Aung San Suu Kyi busca renovar mandato en Myanmar con la esperanza de cambio desvanecida
La Nobel de la Paz es favorita para ganar los segundos comicios democr¨¢ticos en el pa¨ªs, pese a la sombra del genocidio rohingya
Han pasado solo cinco a?os, pero parece una eternidad. Si en 2015 Aung San Suu Kyi arrasaba en los primeros comicios relativamente libres de Myanmar (antigua Birmania) tras medio siglo de dictadura militar y se depositaban en ella las esperanzas de apertura del pa¨ªs, ahora es una versi¨®n debilitada de s¨ª misma la que se presenta a las elecciones de este domingo. Aunque parte como favorita, la Nobel de la Paz ha perdido popularidad ¡ªsobre todo en el extranjero¡ª por su supuesta indiferencia hacia la campa?a militar contra la minor¨ªa musulmana rohingya, investigada en La Haya por constituir un posible genocidio, as¨ª como por el fracaso en acometer reformas de peso y la sacudida de la pandemia de coronavirus.
Pocas figuras pol¨ªticas de la talla de Aung San Suu Kyi han sufrido ese desprestigio en un tiempo r¨¦cord. Pero Suu Kyi parece ignorarlo: la conocida como La Dama, de 75 a?os, conf¨ªa en que su partido, la Liga Nacional para la Democracia (NLD, por sus siglas en ingl¨¦s) vuelva a ser respaldado por gran parte de los 38 millones de votantes registrados para las elecciones del domingo. La NLD cuenta con que la mayor¨ªa de etnia bamar y budista del pa¨ªs (un 88%), apoye su proyecto, frente al de los 93 partidos que concurren, entre ellos el pro militar Partido de la Solidaridad y el Desarrollo de la Uni¨®n, al que venci¨® en 2015.
Aunque no hay sondeos electorales oficiales, las predicciones apuntan a que Suu Kyi ganar¨¢, si bien no con la aplastante mayor¨ªa de 2015, cuando obtuvo alrededor del 70 % de los votos. Tal vez tenga que formar alguna coalici¨®n para poder controlar el Parlamento. Suu Kyi no podr¨¢, en cualquier caso, ejercer oficialmente como presidenta, pues la Constituci¨®n de 2008 proh¨ªbe que nadie con hijos extranjeros ¡ªella tuvo dos con el acad¨¦mico brit¨¢nico Michael Aris¡ª ocupe el cargo. ¡°Madre Suu¡±, como tambi¨¦n la llaman en Myanmar, ejerce actualmente de ministra de Exteriores y consejera de Estado, si bien es la l¨ªder de facto del pa¨ªs. El presidente, Win Mynt, es aliado de Suu Kyi.
Su desgaste se debe a muchos factores. El m¨¢s notorio es su supuesta impasibilidad ante la campa?a militar orquestada en agosto de 2017 contra la minor¨ªa musulmana rohingya. Alrededor de 700.000 rohingyas huyeron entonces al vecino Banglad¨¦s tras una operaci¨®n de persecuci¨®n del Ej¨¦rcito birmano ¡ªel Tatmadaw¡ª que la Corte Penal Internacional investiga por un posible crimen contra la humanidad. Mientras, Myanmar se enfrenta a una acusaci¨®n de genocidio presentada por Gambia ante el Tribunal Internacional de Justicia, ¨®rgano judicial de la ONU. La propia Suu Kyi acudi¨® a este tribunal a defender las acciones del Tatmadaw el pasado a?o.
Aunque su pasividad ha sido muy criticada fuera de Myanmar, no se espera que le pase factura dentro del pa¨ªs, donde la causa rohingya apenas cuenta con respaldo entre la poblaci¨®n budista. La mayor¨ªa de los cientos de miles que a¨²n viven en Myanmar, as¨ª como otras minor¨ªas ¨¦tnicas y religiosas, no tendr¨¢n derecho al voto debido a una ley de 1982 que les restringe la ciudadan¨ªa. Una normativa que tambi¨¦n se utiliza para prevenir ciertas candidaturas; al menos ocho candidatos rohingyas con ciudadan¨ªa birmana han sido rechazados por la comisi¨®n electoral bajo el pretexto de que sus padres no la poseen o ellos no la ten¨ªan en el momento de nacer. Esta comisi¨®n ha cancelado total o parcialmente adem¨¢s el voto en al menos 56 distritos poblados por minor¨ªas ¨¦tnicas (un 30% de los 53 millones de habitantes) alegando motivos de seguridad.
En su d¨ªa defensora de los derechos de las minor¨ªas, Suu Kyi ha fallado en uno de sus objetivos iniciales, que era conseguir la paz con las decenas de guerrillas que luchan por la autonom¨ªa desde la independencia de Myanmar en 1948. Tampoco ha logrado grandes avances en asuntos como la libertad de expresi¨®n, con varios juicios y detenciones a activistas y periodistas. ¡°Por desgracia, muchos de los problemas que hab¨ªa en 2015 contin¨²an, y algunos incluso han aumentado desde entonces¡±, denuncia Mu Sochua, de la Asociaci¨®n de Parlamentarios por los Derechos Humanos del sureste asi¨¢tico.
Si Suu Kyi no ha podido o querido abordarlos, es una inc¨®gnita. Myanmar contin¨²a muy controlada por los militares, que dominan el 25% del Parlamento ¡ªlo que en la pr¨¢ctica les concede derecho de veto sobre reformas constitucionales¡ª, y est¨¢n al mando de los ministerios de Defensa, Interior y Fronteras. Hija del general Aung San, h¨¦roe de la independencia de Myanmar, Suu Kyi derroch¨® paciencia en el pasado en pos de la lucha democr¨¢tica: pas¨® 15 a?os bajo arresto domiciliario ¡ªganando el Nobel de la Paz en 1991¡ª, tras regresar al pa¨ªs en 1988 para cuidar de su madre enferma despu¨¦s de toda una vida en el extranjero. Sorprendida por las masivas manifestaciones contra la junta militar que entonces tomaron las calles, Suu Kyi se qued¨® en Myanmar y se puso al frente del movimiento, dejando atr¨¢s a su marido e hijos por defender su proyecto de reforma.
Desde que fue puesta en libertad en 2010, el proceso de democratizaci¨®n ha ido lento o se ha estancado, seg¨²n sus cr¨ªticos. ¡°Es una proeza que Myanmar pueda celebrar sus segundas elecciones multipartidistas, pero los comicios ser¨¢n fundamentalmente defectuosos¡±, advierte Bran Adams, director para Asia de Human Rights Watch. La organizaci¨®n denuncia, entre otras cosas, la persecuci¨®n contra voces disidentes, el acceso desigual de los partidos a los medios oficiales o la falta de una comisi¨®n electoral independiente.
Los comicios se celebrar¨¢n, adem¨¢s, en pleno pico de casos de coronavirus en Myanmar, que ha registrado m¨¢s de 1.000 nuevas infecciones al d¨ªa en las pasadas semanas. La pandemia ha recrudecido la situaci¨®n econ¨®mica, si bien la inversi¨®n extranjera ya fue decayendo desde 2015: de 9.400 millones de d¨®lares entonces a casi la mitad, 5.500, el pasado a?o, ante la falta de reformas econ¨®micas de peso.
La p¨¦rdida de inter¨¦s de los inversores extranjeros ha hecho que Myanmar se acerque cada vez m¨¢s a la fronteriza China. La segunda econom¨ªa mundial, el ¨²nico aliado del pa¨ªs durante los a?os de junta militar, es ahora tambi¨¦n su principal socio comercial. Lejos de ser el Estado paria que fue en su d¨ªa, la situaci¨®n de los rohingya y los pasos de Suu Kyi han desconcertado a sus socios internacionales, aunque algunos reconocen el supuesto poco margen de maniobra de ¡°La Dama¡± frente a los militares.
En esta l¨ªnea, las Fuerzas Armadas, que gobernaron el pa¨ªs durante medio siglo y dieron paso en 2010 a lo que llamaron una ¡°democracia disciplinada¡±, acusaron recientemente al Gobierno de Suu Kyi de ¡°irregularidades¡± de cara a las elecciones, las primeras organizadas por su Administraci¨®n y no por organismos pr¨®ximos al mando castrense.
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