La Polic¨ªa militar radicaliza su mot¨ªn en el noreste de Brasil
Los agentes, que tienen prohibido por ley el derecho de huelga, toman batallones en el noreste del pa¨ªs. Un senador que plant¨® cara a los huelguistas fue tiroteado
La huelga de polic¨ªas militares en el Estado de Cear¨¢, al noreste de Brasil, ha evolucionado en una escalada de tensi¨®n que tuvo su auge el pasado mi¨¦rcoles, cuando Cid Gomes, un prominente senador de dicho estado y opositor al Gobierno de Jair Bolsonaro, recibi¨® dos disparos. La escena entera fue un s¨ªntoma de la situaci¨®n casi surrealista que se vive. El senador, que conduc¨ªa una excavadora, intent¨® entrar en un ¨¢rea militar ocupada por encapuchados ¡ªsupuestamente polic¨ªas militares¡ª en la ciudad de Sobral y arremeti¨® contra la valla que los separaba y contra los manifestantes que hab¨ªa detr¨¢s de ella. Gomes evoluciona favorablemente, pero el episodio ha agravado una crisis que se empez¨® a dibujar a finales del a?o pasado, con las negociaciones por el ajuste salarial para un sector que, debido a la posesi¨®n de armas de fuego y su car¨¢cter militar, tiene prohibido ir a huelga.
En medio de una corporaci¨®n dividida y una crisis que ha sido explotada hasta la saciedad por los pol¨ªticos locales y nacionales, el ala m¨¢s radical de la Polic¨ªa ha emergido como un nuevo y fortalecido protagonista. El sector m¨¢s radicalizado est¨¢ formado principalmente por j¨®venes soldados que abanderan un discurso autoritario. Su postura es cada vez m¨¢s popular entre los polic¨ªas desde que resurgieron las protestas el pasado martes y su visi¨®n de mano dura ha sido aupada por la llegada a la presidencia del ultraderechista Bolsonaro.
Camilo Santana, gobernador de Cear¨¢ y militante del?Partido de los Trabajadores (la principal formaci¨®n de oposici¨®n) incorpor¨® el a?o pasado?algunas de las demandas de los polic¨ªas para tratar de aplacar las protestas. Aunque algunas asociaciones ligadas a los agentes aceptaron llegar a un acuerdo, parte de la base lo rechaz¨® y se rebel¨®. Desde entonces, varios batallones han sido ocupados en diferentes ciudades. Y el clima de p¨¢nico se ha apoderado del Estado en v¨ªsperas del Carnaval. Hasta este s¨¢bado, cuatro polic¨ªas han sido detenidos y otros 300 son investigados por delitos que van desde la toma de coches patrulla al incendio de veh¨ªculos de ciudadanos cr¨ªticos del movimiento. Se han producido al menos 51 muertes en las ¨²ltimas 48 horas en la regi¨®n, cuando el promedio era de seis asesinatos diarios en 2020 hasta entonces, seg¨²n un estudio de la web G1.
"Ha sido la primera vez en la vida que hemos visto un cuartel ocupado de esa manera. Todos encapuchados. Es imposible saber cu¨¢ntos de ellos son polic¨ªas, y si son realmente polic¨ªas", relat¨® el senador por S?o Paulo, Major Ol¨ªmpio, que visit¨® uno de los batallones ocupados, en Fortaleza. Su declaraci¨®n sorprende porque, adem¨¢s de haber sido elegido por la base bolsonarista, mantiene v¨ªnculos con los polic¨ªas de S?o Paulo. Ol¨ªmpio integr¨® la comitiva de senadores que se desplaz¨® hasta Cear¨¢ para buscar una salida a la crisis. El grupo teme que la situaci¨®n que se vive en Cear¨¢ provoque un efecto domin¨® que desate la violencia en el resto del pa¨ªs, dado que polic¨ªas de al menos seis Estados tambi¨¦n exigen mejoras salariales.
Cuando se ponen los reflectores sobre Cear¨¢, se hace evidente que las distintas estrategias de pol¨ªticos locales y nacionales han ayudado a que la crisis se trasforme en una bomba de relojer¨ªa dif¨ªcil de desactivar. Bolsonaro, principal autoridad del pa¨ªs y elegido con el apoyo de sectores policiales y militares, todav¨ªa no ha condenado los motines en las unidades militares de Cear¨¢. En su mensaje semanal en Facebook, el presidente anunci¨®?el jueves pasado que?hab¨ªa autorizado el env¨ªo de las Fuerzas Armadas al noreste y volvi¨® a defender la aprobaci¨®n en el Parlamento de una amnist¨ªa legal anticipada para los militares que participaran en la crisis. Si se aprueba esa amnist¨ªa, quienes eventualmente maten a alguien durante la operaci¨®n, no podr¨¢n ser investigados ni castigados.
Horas antes, el exministro Ciro Gomes ¡ªmilitante del Partido Democr¨¢tico Laborista, hermano del senador tiroteado y rival de Bolsonaro en las ¨²ltimas elecciones presidenciales¡ª ya hab¨ªa acusado al presidente de apuntalar a los manifestantes m¨¢s radicalizados. "?Acaso se atrever¨ªa?un chico de veintipocos a?os a disparar as¨ª a alguien si no creyese que est¨¢ al servicio del mayor poder en Brasil?", cuestion¨®.
La discusi¨®n sobre la amnist¨ªa ha acaparado tantos reflectores como el mot¨ªn. El gobernador Santana ¨Daliado de los hermanos Gomes¨D ya ha rechazado la propuesta. El Gobierno no ha despedido a ning¨²n huelguista hasta la fecha, pero ya ha anunciado que recortar¨¢ los sueldos de quienes no acudan a trabajar. Aun as¨ª, los polic¨ªas han decidido que mantendr¨¢n los paros. "Los que pueden solucionarlo se est¨¢n equivocando de estrategia. Ellos [los polic¨ªas] ahora necesitan luchar para garantizar al menos la amnist¨ªa", dice el concejal de Fortaleza, Sargento Reginauro, que construy¨® su carrera pol¨ªtica apoyando movilizaciones policiales en el pasado en Cear¨¢.
La propia existencia del concejal Reginauro demuestra que las tensiones que explotan ahora no son nuevas. La actual crisis reverbera otro movimiento huelguista, de hace casi una d¨¦cada, que influy¨® en las pol¨ªticas de seguridad? y en la vida pol¨ªtica de Cear¨¢. Desde entonces, l¨ªderes surgidos de asociaciones policiales compiten por cargos p¨²blicos en las elecciones.
Cuando los polic¨ªas militares de Cear¨¢ anunciaron una huelga en diciembre de 2011, Capit?o Wagner ¨Dun diputado suplente hasta entonces desconocido m¨¢s all¨¢ de las corporaciones policiales¨D empez¨® a despuntar como principal l¨ªder del movimiento. Wagner, muy presente en las redes sociales, aglutinaba a su alrededor varias fuerzas de un sector que cuenta con al menos ocho asociaciones representativas. La huelga lo catapult¨®. Ese mismo a?o se convirti¨® en el concejal m¨¢s votado de la historia de la capital del estado, Fortaleza. Despu¨¦s, conquist¨® mandatos en la Asamblea Legislativa y en la C¨¢mara Federal. Y, adem¨¢s, ayud¨® a que al menos otros tres polic¨ªas ocuparan cargos parlamentarios. Esta semana, Capit?o Wagner ha usado las redes para denunciar la "falta de di¨¢logo" del Gobierno con los polic¨ªas mientras se prepara para disputar la alcald¨ªa de Fortaleza, la quinta ciudad m¨¢s grande de Brasil, en las elecciones municipales de este a?o.
"No hay una representaci¨®n homog¨¦nea [en el movimiento de los polic¨ªas militares de Cear¨¢]. No se puede tratar como si fuese una sola cosa", explica el diputado local Renato Roseno, del izquierdista Partido Socialismo y Libertad, muy activo en el ¨¢rea de seguridad y derechos humanos. Para ¨¦l, un sector m¨¢s radicalizado de ese movimiento, compuesto en su mayor¨ªa por soldados, estar¨ªa operando principalmente en la periferia de la capital y en ciudades del interior. "Hay polic¨ªas actuando como grupos milicianos, aterrorizando a la poblaci¨®n", acusa.
El investigador Luiz F¨¢bio Paiva, de la Universidad Federal de Cear¨¢, insiste en otro punto: el hist¨®rico proceso de intervenci¨®n pol¨ªtica en las polic¨ªas. "Cada nueva gesti¨®n tuvo como objeto a la Polic¨ªa Militar. En Cear¨¢, tuvimos a pol¨ªticos probando programas de seguridad que interfer¨ªan en la estructuraci¨®n de las polic¨ªas. Eso produce efectos", explica Paiva. El investigador le agrega el peso del escenario pol¨ªtico nacional: "Tenemos un Gobierno Federal que estimula la violencia, la agresi¨®n contra pol¨ªticos de la oposici¨®n, contra periodistas, contra quienes piensan diferente. Hay que estar pendientes de la repercusi¨®n de este discurso en las bases de las polic¨ªas", advierte.
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