Qui¨¦n es qui¨¦n en el caso de la actriz porno que puede llevar a Trump ante la justicia
El presunto soborno del republicano a una mujer para silenciar una aventura implica a varios abogados, uno de ellos el antiguo hombre de confianza del magnate, y a un fiscal abocado a una bomba pol¨ªtica
El caso Stormy Daniels podr¨ªa titularse, parafraseando el de una exitosa pel¨ªcula de Hollywood de finales de los ochenta, Sexo, mentiras y cintas de v¨ªdeo. A la enumeraci¨®n basta a?adirle unos cuantos abogados, los que han construido la causa a favor o en contra de la actriz de cine porno y, en sentido opuesto, de Donald Trump. El culebr¨®n, que se prolonga desde hace a?os, puede terminar con la primera imputaci¨®n de un mandatario en la historia de EE UU, acusado de pagar dinero negro a Daniels para comprar su silencio sobre una supuesta aventura extraconyugal.
Stormy Daniels, la v¨ªctima
En julio de 2006 la actriz de cine porno Stormy Daniels, cuyo verdadero nombre es Stephanie G. Clifford, conoci¨® en un club de golf de Nebraska al magnate y estrella de la telerrealidad Donald Trump. El que 10 a?os despu¨¦s ser¨ªa el 45? presidente de EE UU engatus¨® a Daniels prometi¨¦ndole aparecer en El aprendiz, su programa en la NBC. A la aventura, que Trump niega, siguieron un par de encuentros. De la promesa televisiva, nunca m¨¢s se supo.
Aconsejada con desigual fortuna por agentes y publicistas y enga?ada por su propio abogado, la actriz, que hoy tiene 44 a?os, intent¨® rentabilizar la aventura ofreciendo la historia a varios medios a partir de 2011, cuando Trump manifest¨® su intenci¨®n de presentarse a la presidencia. Pero no fue hasta octubre de 2016, en el ¨²ltimo tramo de la campa?a que le llev¨® a la Casa Blanca, cuando Daniels tuvo la oportunidad m¨¢s adecuada. The Washington Post public¨® la transcripci¨®n de una cinta en la que el republicano describ¨ªa groseramente c¨®mo manoseaba a las mujeres y el esc¨¢ndalo anim¨® a Daniels a contactar, entre otros medios, con el tabloide National Enquirer. Su editor, David Pecker, amigo ¨ªntimo de Trump y encargado de blindar su imagen, le avis¨® y el republicano puso el asunto en manos de su abogado, Michael Cohen.
Tres d¨ªas despu¨¦s de divulgarse la cinta, la actriz firm¨® con Cohen un acuerdo de confidencialidad por 130.000 d¨®lares que la amenazaba con graves sanciones econ¨®micas si hablaba. La firma se realiz¨® en el aparcamiento de un plat¨® de cine porno en California. Pero en 2018, con Trump ya en la Casa Blanca, la actriz recurri¨® a la justicia para anularlo, bas¨¢ndose en que el presidente nunca lleg¨® a firmarlo (lo hizo Cohen, que tambi¨¦n adelant¨® el dinero). Del escrutinio legal sobre aquel contrato surgi¨® la investigaci¨®n de la Fiscal¨ªa de Manhattan, que intenta determinar si el reembolso de Trump a Cohen, registrado como ¡°gastos legales¡± en los libros de la Organizaci¨®n Trump, viol¨® las normas de financiaci¨®n de la campa?a.
Daniels ha protagonizado desde entonces una discreta carrera como actriz, presentadora y productora de programas de telerrealidad, adem¨¢s de escribir un libro de memorias, Full Disclosure. Aunque la revelaci¨®n del caso coincidi¨® con el arranque del Me Too, abjur¨® del movimiento tras un intento de beneficiarse de la favorable opini¨®n p¨²blica ante la ola de denuncias de abusos a mujeres por parte de hombres poderosos en la industria del cine. Su condici¨®n de actriz porno no ayud¨®; al rev¨¦s, la desacredit¨® tanto como su prop¨®sito de rentabilizar la historia. Del relato de su aventura con el republicano quedan un par de frases memorables: la descripci¨®n de Trump como ¡°un payaso inseguro¡± y la calificaci¨®n de la relaci¨®n sexual que mantuvieron como ¡°la menos impresionante¡± de la vida de Daniels.
Michael Cohen, el testigo de cargo
El abogado Michael Cohen, de 56 a?os e hijo de un superviviente del Holocausto, idolatraba a Trump ¡ªlleg¨® a afirmar que estaba dispuesto a encajar una bala en su lugar¡ª, pero en 2018 se convirti¨® en su enemigo cerval tras airearse el pago del soborno a Daniels. Qu¨¦ paso entre uno y otro extremo es la gran inc¨®gnita del caso. La relaci¨®n entre ambos se retrotrae a 2006, cuando Cohen llam¨® la atenci¨®n del magnate al defender con ardor sus intereses en una junta de la comunidad de propietarios de uno de sus condominios. Enseguida fue contratado por la Organizaci¨®n Trump, donde lleg¨® a ser responsable de algunas de sus empresas. Pero su funci¨®n principal consist¨ªa en anticiparse a los caprichos y deseos de Trump e interpretar las instrucciones que le daba, es decir, en lavar todos los trapos sucios, para lo cual Cohen no dud¨® en amedrentar a los cr¨ªticos de un modo barriobajero, muchas veces de consuno con Pecker, el editor del Enquirer, para blindar la imagen del que pronto ser¨ªa candidato a la Casa Blanca. Pecker declar¨® ante el gran jurado a finales de enero.
Cohen se emple¨® en proteger a su jefe hasta enero de 2018, cuando a ra¨ªz de una denuncia de un grupo protransparencia llamado Common Cause ante la junta electoral por el pago del soborno, tuvo que empezar a dar explicaciones: primero, exonerando a Trump y asegurando que lo hab¨ªa hecho por su cuenta, es decir, mintiendo. Luego, tras su ruptura con el magnate te¨®ricamente por no abonar este la abultada minuta de su defensa, contando la verdad, su verdad, de la mano de su nuevo abogado, un conocido dem¨®crata. En agosto de 2018, Cohen se declar¨® culpable de violar normas de financiaci¨®n electoral y se?al¨® con el dedo a Trump. Ya en la c¨¢rcel, empez¨® a colaborar con la justicia. Desde enero ha acudido a la sede de la fiscal¨ªa una veintena de veces. Aunque la oficina del fiscal deplora su excesiva exposici¨®n medi¨¢tica, con frecuentes intervenciones para ¡°defenderse p¨²blicamente¡± de lo que califica de campa?a de acoso por parte del entorno de Trump, los investigadores le consideran un testigo consistente.
Alvin Bragg, el fiscal
Cuando Alvin Bragg fue elegido fiscal del distrito de Manhattan en las primarias dem¨®cratas de 2021, el caso Stormy Daniels languidec¨ªa pese a los intentos de su predecesor, el tambi¨¦n dem¨®crata Cyrus Jr. Vance, de impulsarlo. La renuncia de los dos investigadores principales en febrero de 2022 tampoco hac¨ªa presagiar un pronto final, sino m¨¢s bien un probable archivo de la causa. Por eso Bragg, de 49 a?os, no pudo imaginar que su llegada a la fiscal¨ªa le colocar¨ªa en una tesitura in¨¦dita, desde el punto de vista jur¨ªdico: aquilatar la solidez de los cargos que sustenten la probable imputaci¨®n. Cuando anunci¨® su candidatura en 2019, su programa no ten¨ªa nada que ver con las cuentas pendientes del presidente, sino con un nuevo enfoque de la delincuencia, con la promesa de equilibrar la seguridad p¨²blica y la equidad.
El ¨¦nfasis en la ley y la asepsia pol¨ªtica de Bragg se deben a su etapa como fiscal federal en Nueva York, en la que se centr¨® en la corrupci¨®n p¨²blica y los delitos de cuello blanco, y posteriormente en la Fiscal¨ªa General de Nueva York, donde dirigi¨® una unidad centrada en la responsabilidad policial. Bragg se siente inc¨®modo con los aspectos m¨¢s pol¨ªticos de su trabajo, y ha vuelto a explicitarlo esta semana, al responder a una petici¨®n de explicaciones por parte de congresistas republicanos, que le acusan de abuso de autoridad.
La imputaci¨®n a Trump catapultar¨ªa a Bragg a la escena nacional, pero el proceso est¨¢ minado de dudas, incluso de aliados putativos, sobre la solidez del caso y la conveniencia de presentarlo. Trump ha hecho diana en el dem¨®crata, para apuntalar su teor¨ªa de que es v¨ªctima de una cacer¨ªa pol¨ªtica. Como consecuencia de todo ello, el escrutinio sobre Bragg es hoy mayor que sobre el presunto delito cometido por Trump en 2016.
Michael Avenatti, el abogado delincuente
La fama del abogado Michael Avenatti, representante de Stormy Daniels en su causa contra Trump, se desbord¨® como la espuma gracias a la ingenuidad de la actriz, que deposit¨® en ¨¦l toda su confianza en 2017, en v¨ªsperas de que el caso estallara. Sus apariciones en los canales de televisi¨®n por cable cuando azuzaba a Daniels contra Trump le retrataron como un tibur¨®n, impetuoso y agresivo y con un apreciable dominio de los titulares. Tanto medr¨® que acarici¨® incluso la idea de presentarse a las primarias dem¨®cratas para probar suerte en la carrera de la Casa Blanca, hasta que empezaron a conocerse sus deslices. En 2019 Avenatti, de 52 a?os, fue detenido por el FBI por extorsi¨®n y fraude bancario. En 2022 un tribunal de Manhattan declar¨® probado que hab¨ªa robado a Daniels 300.000 d¨®lares de un anticipo editorial por sus memorias tras falsificar su firma.
En apenas seis meses, y gracias a Daniels, el californiano Avenatti adquiri¨® fama internacional mientras situaba el litigio en el centro del debate pol¨ªtico del pa¨ªs. Pero su pericia jur¨ªdica se revel¨® escasa: una demanda por difamaci¨®n de Daniels contra el presidente, que la hab¨ªa insultado previamente, fue desestimada, y el juez la conden¨® a pagar 293.000 d¨®lares en costas, casi la misma cantidad que Avenatti sustrajo a su clienta. Fue condenado a cuatro a?os de c¨¢rcel en junio pasado, tras un proceso en el que se represent¨® a s¨ª mismo. La actriz rompi¨® su relaci¨®n en 2019, y lament¨® muchas veces que la tratara como a una boba durante el tiempo que fue su cliente, d¨¢ndole largas sobre el destino del dinero desaparecido y subestim¨¢ndola, adem¨¢s de cuestionar su salud mental. Para la lectura del fallo Avenatti solicit¨® poder vestir uno de sus caros trajes a medida, pero el juez desestim¨® su petici¨®n y el letrado debi¨® comparecer, como todos los reos, con el mono naranja de los presidiarios.
Karen McDougal, la modelo silenciada
Exmodelo de Playboy, Karen McDougal ten¨ªa 35 a?os en 2006 cuando mantuvo una relaci¨®n con Trump que se prolong¨® un a?o y que este siempre ha negado. Como Daniels, McDougal intent¨® tambi¨¦n monetizar la historia, pero la reputaci¨®n del republicano hab¨ªa sido blindada por Cohen y Pecker, el editor del National Enquirer. Pecker hab¨ªa venido utilizando el tabloide para impulsar la carrera presidencial de Trump, publicando historias positivas del candidato y peyorativas de sus rivales. En 2016, McDougal contrat¨® al mismo abogado que hab¨ªa ayudado antes a Daniels. El letrado llam¨® a la puerta del Enquirer para tantear la venta de una exclusiva, pero Pecker se lo cont¨® a Cohen y Trump pidi¨® a su amigo que echara tierra sobre el asunto, seg¨²n declar¨® el editor a fiscales federales. Un pago de 150.000 d¨®lares a McDougal por el Enquirer, por los derechos de una exclusiva que nunca iba a ser publicada aunque a la mujer, que hoy tiene 52 a?os, se le prometieron dos portadas, enterr¨® la amenaza y McDougal se convirti¨® en una nota a pie de p¨¢gina del caso.
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