Los j¨®venes en Tailandia toman las calles para exigir mayor democracia y una reforma de la monarqu¨ªa
Decenas de miles de manifestantes, cansados de los excesos de su rey y del Gobierno militar que rige el pa¨ªs desde 2014, piden un verdadero cambio de r¨¦gimen
El ambiente se caldea en Tailandia. En menos de una semana decenas de miles de manifestantes han tomado las calles de Bangkok hasta en tres ocasiones para presionar por la democratizaci¨®n del pa¨ªs y pedir algo inconcebible hasta hace muy poco: la reforma de la monarqu¨ªa, una instituci¨®n sagrada en la naci¨®n del sureste asi¨¢tico, que ha perdido prestigio desde que ocupa el trono el pol¨¦mico rey Maha Vajiralongkorn.
M¨¢s de un millar de tailandeses ocuparon el jueves los aleda?os del Parlamento, mientras de puertas adentro se debat¨ªa la aprobaci¨®n de seis enmiendas a la Constituci¨®n que introduc¨ªan algunas de las demandas de los ciudadanos que llevan meses protestan. Pero la decisi¨®n de los parlamentarios de aplazar la votaci¨®n hasta noviembre fue un jarro de agua fr¨ªa para los que esperaban fuera. ¡°?No escuch¨¢is a la gente? ?O es que las paredes del edificio son demasiado gruesas?¡±, gritaba desde fuera Anon Nampa, uno de los l¨ªderes de las protestas, seg¨²n Reuters.
Los manifestantes exigen cambios en la Constituci¨®n de 2017, que consideran que fue formulada para perpetuar en el poder al actual primer ministro, el general Prayuth Chan-ocha, responsable del golpe militar de 2014. El resultado de las pol¨¦micas elecciones que se celebraron el a?o pasado, con denuncias de fraude, le volvieron a dar como ganador. Para que las enmiendas sean aprobadas se necesita el respaldo de la mayor¨ªa del Parlamento, formado por 750 miembros entre ambas c¨¢maras: 500 diputados, elegidos en las urnas, y 250 senadores, seleccionados por la Junta Militar que lider¨® Prayuth. En concreto, al menos un tercio de los senadores, 84, deben dar su apoyo a las modificaciones.
Un obst¨¢culo que no merma las esperanzas de los manifestantes. Anon Nampa urgi¨® a celebrar m¨¢s protestas en octubre si, como finalmente ocurri¨®, las enmiendas no resultaban aprobadas el jueves. ¡°Es emocionante tener 21 a?os y ver a tanta gente de la misma generaci¨®n hablando claro y poniendo a prueba los l¨ªmites tradicionales¡±, asegura por su parte la reportera Wanpen Pajai, citada por Southeast Asia Globe.
Incluso para un pa¨ªs acostumbrado a las protestas callejeras como Tailandia, estas manifestaciones son diferentes por varios motivos: est¨¢n protagonizadas en su mayor¨ªa por j¨®venes, alej¨¢ndose de la tradicional divisi¨®n entre los ¡°camisas rojas¡± y los ¡°camisas amarillas¡±, el color de la monarqu¨ªa y el resto de la ¨¦lite tradicional. Las protestas arrancaron cuando el Tribunal Constitucional orden¨® en febrero la disoluci¨®n de Anakot Mai (Nuevo Futuro), una formaci¨®n de corte reformista muy popular entre los j¨®venes. Tras un par¨®n derivado de las medidas de confinamiento decretadas por la pandemia de coronavirus, las manifestaciones regresaron en junio. Poco a poco se han ido atreviendo a cuestionar el rol de la monarqu¨ªa, protegida por una de las leyes de lesa majestad m¨¢s punitivas del planeta, que castiga con hasta 15 a?os de c¨¢rcel las ofensas al rey, considerado un semidi¨®s seg¨²n la tradici¨®n.
Los manifestantes insisten en que su deseo no es derrocar la instituci¨®n, sino modernizarla. De hecho, las peticiones han ido in crescendo: si en julio se centraban en la dimisi¨®n del primer ministro, el fin del acoso a los cr¨ªticos con el Gobierno y la aprobaci¨®n de enmiendas en la Carga Magna, desde finales de agosto sus objetivos se han vuelto m¨¢s ambiciosos. Entonces a?adieron a la lista la puesta en marcha de restricciones sobre la influencia del rey en la Constituci¨®n, el Ej¨¦rcito y los fondos p¨²blicos, y la abolici¨®n de la ley de lesa majestad, conocida como ¡°112¡±.
Unas demandas osadas que resumieron en una carta dirigida al propio rey, entregada el pasado domingo por los manifestantes a la Guardia Real. ¡°Nuestra mayor victoria de estos dos d¨ªas ha sido mostrar que gente ordinaria como nosotros puede enviar una carta a la realeza¡±, declar¨® entonces Parit Chirawat, alias Penguin, uno de los rostros m¨¢s visibles de las protestas. En ese momento, el joven inst¨® a la multitud a emplear el saludo de tres dedos, tomado de la saga de Los Juegos del Hambre y convertido en consigna de las manifestaciones.
¡°Cuando escuches el himno, no tienes que ponerte de pie. Por favor, ata un lazo blanco delante de tu casa para mostrar que apoyas la democracia¡±, a?adi¨® el joven abogado, que ha llamado a una huelga nacional el 14 de octubre.
Unos emplazamientos que, aunque populares, no son respaldados por todos. Cientos de partidarios de la monarqu¨ªa se congregaron el pasado mi¨¦rcoles tambi¨¦n frente al Parlamento para oponerse a la reforma constitucional. Warong Dechgitvigrom, l¨ªder de la marcha, asegur¨® haber enviado a la c¨¢mara una petici¨®n en contra de las enmiendas con 130.000 firmas.
Los excesos del rey
Mientras, el primer ministro afirma que el rey ha pedido que no se tomen medidas contra los manifestantes, la Polic¨ªa considera presentar cargos contra sus l¨ªderes. El monarca, que vive habitualmente en un hotel en Alemania ¨Cdonde se refugi¨® de la pandemia junto a 20 concubinas-, hizo una breve visita a Bangkok el jueves, con motivo de una festividad local, sin referirse en p¨²blico a las protestas. Vajiralongkorn sucedi¨® a su padre, el venerado Bhumibol, tras el deceso de ¨¦ste en 2016, y su af¨¢n de control sobre el Ej¨¦rcito y las propiedades reales -valoradas en decenas de miles de millones de d¨®lares-, ha despertado los fantasmas del absolutismo, abolido en 1932.
Aunque no ha puesto impedimentos a las protestas, Prayuth ha advertido que, si las divisiones persisten, ¡°el pa¨ªs ser¨¢ engullido por las llamas¡±. Hace una d¨¦cada, las fuerzas de seguridad dispersaron con violencia a ¡°camisas rojas¡± que hab¨ªan tomado el distrito financiero, resultando en un centenar de fallecidos, aproximadamente. ¡°Hay asuntos mucho m¨¢s dolorosos que requieren ser gestionados ahora, como la destrucci¨®n econ¨®mica generada por la pandemia¡±, ha prevenido de momento el coronel.
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