La respuesta a las protestas raciales se torna un arma electoral en Estados Unidos
La comparecencia del fiscal general en el Capitolio escenifica la tormenta pol¨ªtica provocada por el despliegue de agentes federales en ciudades dem¨®cratas

La respuesta a las protestas antirracistas desatadas tras la muerte del afroamericano George Floyd, cuyos rescoldos en Portland combaten con mano dura los agentes federales, se ha convertido en material electoral de primera magnitud. As¨ª se ha escenificado este martes en la comparecencia del pol¨¦mico fiscal general, William Barr, en el Capitolio. Reforzando el mensaje de ley y orden al que el presidente Trump, sacudido por la crisis y el deterioro de su popularidad, se agarra como principal baza para su reelecci¨®n, Barr ha hablado de ¡°anarquistas¡± que ¡°han secuestrado las protestas leg¨ªtimas para provocar caos y destrucci¨®n¡±. Los dem¨®cratas le acusan de azuzar la violencia y de servir los intereses electorales de su jefe.
Se trata de uno de los ¨²ltimos enfrentamientos p¨²blicos del Congreso contra la Administraci¨®n Trump antes de las elecciones, y el fiscal general William Barr, al que los dem¨®cratas que controlan la C¨¢mara acusan de haber convertido al Departamento de Justicia en un mero brazo ejecutor de la voluntad del presidente, ha salido a la ofensiva. Ha defendido con vehemencia la muy criticada respuesta federal a las protestas contra la violencia policial que a¨²n recorren el pa¨ªs desde la muerte del afroamericano George Floyd el pasado 25 de mayo en manos de la polic¨ªa. ¡°Los alborotadores violentos y los anarquistas¡±, ha advertido la m¨¢xima autoridad de las fuerzas de seguridad federales, ¡°han secuestrado las protestas leg¨ªtimas para provocar caos y destrucci¨®n sin sentido¡±.
El papel de Barr ha sido central en el despliegue de agentes federales estos d¨ªas para apagar los disturbios en Portland (Oreg¨®n) y otras ciudades, operaci¨®n que se ha convertido en un nuevo frente en la batalla cultural que libra el pa¨ªs desde la muerte de Floyd, ahogado por la rodilla de un agente de polic¨ªa en Minneapolis en un v¨ªdeo que dio la vuelta al mundo. El episodio, uno m¨¢s en una larga lista de actuaciones policiales desproporcionadamente violentas contra ciudadanos negros, deton¨® en los ¨²ltimos d¨ªas de la primavera, en medio de la pandemia del coronavirus, protestas que se extendieron por todo el pa¨ªs. Las protestas abrieron una conversaci¨®n nacional sobre el racismo estructural en Estados Unidos, dieron lugar a reformas en la polic¨ªa y provocaron un debate sobre el patrimonio hist¨®rico confederado. Y los incidentes violentos que salpicaron las protestas, marginales en relaci¨®n con el masivo tono pac¨ªfico del movimiento, brindaron a Donald Trump la oportunidad de mostrarse, en sus propias palabras, como un presidente de ¡°la ley y el orden¡±, a pocos meses de los comicios en los que busca su reelecci¨®n.
La llama de las protestas sigue viva ahora en una serie de ciudades, la mayor¨ªa en manos dem¨®cratas, y la Casa Blanca acusa a los manifestantes de haber traicionado la causa que simboliza George Floyd y haberse abandonado a una mera violencia antisistema. ¡°Ausente de estas escenas de destrucci¨®n est¨¢ cualquier intento de los v¨¢ndalos de conectar sus acciones a la muerte de George Floyd o a cualquier leg¨ªtima demanda de reforma¡±, ha denunciado Barr en el Capitolio. Las autoridades locales y los activistas, en cambio, acusan precisamente a la Administraci¨®n de azuzar, con fines electorales, una violencia marginal y que ya estaba remitiendo, con el env¨ªo de m¨¢s agentes federales, que este mismo martes, seg¨²n The Washington Post, segu¨ªan llegando a Portland.
Los dem¨®cratas consideran que el pulso federal con las autoridades locales forma parte de una estrategia electoral de Donald Trump, evidente en su actividad tuitera en las ¨²ltimas semanas, que busca exhibir mano dura frente a unos dem¨®cratas c¨®mplices con la violencia que hundir¨ªan al pa¨ªs en el caos. Los cr¨ªticos ven a Barr, una vez m¨¢s, como un indisimulado ejecutor de la agenda pol¨ªtica del presidente, traicionando la preceptiva independencia del cargo que ostenta.
¡°Esta vez no puede esconderse en ficciones legales, la puede ver lo que est¨¢ haciendo¡±, le ha espetado el dem¨®crata Jerry Nadler, presidente del Comit¨¦ Judicial de la C¨¢mara de Representantes, que ha organizado la audiencia. ¡°El presidente quiere algo para su campa?a y usted se lo sirve. En muchas de estas ciudades las protestas estaban remitiendo antes de que actuaran. Ustedes proyectan miedo y violencia para lograr obvios objetivos pol¨ªticos. Deber¨ªa darle verg¨¹enza¡±.
Barr, sin salirse de su guion, ha querido poner el foco en los ataques de v¨¢ndalos violentos a edificios federales de Portland, los cuales, ha denunciado, la polic¨ªa local hizo poco por evitar. ¡°Deber¨ªamos ser todos capaces de estar de acuerdo en que no hay lugar en este pa¨ªs para muchedumbres armadas que persiguen establecer zonas aut¨®nomas m¨¢s all¨¢ del control del Gobierno, o derribar estatuas y monumentos que comunidades respetuosas con las leyes decidieron erigir, o destruir la propiedad y el sustento de empresarios inocentes¡±, ha dicho el fiscal general. Barr ha eludido mencionar el car¨¢cter pac¨ªfico de buena parte de las protestas, y el hecho de que la actuaci¨®n de los agentes federales ha sido criticada por su dureza.
El fiscal general ha tenido que responder tambi¨¦n a preguntas sobre la intervenci¨®n del Departamento de Justicia, que ¨¦l dirige, en sonados casos judiciales contra amigos del presidente, derivados de la investigaci¨®n de Robert Mueller sobre la trama rusa. Se trata de la decisi¨®n de retirar los cargos contra el exconsejero de Seguridad Michael Flynn, y las presiones para lograr una condena leva para Roger Stone. Barr ha defendido ante los congresistas que Flynn, que se declar¨® culpable de mentir al FBI, nunca debi¨® ser acusado, y que la petici¨®n inicial de pena de la fiscal¨ªa contra Stone era excesiva. ¡°Los fiscales quer¨ªan defender una sentencia que era el doble de lo que nadie en una situaci¨®n similar ha cumplido nunca¡±, ha dicho Barr sobre Stone.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
