Bruno Pereira, un funcionario convertido en activista para proteger a los ind¨ªgenas en Brasil
El brasile?o, que fue asesinado el d¨ªa 5 de junio en la Amazonia junto al periodista Dom Phillips, instru¨ªa a los nativos para que documentaran sus denuncias
El brasile?o Bruno Pereira ten¨ªa las piernas llenas de puntitos rojos. Los mosquitos se hab¨ªan dado un banquete en su ¨²ltima expedici¨®n. Su trabajo ahora implicaba instruir a los nativos en nuevas tecnolog¨ªas para que, combinadas con los saberes milenarios, pudieran documentar las invasiones ilegales de sus tierras y presentar a la polic¨ªa denuncias s¨®lidas. ?l y varios colegas indigenistas les ense?aban a elaborar y leer mapas, a utilizar GPS y drones, a elaborar informes. El experto de 41 a?os, asesinado el pasado 5 de junio en la Amazonia junto al periodista brit¨¢nico Dom Phillips, trabaj¨® durante una d¨¦cada para el organismo oficial creado para proteger a los nativos. Pero, cuando en 2019 concluy¨® que la Fundaci¨®n Nacional del Indio (Funai) se hab¨ªa desviado de su cometido oficial hasta convertirse en enemiga de esta minor¨ªa, pidi¨® un permiso sin sueldo y empez¨® a velar por ellos desde la sociedad civil. Se ali¨® con Univaja, la asociaci¨®n que agrupa los siete pueblos del valle de Yavar¨ª que tras siglos de guerras entre s¨ª ahora defienden juntos sus tierras.
Era una autoridad sobre los ind¨ªgenas no contactados por los blancos. Menos de tres meses antes de ser asesinado r¨ªo arriba, lo entrevist¨¦ en la ciudad de Atalaia do Norte, la entrada del valle, para el reportaje Amenazados: las ¨²ltimas tribus aisladas de Brasil, una cr¨®nica sobre qui¨¦nes los protegen y qui¨¦nes los amenazan. Est¨¢bamos all¨ª porque en el valle Yavar¨ª viven m¨¢s tribus de las que evitan el contacto con extra?os que ning¨²n otro lugar del planeta.
Gracias a la informaci¨®n reunida por los patrulleros ind¨ªgenas sobre las invasiones, la polic¨ªa confisc¨® en algunos casos capturas ilegales y detuvo a furtivos. Univaja sostiene que en otros casos las autoridades hicieron caso omiso a sus informes, como uno reciente con detalles sobre la banda a criminal que seg¨²n la asociaci¨®n estar¨ªa detr¨¢s de la pesca y la caza ilegal en el valle de Yavar¨ª y a la que pertenecer¨ªan los pescadores furtivos acusados del asesinato.
Pereira se hab¨ªa convertido en alguien realmente inc¨®modo, la Funai lo denunci¨® por conflicto de intereses. Las amenazas contra ¨¦l y los vigilantes ind¨ªgenas del valle de Yavar¨ª se multiplicaron.
Era uno de los profesionales m¨¢s respetados y amenazados del oficio. Su vocaci¨®n era proteger a sus compatriotas ind¨ªgenas, especialmente a los no contactados por los blancos. Durante la entrevista, cont¨® que su pr¨®ximo gran proyecto, junto a los patrulleros ind¨ªgenas que estaba formando, era renovar la se?alizaci¨®n de parte de los l¨ªmites de la tierra ind¨ªgena Yavar¨ª. Una expedici¨®n de 350 kil¨®metros por la selva con un doble objetivo: fijar los lindes para disuadir a los que palmo a palmo comen terreno ilegalmente a la jungla para cultivar y reforzar la conexi¨®n de los ind¨ªgenas con ese rinc¨®n de su tierra. Apasionado de su oficio, era consciente de que hab¨ªan pateado un avispero.
Un pescador furtivo confes¨® el doble asesinato y donde enterr¨® sus cuerpos. Los allegados de las v¨ªctimas, que estuvieron 11 d¨ªas desaparecidas, han criticado la celeridad con la que la polic¨ªa pretende descartar un posible asesinato por encargo. El reportero, colaborador de The Guardian, The Washington Post, y otros medios, acompa?aba a Pereira para recabar informaci¨®n para un libro.
El brit¨¢nico era un periodista musical que 15 a?os atr¨¢s desembarc¨® en Brasil para cambiar de aires por una temporada y escribir sobre la vibrante escena musical de S?o Paulo. Le gust¨® el pa¨ªs, se fue quedando y comenz¨® a trabajar como freelance para medios internacionales. En los ¨²ltimos tiempos estaba dedicado a temas medioambientales. Profesor voluntario de ingl¨¦s en favelas, viv¨ªa con su esposa, Alessandra Sampaio, en Salvador de Bah¨ªa.
Aunque Pereira no ten¨ªa el f¨ªsico fibroso de tantos exploradores y a veces fumaba, era un veterano con muchas expediciones a su espalda y sorprend¨ªa a sus colegas con una resistencia infinita en aquel ambiente tan hostil. Estos d¨ªas ha viralizado un v¨ªdeo suyo. Se le ve relajado, feliz, sentado en la espesa vegetaci¨®n mientras entona una canci¨®n en alguna de las lenguas ind¨ªgenas que hablaba.
Lembrar deles cantando, lutando e mantendo a floresta viva e de p¨¦, lado a lado com os povos ind¨ªgenas e popula??es tradicionais.#Justi?aParaDomEBrunopic.twitter.com/7r0TdpKhY6
— Sinal de Fuma?a | Monitor socioambiental (@FumacaSinal) June 15, 2022
Pero tambi¨¦n explic¨® a este diario el creciente riesgo que corren quienes protegen las tierras ind¨ªgenas y a sus habitantes en Amazonia. Sufr¨ªa amenazas hace a?os. Siempre iba armado. Tomaba otras precauciones. Prefiri¨® no ser fotografiado. En el valle de Yavar¨ª, como en otras regiones de Amazonia, confluyen m¨²ltiples ilegalidades, poderosos intereses y rutas de la droga. Las amenazas comenzaron cuando a¨²n era funcionario de la Funai. A uno los colegas con los que trabajaba en esa ¨¦poca en el valle de Yavar¨ª lo mataron tiros en un crimen que no ha sido resuelto.
Pereira fue destituido en la Funai despu¨¦s de que liderara una gran operaci¨®n contra la miner¨ªa ilegal, que acab¨® con la confiscaci¨®n de decenas de embarcaciones. Era principios de 2019. Hac¨ªa solo unos meses que Jair Bolsonaro hab¨ªa llegado a la Presidencia con su discurso a favor de autorizar la explotaci¨®n de las tierras ind¨ªgenas ¡ªahora prohibido por ley¡ª que considera a los nativos y el medio ambiente un obst¨¢culo al desarrollo econ¨®mico. Cay¨® en desgracia para una administraci¨®n que apart¨® a t¨¦cnicos experimentados para colocar al frente de la pol¨ªtica indigenista a polic¨ªas y militares.
Aunque estaba instalado con su familia en Bel¨¦m (Par¨¢), pasaba temporadas en el valle de Yavar¨ª. El indigenista Pereira naci¨® en Recife (Pernambuco), estudi¨® all¨ª periodismo y hasta ejerci¨® el oficio antes de convertir su inter¨¦s por los ind¨ªgenas en su profesi¨®n. Deja pareja, la antrop¨®loga Beatriz Mato, y tres hijos.
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