¡°El nacionalismo de las vacunas es un desastre¡±
El arzobispo de Canterbury, Justin Welby, explica en una entrevista con EL PA?S su visi¨®n sobre el Brexit, el racismo en el Reino Unido y el matrimonio homosexual
El l¨ªder de la Iglesia de Inglaterra, m¨¢xima autoridad entre los anglicanos con permiso de la reina Isabel II, interrumpe la entrevista para atender a alguien que llama a la puerta del Viejo Palacio de Canterbury. ¡°Esto no se lo ver¨¦is hacer al Papa¡±, bromea Justin Welby (Londres, 65 a?os) al situarse de nuevo frente a la pantalla. Atiende por videoconferencia a un peque?o grupo de corresponsales de LENA, alianza de diarios europeos a la que pertenece EL PA?S.
Su historia personal es tan fascinante como directo y meditado es su discurso. Hace cinco a?os descubri¨® que su verdadero padre no era el personaje alcoh¨®lico y marrullero que apenas le crio, sino Anthony Montague, el secretario privado de Winston Churchill. Fue el fruto de un breve idilio de su madre, Jane Williams, quien tambi¨¦n trabaj¨® un tiempo en Downing Street.
Educado en el elitista colegio de Eton y en la Universidad de Cambridge (Historia y Derecho), ocho a?os de alto ejecutivo en multinacionales le bastaron para entender que su camino iba por otros derroteros m¨¢s espirituales.
Pregunta. ?Hay lecciones para despu¨¦s de una pandemia?
Respuesta. Tres, b¨¢sicamente. Somos interdependientes. No podemos confinar las enfermedades o plagas a una parte del mundo. Somos fr¨¢giles. Hay una profunda fragilidad en nuestras vidas que tendemos a olvidar en Europa y en el norte en general. Mis colegas obispos en lugares como el Congo manejan mucho mejor esta realidad, est¨¢n m¨¢s habituados a esta idea. Y en tercer lugar, la desigualdad. En este pa¨ªs la muerte se ha extendido m¨¢s entre las minor¨ªas ¨¦tnicas, los pobres, los discapacitados y los ancianos. Ha sido una llamada de atenci¨®n que nos obliga a repensar el futuro de la sociedad.
P. ?Se puede frenar esa desigualdad?
R. Yo creo que este es el momento de elecci¨®n m¨¢s extraordinario que me ha tocado vivir. En 1945, Europa occidental escogi¨® la paz, la reconciliaci¨®n, la democracia y la libertad. Despu¨¦s de la pandemia, los m¨¢s ricos preferir¨ªan volver a la situaci¨®n anterior. Pero tambi¨¦n podemos optar por poner m¨¢s ¨¦nfasis en la igualdad y la dignidad humana. Hay opciones para mejorar el futuro en materia de impuestos, de educaci¨®n o de sanidad.
P. La realidad, con la actual tensi¨®n por las vacunas entre el Reino Unido y la UE, es que esa interdependencia que se?ala no viene acompa?ada de solidaridad.
R. (Pausa) Mi secretaria, Ruth, sabe que cuando callo y miro por la ventana, estoy debatiendo si realmente quiero decir lo que pienso. El nacionalismo de las vacunas es un desastre. La solidaridad es esencial, y buscar una mediaci¨®n para salvar las diferencias, inevitable. Si no permanecemos juntos, sufriremos por separado. Especialmente en el sur del mundo, en las regiones m¨¢s pobres. No quiero se?alar culpables, pero no nos podemos permitir este tipo de problemas. Pueden ser inevitables entre Estados soberanos, sobre todo despu¨¦s de la batalla que supuso el Brexit. Pero debemos negociar una soluci¨®n. Pac¨ªfica, calmada y de generosidad mutua.
P. Menciona el Brexit, del que usted estaba en contra. ?La pandemia lo ha borrado o sigue ah¨ª?
R. Lo ha marginado. Lo ha relativizado. Despu¨¦s de casi 150.000 muertos [en el Reino Unido], a pesar de ser enormemente importante, el Brexit se ha hecho m¨¢s peque?o. Pero revel¨® las profundas divisiones en nuestra sociedad y los retos sobre modo de operar en la UE. Yo me opuse a la salida del Reino Unido, pero la he aceptado. Ahora toca restablecer una buena relaci¨®n con Europa.
P. ?Le gusta hacia donde va la UE?
R. Me interesan, por ejemplo, los esfuerzos del presidente [franc¨¦s Emmanuel] Macron por ofrecer una nueva visi¨®n de la UE. Los padres fundadores entend¨ªan que su creaci¨®n respond¨ªa a algo m¨¢s que una mera asociaci¨®n comercial. Que hab¨ªa algo m¨¢s profundo y solidario en el esp¨ªritu humano. Y espero que la UE nos haga tener celos demostrando una hermosa visi¨®n para el futuro de Europa.
P. ?Su pa¨ªs no tiene entonces una hermosa visi¨®n de futuro?
R. La tiene, creo. ?O no la tiene? No. Ya me he puesto a la defensiva. Creo que estamos intentando desarrollar una. El riesgo est¨¢ en que sea demasiado materialista. Le pongo el ejemplo de Escocia [y la amenaza de su independencia del Reino Unido]. Yo creo en la uni¨®n, pero no en una uni¨®n para favorecer el comercio. Eso es un beneficio colateral. Yo creo en la uni¨®n de esta isla para cuidar los unos de los otros, para mostrar compasi¨®n mutua y para contribuir a un mundo mejor de un modo en que no podr¨ªamos hacerlo separados.
P. La Iglesia de Inglaterra ha decidido abordar por fin el asunto del matrimonio homosexual y tener una respuesta el a?o que viene. ?Veremos matrimonios gay anglicanos?
R. No le puedo dar una respuesta directa. Estamos en medio de un proceso complejo y delicado. Le recuerdo que ya existen en la Iglesia Episcopal, la rama anglicana de Estados Unidos. Y en algunas provincias de Escocia, o de Brasil. Para m¨ª la clave est¨¢ en decidir qu¨¦ nos define como seres humanos, si nuestra sexualidad o nuestra fe en Jesucristo. Cuando yo descubr¨ª hace a?os que mi padre no era mi padre, no hall¨¦ mi identidad en mi ADN sino en Cristo. Comencemos por demostrar, de un modo que hasta ahora no hemos hecho en nuestra historia, que las personas LGTBI son bienvenidas y pueden encontrar en la Iglesia su identidad. Va a ser un proceso dif¨ªcil, y habr¨¢ opiniones enfrentadas, pero tendremos que dar con una respuesta.
P. El Reino Unido se enfrenta al debate sobre su pasado y presente racista. ?Hay racismo en este pa¨ªs?
R. Por supuesto que lo hay, aunque a veces no sea de un modo consciente. En cualquier parte del mundo hay siempre un problema con ¡°los otros¡±. Y en el Reino Unido se manifiesta en forma de racismo. Podemos superarlo, pero el primer paso es admitirlo. No hay problema en ver en las vidrieras del siglo XII de nuestras iglesias un Jes¨²s blanco, mientras no nos lleguemos a creer que Jesucristo era europeo. Era un jud¨ªo de Oriente Pr¨®ximo. Muchos de los actuales l¨ªderes cristianos, la mayor¨ªa de los cristianos, no son blancos. En mi propia iglesia, la anglicana, la figura media es una mujer de unos treinta a?os del ?frica subsahariana que cobra menos de cuatro d¨®lares al d¨ªa.
P. Era inevitable la pregunta. ?De verdad cas¨® en privado a los duques de Sussex, como ha contado Meghan Markle, tres d¨ªas antes de la ceremonia en Westminster?
R. Cualquiera que hable con un sacerdote sabe que la conversaci¨®n ser¨¢ confidencial. Yo tuve con ambos varias conversaciones pastorales antes de la ceremonia. Pero el matrimonio legal se celebr¨® ese s¨¢bado. Yo firm¨¦ el certificado. Y habr¨ªa cometido un delito si hubiera firmado algo a sabiendas de que era falso. A partir de ah¨ª, deduzca lo que usted quiera.
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