La desaparici¨®n del sumergible ¡®Titan¡¯, el segundo naufragio del ¡®Titanic¡¯
La implosi¨®n en el fondo del Atl¨¢ntico plantea numerosas dudas sobre la insuficiente regulaci¨®n del sector y el riesgo de las actividades de turismo extremo
Stockton Rush, el piloto del sumergible Titan que junto a los otros cuatro ocupantes de la nave encontr¨® la muerte esta semana en aguas del Atl¨¢ntico norte, tent¨® la suerte disfraz¨¢ndola de progreso. En un v¨ªdeo que hoy reviste un tono macabro, el tambi¨¦n consejero delegado de OceanGate, la empresa que ofrec¨ªa misiones de exploraci¨®n al pecio del Titanic, sosten¨ªa que las regulaciones ¡ªlos controles de seguridad, incluso el certificado de homologaci¨®n del aparato¡ª impiden el avance cient¨ªfico y que por tanto hab¨ªa que salt¨¢rselas. Para avanzar.
Con una confianza en s¨ª mismo genuinamente estadounidense, imbuido por el esp¨ªritu de los visionarios, Rush, cuya esposa es la tataranieta de una pareja que se ahog¨® en el Titanic ¡ªotro gui?o funesto¡ª, explicaba en el v¨ªdeo: ¡°Me gustar¨ªa ser recordado como un hombre innovador. Creo que fue el general McArthur quien dijo: ¡®Ser¨¢s recordado por las reglas que rompas¡¯. Yo he roto algunas reglas para hacer esto posible. Creo que las he roto respaldado por buenos ingenieros y la l¨®gica. Titanio y fibra de carbono [los materiales del sumergible], hay una regla para no hacerlo¡ pues yo lo hice¡±.
Puede que la ¨¦pica que rode¨® el naufragio del Titanic en 1912 no hubiera pasado de mero ruido en la era de las redes sociales. Pero el c¨²mulo de preguntas que hoy suscita el final del Titan reverbera con m¨¢s intensidad que cualquier clamor virtual, destinado a apagarse. Todo son interrogantes, dudas, sospechas e incluso c¨¢lculo de probabilidades de errores, los que llevaron a fletar una nave de fabricaci¨®n casi artesanal que carec¨ªa de demasiados controles. Por eso la primera de todas las preguntas es c¨®mo, pese a las advertencias de riesgos incluso catastr¨®ficos para la exploraci¨®n, cinco personas los asumieron ¡ªfirmando un consentimiento que mencionaba tres veces la posibilidad de muerte en la primera p¨¢gina¡ª para embarcarse en un aparato con el tama?o de un zulo y bajar casi 4.000 metros de viaje submarino. El propio Verne se habr¨ªa visto superado por el argumento.
La cuesti¨®n derivada de la primera pregunta es obvia: si est¨¢ suficientemente regulada o no la pujante industria del turismo extremo o de aventura (una definici¨®n rechazada por OceanGate, que revest¨ªa su oferta de car¨¢cter cient¨ªfico, y que tambi¨¦n niega la falta de seguridad en la nave). Qui¨¦n pagar¨¢ la factura del colosal despliegue, con participaci¨®n de medios humanos y materiales de EE UU, Canad¨¢, Francia y el Reino Unido. Por qu¨¦, en fin, se coordin¨® desde el mando de la Guardia Costera en Boston, y no desde San Juan de Terranova (Canad¨¢), el puerto donde el mes pasado estaba amarrado el Titan, a m¨¢s de 700 kil¨®metros del pecio. La pregunta m¨¢s f¨¢cil de responder es una ret¨®rica: si de verdad compensaba el riesgo. La triste suerte del Titan tiene algo de infausta revancha: a diferencia del hundimiento del transatl¨¢ntico en su viaje inaugural, cuando los pasajeros de primera clase tuvieron m¨¢s probabilidades de salvarse, esta vez la riqueza de los tripulantes, que pagaron 250.000 d¨®lares por cabeza para ver por una diminuta escotilla los restos del Titanic, no les sirvi¨® de nada. El Titan ha hecho tabla rasa de la fortuna y el infortunio.
Al menos 46 personas viajaron con ¨¦xito en el sumergible de OceanGate al lugar del naufragio del Titanic en 2021 y 2022, seg¨²n las cartas que la compa?¨ªa present¨® ante un Tribunal de Distrito federal en Norfolk (Virginia), que supervisa todo lo relacionado con el pecio del Titanic. Pero tanto antiguos empleados de la compa?¨ªa como pasajeros han planteado dudas sobre la seguridad del sumergible. Si a eso se a?ade la falta de regulaci¨®n de las actividades de exploraci¨®n submarina ¡ªen comparaci¨®n con los viajes especiales, el sector subacu¨¢tico es mucho m¨¢s laxo, seg¨²n los expertos¡ª, el resultado s¨®lo pod¨ªa ser fatal, como ha demostrado la implosi¨®n del Titan.
David Lochridge, exdirector de operaciones marinas de OceanGate, denunci¨® en 2018 que el m¨¦todo que la empresa perge?¨® para garantizar la solidez del casco ¡ªuna monitorizaci¨®n ac¨²stica que pod¨ªa detectar grietas y estallidos a medida que el casco se tensaba bajo presi¨®n¡ª era inadecuado y podr¨ªa ¡°someter a los pasajeros a un peligro potencial extremo en un sumergible experimental¡±. La empresa rechaz¨® las acusaciones, como volvi¨® a hacer este viernes sobre la falta de seguridad a bordo, y ech¨® por tierra la demanda de Lochridge, recordando que este fue despedido por negarse a aceptar las garant¨ªas del ingeniero jefe de que el protocolo de monitorizaci¨®n era m¨¢s adecuado para detectar fallos que un m¨¦todo propuesto por Lochridge (este, adem¨¢s, no era ingeniero, seg¨²n la compa?¨ªa).
Adem¨¢s de la demanda de Lochridge, que se resolvi¨® a finales de 2018, ese mismo a?o representantes del sector de la industria de sumergibles se dirigieron a OceanGate para alertar de riesgos potenciales ¡°de menores a catastr¨®ficos¡±, tras la celebraci¨®n de un simposio del sector. Se ignora si la compa?¨ªa propietaria del Titan acus¨® recibo de los avisos.
Uno de los primeros clientes de la empresa, el empresario alem¨¢n Arthur Loibl, compar¨® su inmersi¨®n, hace dos a?os, con una misi¨®n suicida. ¡°Imag¨ªnate un tubo met¨¢lico de unos metros de largo con una plancha de metal por suelo. No puedes estar de pie. No puedes arrodillarte. Todo el mundo est¨¢ sentado casi encima de los dem¨¢s. No puedes tener claustrofobia¡±. El youtuber y aventurero mexicano Alan Estrada, que baj¨® al Titanic el a?o pasado, disfrut¨® el viaje (¡±fue espectacular¡±), aunque no lo repetir¨ªa: ¡°Era consciente de que estaba arriesgando mi vida, sab¨ªa lo que pod¨ªa pasar¡±.
El director James Cameron, que ha bajado una veintena de veces hasta el Titanic, dijo el jueves a la BBC que supo que se hab¨ªa producido un ¡°suceso catastr¨®fico extremo¡± en cuanto conoci¨® la noticia de que hab¨ªa desaparecido el sumergible. ¡°Para m¨ª, no hab¨ªa duda¡±, cont¨® Cameron. ¡°No hab¨ªa lugar para la b¨²squeda. Cuando por fin bajaron un robot [el jueves], lo encontraron en cuesti¨®n de horas, tal vez de minutos¡±, dijo el oscarizado cineasta, para quien los informes sobre las 96 horas de aire respirable a bordo y la detecci¨®n de ruidos submarinos el martes y el mi¨¦rcoles fueron ¡°una prolongada farsa, una pesadilla¡± que dio falsas esperanzas a las familias.
Mike Reiss, guionista de la serie Los Simpson que particip¨® en una expedici¨®n en 2022, record¨® el jueves la aceptaci¨®n de riesgos que los pasajeros deb¨ªan firmar, asumiendo que en el trayecto estar¨ªan ¡°sometidos a una presi¨®n extrema y que cualquier fallo del buque podr¨ªa causar lesiones graves o la muerte¡±. ¡°Estar¨¦ expuesto a riesgos asociados a gases a alta presi¨®n, ox¨ªgeno puro, sistemas de alto voltaje que podr¨ªan provocar lesiones, discapacidad y muerte¡±, recit¨® Reiss de memoria a la agencia AP. ¡°Si sufro lesiones, es posible que no reciba atenci¨®n m¨¦dica inmediata¡±.
Aceptaci¨®n de riesgos
Para los expertos, la firma del consentimiento por parte de los fallecidos en el Titan puede invalidar la petici¨®n de indemnizaciones de las familias. ¡°Si esas renuncias son buenas, e imagino que probablemente lo son porque las habr¨¢ redactado un abogado, [las familias] quiz¨¢ no puedan obtener da?os¡±, explic¨® Thomas Schoenbaum, especialista en derecho mar¨ªtimo de la Universidad de Washington. Las demandas por homicidio culposo y negligencia s¨ª podr¨ªan prosperar. Pero las acciones legales se enfrentar¨¢n a otros retos a la hora de determinar responsabilidades: seg¨²n declar¨® Rush en 2021, OceanGate, la empresa matriz, es estadounidense, mientras que OceanGate Expeditions, que operaba las inmersiones al Titanic, ten¨ªa su sede en las Bahamas. De cara a la responsabilidad civil, cabe preguntarse tambi¨¦n si el Titan estaba asegurado o si podr¨ªa reclamarse al seguro de la nave nodriza canadiense, el rompehielos Polar Prince, que lo traslad¨® a bordo hasta la zona de inmersi¨®n. Los pa¨ªses de origen de las v¨ªctimas podr¨ªan tambi¨¦n presentar demandas, puede que tambi¨¦n por el coste del colosal despliegue de b¨²squeda y rescate.
En la exploraci¨®n en aguas profundas, las leyes y las convenciones pueden soslayarse con m¨¢s facilidad que en otros campos. El Titan no estaba registrado como buque estadounidense ni en los organismos internacionales que regulan la seguridad, seg¨²n declar¨® a medios locales Salvatore Mercogliano, profesor de la Universidad Campbell de Carolina del Norte, especializado en historia y pol¨ªtica mar¨ªtimas. Tampoco ten¨ªa la clasificaci¨®n de la industria mar¨ªtima que establece normas sobre cuestiones como la construcci¨®n del casco. ¡°Las operaciones sumergibles en aguas profundas est¨¢n en un punto que se asemeja a la situaci¨®n de la aviaci¨®n a principios del siglo XX¡±, ha explicado Mercogliano. ¡°La aviaci¨®n estaba en pa?ales, y hubo que esperar a que se produjeran accidentes para que las decisiones se plasmaran en leyes. Llegar¨¢ un momento en que no habr¨¢ que pens¨¢rselo dos veces antes de subirse a un sumergible y descender a 4.000 metros. Pero a¨²n no hemos llegado a ese punto¡±.
Este tipo de actividades atraen menos escrutinio que las de las empresas de viajes espaciales. En el caso del Titan, ello se debe en parte a que operaba en aguas internacionales, lejos de la jurisdicci¨®n de Estados Unidos o de otras naciones. Y eso fue as¨ª porque Rush no quer¨ªa verse limitado por las normas. ¡°Tener al d¨ªa a una entidad externa sobre cada innovaci¨®n antes de ponerla a prueba en el mundo real es anatema para la innovaci¨®n r¨¢pida¡±, escribi¨® en el blog de la web de OceanGate.
Carrera contra reloj, tit¨¢nico esfuerzo, colosal despliegue de medios humanos y tecnol¨®gicos: no se ha escatimado ¨¦pica estos d¨ªas, como si el mundo asistiera al segundo naufragio del Titanic. Nada que ver sin embargo con la majestuosidad del transatl¨¢ntico, un prodigio en su ¨¦poca, que a la postre fue derrotado por un iceberg. El Titan era un cilindro angosto, parecido a un tubo met¨¢lico, sin espacio para estirar las piernas; casi un juguete, pilotado con una palanca de consola de videojuegos, a merced del proceloso oc¨¦ano. Sus cinco ocupantes han acaparado durante cuatro d¨ªas la atenci¨®n que se les niega a los n¨¢ufragos de otros mares, pero dentro de cien a?os, ser¨¢n en el mejor de los casos una nota a pie de p¨¢gina de la historia del Titanic.
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