Suiza decide en las urnas si proh¨ªbe el burka
Una iniciativa popular de la derecha nacionalista impulsa el veto al velo integral, que apenas se ve en las calles del pa¨ªs
Una mujer vestida con un niqab negro que solo permite ver los ojos y con el ce?o fruncido interpela al viandante suizo desde un cartel que exige ¡°parar el extremismo¡±. Es el s¨ªmbolo de una campa?a de la derecha nacionalista que llega a su fin este domingo, cuando Suiza decidir¨¢ en las urnas si proh¨ªbe cubrirse el rostro en el espacio p¨²blico. Aunque los impulsores de la iniciativa popular no mencionan al islam y destacan que su propuesta tambi¨¦n afecta a posibles manifestantes que ocultan su identidad para delinquir, el debate, que ha polarizado a la sociedad helv¨¦tica, se ha centrado en el veto al burka y el niqab entre las musulmanas. El Gobierno y la mayor¨ªa de partidos rechazan prohibir esas prendas, que apenas se ven en el pa¨ªs, pero las encuestas auguran opciones de ¨¦xito a la medida.
El debate lleva a?os sobre la mesa en el peque?o y rico pa¨ªs del coraz¨®n de Europa y se ha intensificado estas ¨²ltimas semanas de la mano de la iniciativa del llamado Egerkinger Komitee, vinculado al partido ultranacionalista SVP (Partido Popular Suizo, en sus siglas en alem¨¢n), y cuyo objetivo es ¡°parar la islamizaci¨®n de Suiza¡±. Este comit¨¦ ya logr¨® en 2009 que el 57,5% de los votantes aprobara la prohibici¨®n de construir minaretes en el pa¨ªs.
Los impulsores argumentan que burkas y niqabs son la cara visible de una ideolog¨ªa totalitaria que no tiene cabida en una democracia, un fundamentalismo isl¨¢mico que pisotea los derechos de la mujer y entra?a una amenaza para los valores tradicionales suizos. ¡°En un pa¨ªs libre se muestra la cara¡±, resume por tel¨¦fono Anian Liebrand, portavoz del Egerkinger Komitee y miembro del SVP. Los que rechazan la medida ven tras ella islamofobia y racismo, un ataque a la libertad religiosa y al derecho a la mujer a vestir como quiera. ¡°Las mujeres deben decidir sobre sus cuerpos. Nadie puede prohibirles llevar un velo, y tampoco impon¨¦rselo¡±, afirma el Partido Socialista suizo. Los verdes afirman que se busca estigmatizar a los musulmanes en nombre de una igualdad que solo se usa como excusa y a la que no se aporta nada.
El Gobierno (un ¨®rgano colegiado de los principales partidos) y una mayor¨ªa en el Parlamento (en el que el SVP es el partido con m¨¢s esca?os) consideran que legislar sobre un ¡°fen¨®meno marginal¡± en Suiza, que b¨¢sicamente afectar¨ªa a turistas de la regi¨®n del Golfo, es ¡°ir demasiado lejos¡±, no ayuda a las mujeres afectadas y da?ar¨ªa al turismo, por lo que defienden una contrapropuesta que obliga a mostrar el rostro cuando es necesaria una identificaci¨®n de la persona y prev¨¦ ayudas para fomentar la igualdad. ¡°La prohibici¨®n no ofrece protecci¨®n contra el extremismo y el terrorismo¡±, ha argumentado la ministra de Justicia, Karin Keller-Sutter, que insiste en que la opci¨®n de legislar debe quedar en manos de los cantones o regiones.
De hecho, en el Tesino (sur) la prohibici¨®n del burka rige desde 2016 y en el cant¨®n de San Galo (noreste), desde 2019. En el primero, seg¨²n datos de medios suizos, se han puesto unas 60 multas por ocultar el rostro pero solo 28 a turistas por hacerlo con un velo integral, y en el segundo, ninguna por la vestimenta. Adem¨¢s, una quincena de cantones castigan ya taparse la cara en manifestaciones y eventos deportivos. Pa¨ªses del entorno como Francia, Austria, Holanda o B¨¦lgica tambi¨¦n han vetado el burka, pero los detractores de la propuesta consideran que la situaci¨®n en Suiza no es la misma ¡ªaunque el extremismo se asoma en algunas mezquitas e imames, ha habido detenciones por v¨ªnculos con atentados en otros pa¨ªses y dos apu?alamientos en los que la polic¨ªa vio un trasfondo terrorista¡ª.
En torno al 5% de los 8,6 millones de habitantes del pa¨ªs son musulmanes, mayoritariamente originarios de los Balcanes y Turqu¨ªa. Entre las mujeres, las portadoras de niqab son una clar¨ªsima minor¨ªa que el Ejecutivo federal no ha cifrado, pero que un reciente estudio estima entre 20 y 30 en todo el pa¨ªs. Y ninguna que habitualmente lleve un burka, que solo permite ver a trav¨¦s de una rejilla que cubre los ojos. Pese al debate, ¡°en la calle es un fen¨®meno que hay que buscar con lupa¡±, afirma por tel¨¦fono Andreas Tunger-Zanetti, del centro de investigaci¨®n de las religiones de la Universidad de Lucerna y autor de ese estudio, que dibuja a partir de investigaciones europeas y la entrevista a una portadora de niqab en Suiza un perfil de mujer socializada en Occidente, con formaci¨®n, que se acerca a la religi¨®n entre los 17 y 25 a?os y decide libremente llevar la prenda por ¡°una mezcla de devoci¨®n religiosa y necesidad de controlar lo que ense?a de su cuerpo¡±. Tunger-Zanetti estima que en el contexto occidental m¨¢s o menos la mitad son conversas. Sobre la iniciativa que se vota, opina que pretende enviar una se?al ¡°que no funciona, no lleva a una liberaci¨®n de las mujeres en otros pa¨ªses¡± y puede generar sentimiento de exclusi¨®n entre los musulmanes.
Marianne Binder-Keller, diputada por el cant¨®n de Aargau del partido Mitte (Centro), rechaza que el escaso impacto del burka o niqab sea motivo para tolerarlo. ¡°Contradice los derechos b¨¢sicos del Estado moderno, la libertad e igualdad. Significa opresi¨®n y sexualizaci¨®n¡±, afirma. ¡°No se puede decir que una injusticia sea menos relevante porque afecte a pocas mujeres¡±, a?ade por tel¨¦fono. Para ella, prohibir la ocultaci¨®n del cuerpo ¡°no soluciona todos los problemas¡±, pero es ¡°la punta del iceberg¡± de un fundamentalismo cuya extensi¨®n le preocupa. Junto a otras pol¨ªticas y activistas de un islam moderado ha formado parte de un grupo que defiende la prohibici¨®n, pero no comulga con el comit¨¦ de la derecha populista que presenta la iniciativa y que lidera un partido que no se ha distinguido por la defensa de la igualdad. Lo mismo les ocurre a otros votantes alejados del ideario ultranacionalista y antinmigraci¨®n del SVP, pero que se inclinan a apoyar la prohibici¨®n. ¡°Se han producido fracturas en todos los partidos y sectores sociales, tambi¨¦n en el feminismo, en torno al debate¡±, apunta Binder-Keller, que no seguir¨¢ la consigna de su formaci¨®n de votar en contra. Aunque con un apoyo mayoritario en el electorado conservador del SVP, la propuesta tambi¨¦n pesca votantes en otros sectores, como muestran las encuestas, que fluct¨²an entre un 49% y un 59% de aprobaci¨®n.
¡°No queremos sociedades paralelas con derechos diferentes, que no se garantice a todas las mujeres los mismos derechos¡±, abunda Binder-Keller, que ve necesario tambi¨¦n enviar ¡°un mensaje¡± a los pa¨ªses que obligan a las mujeres a cubrirse de pies a cabeza.
¡°Debemos legislar para Suiza, no para pa¨ªses como Arabia Saud¨ª¡±, replica la investigadora del islam Rifa¡¯at Lenzin, que considera que la iniciativa en el fondo transmite el mensaje ¡°de que el islam no es parte de Suiza¡±. ¡°No es un verdadero problema, tampoco para los musulmanes del pa¨ªs, que est¨¢n bien integrados¡±. Se pretende vulnerar la libertad religiosa, opina, y el debate se entremezcla con im¨¢genes de militantes del ISIS envueltas en burkas que despiertan miedos e inseguridades. ¡°No se puede decir que las turistas saud¨ªes que hacen compras aqu¨ª sean unas extremistas de las que parte un peligro¡±, abunda Lenzin, que teme que la iniciativa haga retraerse de la sociedad a los musulmanes o tenga un efecto bumer¨¢n.
La federaci¨®n de organizaciones isl¨¢micas FIDS, que re¨²ne a m¨¢s de 200 entidades, tambi¨¦n considera que los impulsores de la iniciativa practican una ¡°pol¨ªtica de s¨ªmbolos¡±, seg¨²n su portavoz, ?nder G¨¹ne?, y han lanzado la discusi¨®n ¡°en un formato no adecuado¡± que env¨ªa el mensaje de que hay que ¡°hacer retroceder a los musulmanes¡±. Primero fueron los minaretes, ahora el burka. ¡°?Vendr¨¢ luego el pa?uelo¡±, se pregunta. ¡°El niqab no es un fen¨®meno t¨ªpico del islam en Suiza. Tampoco apoyamos que se obligue a ninguna mujer en otro sitio, pero la prohibici¨®n aqu¨ª no aporta nada¡±, a?ade.
Aunque apenas se vean niqabs en Suiza, ¡°hay que combatir el problema ahora para evitar que crezca¡±, sostiene Liebrand, que agita la amenaza del islamismo extremista, defiende que ¡°solo los radicales se tapan¡± y que la propuesta se dirige tambi¨¦n contra aquellos que se cubren en manifestaciones para causar el caos.
Un voto con mascarilla
La iniciativa antiburka se registr¨® oficialmente en 2017, tras lograr las obligadas 100.000 firmas v¨¢lidas de ciudadanos para lanzarla. Tras la tramitaci¨®n en la Administraci¨®n, su paso por el Gobierno y el Parlamento, llega a las urnas en medio de una pandemia, con la poblaci¨®n con media cara oculta por las mascarillas para evitar contagios. Las razones higi¨¦nicas y sanitarias figuran como excepci¨®n a la prohibici¨®n de ocultar el rostro de la propuesta, pero el coronavirus se ha convertido tambi¨¦n en argumento de unos y otros. Los que rechazan la iniciativa consideran que el uso de la mascarilla ha demostrado que tambi¨¦n hay comunicaci¨®n entre personas que van tapadas, mientras que los impulsores del veto creen lo contrario. ¡°Muchos se han dado cuenta de que es peor, aprecian m¨¢s poder hablar cara a cara¡±, dice Anian Liebrand, portavoz de la iniciativa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.