El Papa denuncia en Marsella ¡°el fanatismo de la indiferencia¡± con los inmigrantes a Europa
Francisco apela a pol¨ªticos y cat¨®licos ante el drama de Lampedusa y de los naufragios en el Mediterr¨¢neo
Es un mensaje en la l¨ªnea de flotaci¨®n de la Uni¨®n Europea y sus pol¨ªticas de inmigraci¨®n, una toma de posici¨®n coherente con la que ha sido la suya desde que hace una d¨¦cada se sent¨® en la silla de Pedro, una advertencia a los xen¨®fobos, pero tambi¨¦n a los que acusa de indiferentes. El papa Francisco aterriz¨® este viernes en Marsella, ciudad mestiza y cosmopolita, para una visita de dos d¨ªas con un objetivo muy concreto: llamar la atenci¨®n sobre el drama en el Mediterr¨¢neo y agitar las conciencias.
¡°Este espl¨¦ndido mar se ha convertido en un enorme cementerio en el que demasiados hermanos y hermanas se ven privados incluso del derecho a una tumba, en el que lo ¨²nico que queda sepultado es la dignidad humana¡±, dijo Francisco ante una estela en memoria de los marineros desaparecidos en el Mediterr¨¢neo frente a la bas¨ªlica de Notre Dame de la Garde. ¡°No podemos seguir asistiendo a las tragedias de los naufragios provocados por tr¨¢ficos odiosos y por el fanatismo de la indiferencia: la indiferencia se vuelve fan¨¢tica, y hay que socorrer a las personas que se arriesgan a ahogarse cuando son abandonadas entre las olas¡±.
El Papa pensaba en la isla siciliana de Lampedusa, adonde en los ¨²ltimos d¨ªas han llegado casi 12.000 inmigrantes. Pensaba en los que quedaron en el intento: en lo que va de 2023, han muerto 2.356 migrantes intentando cruzar el Mediterr¨¢neo, seg¨²n la Organizaci¨®n Internacional para las Migraciones. Pensaba en pol¨ªticos europeos. Los que agitan el miedo al extranjero. Los que, desde gobiernos como el italiano, han puesto trabas a la acogida de barcos a la deriva. Seguramente tambi¨¦n los que, desde posiciones moderadas y pragm¨¢ticas, pr¨®ximas a las posiciones centrales en la UE como la del franc¨¦s Emmanuel Macron, piden combinar ¡°humanidad¡± y ¡°firmeza¡± en la pol¨ªtica de inmigraci¨®n.
Para el Papa la dicotom¨ªa es otra: la ¡°cultura de la humanidad¡± frente a la ¡°cultura de la indiferencia¡±. No hay t¨¦rmino medio. As¨ª lo explic¨® ante Notre Dame de la Garde, conocida como la ¡°buena madre¡± de los marselleses, ben¨¦vola y vigilante desde el promontorio que domina la ciudad. Le acompa?aban l¨ªderes locales de las religiones monote¨ªstas y representantes de ONG. A estos les agradeci¨® que ¡°saliesen al mar a salvar migrantes¡± y dijo que los gobiernos que les impiden hacerlo muestran ¡°odio al hermano disfrazado de equilibrio¡±. Al fondo, el cielo azul y el Mediterr¨¢neo.
El marco resume la idea de la visita. Francisco hab¨ªa insistido antes de embarcarse en que no viajaba a Francia. Iba a Marsella, ciudad exc¨¦ntrica en Francia, antiguo puerto colonial, destino de sucesivas olas de migraciones, capital mediterr¨¢nea venida a menos y golpeada por la pobreza y el crimen: m¨¢s de 40 homicidios relacionados con el narcotr¨¢fico este a?o, un r¨¦cord. Y a la vez, vivero cultural y social lejos de la encorsetada y altiva Par¨ªs.
Al Papa argentino le gusta moverse en los m¨¢rgenes. Se siente m¨¢s c¨®modo en ?frica, por supuesto en Am¨¦rica Latina, o en Asia, como demuestra su reciente viaje a Mongolia, que en la vieja Europa y sus temores o desaf¨ªos, como sugiere su ambivalencia ante la invasi¨®n rusa de Ucrania y reproches por su supuesta complacencia con el agresor. Pero resulta que Marsella, que no recib¨ªa a un Papa desde hac¨ªa medio milenio, pertenece a estos m¨¢rgenes. Y est¨¢ aqu¨ª porque la ciudad acoge desde el 17 de septiembre la tercera edici¨®n de los Encuentros del Mediterr¨¢neo, un foro que agrupa a 120 j¨®venes y obispos de ambas orillas.
¡°La inmigraci¨®n es una de las l¨ªneas directrices de este pontificado: desde hace m¨¢s de diez a?os Francisco no ha cesado de llamar a la solidaridad con los migrantes que mueren en el desierto o en el mar, o en las rutas del ¨¦xodo¡±, resume por tel¨¦fono el sacerdote de Lyon Christian Delorme, figura del progresismo cat¨®lico franc¨¦s y coautor, entre otros ensayos, de La Rep¨²blica, la Iglesia, el Islam: una revoluci¨®n francesa. ¡±?l llama a la compasi¨®n: es insostenible pensar en tantas vidas j¨®venes perdidas. Es un esc¨¢ndalo. Y m¨¢s teniendo en cuenta que nuestros pa¨ªses de Europa occidental se erigen cada vez m¨¢s en fortalezas y consideran a estos migrantes como indeseables, cuando en realidad son supervivientes¡±.
Francisco se reunir¨¢ este s¨¢bado con Macron, que ha intentado afrancesar al m¨¢ximo la cita marsellesa, y tambi¨¦n asistir¨¢ a una misa multitudinaria en el V¨¦lodrome, el estadio del Olympique de Marsella. Su presencia ha suscitado cr¨ªticas. ?Qu¨¦ hace el presidente de la Rep¨²blica, la patria de la laicidad, en un acto religioso? Macron, siguiendo la doctrina del general De Gaulle cuando iba a misa, representar¨¢ a la Rep¨²blica, pero, como la Rep¨²blica no comulga, ¨¦l tampoco lo har¨¢. Y, que se sepa, es agn¨®stico. En el pasado ha asistido a ceremonias jud¨ªas y musulmanas.
No es extra?o que esta sea una visita pol¨ªtica, porque Francisco es un Papa pol¨ªtico, como pudo serlo Juan Pablo II, seg¨²n Delorme. La obsesi¨®n del polaco Karol Wojtyla era el imperio sovi¨¦tico; la del argentino Jorge Mario Bergoglio, el capitalismo, el cambio clim¨¢tico y la inmigraci¨®n. El discurso en Marsella conecta con el que dio, en 2013, en Lampedusa, cuando denunci¨®: ¡°Vemos al hermano medio muerto al borde del camino, quiz¨¢s pensamos ¡®pobrecito¡¯, y seguimos nuestro camino, no nos compete; y con eso nos quedamos tranquilos, nos sentimos en paz¡±. Ahora, en silla de ruedas, y quiz¨¢ en el tramo final del pontificado, abunda en esta idea. E incide en el debate en Europa y en Francia, un pa¨ªs donde la extrema derecha constituye el primer bloque de oposici¨®n con un mensaje de hostilidad a la inmigraci¨®n.
Un sector de esta extrema derecha lleva d¨ªas agitando. ¡°Est¨¢ bien pensar en esta gente¡±, dijo en la cadena BFMTV el polemista y aspirante presidencial ?ric Zemmour. ¡°Esta gente¡± son los inmigrantes. ¡°Pero, ?qu¨¦ quiere el Papa? ?Quiere que la Europa cristiana y cuna del cristianismo se convierta en tierra isl¨¢mica? Me gustar¨ªa que se explicase sobre esto¡±.
Zemmour no es cristiano, pero sus opiniones reflejan la hostilidad hacia el Pont¨ªfice de una parte del catolicismo franc¨¦s, el m¨¢s derechista. Pero el mensaje de mano dura con la inmigraci¨®n no se circunscribe a la extrema derecha. Tambi¨¦n la derecha moderada y el centro endurecen el discurso, convencidos de que, si dan una imagen de laxismo o impotencia ante la inmigraci¨®n, alimentar¨¢n a los ultras. Entre quienes recibieron a Francisco en el aeropuerto de Marsella figuraba el ministro del Interior, G¨¦rald Darmanin, quien esta semana ha declarado que ¡°Francia no acoger¨¢ a inmigrantes procedentes de Lampedusa¡±.
¡°M¨¢s all¨¢ de la extrema derecha, hay mucha incomprensi¨®n con Francisco entre muchos cat¨®licos franceses, pues piensan que su generosidad es utopista¡±, analiza Christian Delorme. Y a?ade: ¡°Los responsables pol¨ªticos franceses se sentir¨¢n inc¨®modos, comenzando por el presidente de la Rep¨²blica¡±.
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