Carlos Ruiz Encina: ¡°La elecci¨®n de Boric es el acta de defunci¨®n de la transici¨®n chilena¡±
El soci¨®logo chileno desgrana los retos a los que se enfrentar¨¢ el nuevo Gobierno progresista que, en su opini¨®n, deber¨¢ estar alerta ante la capacidad de obstrucci¨®n de la derecha
Carlos Ruiz Encina (Santiago de Chile, 57 a?os) es uno de los intelectuales que estuvo con Gabriel Boric desde la primera hora y le convencieron para que fuera candidato a la presidencia por la coalici¨®n Apruebo Dignidad [Frente Amplio m¨¢s el PC]. Fue un largo y dif¨ªcil proceso unir a toda la nebulosa de grupos de izquierda surgidos al calor de las protestas sociales y estudiantiles de la ¨²ltima d¨¦cada. Soci¨®logo y miembro de la Fundaci¨®n Nodo 21, el think tank ligado al Frente Amplio, Ruiz resta importancia a su intimidad con el presidente electo, que tomar¨¢ posesi¨®n el 11 de marzo, y prefiere poner en valor la irrupci¨®n pol¨ªtica de una nueva generaci¨®n que tiene como uno de sus referentes el movimiento la SurDA (juego de palabras con zurda, pero con S de Sur), que fund¨® en los a?os noventa. Sentado en un caf¨¦ de la madrile?a Plaza del Dos de Mayo, Ruiz desgrana en una tarde de principios de febrero los retos del pr¨®ximo Gobierno, en un tiempo hist¨®rico convulso marcado por un proceso constituyente in¨¦dito en la democracia chilena. Es el momento de una generaci¨®n que rompe con ¡°el quietismo de la transici¨®n¡± y que recupera la figura de Salvador Allende.
Pregunta. Boric gir¨® al centro en la segunda vuelta electoral y ha optado por la moderaci¨®n al formar Gobierno. Ahora, ?cu¨¢les son los retos?
Respuesta. Boric pasa a representar muy pronto casi al conjunto de la izquierda. Eso ocurre en la primera vuelta, donde se unen electoralmente todas las fuerzas de la transici¨®n, tanto de la derecha como de la Concertaci¨®n. En ese escenario hay una fractura social primero por las revueltas y una fractura pol¨ªtica que implica una confrontaci¨®n con la oferta electoral conservadora m¨¢s extrema de los ¨²ltimos 30 a?os. A Boric le cae en la segunda vuelta una responsabilidad enorme y ¨¦l da un paso para ensanchar la alianza social y pol¨ªtica de su candidatura. No es que se abriera solo a los viejos partidos de la Concertaci¨®n, que salen muy debilitados, sino al ensanchamiento de las bases sociales. Ahora est¨¢ la complejidad de cuajar esa amplitud social y pol¨ªtica en una alianza coherente, pero desde el Gobierno, con unas fuerzas sin experiencia gubernamental. Ese es ahora su primer reto.
P. ?Y los peligros?
R. Hay que estar atentos a c¨®mo se va a reconfigurar la derecha porque la capacidad de obstrucci¨®n conservadora puede ser tremenda. Ignorarla, minimizarla ser¨ªa un error. Ellos [los partidarios de Jos¨¦ Antonio Kast] tambi¨¦n aumentaron la votaci¨®n en la segunda vuelta en casi un mill¨®n de personas. Y as¨ª se ley¨® internacionalmente: el mundo apoy¨® a Boric ante una opci¨®n tan retr¨®grada que pod¨ªa hacer retroceder todo 100 a?os. Se percibe entonces que lo que est¨¢ en juego es la amenaza de una regresi¨®n democr¨¢tica, una situaci¨®n abiertamente autoritaria y no solo en t¨¦rminos formales porque podr¨ªa ser un Gobierno civil y no necesariamente militar, de intentar hacer retroceder los avances en materia social. Pretender retrotraer todos esos avances sociales en un pa¨ªs como Chile que en estos momentos tiene una muy alta propensi¨®n a la movilizaci¨®n es como fumar en una gasolinera. Obviamente eso lleva tambi¨¦n a la movilizaci¨®n de sectores culturales, sociales y tambi¨¦n pol¨ªticos que al principio no apoyaron a Boric. Los protagonistas de los futuros acuerdos pol¨ªticos en Chile ser¨¢n distintos a los de los pactos de la transici¨®n que dialogaban con unas Fuerzas Armadas en repliegue, con una derecha amarrada a sus fantasmas y una Concertaci¨®n en ascenso. Esos di¨¢logos, que fueron muy opacos y que han sido muy criticados, no ser¨¢n ya posibles. Primero, porque hay una derecha en reconfiguraci¨®n y porque ahora tienes una sociedad que demanda m¨¢s transparencia y que ya no tiene miedo a la amenaza pinochetista latente. El estallido social y esta elecci¨®n terminaron de cerrar un ciclo hist¨®rico que es el del sistema pol¨ªtico de la transici¨®n que ya estaba desgastado, aunque la esfera pol¨ªtica no quer¨ªa reconocerlo. La elecci¨®n es el acta de defunci¨®n de todo eso y el comienzo de una etapa hist¨®rica, un proceso que ser¨¢ muy largo.
P. ?Cu¨¢les son las prioridades?
R. Dir¨ªa que pensiones y salud son dos urgencias, pero hay que resolverlas con un Parlamento fragmentado y con fuerzas que parecen que son pr¨¢cticamente de ocasi¨®n como el Partido de la Gente, de Franco Parisi, que obtuvo una presencia parlamentaria importante. No se sabe muy bien c¨®mo van a decantarse los nuevos actores pol¨ªticos de esta d¨¦cada.
P. ?En qu¨¦ medida esta generaci¨®n de treinta?eros se considera heredera de Salvador Allende?
R. La figura de Allende estuvo muy presente en la revuelta popular que fue, en gran medida, una revuelta juvenil de una generaci¨®n pos-dictadura. El presente siempre visita el pasado, pero le hace preguntas distintas. Esta generaci¨®n se pregunta c¨®mo entierra el neoliberalismo y c¨®mo puede producir transformaciones sostenibles para enfrentarnos al animal conservador. En la figura del presidente electo, muchos pueden ver la posibilidad de un revival de la crisis de Allende y con eso el advenimiento de discusiones que no han sido zanjadas en la izquierda chilena, por ejemplo: ?Qu¨¦ pas¨® con la Unidad Popular? ?Fue una derrota o un fracaso? No es lo mismo.
P. Usted ha teorizado que parte de la izquierda latinoamericana ha perdido de vista el valor de la libertad en favor de la igualdad.
R. Asumo haber instalado esa idea. Venimos de una tradici¨®n de izquierdas que en el siglo XX olvida la ecuaci¨®n entre igualdad y libertad y sacrifican esta ¨²ltima en favor de procesos de socializaci¨®n forzados. Hoy en Chile, hay movimientos sociales que piden no solo derechos sociales universales, es decir, m¨¢s Estado, a lo que la izquierda tiene menos problemas para adecuarse, sino que tambi¨¦n demandan m¨¢s autonom¨ªa individual. Estamos entrando en una ¨¦poca en la que la individualizaci¨®n no es contraria a ser parte de una multitud y eso lleva a un tercer t¨¦rmino de la cuesti¨®n que es la solidaridad, que se va construyendo de una forma m¨¢s democr¨¢tica y con m¨¢s respeto por el individuo. Ya no son posibles partidos de izquierda que no respeten la diversidad sexual como en el siglo XX o el emprendimiento. Eso implica que las respuestas a las demandas en algunos casos son m¨¢s Estado y en otros, m¨¢s sociedad.
P. Tambi¨¦n ha argumentado sobre la desfiguraci¨®n de los proyectos de izquierda en Am¨¦rica Latina.
R. C¨®mo es la nueva relaci¨®n entre el Estado y la sociedad con una ciudadan¨ªa m¨¢s activa es algo que no ha resuelto la izquierda en ninguna parte. Sus viejos proyectos de igualdad no resolv¨ªan ese dilema que, en el fondo, era m¨¢s democracia. El otro dilema es la desfiguraci¨®n ininterrumpida que viven ciertos proyectos de transformaci¨®n en Am¨¦rica Latina, los que emergen desde la guerrilla como el caso nicarag¨¹ense y tampoco hay una discusi¨®n cr¨ªtica sobre c¨®mo se va deteriorando esa transformaci¨®n como ocurre tambi¨¦n en el proceso venezolano. Son discusiones pendientes dentro de la izquierda y esta es una generaci¨®n que vuelve a Allende, pero Boric dice que se apega a una tradici¨®n de socialismo libertario y la mezcla de esas dos palabras es complicada para la vieja izquierda. Insisto en que el proceso va a ser largo porque me preocupa que se crea que la transformaci¨®n est¨¢ a la vuelta de la esquina. Boric tambi¨¦n lo ha advertido, que no va a dar pasos que no se puedan sostener. No queremos m¨¢s muertos ni m¨¢s mutilados. No vamos a ser sangre nueva para viejos fracasos.
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