El despliegue militar de varios pa¨ªses africanos frena el yihadismo en Mozambique
La actuaci¨®n conjunta de soldados de Ruanda, Sud¨¢frica y Botsuana propicia la liberaci¨®n de varias ciudades tomadas por los extremistas
Antonio Gulene Banke tiene 58 a?os y siete hijos. Viv¨ªa en la aldea mozambique?a de Namiteve hasta que en la madrugada del pasado 27 de abril insurgentes armados quemaron el lugar. ¡°Nada m¨¢s entrar mataron a una persona y al l¨ªder de la comunidad le golpearon y retuvieron junto a varias mujeres durante horas. Luego les obligaron a caminar varios kil¨®metros, hicieron que se detuvieran y mataron a otras cinco personas. Al final dejaron al l¨ªder y a las mujeres mayores libres y se quedaron unos d¨ªas a las j¨®venes¡±. Es el relato de Gulene Banke, a¨²n sobrecogido, en el centro de desplazados de Quaia, en el distrito de Metuge, en el noreste de Mozambique, a donde lleg¨® tres d¨ªas despu¨¦s de haberlo perdido todo. All¨ª, unas 700 personas recuperan fuerzas para decidir qu¨¦ hacer con sus vidas tras la ofensiva yihadista del pasado mes de abril perpetrada por el grupo local Al Shabab (Los j¨®venes, seg¨²n la traducci¨®n del ¨¢rabe), tambi¨¦n llamado Estado Isl¨¢mico de ?frica Central (ISCA, en sus siglas en ingl¨¦s), ahora contrarrestada por el despliegue de fuerzas militares de varios pa¨ªses africanos.
El conflicto en la provincia de Cabo Delgado, situada en el norte de Mozambique, fronteriza con Tanzania y el oc¨¦ano ?ndico, se remonta a 2017, cuando el grupo Al Shabab ¡ªinsurgencia yihadista de origen local¡ªempez¨® a poner en su punto de mira actividades econ¨®micas de las que lucrarse, como la explotaci¨®n de gas natural, minas de rub¨ªes y oro, el comercio de maderas preciosas, y el tr¨¢fico de drogas. Los ataques han golpeado a una poblaci¨®n sumida en la pobreza, que ve pasar de largo la riqueza de los recursos naturales y depende de un poder pol¨ªtico se?alado por abusos. Tres a?os de ofensiva yihadista se han saldado con alrededor de 3.000 muertos y 850.000 desplazados internos. Y seg¨²n un reciente informe de Human Rights Watch, m¨¢s de 600 mujeres y ni?as han sido secuestradas y esclavizadas por Al Shabab desde 2018.
Los enfrentamientos han acabado por propiciar una actuaci¨®n conjunta de varios pa¨ªses africanos. Ante la lentitud en la toma de decisiones de la Comunidad para el Desarrollo de ?frica Austral (SADC, en sus siglas en ingl¨¦s), que incluye a 15 pa¨ªses del sur del continente, y la arremetida de Al Shabab sobre la ciudad costera de Palma (Cabo Delgado) en abril, el Gobierno ruand¨¦s despleg¨® en verano un operativo de un millar de soldados en la zona en apoyo de las fuerzas mozambique?as. Los primeros ¨¦xitos en el retroceso de los insurgentes en las principales ciudades de la zona se atribuyeron a la contundencia y preparaci¨®n de los efectivos ruandeses, a los que se unieron poco despu¨¦s militares procedentes de Sud¨¢frica y Botsuana, entre otros, de la Misi¨®n en Mozambique de la SADC.
Entre los ¨¦xitos de la fuerza militar africana desplegada est¨¢ la liberaci¨®n de las ciudades de Palma y Mocimba da Praia, la muerte del l¨ªder religioso de Al Shabab Sheij Dr. Njile, la localizaci¨®n de una base de entrenamiento de los insurgentes, y la estabilizaci¨®n y control de partes del territorio donde est¨¢ empezando a regresar la poblaci¨®n desplazada por la violencia. ¡°La llegada de fuerzas de seguridad externas a Cabo Delgado ha sido fundamental en la batalla por la regi¨®n que reclama la insurgencia, pero hasta que no se aborden los problemas sociales, econ¨®micos y pol¨ªticos, la insurgencia no desaparecer¨¢. Mantienen cierta libertad de movimiento y son capaces de ejecutar ataques brutales a peque?a escala¡±, explica Jasmine Opperman, experta en terrorismo de la organizaci¨®n ACLED.
¡°No nos podemos limitar a decir que son grupos yihadistas que han cogido las armas y est¨¢n matando a civiles¡±, apunta, por su parte, Quraysha Ismail Sooliman, del Centro de Mediaci¨®n en ?frica de la Universidad de Pretoria, ¡°sin analizar cu¨¢l es la relaci¨®n entre la ciudadan¨ªa y el Estado, si existe un compromiso social gubernamental, si los ciudadanos sienten que el Estado es leg¨ªtimo, si est¨¢ respondiendo a sus necesidades. Y lo m¨¢s importante, si existe una relaci¨®n de igualdad entre el Estado y la ciudadan¨ªa¡±. Una zona empobrecida, donde la explotaci¨®n de los recursos econ¨®micos no redunda en la poblaci¨®n, y los j¨®venes afrontan un futuro con escasas expectativas, es un terreno f¨¦rtil para que gane fuerza un movimiento yihadista.
As¨ª, ¡°el conflicto no ha terminado¡±, se?ala Litlhare Rabele, analista pol¨ªtica de la radio Lesedi FM, ¡°y llevar¨¢ mucho tiempo decir que Mozambique es estable porque la SADC no est¨¢ afrontando la ra¨ªz del conflicto, que es lo que trae la paz. El di¨¢logo es necesario ante la elevada frustraci¨®n entre los j¨®venes mozambique?os por el paro que sufren, el coste de la vida a pesar de los recursos naturales, cuyos beneficios no llegan a la poblaci¨®n. Eso provoca que los j¨®venes se unan a los grupos terroristas¡±. Adem¨¢s, afirma Rabele, ¡°la colaboraci¨®n de pa¨ªses que lideran la ofensiva como Sud¨¢frica, con una amplia capacidad militar, recursos y la experiencia de sus servicios secretos, ha dado buenos resultados, pero si el Gobierno de Mozambique no aborda los problemas pol¨ªticos internos entre [los partidos mayoritarios] Renamo y Frelimo, para establecer una unidad que permita a la poblaci¨®n beneficiarse de sus recursos naturales, no se avanzar¨¢¡±.
La hasta ahora eficaz intervenci¨®n militar de los efectivos ruandeses y de la SADC en la recuperaci¨®n del control de Cabo Delgado est¨¢ permitiendo el regreso de parte de los desplazados, a menudo por la necesidad de cultivar las tierras para subsistir. Adem¨¢s, el Gobierno de Mozambique se plantea establecer corredores seguros en las carreteras que unen la regi¨®n con la capital, Maputo, para que la empresa francesa Total ¡ªque ha regresado para abrir una oficina en la regi¨®n¡ª pueda retomar la explotaci¨®n de un yacimiento de gas, un contrato con el que el pa¨ªs espera ingresar 20.000 millones de d¨®lares (unos 17.712 millones de euros).
La contenci¨®n de los insurgentes yihadistas y la ¡°liberaci¨®n, que no pacificaci¨®n¡± de las poblaciones de Cabo Delgado, apuntan fuentes diplom¨¢ticas en el terreno, se ha traducido en la dispersi¨®n de los milicianos hacia regiones vecinas como Nampula y Niassa, donde se han infiltrado entre la poblaci¨®n. No obstante, la perspectiva actual apunta al regreso de la poblaci¨®n desplazada ¡ªun 70% son menores de 30 a?os¡ª a las zonas controladas por fuerzas gubernamentales. El Gobierno intenta establecer un di¨¢logo con los insurgentes, mientras la misi¨®n de la SADC, que contribuye a una fr¨¢gil calma, se acerca a su fin, previsto para el pr¨®ximo enero, si los participantes no deciden prolongarla.
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