¡°Mi pesadilla, ahora, es la gente que niega la amenaza nuclear que vivimos¡±
Setsuko Thurlow, superviviente de la bomba at¨®mica de Hiroshima, lucha por la abolici¨®n del arsenal y la toma de conciencia de sus devastadoras consecuencias


Apoyada en su bast¨®n se asoma con parsimonia al ventanal y se detiene varios segundos tras los vidrios y en silencio. Un cielo azul brillante y un trasiego de viandantes que recorre el paseo de Recoletos de Madrid ponen fondo a su figura enmarcada entre largas y elaboradas cortinas burdeos, frisos de madera tallada, alfombras y centenares de libros. ¡°En cada esquina veo belleza que se ha construido a lo largo de siglos, arte, m¨²sica, maravillosa arquitectura... ?C¨®mo podemos permitir la posibilidad de que todo se destroce junto a nuestras vidas? Las preciadas vidas de todos y cada uno de los seres humanos¡±, reflexiona a sus 88 a?os la japonesa Setsuko Thurlow, superviviente del ataque at¨®mico que Estados Unidos perpetr¨® contra la poblaci¨®n de Hiroshima en agosto de 1945 y que junto a la bomba en Nagasaki mat¨® a m¨¢s de 200.000 civiles.
La escena de sol y aire que paladea en la biblioteca Roa Bastos de Casa Am¨¦rica, donde se dispone a concienciar a los asistentes en un acto por el inmediato e imperioso desarme nuclear, contrasta con la que relata cuando cierra sus ojos y, tras la oscuridad de sus p¨¢rpados, rememora el horror de la explosi¨®n que vivi¨® a sus 13 a?os. Caos, procesiones de personas inocentes cubiertas de ceniza, con los ojos en las manos, con el pelo erizado, con la piel derretida¡ ¡°La imagen m¨¢s dura fue ver a mi hermana y mi sobrino peque?o de cuatro a?os totalmente desfigurados, irreconocibles, que no pod¨ªan verme. Esto se qued¨® en mi mente. ?Qu¨¦ derecho tenemos de tratar as¨ª a los dem¨¢s? No hay humanidad, ni dignidad. Los ni?os merecen un tratamiento m¨¢s humano y eso tambi¨¦n me da fuerza para seguir¡±, plantea como una verdad absoluta.?
Cuenta que esta pavorosa pesadilla del recuerdo es su gran aliento para luchar desde hace m¨¢s de 70 a?os para que nadie, nunca, vuelva a vivir su experiencia. Llega lejos en su activismo, pero ans¨ªa m¨¢s resultados. En 2017, la Campa?a Internacional para la Abolici¨®n de las Armas Nucleares, de la que es miembro, recibi¨® el premio Nobel de la Paz. Ella fue la encargada de leer el discurso de entrega del galard¨®n por la concienciaci¨®n colectiva sobre ¡°las catastr¨®ficas consecuencias del uso de armas nucleares¡± y su liderazgo para conseguir su prohibici¨®n mediante un tratado internacional. ¡°Fue un reconocimiento p¨²blico, pero hay que seguir luchando¡±, se?ala.?
El tratado, aprobado en la ONU en 2017, entrar¨¢ en vigor cuando 50 pa¨ªses lo ratifiquen, pero de momento solo lo han refrendado 35, ninguno de ellos una potencia nuclear, ni ning¨²n pa¨ªs de la OTAN, y por ende, Espa?a. ¡°Espa?a puede jugar un papel importante si se posiciona. Podr¨ªa desmarcarse de lo que hacen el resto de los Estados y ser independiente, un ejemplo y un referente¡±, sugiere Thurlow, que pregunta curiosa si este peri¨®dico lo leen muchos pol¨ªticos. ¡°Deber¨ªan de se?alarse por estar en el lado bueno de la historia¡±, desaf¨ªa.
"Lo que me pas¨® a m¨ª en 1945, podr¨ªa pasar otra vez¡±, advierte la japonesa
Quiere de forma inquebrantable y hasta quedarse sin voz, literal, que se enteren. Que se enteren los pol¨ªticos y la sociedad, de que el peligro existe, que es cercano, latente y criminal, y que no hay garant¨ªa de seguridad mientras haya armas at¨®micas. ¡°Mi pesadilla, ahora, es la gente que niega la amenaza nuclear. Vivimos todos en ella, pero mucha gente solo lo niega y no se enfrenta a la realidad. Muchos ponen sus pensamientos fuera de su conciencia y de su mente", dice con la voz entrecortada. "Quiero que la gente despierte, que sea lo suficientemente realista para asumir esta situaci¨®n desagradable. Lo que me pas¨® a m¨ª, podr¨ªa pasar otra vez¡±, indica.
Y cuando se imagina si pudiera hablar cara a cara con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, o los l¨ªderes mundiales de Ir¨¢n, Corea del Norte o los que defienden las armas nucleares, da un respingo del asiento. ¡°Les dir¨ªa que despierten a la realidad, que dejen de so?ar con matar a millones de personas. Es lo peor que los seres humanos pueden hacer. Respetemos cada vida humana y volquemos nuestra energ¨ªa en cambiar el mundo", exhorta soliviantada.
Unas 15.000 ojivas siguen en sus arsenales?de las potencias nucleares en el mundo y solo un accidente ya podr¨ªa ser devastador para la poblaci¨®n que lo sufra o como detonante para un enfrentamiento mayor. ¡°Yo he visto el horror de una bomba que era como un beb¨¦, las de ahora son m¨¢s destructivas. Me pregunto si la gente no sabe de lo que hablamos¡±, plantea esta hibakusha (superviviente de bombardeo) descre¨ªda total de la justificaci¨®n de los pa¨ªses que defienden las armas nucleares como fuerza disuasoria de masacres a¨²n peores.
La activista ley¨® el discurso de entrega del premio Nobel de la Paz en 2017 a la Campa?a Internacional para la Abolici¨®n de las Armas Nucleares?
¡°La gente en las calles puede pensar que no le afectan las armas nucleares, pero afectan a todos. Porque las naciones que las tienen [EE?UU, Francia, el Reino Unido, China, Rusia, la India, Pakist¨¢n, Israel y Corea del Norte]¡ª podr¨ªan invertir m¨¢s en educaci¨®n, servicios sociales, infraestructuras... Pero el dinero lo malgastan para hacer m¨¢s bombas para asesinatos masivos. La vida de muchas personas podr¨ªa ser mejor y m¨¢s feliz si el dinero se utilizara para las familias, pero desafortunadamente la gente no piensa en eso y permite a los Gobiernos gastarlo", concluye para apelar a la relaci¨®n directa que hay entre los ciudadanos a los que en su vida cotidiana puede no preocuparles las armas nucleares.
Por eso no ceja en su activismo, y tras reunirse con la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, y varias organizaciones en Barcelona, prosigue esta semana en Madrid con actos para pedir que Espa?a ratifique el acuerdo en la Universidad Complutense, el Congreso de los Diputados y la Fundaci¨®n Telef¨®nica. Con una cadencia tranquila en el habla, vislumbra esperanza en las personas. "Cuando estaba entre los escombros y apenas pod¨ªa ver tras la explosi¨®n, escuch¨¦ una voz que me dec¨ªa: 'Estoy intentando liberarte'. Nunca vi la cara del hombre, pero sent¨ª la humanidad. En el caos total hab¨ªa personas que lo hab¨ªan perdido todo, pero no estaban rotas", recuerda con emoci¨®n. Incluso ella, cuando se incorpor¨®, cuenta que lav¨® su blusa de sangre y cenizas y fue a mojarla al r¨ªo para que las sedientas v¨ªctimas deshidratadas pudieran al menos chupar la prenda y sentirse mejor. "No hab¨ªa m¨¦dicos, ni ayuda all¨ª", protesta todav¨ªa.?
Ha pasado el tiempo, y ve inaceptable e inmoral que cat¨¢strofes as¨ª, provocadas por las personas, puedan repetirse.?¡°Esto no es solo una cuesti¨®n de ausencia de guerras, es tambi¨¦n de dignidad, de tener unos m¨ªnimos est¨¢ndares para un mundo justo, de cuidado de la vida¡±, se?ala. Y para las guerras que ahora existen propone elocuente: ¡°Que cualquier conflicto se resuelva en una mesa de negociaci¨®n, no con violencia¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
