilizaron el poder del cargo, con la capacidad de enviar ayuda militar a cambio del anuncio de unas investigaciones contra su rival pol¨ªtico, as¨ª que es un abuso que s¨ª debe juzgarse¡±.
Para Wehle, es probable que los dem¨®cratas defiendan en la C¨¢mara de Representantes la presentaci¨®n de cargos de soborno, de obstrucci¨®n a la justicia, como ocurri¨® en su d¨ªa con Nixon y Clinton, por mentir o tratar de torpedear la investigaci¨®n, ¡°y podr¨ªa haber algo incluso m¨¢s gen¨¦rico sobre abuso de poder para beneficio personal¡±. A juicio de Ray, sin embargo, ni siquiera el cargo de soborno se justifica, ya que este debe conllevar una contrapartida ¡°de valor¡± suficiente y una reuni¨®n entre los presidentes, ¡°no es un acto oficial, seg¨²n la definici¨®n del Tribunal Supremo, as¨ª que no es una decisi¨®n oficial que conlleve algo de valor¡±.
La idea de extorsi¨®n, cargo que tambi¨¦n barajan los dem¨®cratas, parece m¨¢s evidente si lo que est¨¢ en juego son ayudas militares de cerca de 400 millones de d¨®lares para un pa¨ªs que enfrenta una guerra con los separatistas prorrusos en el este de su territorio. En este caso, los republicanos defender¨¢n que las ayudas se acabaron entregando sin anuncios de ninguna investigaci¨®n contra los dem¨®cratas ¡ªel 11 de septiembre, de nuevo, con la denuncia an¨®nima ya planeando sobre Washington¡ª y que el objeto de extorsi¨®n, el presidente ucranio, ha negado las presiones. Tampoco est¨¢ claro si se puede hablar de traici¨®n.
La C¨¢mara de Representantes, de mayor¨ªa dem¨®crata, previsiblemente aprobar¨¢ cargos en el pleno, y en el Senado, donde se celebra el juicio propiamente dicho y se vota el veredicto, hoy por hoy parece f¨¢cil su absoluci¨®n, gracias a la mayor¨ªa republicana, salvo nuevas revelaciones que rompan la baraja.
Cuando dise?aron el impeachment, los padres fundadores tampoco ten¨ªan por qu¨¦ prever que el proceso de destituci¨®n iba a derivar en una discusi¨®n pol¨ªtica de estas caracter¨ªsticas, dado que el Senado no fue escogido directamente por los votantes hasta 1913. Hasta entonces, eran las asambleas legislativas de los Estados las que los nombraban. Alexander Hamilton ¡ªtan revivido ahora por el famoso musical¡ª s¨ª expres¨® su preocupaci¨®n por que se convirtiera en una herramienta partidista, en defensa o en contra del mandatario sometido a juicio.
Andrew Johnson, el primer presidente que se someti¨® a esa votaci¨®n, en 1868, sali¨® absuelto. Bill Clinton, el segundo, tambi¨¦n. Nixon dimiti¨® antes. Donald Trump es el primero que, tras el juicio parlamentario y las cloacas que este revela, pugna por la reelecci¨®n. Antes de Watergate, m¨¢s de la mitad de los estadounidenses respond¨ªa en las encuestas que confiaban en que los presidentes hac¨ªan ¡°lo correcto¡±, pero los porcentajes nunca se han recuperado. Los votantes esperan menos, lo cual no deja claro de qu¨¦ lado inclina la balanza. El peligro del descr¨¦dito s¨ª lo vieron venir los padres fundadores.
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