Sin remordimientos: Liz Truss culpa de su ca¨ªda pol¨ªtica al ¡®establishment¡¯ econ¨®mico del Reino Unido
La ex primera ministra conservadora defiende su rebaja de impuestos y asegura que ¡°nunca se le dio una oportunidad real¡± de impulsarla
El modo m¨¢s f¨¢cil en pol¨ªtica de admitir errores sin admitir culpa es asegurar que todo fue un problema de comunicaci¨®n. La ex primera ministra del Reino Unido, Liz Truss, cuyos 55 d¨ªas en Downing Street y su temeraria rebaja de impuestos hundieron la credibilidad internacional del pa¨ªs y zarandearon los mercados financieros, ha escrito un ensayo de 4.000 palabras en el diario Sunday Telegraph para reivindicar su breve legado. ¡°Desde mi salida de Downing Street, hace ahora poco m¨¢s de 100 d¨ªas, he dedicado muchas horas a reflexionar sobre lo que ocurri¨® durante mi mandato, qu¨¦ sali¨® mal y qu¨¦ pude haber hecho de un modo diferente. Este ejercicio de introspecci¨®n no ha sido f¨¢cil¡±, comienza Truss un texto en el que resulta dif¨ªcil disimular su megaloman¨ªa y su falta de contrici¨®n.
¡°Asum¨ª que mi mandato ser¨ªa respetado y aceptado. Qu¨¦ equivocada estaba. Aunque hab¨ªa anticipado resistencias frente a mi programa [electoral] por parte del sistema, infravalor¨¦ la extensi¨®n de estas resistencias¡±, escribe Truss. ¡°No digo que no tenga ninguna culpa en lo sucedido, pero, fundamentalmente, nunca se me dio una oportunidad real de poner en pr¨¢ctica mis pol¨ªticas por parte de un establishment econ¨®mico muy poderoso, adem¨¢s de por una falta de apoyo pol¨ªtico¡±, se queja la ex primera ministra en las p¨¢ginas del diario m¨¢s cercano al ala dura del Partido Conservador.
Truss logr¨®, el pasado verano, conquistar el liderazgo de los tories con un discurso de ecos thatcherianos y reaganianos mal digeridos y planteados en el peor momento: justo cuando el Reino Unido se enfrentaba a una inflaci¨®n galopante, un descontrol de la deuda p¨²blica y una necesidad de financiar servicios p¨²blicos ¡ªsanidad y educaci¨®n, fundamentalmente¡ª, en grave deterioro. El programa de rebajas hist¨®ricas de impuestos planteado por Truss y su entonces ministro de Econom¨ªa, Kwasi Kwarteng, valorado en m¨¢s de 50.000 millones de euros, provoc¨® una situaci¨®n de p¨¢nico en los mercados. La libra esterlina se desplom¨®. Los bonos de deuda p¨²blica se hundieron, y el Banco de Inglaterra se vio obligado a intervenir para restaurar la calma. Comenz¨® un programa de compra de deuda, justo cuando hab¨ªa decidido precisamente comenzar a hacer lo contrario, de acuerdo con el giro de su pol¨ªtica monetaria, para combatir la inflaci¨®n.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) arremeti¨® duramente contra las medidas de Truss, por lo poco selectivas que resultaban a la hora de frenar la desigualdad y proteger a los m¨¢s vulnerables. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se sum¨® a las cr¨ªticas generales contra las medidas del Gobierno brit¨¢nico. ¡°No soy el ¨²nico que creo que se trata de un error¡±, dijo Biden. Y finalmente, los diputados del Partido Conservador entraron en rebeld¨ªa al ver c¨®mo su primera ministra decid¨ªa bajar el impuesto de la renta a los m¨¢s ricos, y el de sociedades a las empresas, justo en el peor momento de la crisis del coste de la vida. Las encuestas ya otorgaban entonces a la oposici¨®n laborista una ventaja de m¨¢s de 20 puntos.
¡°Nos toc¨® remar a contracorriente¡±, asegura Truss en un ensayo en el que se muestra convencida de que el tiempo y la historia acabar¨¢n reivindicando como correcta su terapia fiscal de choque, dise?ada ¡ªseg¨²n ella quiso creer¡ª para impulsar el crecimiento de la econom¨ªa del Reino Unido, estancada desde hac¨ªa m¨¢s de una d¨¦cada. ¡°Una amplia parte de los medios de comunicaci¨®n y gran parte de la ciudadan¨ªa no entend¨ªan ni estaban familiarizados con conceptos clave de la pol¨ªtica fiscal y econ¨®mica, y con el tiempo, el sentimiento general se hab¨ªa inclinado hacia la izquierda. En parte, porque los conservadores no hab¨ªan sido capaces de impulsar estos argumentos [los de ella] desde 2010, y hab¨ªan preferido triangular [un concepto de la era de Bill Clinton, que consiste en ocupar el centro entre dos pol¨ªticas extremas] con las pol¨ªticas del laborismo. Adem¨¢s de las guerras internas dentro de mi partido, hab¨ªa un amplio consenso para subir los impuestos¡±, concluye Truss.
¡°El chivo expiatorio¡±
Parad¨®jicamente, la ex primera ministra es capaz de darle la vuelta a lo ocurrido aquellos d¨ªas en los mercados para presentarse como ¡°el chivo expiatorio¡± que tuvo que ser sacrificado para estabilizar la situaci¨®n. El hundimiento de los bonos de deuda p¨²blica llev¨® a los poderosos fondos de pensiones brit¨¢nicos a tener que vender desesperadamente, y a la baja, la deuda que pose¨ªan, para hacer frente a un gasto inesperado. Eran los Liability Driven Investment (LDI, en sus siglas en ingl¨¦s), o Inversiones basadas en el Cumplimiento de Obligaciones. Es una t¨¦cnica empleada por muchos fondos de pensiones para equilibrar la diferencia entre sus activos y sus pasivos (el cumplimiento de las obligaciones con los clientes). A trav¨¦s de gestoras de fondos, y con pr¨¦stamos de bancos de inversi¨®n (el dinero era hasta ahora muy barato), compran derivados sobre tipos de inter¨¦s. Al desplomarse la libra y la deuda p¨²blica, comenz¨® a producirse un fire sale, una venta acelerada, que, en el caso de los fondos de pensiones, se convirti¨® en un c¨ªrculo vicioso. Los LDI exig¨ªan un incremento de la garant¨ªa depositada en la C¨¢mara de Compensaci¨®n de Derivados (margin call) y los fondos, obligados a obtener una r¨¢pida liquidez, vend¨ªan aceleradamente los bonos que reten¨ªan, lo que provocaba a su vez un mayor desplome de los precios.
¡°Incre¨ªblemente, el valor de todos esos LDI result¨® ser de cerca del 60% del PIB del Reino Unido¡±, escribe Truss, sorprendida de un efecto que ella misma desconoc¨ªa. ¡°Lamentablemente, el Gobierno acab¨® siendo el chivo expiatorio ante problemas que hab¨ªan comenzado a acumularse durante meses¡±, se?ala la ex primera ministra.
¡°Admito completamente que nuestra pol¨ªtica de comunicaci¨®n pudo haber sido mejor. Como dije durante la campa?a, no soy una comunicadora brillante. El sistema que heredamos no mostraba entusiasmo en transmitir mensajes contrarios a su propia ortodoxia financiera y, reci¨¦n llegada a Downing Street, no hab¨ªa puesto en marcha la infraestructura necesaria para explicar lo que est¨¢bamos haciendo¡±, admite Truss en su ensayo.
La respuesta del equipo del actual primer ministro, Rishi Sunak, ante el intento de contraataque de Truss, ha sido discreta. ¡°Su estrategia no fue la correcta¡±, ha dicho el ministro para Negocios y Empresas, Grant Shapps, en la BBC, sin negar la aspiraci¨®n futura de los tories de rebajar impuestos.
Lo relevante, sin embargo, es que Truss se haya visto con fuerza como para lanzar un ataque, impl¨ªcito, pero ataque, a quien fuera su rival, Sunak, en vez de dejar pasar mucho m¨¢s tiempo y dejar que la memoria de su desgraciado mandato se desvanezca. Dice m¨¢s de la debilidad del primer ministro percibida por el ala dura del partido que de la escasa fortaleza de su predecesora.
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