Alemania inaugura una nueva era sin gas ruso
El mayor consumidor de gas de la UE pone en marcha su primera regasificadora, tras llegar a la crisis sin una sola infraestructura capaz de transformar el combustible que llega por barco
Se llama H?egh Esperanza, mide 300 metros de eslora y la prensa alemana lleva d¨ªas siguiendo en tiempo real su viaje hasta Wilhelmshaven, una ciudad portuaria en la costa del mar del Norte. Su atraque en un muelle reci¨¦n construido al norte del puerto, el jueves por la tarde, se ha retransmitido como un gran acontecimiento. Porque lo es. El buque metanero, que transporta alrededor de 165.000 metros c¨²bicos de gas natural licuado (GNL), se ha convertido en el s¨ªmbolo de los esfuerzos de Alemania por independizarse del suministro de gas de Rusia.
Con el inicio de la invasi¨®n rusa de Ucrania, el 24 de febrero, el Gobierno alem¨¢n se dio de bruces con una realidad inc¨®moda a la que casi nadie se hab¨ªa querido enfrentar hasta entonces: la calefacci¨®n de la mitad de los hogares y el funcionamiento del potente sector industrial depend¨ªan en un 55% del gas ruso que llegaba por tubo. De un d¨ªa para otro se hizo patente la temeraria vinculaci¨®n con Mosc¨² y los errores de la pol¨ªtica energ¨¦tica de las ¨²ltimas d¨¦cadas. Alemania se enfrentaba a una crisis de suministro sin precedentes y no ten¨ªa una sola regasificadora, las plantas que permiten importar GNL ¡ªel que llega por barco¡ª desde cualquier productor de planeta: de Estados Unidos a Australia; de Trinidad y Tobago a Egipto.
La llegada del H?egh Esperanza es un hito por varias razones. La primera, su carga es suficiente para abastecer a entre 50.000 y 80.000 hogares alemanes durante un a?o, seg¨²n la energ¨¦tica Uniper, y cuando la terminal flotante ¡ªtemporal¡ª est¨¦ en funcionamiento tras su instalaci¨®n ¡ªempezar¨¢ a inyectar el gas en la red alemana el 22 de diciembre¡ª tendr¨¢ capacidad para producir unos cinco millardos de metros c¨²bicos (bcm) de gas al a?o, el 6% de las necesidades del pa¨ªs. Un segundo barco, el Neptune, arrib¨® el viernes al puerto de Lubmin, donde tambi¨¦n se preparan para tener lista la infraestructura cuanto antes.
La inauguraci¨®n de la regasificadora de Wilhelmshaven marca un antes y un despu¨¦s en dos frentes. Por un lado, aporta en tiempo r¨¦cord una soluci¨®n al mayor riesgo que atenaza a la econom¨ªa alemana desde el inicio de la guerra: que no haya suficiente gas para alimentar su ingente industria. Por otro, supone el reconocimiento impl¨ªcito de un error de calado, cometido muchos a?os antes de que el primer soldado ruso cruzase la frontera ucrania: que la primera potencia industrial europea y el primer consumidor de gas del Viejo Continente llegase a la mayor crisis energ¨¦tica desde que hay registros sin una sola planta de conversi¨®n del GNL, que llega ¡ªcongelado¡ª por barco, en gas utilizable por la industria y los hogares. El man¨¢ del combustible barato del Kremlin, coadyuvante del bum industrial alem¨¢n en las ¨²ltimas d¨¦cadas, ha llegado a su fin con Berl¨ªn varios metros en fuera de juego.
Wilhelmshaven contribuir¨¢ decisivamente a la seguridad del suministro, s¨ª. Sin embargo, en su inauguraci¨®n de este s¨¢bado ¡ªa la que acudir¨¢ el canciller, Olaf Scholz¡ª se celebra algo m¨¢s: una suerte de logro poco com¨²n en un pa¨ªs conocido por su exasperante burocracia y por el retraso que acumulan casi todos sus grandes proyectos. En febrero se tom¨® la decisi¨®n de construir terminales de GNL, y en diciembre empieza a funcionar la primera. Toda una haza?a para un pa¨ªs que ha inaugurado el aeropuerto de Berl¨ªn con nueve a?os de retraso y un sobrecoste de 4.000 millones. Tambi¨¦n la factura de las regasificadoras se ha calculado mal, seg¨²n la prensa alemana: han costado el doble de lo previsto.
El canciller tiene motivos para la celebraci¨®n. Pero no todo es ideal. Para empezar, los grupos ecologistas critican la cercan¨ªa de la terminal con el mar de Wadden, un ecosistema declarado patrimonio de la humanidad por la Unesco. Est¨¢n furiosos porque gracias a la nueva normativa para acelerar su construcci¨®n, no ha pasado una evaluaci¨®n de impacto ambiental. Tambi¨¦n surgen voces contrarias a un despliegue de nuevas infraestructuras que podr¨ªa prolongar la dependencia alemana de los hidrocarburos m¨¢s all¨¢ de la fecha en la que Alemania aspira a ser neutro en emisiones, en 2045.
Nuevos contratos
Berl¨ªn acaba de firmar con Qatar un contrato para recibir gas natural licuado del pa¨ªs del Golfo hasta, al menos, 2041. El contrato es por 15 a?os, menos de lo que exig¨ªa Qatar, seg¨²n el Gobierno alem¨¢n, que ha vendido como un ¨¦xito arrancar un plazo m¨¢s corto. En septiembre, Scholz hizo una gira por pa¨ªses del golfo P¨¦rsico para impulsar en persona nuevos acuerdos de suministro. ¡°El plazo es excelente¡±, ha dicho el ministro de Econom¨ªa y Clima, el verde Robert Habeck, que lleva desde febrero instalado en un permanente conflicto entre asegurar el suministro de gas y no perder de vista la necesaria transici¨®n energ¨¦tica. El suministro de Qatar ¡ªdos millones de toneladas al a?o¡ª empezar¨¢ a llegar en 2026 a una segunda terminal que se est¨¢ construyendo en Brunsb¨¹ttel, en la desembocadura del Elba. A ¨¦l hay que sumar, adem¨¢s, un pacto similar alcanzado con Emiratos ?rabes Unidos.
En total, Alemania ha proyectado 11 terminales de GNL, tres de ellas fijas. Y empiezan a aparecer estudios que denuncian que la red est¨¢ sobredimensionada. El New Climate Institute, con sede en Colonia, calcula que, si todas est¨¢n en funcionamiento, en cuatro a?os su capacidad anual ser¨¢ de 73.000 millones de metros c¨²bicos. Antes de la crisis, Rusia exportaba, de media, 46.000 metros c¨²bicos. El despliegue es ¡°absolutamente innecesario¡±, concluyen sus expertos. Actualmente, la mayor parte del gas que llega a Alemania lo hace a trav¨¦s de los gasoductos que la conectan con Noruega ¡ªun gran productor¡ª y Pa¨ªses Bajos ¡ªuna gran puerta de entrada de toda clase de insumos al Viejo Continente¡ª.
El propio Ministerio de Econom¨ªa y Clima tiene sus dudas, a juzgar por un informe confidencial del que se han hecho eco algunos medios alemanes. El trabajo ¡°confirma el exceso de capacidad¡± de la red prevista, se?alan. El futuro consumo de gas se reducir¨¢ de los 90.000 millones actuales a un m¨¢ximo de 70.000 en 2030, calcula el ministerio, que destaca que la industria ha consumido este a?o un 25% menos gracias a la conversi¨®n de procesos, un ahorro que se har¨¢ permanente.
Alivio europeo
La UE tiene dos motivos para respirar aliviada en el primer examen serio para su entramado energ¨¦tico antes de la llegada del invierno: esta regasificadora de nuevo cu?o, otra reci¨¦n inaugurada en Pa¨ªses Bajos y el regreso a la vida de varias plantas nucleares francesas tras meses de inactividad, lo que obligar¨¢ a quemar menos gas natural tanto en sus centrales de ciclo combinado como en las de sus pa¨ªses vecinos. Sin embargo, a¨²n faltan varios pasos por dar para consumar la independencia energ¨¦tica del combustible ruso.
El giro obligado de la UE ¡ªcon Alemania siempre a la cabeza¡ª en los ¨²ltimos meses, en los que ha tenido que virar obligadamente del gas ruso que llegaba por tubo al GNL, requiere de mucho m¨¢s aparataje al margen de las regasificadoras que entrar¨¢n en acci¨®n de aqu¨ª a 2026 y que suman una capacidad total de casi 200 bcm, la mitad del consumo total europeo. Hacen falta, adem¨¢s, m¨¢s acuerdos de suministro con los pa¨ªses productores. Y m¨¢s barcos para hacer llegar el carburante a destino: la flota actual, de unos 600 con otros 100 m¨¢s en fase de construcci¨®n, se queda corta.
En el primer flanco, el Viejo Continente va cubri¨¦ndose las espaldas poco a poco, con m¨¢s y m¨¢s pactos a varias bandas en una suerte de nueva diplomacia del GNL. Ah¨ª se enmarcan, entre otros, el acuerdo entre la UE y EE UU sellado apenas un mes despu¨¦s del inicio de la guerra. O los citados pactos de Alemania con Emiratos ?rabes Unidos y Qatar, ambos a largo plazo: un elemento clave para los pa¨ªses vendedores, que quieren asegurarse de que amortizar¨¢n sus necesarias inversiones en plantas de licuefacci¨®n antes de que la transici¨®n ecol¨®gica env¨ªe al gas f¨®sil al caj¨®n de la historia. Tambi¨¦n el de Italia, segundo consumidor del bloque, que se ha lanzado al ruedo con un pacto m¨¢s modesto con la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo. Son los cuatro primeros pactos de envergadura de muchos por llegar.
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