La larga crisis de un Brexit a ninguna parte
La dimisi¨®n de Truss es un episodio m¨¢s, tras a?os de inestabilidad pol¨ªtica alimentada por las fisuras abiertas por el divorcio de la UE
El Reino Unido no levanta cabeza. Que una lechuga fr¨¢gil y perecedera se haya convertido en el s¨ªmbolo de la inestabilidad pol¨ªtica que atormenta al pa¨ªs dice mucho del delicado momento que atraviesan las islas. Londres encadena una crisis pol¨ªtica con la siguiente ante la perplejidad del mundo exterior, que no alcanza a comprender c¨®mo el caos pol¨ªtico se ha convertido en la norma. La ¨²ltima crisis esta semana se ha llevado por delante a una primera ministra que ha durado 45 d¨ªas en el puesto. Los sobresaltos de los ¨²ltimos d¨ªas son apenas la espuma de una corriente subterr¨¢nea m¨¢s fuerte y profunda, que se ha cobrado ya la cabeza de cuatro primeros ministros.
Porque puede que las convulsiones pol¨ªticas de esta semana hayan sido especialmente bruscas, pero no son ni mucho menos nuevas. El Brexit y las din¨¢micas pol¨ªticas nacidas al calor del refer¨¦ndum han agravado algunas de las fracturas que desgarran al pa¨ªs y al Partido Conservador, en el poder desde hace 12 a?os.
¡°El Brexit es una de las causas de esta crisis, pero tambi¨¦n lo son las tensiones dentro del Partido Conservador, que a su vez propiciaron el Brexit. Desde hace 12 a?os vemos c¨®mo ha habido una facci¨®n dentro de los conservadores dispuestos a rebelarse contra el partido para imponer su agenda euroesc¨¦ptica¡±, explica Robert Ford, profesor de ciencia pol¨ªtica de la Universidad de M¨¢nchester. La influencia desproporcionada de estos rebeldes, jaleados por ciertos medios de comunicaci¨®n y think tanks y envalentonados por el triunfo en el refer¨¦ndum del Brexit, ha terminado por dividir y consumir al partido desde dentro.
Fue en 2016 cuando la ingobernabilidad del partido conservador acab¨® por alumbrar el refer¨¦ndum de pertenencia a la Uni¨®n. La facci¨®n eur¨®foba y ultraliberal del partido se rebel¨® contra el entonces primer ministro David Cameron, quien pens¨® que convocando un refer¨¦ndum las aguas se calmar¨ªan. Nada m¨¢s lejos de la realidad. Cameron sac¨® al genio de la botella y desde entonces campa a sus anchas por las islas. Un 52% de los brit¨¢nicos vot¨® a favor de salir de la UE y un 48% eligi¨® quedarse. Cameron dimiti¨®.
Theresa May sucedi¨® a Cameron con la misi¨®n de hacer el Brexit realidad, pero fracas¨® en su intento incapaz de disciplinar y marginalizar a los brexiteros m¨¢s duros. Aspir¨® a la cuadratura del c¨ªrculo, a no romper por las bravas con la Uni¨®n, pero nada era suficiente para los m¨¢s duros. Tres a?os despu¨¦s, May pasaba con l¨¢grimas en los ojos por el ya famoso atril del 10 de Downing Street para anunciar su dimisi¨®n.
Despu¨¦s vino Boris Johnson, el pol¨ªtico seductor que busc¨® el apoyo popular para ejecutar de una vez por todas el prometido Brexit. Y lo logr¨®. En las elecciones de 2019 obtuvo una aplastante mayor¨ªa como no hab¨ªan visto los conservadores desde los tiempos de Margaret Thatcher. Triunf¨® gracias a una heterog¨¦nea coalici¨®n de votantes unidos por el pegamento del Brexit. La medianoche del 31 de enero de 2020 el Brexit se hizo realidad.
Anand Menon, catedr¨¢tico de pol¨ªtica europea del Kings College, ahonda en las divisiones del partido y entre los votantes conservadores. ¡°En 2019 los tories cosecharon el apoyo de votantes y pol¨ªticos a los que los un¨ªa el Brexit, pero que estaban divididos en todo lo dem¨¢s. Cuando esa fr¨¢gil alianza tiene que enfrentarse a una gran crisis econ¨®mica afloran las divisiones, tambi¨¦n entre los parlamentarios¡±.
La pandemia vino acompa?ada de una serie de esc¨¢ndalos protagonizados por Johnson, incluido el famoso Partygate. El primer ministro se dedic¨® a celebrar fiestas en Downing Street mientras no permit¨ªa a los ciudadanos despedirse de sus seres queridos para evitar contagios. El enfado nacional fue monumental y los esc¨¢ndalos siguieron acumul¨¢ndose. Johnson acab¨® dimitiendo en julio pasado.
¡°Esto no es Estados Unidos¡±
Los militantes conservadores eligieron para sucederle a Liz Truss, una pol¨ªtica ebria de ideolog¨ªa neoliberal y vintage. Ese ala ultraliberal ya exist¨ªa desde antes del Brexit, pero a partir de 2016 se vio reforzada en sus aspiraciones. ¡°Desde tiempos de Margaret Thatcher siempre ha habido un ala del partido conservador que b¨¢sicamente quiere que el Reino Unido sea como Texas pero con peor clima. Pero esto no es Estados Unidos y el electorado brit¨¢nico quiere servicios p¨²blicos y quiere redistribuci¨®n de la riqueza¡±, explica Ford. Con la llegada de Truss al poder, los brexiteros m¨¢s febriles creyeron que por fin hab¨ªa llegado su momento. La oportunidad de imponer la ideolog¨ªa econ¨®mica de Truss, una visi¨®n radical libertaria que pasa por bajar los impuestos sobre todo para los de arriba, con la idea de que la riqueza acumulada acabar¨¢ cayendo poco menos que por la fuerza de la gravedad y favoreciendo a los empobrecidos; el famoso trickle down [goteo]. Los mercados, su partido y los votantes lo rechazaron de plano. Truss result¨® un fiasco sin precedentes y ella tambi¨¦n se vio obligada a salir por la puerta del n¨²mero 10 de Downing Street de manera abrupta y precipitada.
Ford piensa que lo que sucede en el Reino Unido es en parte un reflejo de lo que sucede en el continente. ¡°La mayor¨ªa de los pa¨ªses europeos tienen un partido de extrema derecha populista con un perfil de votante similar. Aqu¨ª ese votante apoy¨® al Partido de la Independencia de Reino Unido (UKIP) en 2015 y con el Brexit los conservadores los fagocitaron. Lo que hemos visto esta semana es lo que pasa cuando el ala ultraliberal del partido se instala y reinterpreta que los votantes quieren un pa¨ªs de libre comercio, algo as¨ª como Singapur en el T¨¢mesis, pero eso no es por lo que la gente vot¨® Brexit. Votaron por nacionalismo y patriotismo, por un Reino Unido que tome sus decisiones al margen de la UE, pero no para que corte la sanidad p¨²blica¡±, explica este profesor de ciencia pol¨ªtica.
Ford apunta tambi¨¦n a la abismal brecha entre Londres y el resto del pa¨ªs como causa de las crisis encadenadas. ¡°Johnson cre¨® expectativas en partes del pa¨ªs que se sienten marginadas y no ha habido resultados. La gente est¨¢ enfadada y decepcionada. Ese problema no se va a solucionar hasta que no haya una reforma del centralismo. Hasta que no haya una devoluci¨®n real de poder de Westminster a las regiones, estos problemas van a seguir ocurriendo¡±.
Visiones muy distintas dentro del Partido Conservador
Menon explica que el campo del Brexit del partido conservador alberga visiones muy distintas. Que hay quien defiende m¨¢s control sobre la inmigraci¨®n y quien quiere liberalizar la entrada de trabajadores. Quienes quieren reducir al m¨¢ximo los impuestos como Truss o quienes como Johnson ven en el Brexit una manera de que el Estado asuma un mayor control y tomar decisiones que antes no pod¨ªa con la UE. Un tory del norte de Inglaterra, del llamado muro rojo posindustrial y empobrecido, tiene prioridades econ¨®micas muy diferentes que uno de Londres o del pujante sureste de la isla. ¡°Coinciden en que quieren el Brexit, pero no est¨¢n de acuerdo en para qu¨¦ sirve¡±, termina el polit¨®logo del Kings College.
¡°Hay una corriente de fondo que va m¨¢s all¨¢ de Truss o del Partygate y que tiene que ver con la desconexi¨®n del partido conservador con los votantes que ganaron desde el Brexit y que est¨¢n decepcionados porque no creen que los tories sean competentes ni que representen sus intereses¡±, cree Matthew Goodwin, profesor de pol¨ªticas de la Universidad de Kent. Y a?ade: ¡°Tanto Truss como Johnson han perdido el contacto con ese electorado de clase trabajadora, diferente del votante conservador cl¨¢sico¡±. Esas divisiones, seg¨²n Goodwin explican que no haya ning¨²n candidato claro en la carrera por la sucesi¨®n de Truss. ¡°El partido se encuentra en la posici¨®n m¨¢s d¨¦bil de su historia¡±, certifica.
Las encuestas muestran que la intenci¨®n de voto se ha desplomado para los conservadores, que cosechan m¨ªnimos hist¨®ricos, mientras la econom¨ªa de las islas atraviesa momentos muy dif¨ªciles. Los mercados reaccionan al comp¨¢s de las crisis pol¨ªticas, la libra se desploma, la mano de obra escasea y las empresas se resienten, mientras la inflaci¨®n sigue disparada por encima del 10%. El ciudadano de a pie se ve obligado a convivir con la calculadora mental en la cabeza. Cuando va a la compra, cuando enciende la calefacci¨®n o cuando espera noticias sobre el precio de su hipoteca. En este contexto, sea quien sea el pr¨®ximo inquilino de Downing Street, se ver¨¢ obligado a tomar decisiones dif¨ªciles que seguir¨¢n alimentando una inestabilidad pol¨ªtica que parece no tener fin. Qui¨¦n ser¨¢ el pr¨®ximo primer ministro es a estas alturas una inc¨®gnita, pero el sustrato del que se alimentan estas crisis permanece. Las pr¨®ximas elecciones est¨¢n previstas para 2025. De no mediar adelanto electoral, la deriva autodestructiva tory seguir¨¢ irradiando inestabilidad por todo el continente durante los pr¨®ximos dos a?os.
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