Jean Castex, ¡®alcalde¡¯ de Francia y pararrayos de Macron
El primer ministro franc¨¦s cumple un a?o en el cargo marcado por la pandemia. En Prada, el pueblo catalano-franc¨¦s donde fue primer regidor entre 2008 y 2020, ensay¨® su m¨¦todo: tecnocracia y proximidad
Jean Castex gobierna desde hace un a?o Francia como gobern¨® durante 12 Prada de Conflent ¡ªPrades en franc¨¦s¡ª, el pueblo de 6.000 habitantes cerca de la frontera franco-espa?ola y al pie del Canig¨®. Aqu¨ª recuerdan al primer ministro franc¨¦s como el t¨ªpico pol¨ªtico local que conoce los nombres de todos los vecinos (¡°y de sus perros¡±, bromea un amigo suyo), y a la vez como el tecn¨®crata con tent¨¢culos en Par¨ªs y un conocimiento ¨ªntimo de los engranajes del Estado.
¡°Es alguien sin imaginaci¨®n, pero muy inteligente para conectarse con las redes del poder. No defiende ideas, sino situaciones¡±, dice, para explicar su pragmatismo desideologizado, uno de sus oponentes en Prada, el regidor ecologista Nicolas Berjoan. ¡°?Es primer ministro gracias a m¨ª!¡±, sonr¨ªe Berjoan. Lo dice porque, en las municipales de 2020, en las que ¨¦l tambi¨¦n fue candidato, Castex sali¨® reelegido con m¨¢s de un 75% de votos. El triunfo irrefutable le acredit¨® como un alcalde popular y arraigado en su territorio: un activo para un presidente como Emmanuel Macron, acusado de vivir aislado en la torre de marfil del palacio del El¨ªseo.
Cuando, unos d¨ªas despu¨¦s, Macron le eligi¨® para ser primer ministro, su nombre sonaba poco o nada a la inmensa mayor¨ªa de franceses. Y no porque fuese un novato. Formado en la Escuela Nacional de Administraci¨®n, vivero de dirigentes franceses, Castex (Vic-Fezensac, 56 a?os) lo ha sido casi todo en la administraci¨®n: desde consejero del presidente conservador Nicolas Sarkozy a responsable, con Macron y siendo a¨²n alcalde, de organizar el primer desconfinamiento en la primavera de 2020. A la vez, es un hombre de terreno. Su marcado acento sure?o, objeto de alguna burla desde cierto elitismo parisiense, se ha convertido en una marca de la sinton¨ªa con la Francia alejada de los salones y pasillos del poder.
Cuando en 2008 Castex, hijo de una maestra y del presidente de un club de rugby cerca de Toulouse, aterriz¨® en Prada para conquistar la alcald¨ªa, era un desconocido, aunque ten¨ªa una conexi¨®n con la regi¨®n: su esposa y madre de sus cuatro hijas, Sandra Ribelaygue. Pronto teji¨® alianzas con las fuerzas vivas y se imbuy¨® de la cultura aut¨®ctona: la lengua catalana; la veneraci¨®n por el Canig¨®, monta?a m¨ªtica del catalanismo; la Universidad Catalana d¡¯Estiu que se celebra aqu¨ª desde el franquismo; el legado del violoncelista Pau Casals, que encontr¨® aqu¨ª un refugio en su exilio... Y desde entonces y hasta 2020 encaden¨® las victorias electorales en este conf¨ªn del pa¨ªs, uno de tantos pueblos de la llamada Francia perif¨¦rica con comercios cerrados y una poblaci¨®n que envejece: el caldo de cultivo de la revuelta de los chalecos amarillos.
¡°Este territorio est¨¢ un poco apartado, a veces nos toman un poco por campesinos¡±, dice Gilbert Angl¨¨s, amigo de Castex y presidente del club de rugby de Prada. ¡°Los j¨®venes se ven obligados a marcharse, en el mejor de los casos a Perpi?¨¢n, pero con frecuencia m¨¢s lejos, a Toulouse, Montpellier¡¡±
Es un s¨¢bado de principios de julio en Prada y las calles est¨¢n engalanadas por las fiestas locales y a la espera del paso del Tour unos d¨ªas despu¨¦s: uno de los pocos beneficios tangibles que los vecinos citan por tener al exalcalde en Par¨ªs. Angl¨¨s est¨¢ sentado en la terraza del Central Bar y toma un caf¨¦ como hac¨ªa con Castex y otros amigos. Lleva una camiseta del club de rugby en la que se lee: ¡°Ho podem fer¡±. ¡°S¨ª, podemos¡±... ¡°A ¨¦l le gusta el rugby¡±, dice Angl¨¨s. ¡°Est¨¢ en su temperamento: un esp¨ªritu combativo que consiste en no abandonar¡±.
Castex ha guardado de Prada y su comarca ¡°el sentido del consenso¡±, dice Romain Grau, diputado local en la Asamblea Nacional por el partido de Macron. ¡°El verbo pactar es muy catal¨¢n: significa ir m¨¢s all¨¢ de nuestros compromisos, no para renegarlos sino por un inter¨¦s superior¡±.
La catalanidad de Castex ¡ª¡±un servidor al Estado¡±, como le defini¨® otro alcalde de la regi¨®n¡ª no ha modificado en nada la posici¨®n de su Gobierno hostil al independentismo catal¨¢n. Pero s¨ª ha aportado una mayor sensibilidad que algunos de sus ministros hacia la ense?anza en lenguas regionales en Francia despu¨¦s de que en mayo el Consejo Constitucional prohibiese la inmersi¨®n ling¨¹¨ªstica en la escuela p¨²blica.
El primer a?o de Castex en Matignon, el palacete del primer ministro en Par¨ªs, no ha sido como esperaba. No pod¨ªa imaginarse que en el verano de 2021 seguir¨ªa ocupado con la pandemia. ¡°Uno no elige su ¨¦poca¡±, dice en Le Monde.
Castex ha afrontado en ocasiones dificultades para controlar a las tropas parlamentarias y ha tropezado, como otros gobiernos, en la gesti¨®n del virus. Al mismo tiempo, ha ejercido el papel del primer ministro como pararrayos del presidente. Con una ventaja respecto a su antecesor, ?douard Philippe: no hace sombra al jefe ni sue?a con ocupar un d¨ªa su plaza. Su misi¨®n es aplicar pol¨ªticas del jefe del Estado, no imaginarlas.
La inc¨®gnita es si continuar¨¢ hasta el final del mandato de Macron, la pr¨®xima primavera, o si Macron podr¨ªa relevarlo para encarar la campa?a electoral y la recuperaci¨®n econ¨®mica. Macron ha indicado que seguir¨¢.
¡°Lo que me parece bueno para el pa¨ªs es que siga como primer ministro hasta el final del mandato¡±, dice el diputado Grau. ¡°Hay que superar esta crisis, la crisis sanitaria y la fase del relanzamiento, y el relanzamiento no hay que darlo por hecho a¨²n¡±.
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