El fin de la promesa econ¨®mica en Am¨¦rica Latina
La desaceleraci¨®n prevista para 2023 aboca a los Gobiernos de la regi¨®n a actuar frente a las exigencias econ¨®micas de sus pa¨ªses o sufrir¨¢n problemas de gobernabilidad
Medir el ¨¦xito econ¨®mico es, en teor¨ªa, sencillo. Si crece el Producto Interno Bruto (PIB), si la inflaci¨®n se mantiene baja y el mercado laboral es fuerte. A¨²n m¨¢s exitosa es la econom¨ªa que logra incrementar su productividad y su ingreso per c¨¢pita, as¨ª como aquella que reduce la pobreza o la desigualdad. Este fue el ¨¦xito prometido a los latinoamericanos a principios de siglo, y, durante un tiempo, la visi¨®n galvaniz¨® a distintos pa¨ªses. Hay que trabajar duro, dijeron los gobernantes, pero habr¨¢ frutos para cosechar.
El auge de las materias primas que empez¨® en 2003 y dur¨® diez a?os ayud¨® a reducir la pobreza y la desigualdad. Millones de personas accedieron por primera vez a una vida de clase media y so?aron con un futuro a¨²n mejor para sus hijos. Confiaron en que sus Gobiernos estaban invirtiendo bien los r¨¦ditos, pero sufrieron una decepci¨®n cuando los precios de las exportaciones bajaron en los mercados globales. Por si fuera poco, estallaron esc¨¢ndalos de corrupci¨®n que desprestigiaron a la clase pol¨ªtica y a los partidos a un grado que hoy se siente irreparable.
Por esto, y por razones particulares a cada pa¨ªs, Latinoam¨¦rica busca su propia definici¨®n de ¨¦xito econ¨®mico. ?De qu¨¦ sirve que crezca el PIB si las escuelas se caen a pedazos? ?A qui¨¦n beneficia un mercado laboral fuerte si desplazarse hasta el lugar de trabajo es inseguro? ?Por qu¨¦ se sigue dependiendo de los recursos naturales para generar riqueza? Toman forma de preguntas, pero son exigencias y est¨¢n alimentando las protestas sociales vistas en los ¨²ltimos tres a?os en diferentes partes de la regi¨®n.
La muestra de hartazgo m¨¢s reciente, y quiz¨¢s la m¨¢s emblem¨¢tica, es la de Per¨². En la superficie, el choque es pol¨ªtico. Miles de peruanos salieron a protestar en apoyo al expresidente Pedro Castillo, quien fue arrestado el 7 de diciembre tras un intento fallido de autogolpe de Estado. Pero la sustancia de las protestas es fundamentalmente econ¨®mica. Los manifestantes, muchos de ellos de origen ind¨ªgena y residentes en ¨¢reas rurales, piden ser representados en el Congreso, exigen que sus hijos tengan acceso a educaci¨®n de la misma calidad que las clases altas y quieren un trabajo formal, bien pagado, sin tener que mudarse a la capital, Lima.
En la narrativa de las ¨²ltimas d¨¦cadas, no hay ¨¦xito econ¨®mico m¨¢s celebrado que el peruano. El pa¨ªs redujo la pobreza y la desigualdad m¨¢s que ninguno de sus pares entre 2003 y 2017. Quienes estudian el caso aseguran que el logro se debe, en gran parte, a la separaci¨®n ¡°en dos v¨ªas¡± del manejo de la econom¨ªa con el de la pol¨ªtica. Juzgando por la crisis pol¨ªtica casi permanente del pa¨ªs, es posible que este modelo haya caducado. Per¨² ha tenido seis presidentes en cuatro a?os y desde que empez¨® este milenio, casi todos han terminado presos, fugitivos o salpicados por esc¨¢ndalos de corrupci¨®n. Hoy, los peruanos inconformes piden la convergencia de las dos v¨ªas, de manera que sus representantes pol¨ªticos velen por sus intereses econ¨®micos.
Otros nueve pa¨ªses de la regi¨®n fueron sacudidos por el mismo esc¨¢ndalo de corrupci¨®n al igual que Per¨²: el caso de la constructora brasile?a Odebrecht. El esquema, considerado el m¨¢s grande y extenso en la historia de las corporaciones a escala mundial, dur¨® 30 a?os e involucr¨® el pago ilegal de d¨¢divas a funcionarios en Latinoam¨¦rica a cambio de contratos p¨²blicos. Este y otros casos de corrupci¨®n han desgastado a las clases pol¨ªticas y erosionado la confianza en los Gobiernos, los mismos que buscan cautivar a sus ciudadanos con promesas traducidas en PIB y en cifras de inversi¨®n extranjera directa.
El impresionante crecimiento que vivi¨® Per¨² entre 2003 y 2017 no gener¨® buenas oportunidades para aquellos que viven en el campo, explicaba recientemente en una conversaci¨®n el economista peruano Luis Alberto Arias, quien fue funcionario del Banco Central en su pa¨ªs y hoy es acad¨¦mico en un par de universidades. ¡°Reducir la pobreza es el gran reto que tenemos porque si no va a persistir la inestabilidad social y va a persistir el riesgo de caer en un gobierno radical¡±, dijo. En los ¨²ltimos tres a?os, analistas y candidatos a puestos p¨²blicos me han dicho versiones distintas del mismo mensaje: es la gobernabilidad la que est¨¢ en riesgo.
Lo vimos en Chile, en 2019, cuando una revoluci¨®n ciudadana llev¨® al proceso constitucional m¨¢s ambicioso de los ¨²ltimos tiempos. Lo vimos en Ecuador, en 2019 y este a?o, cuando miles de personas se enfrentaron a una violenta represi¨®n al exigir una econom¨ªa m¨¢s incluyente. Lo vimos el a?o pasado en Colombia, cuando el Gobierno propuso subir impuestos a una clase media con un poder adquisitivo ya limitado. Ah¨ª, las protestas se extendieron durante meses, paralizaron sectores enteros de la econom¨ªa y llevaron a un paro nacional. (Lo mismo sucede en China, por cierto, en donde el Gobierno prometi¨® movilidad social a cambio de ciertas libertades, un acuerdo que hoy se resquebraja).
En 2023, a menos que las condiciones globales cambien, Latinoam¨¦rica enfrentar¨¢ una desaceleraci¨®n econ¨®mica. Esto apretar¨¢ las finanzas p¨²blicas y los Gobiernos tendr¨¢n que maniobrar para atender las exigencias econ¨®micas de sus pa¨ªses. M¨¢s de 200 millones de personas, es decir, 32% de la poblaci¨®n total de la regi¨®n, viven en situaci¨®n de pobreza, de acuerdo con la Comisi¨®n Econ¨®mica para Am¨¦rica Latina y el Caribe (Cepal). De estos, 82 millones viven en pobreza extrema. Mientras tanto, de acuerdo con el World Inequality Report 2022, el 10% de los latinoamericanos m¨¢s ricos captan el 55% del ingreso de sus pa¨ªses.
Este es un momento extraordinario para Am¨¦rica Latina en el que los Gobiernos que no escuchen las exigencias sociales deben esperar una reacci¨®n. Es un momento en que la promesa econ¨®mica cl¨¢sica no cabe en el imaginario.
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