Todo lo que est¨¢ en juego con la extradici¨®n de Assange, el s¨ªmbolo inc¨®modo de la libertad de prensa
Los cinco directores de los medios que en 2010 publicaron las filtraciones de Wikileaks alertan del peligro que puede suponer para el periodismo la entrega de su cofundador a la justicia de EE UU
No es solo el futuro de Julian Assange el que est¨¢ en juego si acaba extraditado a Estados Unidos por, supuestamente, violar la Ley de Espionaje de 1917. Es mucho m¨¢s, es la libertad de prensa, seg¨²n los directores de los peri¨®dicos que en 2010 publicaron las revelaciones sobre la pol¨ªtica exterior estadounidense en cooperaci¨®n con WikiLeaks, la organizaci¨®n que Assange fund¨®.
Las revelaciones pueden...
No es solo el futuro de Julian Assange el que est¨¢ en juego si acaba extraditado a Estados Unidos por, supuestamente, violar la Ley de Espionaje de 1917. Es mucho m¨¢s, es la libertad de prensa, seg¨²n los directores de los peri¨®dicos que en 2010 publicaron las revelaciones sobre la pol¨ªtica exterior estadounidense en cooperaci¨®n con WikiLeaks, la organizaci¨®n que Assange fund¨®.
Las revelaciones pueden costarle a Assange la extradici¨®n y la posible condena por obtener y difundir informaci¨®n secreta del Gobierno de EE UU. Pero el coste puede ir m¨¢s all¨¢ de su caso personal, seg¨²n quienes hace 14 a?os estaban al frente de las redacciones de Der Spiegel, Le Monde, The Guardian, The New York Times y EL PA?S, peri¨®dicos que estudiaron, verificaron y contextualizaron los 251.000 cables diplom¨¢ticos que hab¨ªa obtenido WikiLeaks.
¡°A veces no defendemos ante todo a una persona ni sus acciones, sino un principio¡±, dice Georg Mascolo, que era director del semanario alem¨¢n Der Spiegel. ¡°Si esto [la extradici¨®n y condena de Assange en EE UU] tiene ¨¦xito, no veo por qu¨¦ yo mismo o mis colegas de EL PA?S, Le Monde, The Guardian o The New York Times no ser¨ªamos imputados¡±.
EL PA?S ha entrevistado a Mascolo y a sus colegas tras las audiencias, esta semana, ante el Tribunal Superior de Justicia de Inglaterra y Gales, donde se decidir¨¢ si Assange puede o no seguir recurriendo en Reino Unido su extradici¨®n a EE UU. Los cinco coinciden en los efectos que tendr¨ªa la extradici¨®n del cofundador de Wikileaks y una condena que podr¨ªa llegar a los 175 a?os de prisi¨®n, seg¨²n sus abogados, por las 18 infracciones que se le atribuyen.
¡°Una idea terrible¡±, resume Bill Keller, que en 2010 dirig¨ªa The New York Times. ¡°La relaci¨®n entre Julian y los directores que trabajamos juntos para publicar la informaci¨®n que obtuvimos de WikiLeaks fue delicada¡±, admite. ¡°No era f¨¢cil tratar con ¨¦l, pero esto no justifica criminalizar el periodismo, que es lo que supone usar la Ley de Espionaje contra Assange¡±.
La Ley de Espionaje se adopt¨® en EE UU durante la Primera Guerra Mundial. Estaba pensada para esp¨ªas y traidores. Nunca se ha usado antes para imputar a un editor de prensa. Aunque Assange no lo sea, ni tampoco un periodista en el sentido tradicional, las revelaciones por las que se le acusa se publicaron en medios tradicionales y de prestigio, y fueron sometidas a un proceso riguroso de edici¨®n y selecci¨®n.
¡°Pienso que su extradici¨®n y, evidentemente, la condena que vendr¨ªa despu¨¦s, ser¨ªan graves para la libertad de prensa¡±, dice Sylvie Kauffmann, directora de la redacci¨®n del franc¨¦s Le Monde hace 14 a?os y al frente del esfuerzo para publicar las noticias sacadas de los documentos de WikiLeaks.
Javier Moreno, director de EL PA?S en la ¨¦poca, se?ala: ¡°El precedente que abre es brutal. El mensaje que se env¨ªa a los ciudadanos es: ¡®Vayan prepar¨¢ndose, porque vamos hacia un mundo en el que cosas que hemos dado por supuestas o garantizadas ya no lo estar¨¢n¡±.
¡°Se piense lo que se piense de Assange, el precedente es peligroso¡±, concurre Alan Rusbridger, del brit¨¢nico The Guardian. ¡°[La extradici¨®n] tendr¨ªa como efecto amedrentar a las personas que quisieran publicar este tipo de noticias¡±.
M¨¢s de una d¨¦cada sin libertad
El periplo ingl¨¦s de Assange, ciudadano australiano de 52 a?os, empez¨® cuando se refugi¨® en la embajada de Ecuador en 2012 para escapar de la demanda de extradici¨®n de Suecia, donde afrontaba una investigaci¨®n por violaci¨®n, archivada en 2019.. Ah¨ª pas¨® siete a?os, hasta que fue expulsado. Despu¨¦s fue condenado a casi un a?o de prisi¨®n por saltarse las obligaciones de su libertad condicional en el caso sueco. Y ha pasado los ¨²ltimos cinco a?os en la prisi¨®n de m¨¢xima seguridad de Belmarsh, tambi¨¦n en Londres, a la espera de resolverse la demanda de extradici¨®n a EE UU.
En 2019, con Donald Trump en la Casa Blanca, la justicia de EE UU acus¨® a Assange de participar en el robo de los cables diplom¨¢ticos y otros documentos secretos en 2010. La acusaci¨®n se ampli¨® despu¨¦s para incluir, entre los cargos, la publicaci¨®n de estos documentos.
La acusaci¨®n ampliada ¡ªya no solo por robar documentos secretos, sino por publicarlos¡ªes lo que preocupa a los directores de medios y periodistas de investigaci¨®n. En el futuro, la Ley de Espionaje podr¨ªa aplicarse a los medios tradicionales y afectar su trabajo diario.
Tras las revelaciones de 2010, Wikileaks sigui¨® publicando documentos privados y secretos por su cuenta, sin la cooperaci¨®n de los citados medios de referencia. En 2016, difundi¨® unos correos electr¨®nicos sobre la entonces candidata a la elecci¨®n presidencial de 2016 en EE UU, la dem¨®crata Hillary Clinton, supuestamente obtenidos por personas vinculadas a los servicios de inteligencia rusos. En plena campa?a electoral, fueron una ayuda para el republicano Trump.
La discusi¨®n sobre la verdadera naturaleza del responsable de WikiLeaks aparece en las conversaciones con los exdirectores de peri¨®dico. ?Pirata inform¨¢tico? ?Activista? ?Periodista? ?Empresario de prensa y editor del medio WikiLeaks? ?Denunciante o whistleblower, en ingl¨¦s? ?Simple fuente de informaci¨®n? ?O incluso agente (voluntario o involuntario) de la Rusia de Vlad¨ªmir Putin?
¡°No puedo hablar por todos los directores, pero no creo que ninguno de nosotros le viese como a un colega¡±, dice Keller. ¡°Era una fuente. Una fuente delicada a la que hab¨ªa que tratar con cuidado¡±. Al mismo tiempo, precisa: ¡°Intento ser un poco humilde a la hora de decidir qui¨¦n es periodista. ?Lo es Tucker Carlson [el presentador de televisi¨®n favorable a Trump que recientemente entrevist¨® a Putin]? Trafica con la desinformaci¨®n. Es un propagandista, recientemente de Putin¡±.
¡°[Assange] desaf¨ªa cualquier clasificaci¨®n, es como un actor: a veces editor, a veces periodista, a veces activista, a veces empresario¡±, sostiene Rusbridger. ¡°Pero se le persigue judicialmente por ser un editor [de un medio] y no hay ninguna duda de que, cuando los cinco peri¨®dicos trabajamos con ¨¦l, se comport¨® como un periodista¡±.
Apunta Moreno: ¡°Es verdad que Assange es un personaje inc¨®modo, una v¨ªctima inc¨®moda que no resulta f¨¢cil de defender, un personaje con sus aristas, complicado¡±. Y, a?ade el exdirector de EL PA?S, existe ¡°un grado de separaci¨®n¡± entre el trabajo que hacen Assange y sus colegas, y el de los periodistas de los diarios que dirig¨ªan. Pero matiza: ¡°Este grado de separaci¨®n no me parece tranquilizador (...). No somos lo mismo, pero no hay un oc¨¦ano inmenso entre nosotros, entre ¨¦l y los periodistas que, con los papeles que ¨¦l pas¨®, escribieron. Son cosas distintas, claro. Pero, ?tan distintas como para quedarnos tranquilos nosotros si a ¨¦l le ocurre algo? Yo dir¨ªa que no; ni nosotros, ni la democracia en general¡±.
Los cinco, al frente de sus redacciones y equipos de especialistas, tuvieron que decidir hace 14 a?os cu¨¢les, entre las decenas de miles de documentos, pod¨ªan ser noticiosos y c¨®mo publicarlos. Deb¨ªan evaluar si pon¨ªan en riesgo la seguridad de sus pa¨ªses o personas, y contrastarlas.
Mascolo recuerda que, en 2010, sus colegas directores y ¨¦l mantuvieron muchos debates con Assange sobre lo lejos que pod¨ªan ir en la publicaci¨®n de los cables ¡°y, sin duda, hubo desacuerdos¡±. ¡°Pero la imputaci¨®n simplemente es un error, y muy peligrosa¡±, concluye.
¡°Julian Assange es un s¨ªmbolo, un s¨ªmbolo imperfecto¡±, describe Kauffman, quien recuerda de aquella ¨¦poca a un personaje at¨ªpico, pero tambi¨¦n que la relaci¨®n era correcta. Despu¨¦s hubo lo que ella llama ¡°derivas extra?as¡±. ¡°La deriva rusa es una de ellas¡±, dice. ¡°Fue un error por su parte: no habr¨ªa tenido que colaborar con RT [la cadena p¨²blica rusa]¡±.
Pero la periodista francesa insiste en la importancia de las revelaciones de 2010. ¡°La Administraci¨®n de EE UU estaba furiosa, lo que es comprensible, pero fue un trabajo de utilidad p¨²blica¡±, dice. ¡°No pon¨ªa en juego la seguridad nacional de Estados Unidos. En cambio, proporcion¨® un n¨²mero extraordinario de informaciones muy instructivas sobre c¨®mo funcionaba la diplom¨¢tica norteamericana y las relaciones con otros pa¨ªses¡±.
Los papeles de Wikileaks: la pesadilla de cualquier diplom¨¢tico
La lista de revelaciones de 2010, que iban desde las guerras de Irak y Afganist¨¢n a la cocina de la diplomacia, es larga. Once a?os antes de la retirada de EE UU de Afganist¨¢n, los despachos de WikiLeaks informaron de la corrupci¨®n rampante en el Gobierno afgano apoyado por Occidente. Mostraron c¨®mo el dinero de Arabia Saud¨ª financiaba a grupos terroristas, o c¨®mo la Administraci¨®n de EE UU orden¨® espiar al propio secretario general de la ONU.
Los papeles de WikiLeaks, escribi¨® entonces Moreno, ¡°revelan de forma exhaustiva, como seguramente no hab¨ªa sucedido jam¨¢s, hasta qu¨¦ grado las clases pol¨ªticas en las democracias avanzadas de Occidente han estado enga?ando a sus ciudadanos¡±. En The Guardian, el historiador Timothy Garton Ash los describi¨® as¨ª: ¡°El sue?o de todo historiador. La pesadilla de todo diplom¨¢tico¡±. Y se preguntaba: ¡°?C¨®mo puede hacerse diplomacia bajo estas condiciones?¡± Es decir, sabiendo que en todo momento las comunicaciones privadas pod¨ªan hacerse p¨²blicas.
¡°Condenamos en los t¨¦rminos m¨¢s fuertes la revelaci¨®n no autorizada de documentos clasificados y de informaci¨®n sensible de seguridad nacional¡±, reaccion¨® la Casa Blanca en 2010. El presidente era Barack Obama, cuya Administraci¨®n evit¨®, sin embargo, denunciar a Assange. Explic¨® que, de haberlo hecho, habr¨ªan tenido que denunciar a periodistas de los medios que publicaron las noticias. ¡°Su postura otorgaba una gran importancia a la libertad de prensa a pesar de las desagradables consecuencias¡±, se le¨ªa en una carta abierta publicada por los cinco en 2022. La Administraci¨®n Trump cambi¨® de idea.
Aquellas informaciones, sobre todo, arrojaron luz ¡ªa veces vergonzante; otras, fascinante¡ª sobre la mec¨¢nica interna del mundo. Pudo parecer que se anunciaba una nueva era de transparencia impulsada por la revoluci¨®n digital pero, dos a?os despu¨¦s, en un art¨ªculo, Keller avisaba: ¡°De hecho (...), sucede m¨¢s bien lo contrario¡±. S¨ª, despu¨¦s de Assange y Wikileaks llegaron las revelaciones de Edward Snowden sobre la Agencia Nacional de Seguridad en 2013. Pero la acci¨®n de 2010 tuvo su reacci¨®n, en forma de retroceso en la transparencia o de mano dura contra los filtradores o contra Assange.
Rusbridger sostiene que despu¨¦s de Assange, y despu¨¦s de Snowden, ¡°los gobiernos est¨¢n intentando frenar [el periodismo sobre secretos de seguridad nacional] y haci¨¦ndolo imposible por medio de sanciones severas y usando una legislaci¨®n que no se dise?¨® para impedir trabajar a la prensa¡±.
Keller, ante la hip¨®tesis de que Assange sea extraditado y condenado, afirma: ¡°Esto no es el fin del periodismo pero, sin duda, har¨¢ m¨¢s dif¨ªcil un tipo de periodismo. Y esto, en un momento en que necesitamos m¨¢s que nunca el periodismo de investigaci¨®n¡±. A?ade el exdirector de The New York Times: ¡°Son tiempos duros para el periodismo. El modelo de negocio est¨¢ complicado. El mercado est¨¢ inundado por las noticias de entretenimiento, la propaganda y la desinformaci¨®n. Y en varios pa¨ªses hay reg¨ªmenes autoritarios que persiguen a la prensa. A?adir la Ley de Espionaje al arsenal para atacar a la prensa es un gran error que tendr¨¢ consecuencias¡±.
Catorce a?os despu¨¦s, ninguno de los cinco periodistas sigue al frente de las cabeceras que sacaron la exclusiva de Wikileaks. Keller, despu¨¦s de fundar el medio sin ¨¢nimo de lucro The Marshall Project, est¨¢ jubilado, escribe libros e imparte clases en prisiones. Moreno dirige la Escuela de Periodismo UAM-EL PA?S. Mascolo sigue ejerciendo de periodista, como Sylvie Kauffmann, directora editorial de Le Monde. Rusbridger dirige la revista Prospect. Y Assange espera la decisi¨®n de los jueces. O bien podr¨¢ plantear un nuevo recurso en Reino Unido o se le extraditar¨¢ a EE UU, aunque todav¨ªa le quedar¨¢ la opci¨®n del Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo.
¡°Este se?or¡±, observa Moreno, ¡°ya lleva 12 a?os encerrado de una manera u otra. Si encima ahora le extraditan y acaba con 175 a?os de condena, todo habr¨¢ sido para que los lectores de este peri¨®dico, y de otros, puedan haber le¨ªdo los art¨ªculos que leyeron. Hay que pensar en eso¡±.
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