Las lecciones de Israel en L¨ªbano: dos invasiones no lograron derrotar a Hezbol¨¢ ni a las milicias palestinas
Elementos de anteriores conflictos se repiten en la actual guerra, como el sufrimiento de los civiles y los bombardeos indiscriminados sobre objetivos no militares
Las tropas israel¨ªes comenzaron a retirarse del sur de L¨ªbano el 14 de agosto de 2006. Hab¨ªa sido un mes de combates con la guerrilla chi¨ª de Hezbol¨¢ y de intensos bombardeos durante los que la aviaci¨®n destruy¨® barrios enteros del sur de Beirut, que sus habitantes hab¨ªan abandonado con lo puesto en apenas unas horas, aparte de infraestructuras en todo el pa¨ªs. Era la segunda vez que el ej¨¦rcito de Israel (IDF, en sus siglas en ingl¨¦s) entraba en L¨ªbano. La primera, en 1982, lleg¨® a sitiar Beirut para desalojar a los milicianos de la Organizaci¨®n para la Liberaci¨®n de Palestina (OLP) de Yaser Arafat. En ambos casos, el ej¨¦rcito israel¨ª gan¨® las batallas, pero no la guerra. ¡°Los c¨¢lculos de Ariel Sharon se revelaron err¨®neos¡±, escribe el periodista Xavier Baron en su libro cl¨¢sico Les Palestiniens. Gen¨¨se d¡¯une nation (Los palestinos. G¨¦nesis de una naci¨®n). ¡°La derrota de la OLP en Beirut no hizo desaparecer la idea de un Estado palestino¡±.
El golpe a Hezbol¨¢ tampoco hizo m¨¢s segura la frontera norte del Estado. Financiada y armada por Ir¨¢n, curtida en la guerra de Siria, donde combati¨® a favor del presidente Bachar el Asad, la milicia chi¨ª es m¨¢s fuerte que entonces y, desde la incursi¨®n terrorista de Ham¨¢s contra Israel del 7 de octubre, la apertura de un segundo frente constituye una amenaza constante.
La ofensiva terrestre contra la franja de Gaza para tratar de borrar del mapa a Ham¨¢s no se parece a ninguna otra guerra que haya vivido Israel en el pasado, ni por el n¨²mero de muertes de civiles que han causado los bombardeos hasta ahora, ni por el precio enorme que pueden pagar los soldados israel¨ªes; ni por las nuevas armas, como los drones caseros cargados de explosivos utilizados ampliamente en las guerras de Ucrania, Nagorno Karabaj o por el Estado Isl¨¢mico (ISIS, por sus siglas en ingl¨¦s). Tampoco por la magnitud y el salvajismo del ataque sufrido en su territorio, que ha derribado los cimientos del edificio de su seguridad.
Pero muchos otros elementos se repiten en estos conflictos: la amenaza de una escalada b¨¦lica en Oriente Pr¨®ximo, el enorme sufrimiento de los civiles, los bombardeos indiscriminados contra objetos no militares y los peligros a los que se enfrenta un ej¨¦rcito regular en el infierno de una guerra urbana cuando combate en territorio enemigo. Este verano se cumplieron 30 a?os de la batalla de Mogadiscio, que Ridley Scott relat¨® en Black Hawk derribado, y que resume todos los problemas que padece un ej¨¦rcito, incluso uno tan poderoso como el estadounidense (o el israel¨ª en el caso de Gaza), cuando tiene que luchar contra una guerrilla en un entorno urbano. Las im¨¢genes de los cad¨¢veres de soldados de EE UU arrastrados por la multitud en Somalia demuestran que en una guerra en una ciudad todo puede salir mal.
Una casa en una colina en el sur de L¨ªbano resume todos estos problemas, incluso en un escenario en el que la tecnolog¨ªa puede apoyar de manera muy eficaz a los soldados sobre el terreno. La guerra de 2006, que acab¨® con la vida de 1.300 libaneses y 165 israel¨ªes, estall¨® despu¨¦s de que Hezbol¨¢ atacase un veh¨ªculo militar en el norte de Israel, matase a tres soldados y apresase a otros dos. En pocas horas empezaron a caer bombas sobre el aeropuerto de Beirut, L¨ªbano qued¨® sometido a un bloqueo mar¨ªtimo y las tropas israel¨ªes cruzaron la frontera. Poco despu¨¦s del alto el fuego, numerosos periodistas se lanzaron a las carreteras del sur de L¨ªbano. Descubrieron un paisaje de pueblos chi¨ªes arrasados ¡ªlos pueblos cristianos permanec¨ªan intactos¡ª, historias de castigos colectivos contra la poblaci¨®n civil y bombas sin explotar por todos lados, bajo la constante observaci¨®n de los drones israel¨ªes y la presencia espor¨¢dica de carros de combate Merkava.
El pueblo se llama Hula y se encuentra a unos cientos de metros de la frontera con Israel. Desde aquella casa en la colina se contemplaban perfectamente las primeras viviendas de Israel en medio de un paisaje de campos cultivados. En 1982, fue ocupada por el ej¨¦rcito israel¨ª y durante cuatro a?os la familia que viv¨ªa all¨ª tuvo que refugiarse en Beirut. Al regresar, se encontraron con que la vivienda ten¨ªa un segundo piso que antes no exist¨ªa. Cuando estallaron las hostilidades en 2006, la familia volvi¨® a huir. Pero los milicianos de Hezbol¨¢ sab¨ªan que los soldados israel¨ªes volver¨ªan a ocupar la casa por su posici¨®n estrat¨¦gica: se apostaron en su interior y solo tuvieron que esperar. Once militares israel¨ªes murieron en la emboscada. El conocimiento del terreno, como el que demostr¨® Hezbol¨¢ en aquella encerrona, es una de las claves de cualquier combate urbano: el ej¨¦rcito que se mueve en territorio enemigo est¨¢ siempre en peligro, mucho m¨¢s si se enfrenta a una guerrilla entrenada y preparada.
Cuando EL PA?S visit¨® el lugar en aquel verano, la casa conservaba todav¨ªa todas las huellas de la batalla: impactos de bala, casquillos, sangre en las paredes y en el suelo, el sal¨®n calcinado por el disparo de un lanzagranadas. Con una mezcla de resignaci¨®n y tristeza, la madre de la familia, Malah Suleim¨¢n, entonces de 60 a?os, mostr¨® los da?os en su hogar habitaci¨®n tras habitaci¨®n. Luego, en el jard¨ªn, entre un olor intenso a higuera y bajo la sombra de los frutales, en el mismo lugar donde murieron cinco soldados durante la emboscada por una granada, asegur¨®: ¡°Es muy dif¨ªcil vivir as¨ª¡±. Porque en cualquier combate urbano la primera v¨ªctima no es solo la verdad, sino tambi¨¦n los civiles.
En 1982 y 2006, como actualmente en Gaza, las principales organizaciones humanitarias denunciaron violaciones masivas de las leyes de guerra y del derecho internacional. En todos estos conflictos los civiles pagaron un precio enorme. El ejemplo m¨¢s horroroso fueron las matanzas en los campos palestinos de Sabra y Chatila en las que las milicias cristianas falangistas asesinaron durante dos d¨ªas, entre el 16 y el 18 de septiembre de 1982, a cientos de civiles, la mayor¨ªa mujeres y ni?os. No fueron perpetradas por soldados israel¨ªes, pero una comisi¨®n de investigaci¨®n compuesta por tres jueces de ese pa¨ªs determin¨® la clara responsabilidad por omisi¨®n del entonces general Ariel Sharon porque los asesinatos masivos se realizaron ante sus tropas, que en todo momento supieron lo que estaba pasando desde sus puestos de observaci¨®n que dominaban los campos.
La pel¨ªcula Vals con Bashir, escrita por un veterano israel¨ª de aquella guerra, Ari Folman, lo describe con precisi¨®n. El gran narrador franc¨¦s Jean Genet, que estaba en Beirut y visit¨® el lugar de la matanza, escribi¨® en su libro L¡¯enemi declar¨¦ (El enemigo declarado): ¡°?C¨®mo los israel¨ªes, soldados y oficiales, pretenden no haber o¨ªdo nada, no haberse dado cuenta de nada si ocupaban este edificio desde el mi¨¦rcoles por la ma?ana? ?Acaso se masacr¨® en Chatila entre susurros o en silencio total?¡±.
La OLP se mud¨® de Beirut a T¨²nez ¡ªque Israel tambi¨¦n bombarde¨® en octubre de 1985¡ª; pero la violencia solo se fren¨® con unos acuerdos de paz que ahora son papel mojado. ¡°La lecci¨®n de las ¨²ltimas cuatro d¨¦cadas¡± ¡ªha escrito en el Financial Times la analista y experiodista de la BBC Kim Ghattas, una de las mejores observadoras de la situaci¨®n en Oriente Pr¨®ximo¡ª ¡°es tambi¨¦n que cada intento de acabar con los grupos armados palestinos solo ha producido iteraciones m¨¢s extremas y peores consecuencias¡±. Su art¨ªculo se titulaba ¡°Todos los implicados en el conflicto entre Israel y Ham¨¢s deber¨ªan prestar atenci¨®n a las advertencias de 1982¡å. Las guerras no se parecen, pero los errores se repiten. Mientras, lo ¨²nico que no cambia sobre el terreno es la acumulaci¨®n de muerte, destrucci¨®n y odio.
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