Los ancianos, las v¨ªctimas invisibles de la guerra de Gaza
Un informe destaca el ¡°elevado¡± n¨²mero de personas mayores fallecidas, un 7% del total de muertos, en relaci¨®n con su escaso peso en una poblaci¨®n palestina joven
No hubo piedad para Naifa al Sawada. Ten¨ªa 92 a?os y una demencia senil en estado terminal cuando los soldados israel¨ªes obligaron a punta de pistola a sus hijos a marcharse y dejarla sola en su casa del barrio Al Rimal, en Ciudad de Gaza, relata desde Toronto (Canad¨¢) su nieto, Ayman Ayyad. ¡°Su mente se hab¨ªa ido hac¨ªa tiempo¡±, explica el hombre. La anciana ya no pod¨ªa comer, ni beber, ni moverse sin ayuda, pero de nada valieron las s¨²plicas de sus familiares a los militares para que les permitieran llev¨¢rsela con ellos. La mujer muri¨® en su piso en alg¨²n momento entre el 21 de marzo y el 1 de abril. Esa es la ¨²nica certeza que tiene su familia, que desconoce c¨®mo falleci¨® exactamente. Tras buscarla sin descanso todo ese tiempo por los hospitales, uno de sus hijos hall¨® en su apartamento lo ¡°poco que qued¨® de ella en este mundo¡±, dice su nieto: unas pocas v¨¦rtebras carbonizadas, fragmentos de huesos que est¨¢n seguros son de ella, sepultados por los escombros y las cenizas. Los israel¨ªes ¡°le hab¨ªan prendido fuego al edificio. Estuvo sola durante diez d¨ªas¡±, musita su nieto. En su voz, hay algo que va m¨¢s all¨¢ de la desolaci¨®n.
La infancia de la anciana, nacida en 1932, hab¨ªa transcurrido en la ciudad palestina de Bir as Sabi, que Israel rebautiz¨® luego como Beersheva, a unos 110 kil¨®metros al sur de Tel Aviv. La Franja de Gaza como tal no exist¨ªa. S¨ª la urbe hom¨®nima en el mandato brit¨¢nico de Palestina. Ya casada, siendo a¨²n una adolescente, se hab¨ªa mudado con su marido a Ciudad de Gaza cuando, en 1948, toda su familia tuvo que huir de Bir as Sabi por la Nakba (cat¨¢strofe), la expulsi¨®n o huida de sus tierras de 750.000 palestinos ante el avance y las matanzas de las milicias sionistas. M¨¢s de 1,7 millones de los 2,2 millones de gazat¨ªes son refugiados a causa de ese ¨¦xodo indisociable de la creaci¨®n de Israel.
Gaza es una tierra de j¨®venes. Solo el 4,7% de su poblaci¨®n tiene m¨¢s de 60 a?os, seg¨²n la oficina central estad¨ªstica de Palestina. Con tantos adolescentes y ni?os heridos, mutilados o en las listas de los m¨¢s de 34.000 fallecidos por la ofensiva militar israel¨ª del Ministerio de Sanidad gazat¨ª, las muertes de ancianos han pasado casi inadvertidas.
Un informe de la organizaci¨®n Euro-med Human Rights Monitor alertaba en marzo del ¡°elevado¡± n¨²mero de v¨ªctimas mayores, sobre todo en relaci¨®n con su escaso peso en la poblaci¨®n: alrededor del 7% de los muertos de la guerra eran ancianos. Algunas de esas v¨ªctimas perecieron en bombardeos, por disparos de francotiradores o por ejecuciones extrajudiciales. Una de ellas se refleja en un v¨ªdeo de los propios autores divulgado por Al Jazeera. En ¨¦l, un soldado israel¨ª se jacta de haber matado a un anciano sordo en Gaza.
It's been 48 days since the IDF vowed to "probe" the
— Muhammad Shehada (@muhammadshehad2) April 26, 2024
leaked footage of an Israeli soldier executing an elderly deaf man who had his arms up in the air begging for his life & bragging about it to other IDF soldiers who applauded him for it.
0 results 0 mainstream media coverage! pic.twitter.com/tOjtCyJRHu
Otros ancianos han muerto por inanici¨®n, desnutrici¨®n, deshidrataci¨®n y ¡°atenci¨®n m¨¦dica inadecuada¡±, precisa Euro-med Monitor. La salud de los ancianos es m¨¢s vulnerable. En Gaza, a¨²n m¨¢s. Seg¨²n datos oficiales palestinos, m¨¢s del 70% de los mayores del enclave tiene al menos una enfermedad cr¨®nica. Antes de la guerra, la ONG Juzoor calculaba que el 45% se acostaba con hambre al menos una noche a la semana.
Como Al Sawada, muchos mayores han perecido en la zona m¨¢s peligrosa de Gaza: el norte. En las fosas comunes descubiertas recientemente tras la retirada del ej¨¦rcito del hospital Kamal Adwan, hab¨ªa ancianos. Un gran n¨²mero ¡°ni siquiera llegaron¡± a ese u otros hospitales, asegura Euro-med Monitor. Los mataron o murieron en sus casas y muchas de esas muertes no est¨¢n registradas. Son las ¡°bajas ocultas¡± de la guerra, subraya la ONG HelpAge.
Morir sola
Los ¨²ltimos d¨ªas de Naifa Al Sawada transcurrieron en medio de bombardeos, disparos de tanques y de francotiradores israel¨ªes, durante el segundo asalto al cercano hospital Al Shifa, a mediados de marzo. A las dos de la madrugada del d¨ªa 21, los soldados volaron las puertas de su casa.
¡°Empezamos a gritar: Somos civiles, mujeres y ni?os¡±, cuenta desde la meridional Rafah, Amal (que pide no dar su nombre real), nuera de la anciana. ¡°A los hombres los desnudaron y se los llevaron maniatados. A las mujeres nos retuvieron a punta de pistola y luego nos ordenaron que nos march¨¢ramos al sur. Le rogu¨¦ al soldado: ¡®Mi suegra es muy mayor, no puede comer, ni beber. D¨¦jeme que me la lleve en su silla de ruedas. No puedo dejarla sola¡±.
Amal sigui¨® suplicando ¡°durante 20 minutos¡±. El militar se neg¨®. ¡°Empez¨® a gritar. Me apunt¨® con su arma. ¡®Si no te vas, te mato¡¯, me dijo¡±, recuerda.
La mujer hab¨ªa acostado a la anciana: ¡°La tap¨¦ y le di la poca comida que ten¨ªamos. Se qued¨® recostada sobre el lado derecho¡±.
Sus hijos trataron de volver a entrar en el apartamento, pero los ¡°francotiradores disparaban a todo lo que se mov¨ªa¡±, explica por tel¨¦fono desde Gaza Warda, el nombre tambi¨¦n falso de una hija de la anciana. La familia empez¨® entonces una b¨²squeda fren¨¦tica. Preguntaron a gente que dec¨ªa haber visto a los soldados llev¨¢ndose a su madre; pidieron ayuda a la Media Luna Roja, recorrieron los hospitales. Incluso recurrieron a una ONG israel¨ª y a la periodista del diario Haaretz Amira Hass, que pregunt¨® por la anciana al ej¨¦rcito israel¨ª. Su respuesta fue que no sab¨ªan nada. Warda acudi¨® a la morgue del hospital Bautista de Gaza. All¨ª vio ¡°cientos de cad¨¢veres mutilados, descompuestos o carbonizados¡±. Su madre no estaba entre ellos.
El ej¨¦rcito israel¨ª se retir¨® del hospital Al Shifa el 1 de abril. Ese mismo d¨ªa, la familia entr¨® en el edificio de la anciana. No la encontraron. El 8 de abril, uno de los hijos regres¨® al apartamento para buscar otra vez. Cubiertos por cenizas y escombros, hall¨® sus huesos. Estaban recostados sobre el lado derecho. ¡°Nunca sabremos c¨®mo muri¨®. ?De hambre? ?Deshidratada? Quemaron el edificio... As¨ª de atroz fue su muerte¡±, lamenta su nieto.
Atrapados
No muy lejos de ese inmueble, Sami Mushtaha, de 85 a?os, no para de llorar. Por tel¨¦fono, explica c¨®mo un misil israel¨ª le arranc¨® las piernas y mat¨® a tres de sus nietos, de entre 14 y 18 a?os.
¡°Estaba sentado en el patio y le ped¨ª a mi nuera un caf¨¦. Entr¨® en la casa y mis nietos la siguieron. De repente, todo tembl¨®. Algo golpe¨® mi pierna. Los vecinos vinieron corriendo y me sacaron de debajo de los escombros. Uno de ellos me llev¨® en hombros al hospital. Yo preguntaba: ¡®?D¨®nde est¨¢n mis nietos?¡±.
Los m¨¦dicos le amputaron una pierna. Dos semanas despu¨¦s, la otra. Cuando iba a salir del hospital de Al Shifa, tuvieron que amputarle a¨²n m¨¢s arriba la primera extremidad. Ahora est¨¢ atrapado con su mujer y uno de sus hijos en Ciudad de Gaza. En silla de ruedas, no puede obedecer la orden israel¨ª de evacuaci¨®n.
Numerosos ancianos gazat¨ªes depend¨ªan ya antes del conflicto de sillas de ruedas o andadores para desplazarse. Un consultor de Christian Aid explica por correo electr¨®nico que su suegro de 85 a?os est¨¢ desplazado en Rafah, junto con otros tres ancianos de la familia. El hombre sufri¨® hace tiempo un derrame cerebral y est¨¢ en silla de ruedas. La pr¨¢ctica destrucci¨®n del sistema sanitario gazat¨ª ha forzado a este y otros ancianos a tratar de conseguir la medicaci¨®n que precisan por su cuenta.
¡°Los mayores tienen a menudo poca movilidad. No pueden huir ni recorrer kil¨®metros buscando medicinas, comida o agua¡±, precisa desde Ramala (Cisjordania) el doctor Umaiyeh Khammash, fundador de Juzoor. Esta ONG asiste a m¨¢s de 3.000 mayores en 50 refugios en el norte de Gaza. Muchos ¡°est¨¢n sin familiares¡±. Un gran n¨²mero, deplora el m¨¦dico, padece ¡°graves problemas de depresi¨®n¡±.
Ibrahim, de 80 a?os, muri¨® el 17 de febrero, relata por tel¨¦fono su hija Hend. ¡°Mi padre empez¨® su vida con la Nakba y la termin¨® en esta guerra¡±. Este ¡°padre afectuoso¡± hab¨ªa nacido en Karatya, en el actual territorio de Israel. A los cuatro a?os, fue uno de esos ni?os arrojados descalzos a los caminos que muestran las fotograf¨ªas de la Nakba. Creci¨® en el campo de refugiados gazat¨ª de Al Shati.
Hace cuatro a?os, se hab¨ªa quedado ciego. El ¡°anciano orgulloso que se negaba a que le ayudaran¡± tuvo que escapar con su familia de Ciudad de Gaza y ¡°afrontar un entorno extra?o¡±. Empez¨® a ¡°aislarse, dej¨® de hablar y se neg¨® a tomar su medicaci¨®n. Nos dec¨ªa que lo llev¨¢ramos a donde los israel¨ªes pudieran pegarle un tiro. No pudo soportar tanto horror. Intentamos que le ayudaran en el hospital, pero estaban desbordados por los heridos [m¨¢s de 77.000, seg¨²n las autoridades de la Franja]¡±, lamenta Hend.
Ibrahim ¡°nunca olvid¨® la sed que padeci¨® durante la Nakba¡±, explica su hija. Esos recuerdos de los que el poeta Mahmud Darwish dec¨ªa que daban ¡°miedo a los invasores¡± le acompa?aron siempre. Est¨¢ enterrado en Rafah, en la tierra de Palestina, como era su deseo. Y eso es uno de los ¡°pocos consuelos¡± que le quedan a Hend.
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