Un infierno de ida y vuelta entre Grecia y Turqu¨ªa
Los dos pa¨ªses vecinos generalizan las devoluciones irregulares de refugiados por el r¨ªo Evros
A¨²n hay d¨ªas en que Abdel se despierta sudoroso y, ante el espejo de su ba?o, se palpa el cuerpo para comprobar que sigue vivo. Lo est¨¢. Pero no ha logrado desprenderse de ese miedo denso y atroz a la muerte. Le impide mirar a la gente, dice. Porque mirar a la gente le asusta. A veces, durante la entrevista, al recordar un momento doloroso, se tapa los ojos y llora quedamente.
El pasado 24 de agosto, a punta de pistola, fue obligado a introducirse en el r¨ªo Evros, que separa Turqu¨ªa y Grecia a lo largo de su frontera terrestre, y avanzar hacia la otra orilla. Aunque a finales de verano el Evros no es tan caudaloso como suele ser en otros meses, sigue siendo un r¨ªo peligroso y lleno de corrientes. Y, adem¨¢s, Abdel no sabe nadar.
Recuerda c¨®mo el agua fue cubri¨¦ndole y, al dejar de hacer pie, sinti¨® que se hund¨ªa. Recit¨® la profesi¨®n de fe musulmana -¡±No hay m¨¢s divinidad que Dios y Mahoma es su profeta¡±-, y se despidi¨® del mundo y de cuanto conoc¨ªa. Perdi¨® el conocimiento.
Abdel, que pide ocultar su verdadero nombre, es un sirio de la provincia de Deir Ezzor, en la des¨¦rtica frontera oriental de su pa¨ªs con Irak. Hace cinco a?os, cuando se hallaba en el ¨²ltimo curso del instituto, abandon¨® su casa junto a su hermano, huyendo de la guerra y del Estado Isl¨¢mico, y se refugi¨® en Turqu¨ªa. Su sue?o es estudiar enfermer¨ªa. Pero en Turqu¨ªa las jornadas en los talleres textiles que emplean a refugiados son extenuantes. ¡°Si trabajas no tienes tiempo de estudiar¡±, explica. Y, sin trabajo, le es imposible mantenerse en Estambul. As¨ª que decidi¨® marcharse ¡°a Europa¡±, un concepto que, as¨ª, en gen¨¦rico, expresa en los migrantes el deseo de hallar un territorio donde poder llevar una vida m¨ªnimamente normal, en paz y con cierta dignidad.
El 23 de agosto, tras pagar 1.000 euros a un traficante, fue llevado con otras decenas de personas al borde del Evros. Pasada la medianoche, cruzaron a Grecia en botes hinchables. Dos o tres horas despu¨¦s, fueron descubiertos por una patrulla griega y detenidos. A la ma?ana siguiente, sin registrar las detenciones, los griegos los pusieron de nuevo en los botes y los devolvieron en secreto a Turqu¨ªa. Hasta aqu¨ª, todo normal: normal dentro de la ilegalidad. ¡°Una cosa es impedir que alguien cruce la frontera ilegalmente cuando est¨¢ en el otro lado, y otra es devolver a la persona que ya ha cruzado. Una vez alcanzado el territorio del pa¨ªs en cuesti¨®n, ya est¨¢ bajo la ley de ese territorio. Las normas griegas, europeas e internacionales exigen que esa persona sea oficialmente arrestada y se le aplique la ley: recepci¨®n e identificaci¨®n, procedimiento de deportaci¨®n y revisi¨®n de su solicitud de asilo si la hiciera¡±, explica Dimitris Koros, abogado del Consejo Griego para los Refugiados.
Sin embargo, las fuerzas de seguridad griegas llevan a?os devolviendo irregularmente a Turqu¨ªa a miles de migrantes, algunos incluso con los papeles en regla, que son secuestrados en el interior del pa¨ªs y llevados hasta el r¨ªo fronterizo.
¡°Las alegaciones de que se est¨¢ violando el principio de no devoluci¨®n no concuerdan con la realidad y, de hecho, minan el trabajo de la polic¨ªa helena y de Frontex en el Evros [cuerpo fronterizo europeo]. La polic¨ªa helena sigue un marco disciplinario muy estricto e investiga cualquier informaci¨®n sobre cualquier presunto incidente¡±, afirma la teniente Anna Anniela Efthymiou, portavoz policial, en una respuesta enviada por correo electr¨®nico. Es la respuesta est¨¢ndar del Gobierno de Grecia, que niega por activa y por pasiva la existencia de devoluciones ilegales, aunque las pruebas en su contra se acumulan.
Una zona donde no rige el acuerdo migratorio europeo
Estas pr¨¢cticas se han multiplicado desde que, en febrero de 2020, Ankara decidi¨® unilateralmente dejar de aceptar la devoluci¨®n de inmigrantes irregulares que cruzasen a trav¨¦s del mar Egeo y no tuviesen derecho al estatus de refugiado, algo a lo que se hab¨ªa comprometido en el acuerdo firmado con la Uni¨®n Europea en marzo de 2016. En 2020, seg¨²n cifras ofrecidas por las autoridades turcas, Grecia transport¨® de manera ilegal a 8.913 personas en la frontera marina, en algunos casos simplemente empujando las pateras, en otros dejando a los migrantes a la deriva en una especie de colchonetas inflables. En lo que va de a?o, son 7.500 los que ha devuelto de esa forma, m¨¢s de la mitad de ellos afganos, somal¨ªes y sirios.
August showed a horrific escalation of border violence: Highest number of #pushbacks in 1.5 years! In August we counted 63(!) pushbacks with 1477 ppl being illegally pushed back by the Greek authorities [1/4] pic.twitter.com/aBmVusV9PJ
— Mare Liberum e.V. i.A. (@teammareliberum) September 10, 2021
En la frontera del r¨ªo Evros la situaci¨®n est¨¢ a¨²n m¨¢s descontrolada porque ah¨ª no rige el acuerdo europeo, sino uno bilateral que lleva a?os congelado. As¨ª que las devoluciones o push back son el pan nuestro de cada d¨ªa. Y tambi¨¦n han aumentado en los dos ¨²ltimos a?os: si en 2018 Acnur cont¨® 300 casos de personas que fueron retornadas ilegalmente por fuerzas de seguridad griegas a trav¨¦s del Evros, la red Border Violence Monitoring Network, de la que forman parte una docena de ONG de distintos pa¨ªses, ha documentado la devoluci¨®n de m¨¢s de 4.500 en 2020 y de m¨¢s de 3.000 en los primeros siete meses de 2021.
Pero, para Abdel, la devoluci¨®n entraba dentro de lo previsto. Era la tercera vez que intentaba cruzar a Grecia por esta ruta. Lo imprevisto fue lo que sucedi¨® despu¨¦s. ¡°Otras veces, cuando los griegos nos devolv¨ªan, los soldados turcos nos tra¨ªan comida y mantas, nos trataban bien¡±, relata. Esta vez, apareci¨® un cami¨®n militar y los militares les ordenaron montar. Les dijeron: ¡°Os vamos a llevar a un puesto de control y luego desde all¨ª haced lo quer¨¢is, si quer¨¦is pod¨¦is volver a Estambul, o intentar cruzar de nuevo¡±. Pero entonces apareci¨® otro veh¨ªculo con un comandante militar.
¡°Salid del veh¨ªculo¡±, dice Abdel que les orden¨®. Separ¨® a las mujeres y a los ni?os del grupo y les orden¨® marcharse. Al resto les inquiri¨®: ¡°?As¨ª que nuestros soldados est¨¢n muriendo en Siria y vosotros quer¨¦is ir a Europa?¡±. Una frase que los sirios escuchan mucho en Turqu¨ªa, cada vez m¨¢s, como si la orden de intervenir en Siria la hubieran dado los refugiados y no los que gobiernan en Ankara.
El comandante turco se fij¨® en uno de los migrantes, tunecino, y lo lanz¨® al agua. Luego, por grupos de cinco y bajo la amenaza de su pistola, oblig¨® al resto a introducirse en el r¨ªo y nadar al otro lado, afirma Abdel y corroboran un integrante de la asociaci¨®n de derechos humanos turca Mazlumder, que ha recogido el testimonio de media docena de v¨ªctimas de este incidente, y el abogado Ahmet Baran ?elik, que ha presentado una acusaci¨®n ante la fiscal¨ªa de Edirne, ciudad en el noroeste de Turqu¨ªa, en nombre de cuatro sirios afectados. La Delegaci¨®n del Gobierno en la provincia de Edirne, donde se produjeron los hechos, emiti¨® un comunicado negando que se hubiera producido un incidente as¨ª, aunque posteriormente se ha puesto a disposici¨®n de la investigaci¨®n.
¡°Le rogu¨¦ a un soldado: ¡®Por favor, no me eches al r¨ªo, no s¨¦ nadar¡¯, pero me respondi¨®: ¡®No puedo hacer nada, es el comandante quien da las ¨®rdenes¡±, relata Abdel. Varios soldados pidieron al comandante que no continuase, que los refugiados tambi¨¦n son personas, que iban a ahogarse. ¡°Pues que se ahoguen¡±, dice Abdel que respondi¨® el comandante.
En el r¨ªo, al desvanecerse pensando que mor¨ªa, un palestino y dos afganos agarraron a Abdel y, entre los tres, lo arrastraron a la otra orilla. Eso s¨ª, una vez en Grecia, volvieron a ser localizados por las fuerzas de seguridad, que los despojaron de ropa y pertenencias y, por la noche, los devolvieron en barcas a la orilla turca. En calzoncillos y asustados por la posibilidad de ser hallados de nuevo por el comandante turco que los hab¨ªa amenazado horas antes, Abdel y sus compa?eros echaron a correr por los campos de la zona hasta hallar el primer pueblo, donde, con ayuda de los vecinos, contrataron un veh¨ªculo para volver a Estambul, una carrera que tuvieron que pagar los parientes de Abdel al llegar a la gran ciudad, pues los griegos se hab¨ªan quedado con todo su dinero.
¡°Desde el pasado verano vemos que se est¨¢ incrementando este ping-pong de refugiados, en que la gente es devuelta tres o cuatro veces a cada lado. Incluso hemos sufrido un incidente en que la gendarmer¨ªa turca vino a un hostal del centro de Edirne, donde est¨¢bamos tratando las heridas de refugiados que hab¨ªan sido devueltos por Grecia, y se los llev¨® de nuevo al r¨ªo para obligarlos a pasar¡±, explica Natalie Gruber, portavoz de la organizaci¨®n de solidaridad Josoor, que denuncia lo peligroso de esta t¨¢ctica: ¡°Tras un push back la gente est¨¢ en muy malas condiciones, casi desnudos, han sido golpeados, est¨¢n heridos, a veces han pasado varios d¨ªas atrapados en las islas del r¨ªo, sin agua ni comida¡±.
En medio del p¨¢nico y los chapoteos en el r¨ªo, desaparecieron al menos dos refugiados sirios, no se sabe si porque lograron escapar o porque fenecieron intent¨¢ndolo, explica el abogado ?elik, que ha cursado una petici¨®n de b¨²squeda a los oficiales de coordinaci¨®n fronteriza turcos, griegos y b¨²lgaros. El forense del hospital de Alexandr¨®polis, donde se reciben los cad¨¢veres de los ahogados que recalan en la parte griega del r¨ªo, asegura que no ha llegado ninguno en las ¨²ltimas dos semanas, aunque en el Evros suelen quedar atrapados entre el ramaje y las ra¨ªces de la orilla y en muchas ocasiones no se descubren hasta pasadas semanas.
Abandonados en los islotes
Donde s¨ª han recibido un cad¨¢ver de un refugiado sirio es en la morgue de Edirne, aunque se debe a otro incidente. Ha sido identificado por sus conocidos como Alaa Albakri y fue hallado por las fuerzas de seguridad turcas el pasado 3 de septiembre en uno de los muchos islotes que pueblan el Evros, tras la denuncia de un activista sirio. Seg¨²n los datos recabados por este activista -que prefiere permanecer en el anonimato- y por Josoor, Albakri cruz¨® a Grecia la pen¨²ltima semana de agosto aunque se sent¨ªa algo indispuesto, con s¨ªntomas de catarro o quiz¨¢s covid: tos, fiebre, debilidad.
Tras varios d¨ªas escondido en los peque?os bosques que se levantan en la orilla helena tratando de burlar a las fuerzas de seguridad, dijo a sus compa?eros que continuasen sin ¨¦l, que se entregar¨ªa para recibir ayuda m¨¦dica (sus compa?eros publicaron varias fotograf¨ªas en grupos de Facebook donde los migrantes buscan consejo y ayuda). La polic¨ªa griega, en cambio, lo detuvo y, junto a un paquistan¨ª, los deportaron al mencionado islote, donde permanecieron cinco d¨ªas sin comida y sin otra agua que la turbia del r¨ªo. All¨ª lo encontr¨® moribundo otro grupo mayor de migrantes tambi¨¦n deportados al islote que, como hab¨ªan logrado ocultar un tel¨¦fono m¨®vil, pudieron dar la voz de alarma, aunque fue demasiado tarde para Albakri, que muri¨® all¨ª.
Gruber asegura que la t¨¢ctica de abandonar a los refugiados y migrantes en medio de los islotes del Evros se ha convertido en ¡°sistem¨¢tica¡±. Por ejemplo, en la primera semana de septiembre, su organizaci¨®n document¨® cuatro casos. ¡°Y ya no son diez o doce personas, como antes, sino grupos de hasta 100 personas de una sola vez¡±, a?ade. A los griegos les es m¨¢s f¨¢cil as¨ª porque evita encontronazos directos con las fuerzas turcas -que en muchos casos presionan a los migrantes para que vuelvan a Grecia-, pero a los afectados se les deja sin agua ni comida y en ocasiones pasan d¨ªas hasta que son rescatados.
La impunidad con la que se conducen estas pr¨¢cticas se debe a la ausencia de investigaciones, pese a las denuncias de organizaciones de derechos humanos -corroboradas por investigaciones como las del grupo Forensic Architecture, de la Universidad de Londres- y a las exigencias hechas por instituciones como Acnur o el Consejo de Europa. ¡°La esencia de los push back es que no quede ning¨²n rastro de ellos. Estos movimientos de gente, las detenciones, las devoluciones, no son registradas de ninguna forma¡±, explica , explica Phevos Simeonidis, investigador del colectivo griego Disinfaux. Por eso, las fuerzas de seguridad griegas alojan muchas veces a los migrantes detenidos en instalaciones abandonadas o en dependencias extraoficiales y, por ello tambi¨¦n, se les sustraen los tel¨¦fonos m¨®viles: ¡°Para borrar toda prueba de malos tratos y, adem¨¢s, toda evidencia de que llegaron a Grecia o fueron devueltos a Turqu¨ªa¡±.
Todos los entrevistados coinciden en que la violencia usada en los push back en esta frontera de la Uni¨®n Europea se ha incrementado: las palizas que les propinan las fuerzas de seguridad griegas son cada vez m¨¢s duras (¡°nuestra gente en Edirne ha tenido que llevar cada vez a m¨¢s refugiados al hospital: vienen con huesos rotos, escupiendo sangre...¡±, dice Gruber); tambi¨¦n las amenazas y el uso de armas de fuego desde el lado turco para forzarles a cruzar o evitar que regresen (el pasado d¨ªa 2, la polic¨ªa griega denunci¨® que un sirio que cruzaba en un bote recibi¨® un disparo en un muslo desde el lado turco, tras lo cual tuvo que ser hospitalizado); y en Bulgaria, cuya frontera se une a las dos anteriores unos kil¨®metros al norte de Edirne, se utiliza a perros de presa para perseguir a los migrantes y forzarlos a volver a Turqu¨ªa o incluso redirigirlos hacia territorio griego.
¡°Es un modo de disuasi¨®n. Si alguien es sometido a grandes niveles de violencia, quiz¨¢s no vuelva a intentar cruzar. Adem¨¢s, el dogma del Gobierno de Nueva Democracia [el partido conservador que gobierna Grecia desde 2019] es que nadie cruza la frontera. Tambi¨¦n es una forma de satisfacer a los elementos m¨¢s radicales y de extrema derecha de la sociedad¡±, opina Simeonidis.
Seg¨²n Koros, ¡°los push back se han convertido en el principal instrumento de la pol¨ªtica migratoria del Gobierno griego¡±, por mucho que niegue su existencia. Y de ah¨ª la reacci¨®n turca, copiando a sus vecinos y convirtiendo as¨ª a los refugiados en pelotas de ping-pong a merced de las rencillas entre ambos pa¨ªses.
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