¡®Panzer¡¯ germanos contra Rusia: Alemania se enfrenta a sus traumas
El env¨ªo de carros de combate Leopard 2 a Ucrania es la ¨²ltima de muchas l¨ªneas rojas cruzadas por un pa¨ªs condicionado por su pasado y que se enfrenta a decisiones dif¨ªciles
Los tanques alemanes volver¨¢n a medirse a los rusos en el campo de batalla. Los manejar¨¢ el ej¨¦rcito ucranio para defenderse en la guerra de agresi¨®n que libra Vlad¨ªmir Putin, pero la imagen es muy simb¨®lica, incre¨ªblemente potente todav¨ªa en 2023. El canciller alem¨¢n, Olaf Scholz, quer¨ªa evitarla por todos los medios. Finalmente ha cedido a las presiones y ha aceptado enviar los modernos carros de combate Leopard 2 en el marco de una coalici¨®n internacional. Era una l¨ªnea roja de Scholz, un tab¨². Y ha acabado cayendo. La guerra en Ucrania ha supuesto para Alemania un punto de inflexi¨®n, el momento de enfrentarse a sus traumas y tomar decisiones comprometidas y, no pocas veces, dolorosas. Y a hacerlo r¨¢pido.
Berl¨ªn ha enfilado el camino de una transformaci¨®n que redefinir¨¢ su papel en Europa y en el mundo, y lo hace en medio de una crisis econ¨®mica, lidiando con unos precios disparados que traen a la mente los fantasmas de la hiperinflaci¨®n de hace justo un siglo mientras los sindicatos del sector p¨²blico exigen subidas de salario del 10,5%. El corte del flujo de gas ruso barato pone en entredicho el modelo industrial que ha definido a Alemania desde el final de la II Guerra Mundial y la obliga a replantear su modelo energ¨¦tico y a postergar su anhelada transici¨®n verde. ¡°Este ¨²ltimo a?o, Alemania ha experimentado cambios dr¨¢sticos, est¨¢ en pleno reajuste y con la poblaci¨®n dividida en muchos asuntos clave¡±, apunta Hans Kundnani, investigador asociado del centro de an¨¢lisis Chatham House.
Desde la derrota del nazismo, Alemania ha ocupado un papel secundario en el orden de seguridad europeo y transatl¨¢ntico, buscando pasar desapercibida, promoviendo el antimilitarismo y usando las relaciones comerciales como forma de apaciguamiento de reg¨ªmenes autoritarios como la antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica. La invasi¨®n de Ucrania ha sacudido esos pilares que sostuvieron durante d¨¦cadas su papel en una Europa que, de repente, vive otra guerra, lo que la obliga a sacar la cabeza. La historiadora Kristina Spohr, profesora de la London School of Economics, habla de ¡°shock¡±, para los ciudadanos y para todo el sistema.
Y, sin embargo, la cohesi¨®n no se ha roto. El sistema aguanta. En oto?o cundi¨® el temor a que la p¨¦rdida de puestos de trabajo y el galopante incremento del coste de la vida desembocara en un movimiento al estilo de los chalecos amarillos en Francia alentado por formaciones populistas como Alternativa para Alemania (AfD). ¡°No sucedi¨® porque el Gobierno puso sobre la mesa una cantidad ingente de dinero para ayudar a las familias y las empresas¡±, opina Alexey Yusupov, director del programa de Rusia de la Fundaci¨®n Friedrich Ebert (FES). Todo el mundo hizo su parte: la industria y los hogares ahorraron energ¨ªa y la construcci¨®n de alternativas a los gasoductos rusos fue un ¨¦xito, para sorpresa hasta de los m¨¢s optimistas. A finales del a?o pasado se puso en marcha la primera terminal de gas natural licuado (GNL), que ahora se importa por mar. ¡°Nadie esperaba que ocurriera tan r¨¢pido en un pa¨ªs al que le cuesta d¨¦cadas construir un aeropuerto¡±, bromea Yusupov.
La reticencia de Scholz a enviar los Leopard es quiz¨¢ la cuesti¨®n con m¨¢s implicaciones para la identidad alemana y su compleja relaci¨®n con la historia. La imagen de los panzer avanzando hacia el este todav¨ªa toca la sensibilidad de los alemanes de m¨¢s edad que tienen frescas en la memoria las barbaridades nazis de la II Guerra Mundial. La divisi¨®n del pa¨ªs durante 40 a?os tambi¨¦n desempe?a un papel destacado en el debate. La mayor¨ªa de los alemanes aprueba mantener el apoyo a Ucrania, incluso cuando se les pregunta si eso equivale a perder calidad de vida. Pero difieren en el modo. En la cuesti¨®n de los tanques estaban casi al 50%, seg¨²n varias encuestas. Y en las regiones que formaron parte de la antigua Alemania oriental, que siempre tuvo una conexi¨®n m¨¢s estrecha con Rusia y mayor escepticismo respecto a la OTAN y el militarismo en general, la balanza se inclina del lado del no. Una encuesta de la televisi¨®n p¨²blica MDR en el este alem¨¢n revel¨® que el 74% cree que la decisi¨®n de enviar tanques es incorrecta.
A diferencia de otros equipos militares, que pueden usarse de forma defensiva u ofensiva, en el caso de los Leopard no hay duda: es un arma ofensiva. Entre las generaciones de m¨¢s edad, el sentimiento de culpabilidad de Alemania por la guerra contra la Uni¨®n Sovi¨¦tica todav¨ªa est¨¢ muy vivo. Incluso tras la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn en 1989, en el imaginario colectivo el pa¨ªs sucesor del antiguo enemigo es Rusia, y no tanto Bielorrusia o Ucrania, pese a que tambi¨¦n all¨ª los nazis masacraron a la poblaci¨®n. Es ahora, con la guerra, cuando esa percepci¨®n est¨¢ empezando a cambiar, se?ala Yusupov.
Presiones externas e internas
El mayor temor de Scholz durante las semanas en las que resisti¨® las presiones, externas e internas, para enviar los tanques, era el riesgo de escalada del conflicto. Alemania est¨¢ cambiando, pero no tanto como para sentirse c¨®moda con liderar un movimiento que podr¨ªa empeorar una guerra. Por eso la condici¨®n de la participaci¨®n estadounidense era tan importante. El canciller no anunci¨® la entrega de los Leopard hasta que acord¨® con Joe Biden que tambi¨¦n Washington enviar¨¢ su equivalente, los Abrams. ¡°Alemania jam¨¢s podr¨ªa haberlo hecho en solitario. Necesitaba una alianza¡±, subraya Spohr.
En ese sentido, Scholz se sali¨® con la suya. Consigui¨® la alianza. Pero desperdici¨®, en opini¨®n de la historiadora, la oportunidad de ¡°liderar desde el frente, de forma proactiva¡±, en lugar de hacerlo, como es tradici¨®n en Alemania, ¡°desde atr¨¢s¡±. El canciller podr¨ªa haber explicado la necesidad de una coalici¨®n. ¡°Pero en lugar de eso, la reuni¨®n de los aliados en Ramstein fue un desastre, Alemania se llev¨® una bronca y al final, tres d¨ªas despu¨¦s, Scholz acab¨® cediendo a las presiones¡±, se?ala la autora de Despu¨¦s del muro. La reconstrucci¨®n del mundo tras 1989.
Pero la figura del canciller cauteloso, que se toma su tiempo para sopesar pros y contras de una decisi¨®n est¨¢ muy arraigada en la cultura pol¨ªtica alemana. ¡°Mucha gente fuera, especialmente en el Reino Unido y en Estados Unidos, no entiende c¨®mo funciona el sistema pol¨ªtico alem¨¢n: est¨¢ completamente basado en el consenso¡±, apunta Kundnani.
Marie-Agnes Strack-Zimmermann, presidenta de ls comisi¨®n de Defensa del Bundestag y quiz¨¢ la figura que p¨²blicamente mejor ha encarnado la oposici¨®n a Scholz en el asunto de los tanques, pese a pertenecer a los liberales, partido de la coalici¨®n de gobierno, es comprensiva con lo ocurrido: ¡°S¨¦ que algunos socios est¨¢n irritados con nosotros, pero el canciller necesitaba tiempo. Este asunto ha provocado una enorme discusi¨®n en Alemania¡±, asegura al tel¨¦fono desde D¨¹sseldorf, donde tiene su circunscripci¨®n. La ciudadan¨ªa estaba dividida. Incluso los partidos lo estaban. Tanto el SPD de Scholz como Los Verdes tienen potentes facciones pacifistas a las que el canciller no pod¨ªa ignorar. Los l¨ªderes de Los Verdes, el otro partido socio del canciller, han defendido la entrega de armamento pesado enfrent¨¢ndose a la corriente antimilitarista de sus bases.
El pa¨ªs tambi¨¦n tiene mucho que asimilar. Lo primero, que se equivoc¨® con Rusia. El debate p¨²blico no ha sido todo lo intenso que cabr¨ªa esperar, pero grandes figuras pol¨ªticas han asumido la responsabilidad alemana, recuerda Daniela Schwarzer, directora ejecutiva de Open Society para Europa. El presidente, Frank-Walter Steinmeier, que fue ministro de Exteriores dos veces ¨Duna de ellas durante la invasi¨®n rusa de Crimea en 2014¨D, reconoci¨® en un en¨¦rgico discurso en octubre que la invasi¨®n ha marcado ¡°el fracaso definitivo y amargo de a?os de esfuerzos pol¨ªticos¡±. ¡°Incluidos los m¨ªos¡±, a?adi¨®, en referencia a que ¨¦l mismo fue uno de los mayores defensores de las buenas relaciones con Mosc¨².
Toda una generaci¨®n de pol¨ªticos alemanes, especialmente los socialdem¨®cratas como Steinmeier y Scholz, est¨¢n marcados por la ostpolitik, la apertura al este de Europa que impulsaron Willy Brandt y Helmut Schmidt como forma de reconciliaci¨®n con la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Aceptar la nueva realidad equivale a asumir que ¡°aquellos principios han resultado ser errores o fallos de c¨¢lculo, dependiendo de la perspectiva¡±, apunta Yusupov. El principal consist¨ªa en que a mayor interconexi¨®n ¨Dcomercio, cooperaci¨®n institucional, gasoductos¨D, menor riesgo de conflicto.
El gasoducto Nord Stream 2 se ha convertido en el s¨ªmbolo de ese fracaso. La infraestructura, que no lleg¨® a ponerse en marcha, culminaba una estrategia energ¨¦tica basada ¨²nicamente en el gas barato ruso. Alemania no ten¨ªa ni una sola regasificadora en su territorio para poder recibir gas natural licuado. ¡°No es una cuesti¨®n espec¨ªfica de la socialdemocracia alemana. Es una cultura pol¨ªtica compartida entre todas las ¨¦lites, que estaban convencidas de que las relaciones econ¨®micas eran garant¨ªa de una coexistencia pac¨ªfica con Rusia¡±, se?ala el experto de la FES. De hecho, fue la democristiana Angela Merkel la que impuls¨® el gasoducto con Rusia, y lo hizo despu¨¦s de la anexi¨®n ilegal de Crimea. Cuando estall¨® la guerra, lleg¨® la conmoci¨®n: la dependencia energ¨¦tica de Mosc¨² era apabullante.
El recuerdo de los panzer alemanes arrasando el este de Europa, la ostpolitik y la cultura pol¨ªtica alemana que siempre busca las mayor¨ªas contribuyen a explicar la vacilaci¨®n de Scholz, pero para Kundnani, autor del ensayo La paradoja del poder alem¨¢n, hay otro elemento clave: ¡°Uno de los factores m¨¢s importantes es el miedo a que si Alemania no enviaba los Leopard 2, otros pa¨ªses dejar¨ªan de comprar Leopard 2¡å. El autor cree que no hay que subestimar la importancia de la industria armament¨ªstica alemana, que protagoniza otra de las contradicciones hist¨®ricas de la pol¨ªtica exterior del pa¨ªs. De un lado, el compromiso con la paz; del otro, mantenerse como uno de los mayores exportadores de armamento del mundo. ¡°Negarse a enviar su mejor producto habr¨ªa matado a la industria. Creo que ha tenido m¨¢s efecto eso que la presi¨®n de los verdes o de Washington¡±, a?ade.
El episodio de los tanques deja abierta la cuesti¨®n del liderazgo alem¨¢n. Cuando Scholz anunci¨® el 27 de febrero, en un hist¨®rico discurso en el Bundestag, la zeitenwende (punto de inflexi¨®n o cambio de era) y el giro en la percepci¨®n que ten¨ªan los alemanes de su lugar en el mundo, parec¨ªa que Berl¨ªn se desped¨ªa de su papel de potencia reticente en el plano de la seguridad. Muchos aventuraron que, del mismo modo que fue asertiva en el uso de su poder econ¨®mico con la crisis del euro, se dispon¨ªa a serlo ahora en pol¨ªtica exterior y defensa. Por ahora no parece dispuesta a liderar del mismo modo que marc¨® la pauta en Europa con sus pol¨ªticas de austeridad y neg¨¢ndose ¨Dhasta que lleg¨® la pandemia y tuvo que romper otro tab¨²¨D a mutualizar la deuda.
Sobre el liderazgo de Scholz en esta crisis coexisten dos narrativas, la del canciller que no se deja llevar por la corriente y acaba imponi¨¦ndose, y la del que act¨²a solo cuando se ve acorralado y no le queda otra opci¨®n. Hay defensores de ambas lecturas, que tienen algo en com¨²n: la necesidad de no tomar decisiones apresuradas. ¡°Estamos viviendo un punto de inflexi¨®n en nuestra historia¡±, subraya Strack-Zimmermann, que recuerda que Alemania, pa¨ªs con d¨¦cadas de antimilitarismo en su ADN tras dos guerras mundiales, ya derrib¨® un importante tab¨² al principio de la invasi¨®n al autorizar por primera vez el env¨ªo de armas letales a una zona en conflicto. La energ¨ªa, la econom¨ªa, la necesidad de modernizar un ej¨¦rcito infrafinanciado durante d¨¦cadas e incapaz de defender al pa¨ªs si fuera atacado¡ ¡°Son muchas cosas a la vez y Alemania necesita tiempo para explicarlo¡±.
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