Olaf el Breve, el canciller que gobern¨® Alemania por sorpresa y despu¨¦s tropez¨® con la guerra de Ucrania
Scholz se enfrenta a unas elecciones que nadie cree que pueda ganar. Su legado quedar¨¢ unido al destino del pa¨ªs invadido por Rusia
Enero de 1982. El canciller socialdem¨®crata Helmut Schmidt, muy criticado por el ala izquierdista de su partido por respaldar a la OTAN en el despliegue en suelo alem¨¢n de misiles bal¨ªsticos Pershing II y de crucero, visita un congreso regional de sus camaradas en Hamburgo. Todo est¨¢ preparado para votar una resoluci¨®n a favor del Gobierno. Pero las cosas no salen como est¨¢n previstas. Un joven con camisa gris y gafas con grandes cristales cuadrados, reci¨¦n elegido vicepresidente de las juventudes del Partido Socialdem¨®c...
Enero de 1982. El canciller socialdem¨®crata Helmut Schmidt, muy criticado por el ala izquierdista de su partido por respaldar a la OTAN en el despliegue en suelo alem¨¢n de misiles bal¨ªsticos Pershing II y de crucero, visita un congreso regional de sus camaradas en Hamburgo. Todo est¨¢ preparado para votar una resoluci¨®n a favor del Gobierno. Pero las cosas no salen como est¨¢n previstas. Un joven con camisa gris y gafas con grandes cristales cuadrados, reci¨¦n elegido vicepresidente de las juventudes del Partido Socialdem¨®crata (SPD), sube al estrado y pregunta desafiante al canciller por los riesgos de esas armas. La moci¨®n no sale adelante tal y como la hab¨ªa concebido Schmidt, que abandona el recinto, seg¨²n recuerdan algunos asistentes, p¨¢lido de la rabia.
El joven que ret¨® a su l¨ªder por miedo a una guerra nuclear con la Uni¨®n Sovi¨¦tica se llamaba Olaf Scholz y es el mismo que, 40 a?os m¨¢s tarde, ya convertido ¨¦l mismo en canciller, ha lidiado con una guerra en Europa que marcar¨¢ su, previsiblemente, breve mandato. Y aqu¨ª, una vez m¨¢s, la estrategia ha estado marcada por un principio parecido al de su juventud: hacer todo lo posible para evitar un choque total entre Occidente y Rusia. ¡°El miedo a un conflicto nuclear, muy importante para su generaci¨®n, ha marcado su gesti¨®n¡±, interpreta el periodista Daniel Br?ssler, autor de la biograf¨ªa Un canciller alem¨¢n, donde narra la an¨¦cdota del congreso de Hamburgo de 1982.
Scholz (Osnabr¨¹ck, 66 a?os) apareci¨® el viernes en Dortmund en un ¨²ltimo acto de campa?a con la vaga esperanza de movilizar a ese alto porcentaje de indecisos que muestran las encuestas. El ambiente era extra?o. Los simpatizantes del SPD repet¨ªan que ¨¦l es el hombre adecuado para el cargo, y no su rival, el democristiano Friedrich Merz, al que muchos tachaban de no estar preparado. Pero acto seguido la mayor¨ªa aceptaba que la derrota era inminente. Y muchos se conformaban incluso con la posibilidad de que, tras el domingo, el SPD acabe gobernando en una coalici¨®n dirigida por Merz. ¡°Me doler¨ªa mucho, pero ?qu¨¦ otra opci¨®n tendr¨ªamos¡±, se preguntaba Eliset, una jubilada con d¨¦cadas de militancia a sus espaldas.
Scholz ya lo hab¨ªa sido casi todo en la pol¨ªtica alemana cuando ascendi¨® a lo m¨¢s alto. Ministro de Trabajo y Hacienda, alcalde de Hamburgo y hombre para todo en el SPD. Con fama de competente ¡ªy un tanto aburrido¡ª dio la sorpresa en 2021 al vencer en las primeras elecciones despu¨¦s de 16 a?os a las que no se presentaba la eterna Angela Merkel. En su victoria ¡ªpocos meses antes aparec¨ªa como tercero en los sondeos¡ª influy¨® tanto su imagen de hombre responsable en el que se puede confiar como los errores ajenos. A¨²n se recuerdan las risas retransmitidas en directo del candidato democristiano, Armin Laschet, en una visita a una zona afectada por unas inundaciones que hab¨ªan horrorizado a Alemania mientras el presidente federal, Frank-Walter Steinmeier, se dirig¨ªa a las v¨ªctimas.
Scholz empez¨® con buen pie. Las encuestas le sonre¨ªan. Cuando Rusia lanz¨® la invasi¨®n a gran escala de Ucrania, pronunci¨® en el Parlamento su famoso discurso del Zeitenwende, el cambio hist¨®rico que la agresi¨®n de Vlad¨ªmir Putin obligaba a emprender a Alemania. Pero las cosas pronto se dieron la vuelta. La inflaci¨®n, especialmente en los precios de la energ¨ªa, le hizo mucho da?o. Una sentencia del Tribunal Constitucional at¨® de pies y manos el margen de gasto del Gobierno. El partido ultraderechista AfD cabalgaba en las encuestas a lomos del debate migratorio. Y, para colmo de males, el tripartito con verdes y liberales, que se hab¨ªa presentado como una ocasi¨®n para modernizar el pa¨ªs, tan solo daba titulares por las peleas de sus miembros.
La impotencia de Scholz se hizo patente. Curiosamente, parec¨ªa m¨¢s poderoso como ministro de Hacienda de Merkel, cuando durante la crisis del euro impuls¨® el mecanismo del kurzarbeit para impedir la destrucci¨®n de empleo, que ahora que por fin hab¨ªa alcanzado la c¨²spide del poder. ¡°Mucha gente tiene la idea de que un canciller es como un presidente en Estados Unidos. Y no es as¨ª. En la coalici¨®n, Scholz ten¨ªa que trabajar con tres partidos que, en principio, eran iguales en t¨¦rminos de poder. Pod¨ªa tener una opini¨®n sobre un tema, pero si ese ministerio estaba en manos de, por ejemplo, los liberales y su l¨ªder ten¨ªa otra opini¨®n, entonces no pod¨ªa forzarlo¡±, justifica Wolfgang Schmidt, ministro, jefe de la Canciller¨ªa y posiblemente el colaborador m¨¢s cercano de Scholz en los ¨²ltimos 20 a?os.
Harto de las peleas, expuls¨® a los liberales del Gobierno y adelant¨® las elecciones. Si se cumple lo que parece ya un hecho, habr¨¢ ocupado la Canciller¨ªa algo m¨¢s de tres a?os, un r¨¦cord negativo en la historia de la Rep¨²blica Federal en el que tan solo le supera el democristiano Kurt Georg Kiesinger, a finales de los sesenta. Visto con perspectiva, la victoria del SPD en 2021 parece ahora, cuando todo apunta a que quedar¨¢ en un humillante tercer lugar, por detr¨¢s de la ultraderecha, una ilusi¨®n moment¨¢nea.
Carsten Brosda, ministro de Cultura de Hamburgo y antiguo responsable de los discursos del canciller, destaca de Scholz su solidez. ¡°Eso significa que, si vas a tratar alg¨²n asunto, te conviene saber de lo que hablas. Porque, si muestras alguna duda, ¨¦l conocer¨¢ mejor que t¨² la materia. Conozco a personas que han tenido sorpresas desagradables. Es lo contrario de la pol¨ªtica del espect¨¢culo tan de moda estos d¨ªas¡±, afirma. ¡°Scholz es uno de los pocos pol¨ªticos con ideas propias. Analiza y lee mucho. A menudo se le describe como un bur¨®crata aburrido, pero tiene visiones e ideas¡±, a?ade Schmidt.
El periodista Br?ssler le concede capacidades t¨¦cnicas y la habilidad de buscar puntos de acuerdo, pero le reprocha su incapacidad de comunicar, algo que cree que Scholz ha infravalorado: ¡°Es demasiado aficionado al teleprompter. En un momento m¨¢s tranquilo podr¨ªa haber funcionado. Pero estos son tiempos dram¨¢ticos y ¨¦l no ha logrado transmitir la autoridad que se le supone al cargo de canciller¡±.
Scholz insiste, como no puede ser de otra forma, en que este domingo aspira a revalidar el cargo de canciller. Y en que no baraja entrar en el Gobierno si no es para liderarlo. Pero en los ¨²ltimos d¨ªas de campa?a se intuye una cierta relajaci¨®n, como si ya hubiera asumido que el fin de su carrera pol¨ªtica ha llegado. As¨ª, en el debate que el mi¨¦rcoles protagoniz¨® con Merz, se le ve¨ªa relajado, hablando de la suerte que tiene por ser una persona feliz, sobre todo gracias a la historia de amor con su mujer, la tambi¨¦n pol¨ªtica socialdem¨®crata Britta Ernst.
Br?ssler, corresponsal parlamentario del S¨¹ddeutsche Zeitung, est¨¢ convencido de que el papel de Scholz en la historia quedar¨¢ indisolublemente ligado al destino de Ucrania. No llevaba ni tres meses en el cargo cuando en febrero de 2022 Putin lanzo su invasi¨®n a gran escala. ¡°No creo que se recuerden de ¨¦l muchas otras cosas. Y, si a Ucrania le va tan mal como ahora nos tememos, nunca podr¨¢ separarse de las preguntas: ?Habr¨ªa podido hacer m¨¢s? ?Europa habr¨ªa hecho m¨¢s si ¨¦l hubiera empujado m¨¢s?¡±, a?ade. ¡°A diferencia de los opinadores, los gobernantes tienen una responsabilidad real¡±, apunta, por su parte, su estrecho colaborador Schmidt.