La esposa del cofundador de Wikileaks: ¡°El ¡®caso Assange¡¯ ha normalizado el trato brutal a la prensa¡±
Stella Assange expresa en una entrevista con EL PA?S un prudente optimismo tras la vista en Londres sobre la petici¨®n de EE UU para que extraditen al exeditor
Stella Assange (Johanesburgo, 40 a?os) est¨¢ cansada, pero si habla lentamente es porque esta abogada especializada en derecho humanitario mide bien cada palabra que dice. Se re¨²ne con EL PA?S en la cafeter¨ªa de la azotea de la librer¨ªa Waterstone¡¯s, en la londinense calle de Picadilly. Su esposo, de 52 a?os, encerrado en la prisi¨®n de m¨¢xima seguridad de Belmarsh, la llamar¨¢ durante el transcurso de la entrevista.
Stella (su apellido anterior era Moris) tiene dos hijos con el cofundador de Wikileaks, de cinco y seis a?os. Se conocieron hace 13 a?os, en la Embajada de Ecuador en Londres donde Assange permaneci¨® protegido siete a?os. Se casaron dentro de la c¨¢rcel, hace poco m¨¢s de uno.
Y despu¨¦s de todo ese largo recorrido, el mundo ha empezado a descubrir, durante la vista celebrada en Londres esta semana para decidir su posible entrega a Estados Unidos, que el caso Assange es, sobre todo, un momento crucial para la libertad de prensa.
Pregunta. Dos d¨ªas intensos de juicio, con el mundo pendiente. Los dos jueces se han tomado unas semanas para decidir la posible extradici¨®n. ?Optimista?
Respuesta. Soy precavida a la hora de hablar de optimismo, pero lo cierto es que me prepar¨¦ para lo peor, para la idea de que al segundo d¨ªa de la vista un par de agentes estadounidenses se llevaran a Julian. Despu¨¦s de una hora, en la primera sesi¨®n, vi que ambos magistrados estaban realmente interes¨¢ndose por el caso. Ped¨ªan m¨¢s informaci¨®n y, al final de esa jornada, ya parec¨ªa claro que no tomar¨ªan su decisi¨®n esta misma semana, exig¨ªan m¨¢s aclaraciones.
P. Muchos se han sorprendido ante el apoyo internacional a Assange.
R. He visto c¨®mo se iba construyendo ese apoyo. No me ha sorprendido, pero creo que el paso del tiempo ha permitido que la verdadera situaci¨®n sea percibida m¨¢s obviamente. La gente ha empezado a prestar atenci¨®n al caso.
P. ?Ha hablado con ¨¦l despu¨¦s del juicio? ?C¨®mo se siente?
R. Tiene sentimientos contradictorios. Por una parte, est¨¢ animado ante el apoyo recibido. Puede sentir que el resto del mundo est¨¢ observando lo que sucede y eso le transmite una sensaci¨®n protectora, obviamente. Porque sigue siendo su ¨²nica esperanza: que el mundo sea capaz de parar este proceso.
P. No pudo estar presente en la sala¡
R. Ahora vive una situaci¨®n de gran aislamiento y est¨¢ muy d¨¦bil. No pudo acudir al juicio, ni estar presente a trav¨¦s de videoconferencia. Ha hablado con sus abogados, por supuesto. Y ha seguido el desarrollo de la vista. Fui a verle ayer [por el viernes] junto a su hermano y le cont¨¦ mi impresi¨®n sincera respecto a la actitud de los jueces.
P. El argumento principal de la defensa ha sido denunciar la ¡°motivaci¨®n pol¨ªtica¡± de la persecuci¨®n de Assange.
R. El contenido de las publicaciones de Wikileaks es pol¨ªtico, en el sentido de que saca a la luz cr¨ªmenes de Estado. Ese es el centro de gravedad de todo el caso. Se persigue a Julian, se busca su procesamiento y su encarcelamiento, como consecuencia de sus opiniones pol¨ªticas.
P. Y Estados Unidos pretende procesarle con una ley arcaica, nunca antes usada contra actos period¨ªsticos.
R. La Ley de Espionaje de 1917, que Estados Unidos utiliza para solicitar la extradici¨®n de Julian, es por su propia naturaleza una ley sobre delitos pol¨ªticos. Y este tipo de delitos est¨¢n descartados en el art¨ªculo 4 del tratado de extradici¨®n firmado entre el Reino Unido y Estados Unidos.
P. Ni siquiera garantizan a Assange la protecci¨®n que la Constituci¨®n estadounidense blinda a la prensa.
R. Argumentan que Julian no es estadounidense y que cometi¨® sus presuntos delitos fuera de aquel pa¨ªs, por lo que no est¨¢ amparado por la protecci¨®n constitucional que otorga la Primera Enmienda [que contempla, entre otros derechos, la libertad de prensa]. B¨¢sicamente, le est¨¢n discriminando por su nacionalidad [australiana]. Yo creo que el Gobierno y los fiscales utilizan este argumento para tener una venta f¨¢cil de su caso ante su propia prensa estadounidense. Para decirles algo as¨ª como ¡°no os preocup¨¦is, solo va a afectar a Assange. Si eres estadounidense, est¨¢s protegido¡±.
P. Tambi¨¦n ponen en cuesti¨®n que Assange sea periodista.
R. Pero eso, en cierto modo, es irrelevante. Porque la actividad misma que ellos describen como delito es en s¨ª una actividad period¨ªstica: recibir informaci¨®n de una fuente y publicarla.
P. ?Est¨¢ en juego la libertad de prensa con este caso?
R. Es un momento crucial. A pesar de todas sus faltas, Estados Unidos ha sido siempre una referencia en la defensa de la libertad de expresi¨®n y de la libertad de prensa. Incluso en los peores momentos, como durante la Guerra Fr¨ªa, cuando hab¨ªa motivos poderosos para restringir a los periodistas, no lo hicieron. Piense por ejemplo en los Papeles del Pent¨¢gono, que b¨¢sicamente acabaron poniendo fin a la guerra en Vietnam.
P. ?Y la persecuci¨®n contra Assange ha sido una se?al?
R. Este caso ha normalizado la posibilidad de tratar con brutalidad e intimidar a periodistas por todo el mundo. En t¨¦rminos geopol¨ªticos, se ha convertido en algo muy ¨²til para los gobiernos represivos, que lo usan como ejemplo. Rebaja el nivel de exigencia de todos ellos.
¡°No quieren verme¡±
P. La lucha es ahora jur¨ªdica pero, en realidad, siempre ha sido pol¨ªtica. ?Ha recibido alguna se?al del Gobierno brit¨¢nico?
R. He intentado reunirme con el primer ministro, Rishi Sunak, y con el ministro del Interior, James Cleverly, pero no quieren verme. Se resisten a relacionar este asunto con la libertad de prensa. Es l¨®gico. Van por todo el mundo proclamando su defensa, no pueden admitir que tienen el problema en casa.
P. Ha advertido usted de que Assange podr¨ªa morir si es extraditado a Estados Unidos.
R. Puede morir, porque podr¨ªa acabar siendo condenado a la pena de muerte. El propio Gobierno brit¨¢nico ha admitido que es incapaz de garantizar que no lo vayan a matar. Y Estados Unidos ya intent¨® hacerlo antes [seg¨²n un informe de Yahoo News, nunca desmentido, la CIA plane¨® el asesinato de Assange]. O puede morir porque sea sometido a unas condiciones carcelarias tan brutales que lo lleven a cometer suicidio.
P. ?Teme que pueda quitarse la vida?
R. Tiene un historial m¨¦dico en ese aspecto. Ya intent¨® hacerlo cuando ten¨ªa veintitantos a?os. Y ahora mismo sufre un cuadro de depresi¨®n. Pero quiero que quede claro. Julian es un luchador. No es el hecho de que sea ¨¦l quien amenace con quitarse la vida. Son las condiciones que se le han impuesto las que pueden empujarle a eso.
P. ?Cu¨¢l es la conclusi¨®n de esta intensa semana?
R. Creo que, hasta ahora, los que persiguen a Julian estaban dispuestos a actuar contra ¨¦l mientras los dejaran. Creo que estamos empezando a ver que no podr¨¢n salirse con la suya. Todas las mentiras han comenzado a quedar expuestas. Pero no s¨¦, igual me estoy equivocando y nada cambie.
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