George Packer: ¡°Trump no es un accidente, hay algo malo en nosotros y cuando ¨¦l se vaya esa cosa seguir¨¢ ah¨ª¡±
El autor advierte de que Estados Unidos no es ¡°lo suficientemente fuerte para sobrevivir a una elecci¨®n fallida¡± y conf¨ªa en que una victoria dem¨®crata abra un periodo reformista ¡°no visto desde los a?os 60¡±
Esta entrevista forma parte de una serie de charlas con intelectuales, editores, activistas, economistas y pol¨ªticos de primer orden que ayudan a describir el estado de cosas antes de las elecciones. Puede leer las dem¨¢s entregas aqu¨ª.
Pocos autores han abordado con tanta crudeza y eficacia el declive del capitalismo estadounidense como George Packer. El desmoronamiento (Debate, 2013), premio nacional de ensayo, deudor de la Trilog¨ªa USA de Dos Passos, nost¨¢lgico de aquella rep¨²blica de Roosevelt que enterr¨® Ronald Reagan, es un retrato de cuatro d¨¦cadas de desregulaci¨®n, de desigualdades, de polarizaci¨®n, que crearon el sustrato en el que a?os despu¨¦s germinar¨ªa la semilla populista del trumpismo. Volvi¨® a indagar en la decadencia del imperio en Nuestro hombre (2020), una biograf¨ªa del diplom¨¢tico Richard Holbrooke, cuya vida marc¨® 70 a?os de hegemon¨ªa estadounidense en el mundo. Periodista estrella de The Atlantic, Packer (Santa Clara, California, 1960) asiste a estas elecciones con una mezcla de miedo y esperanza. Empieza la entrevista con tambores de guerra civil, y acaba so?ando con una era de grandes reformas progresistas no vista desde los a?os 60.
Pregunta. ?En qu¨¦ forma f¨ªsica llega Estados Unidos a las elecciones?
Respuesta. En una forma terrible. En la unidad de cuidados intensivos. Con graves s¨ªntomas de una democracia debilitada, el cuerpo dividido, una parte incapaz de comunicarse con la otra. Incapaz de creer en nuestras instituciones y ni siquiera en la supervivencia de nuestra democracia. No creo que nos dirijamos a una guerra civil, pero el hecho de que tanta gente hable de ello, no solo historiadores y polit¨®logos, sino gente corriente, indica que hemos llegado a un punto de inflexi¨®n. No somos lo suficientemente fuertes para sobrevivir a una elecci¨®n fallida, en la que nadie gane o la mitad del pa¨ªs crea que los resultados son ileg¨ªtimos. Tenemos una elecci¨®n al final de un a?o de crisis y la elecci¨®n puede ser la crisis definitiva.
P. Ya en 2013 escribi¨® usted sobre el desmoronamiento del sue?o americano. ?Dir¨ªa, pues, que Trump es m¨¢s un s¨ªntoma que la enfermedad?
R. Trump encarn¨® el cinismo y el miedo de muchos estadounidenses. Les gustaba el hecho de que no hablaba como un pol¨ªtico. Dec¨ªa lo que pensaba, aunque lo que pensaba fuera feo, odioso y divisivo. Sol¨ªamos pensar que si un candidato presidencial dec¨ªa esas cosas, eso le perjudicar¨¢. Trump ha demostrado que eso ya no es cierto. Aunque lleg¨® como un s¨ªntoma, ahora es la enfermedad. Se ha convertido en la principal causa del deterioro de nuestra democracia. Por eso esta elecci¨®n es tan urgente. M¨¢s que nada que yo haya vivido.
P. ?C¨®mo ve a los republicanos?
R. Un cambio demogr¨¢fico ha empujado al Partido Republicano a una posici¨®n minoritaria. Pienso en el Partido Republicano como los Estados del sur antes de la guerra de Secesi¨®n. Ven al resto del pa¨ªs avanzar, convertirse en m¨¢s rico y multirracial, y en lugar de tratar de competir por ese voto, han decidido endurecer su propia ideolog¨ªa y apelar a una base m¨¢s peque?a. Pero el sistema les permite utilizar esa fuerza minoritaria para aferrarse al poder. El voto popular est¨¢ constre?ido por el Senado, en el que Wyoming tiene dos votos y California otros dos. La poblaci¨®n de Wyoming es de 600.000 habitantes; la de California, de 40 millones. Parecido sucede con el sistema del colegio electoral, que llev¨® a Trump a la Casa Blanca. Y luego est¨¢n los tribunales, la rama no electa del Estado, que han sido el foco de Trump y el Partido Republicano desde que llegaron al poder. No usan el legislativo para gobernar. No aprueban leyes. Simplemente nombran a jueces, ahora de manera crucial en el Supremo. As¨ª, si la mayor¨ªa vuelve al poder en la Casa Blanca y en el Congreso, que es lo que creo que va a pasar, los republicanos seguir¨¢n teniendo a los tribunales para evitar que la mayor¨ªa gobierne sobre ellos. Esas son todas las maneras en que, igual que el sur antes de la guerra civil, una entidad minoritaria se aferra a un poder desmesurado. Todo eso ha funcionado durante cuatro a?os y est¨¢ a punto de enfrentarse a una fuerza poderosa, que es la de los votantes estadounidenses. Trump est¨¢ lanzando todas las se?ales de que no est¨¢ dispuesto a aceptar la voluntad de los votantes, que es algo que nunca hemos escuchado de un presidente en este pa¨ªs. Cada d¨ªa, esperamos que su partido le diga que ya es suficiente, que ha ido demasiado lejos. Pero le siguen. Y le seguir¨¢n, porque su destino est¨¢ atado a ¨¦l. Este es el escenario para un conflicto.
P. El refuerzo de la mayor¨ªa conservadora en el Supremo puede prolongar durante una generaci¨®n esa separaci¨®n entre la Am¨¦rica real y sus leyes. Eso es otro polvor¨ªn...
R. Si los tribunales son la rama del Estado que frena las pol¨ªticas populares, generar¨¢ descontento. Y creo que la cuesti¨®n que Biden elude sobre la posibilidad de a?adir m¨¢s jueces al Supremo, para corregir el sesgo conservador, es una cuesti¨®n real. Deber¨ªa debatirse. Ser¨ªa algo dram¨¢tico, pero podr¨ªa ser leg¨ªtimo si el Supremo se convierte en una herramienta de poder para el Partido Republicano, en lugar del int¨¦rprete ¨²ltimo pol¨ªticamente neutral de las leyes y la Constituci¨®n. El juego es nombrar m¨¢s jueces j¨®venes que sigan ah¨ª sentados para siempre dictaminando a tu favor. Ese es un signo m¨¢s de una democracia enferma.
P. ?Es solo el pragmatismo, el deseo de controlar la judicatura durante a?os, por ejemplo, lo que ata al Partido Republicano a Trump?
R. No. Cuando un partido va tan lejos en la direcci¨®n de la corrupci¨®n y de cierto nihilismo moral, no puede cambiar de la noche a la ma?ana. Es un proceso largo, pero no veo que vayan siquiera a intentarlo hasta que sean derrotados, y derrotados de nuevo, y luego quiz¨¢ una tercera vez. Y cuando la voluntad democr¨¢tica del pueblo les diga una y otra vez que no los quiere, entonces tendr¨¢n que sacar al Partido Republicano de las profundidades en las que se ha metido.
P. Defiende que la ¨²ltima vez que los estadounidenses reaccionaron unidos a una gran amenaza fue el 11-S. Todas las crisis posteriores dividieron m¨¢s al pa¨ªs. ?Hizo Obama lo suficiente para unir a los dos bandos?
R. Si se puede acusar de algo a Obama es precisamente de haber sido demasiado ingenuo sobre el Partido Republicano. La culpa es del Partido Republicano, que se encuentra a s¨ª mismo en contra de la opini¨®n popular en un tema tras otro. Y en lugar de avanzar hacia la opini¨®n popular, trata de agarrarse al poder por v¨ªas no democr¨¢ticas. Debajo hay una polarizaci¨®n del pa¨ªs que ha sucedido en los ¨²ltimos 40 a?os, por muchas y profundas causas: los cambios demogr¨¢ficos, la desigualdad econ¨®mica, la divisi¨®n entre ganadores y perdedores. Estamos tan separados que ni siquiera podemos discutir unos con otros. No nos fiamos los unos de los otros. Es como si perteneci¨¦ramos a dos pa¨ªses diferentes. Y eso da miedo porque tenemos que convivir. Cada parte imagina que la otra va a desaparecer, pero no va a ser as¨ª. Las dos partes siguen aqu¨ª, y siguen fuertes. Hay un n¨²mero incre¨ªble de personas en este pa¨ªs que quieren que Trump siga siendo presidente. Eso es un hecho al que los dem¨®cratas no se enfrentan a menudo. Pero est¨¢ ah¨ª, y no puedes hacer que desaparezca solo con desearlo.
P. ?C¨®mo ve a Biden?
R. Su trabajo es mucho m¨¢s f¨¢cil gracias a Trump, que ha unido a los dem¨®cratas. Pero me ha sorprendido lo bien que Biden est¨¢ llevando la campa?a. Ha estado firme, astuto, y no ha ca¨ªdo en trampas. No ha cometido grandes errores. Sencillamente parece una influencia reposada y decente. Creo que si gana, todo eso cambiar¨¢ porque el poder crear¨¢ un barullo de influencia en torno a ¨¦l. Y toda la energ¨ªa est¨¢ en la izquierda del partido. Si esa izquierda decide presionar a Biden de manera inmediata, ser¨¢ peligroso para el partido. Creo que lo que Biden debe hacer es centrarse en dos o tres cosas esenciales. Sanidad, pandemia, empleo. Y usar la mayor¨ªa en el Congreso, si la consigue, para sacar adelante dos o tres grandes piezas de legislaci¨®n que pongan dinero en manos de la gente, estimulen la econom¨ªa, y controlen la pandemia. Entonces tendr¨¢ m¨¢s capital con el que trabajar. Ha hecho un buen trabajo en la campa?a. Ser¨¢ mucho m¨¢s dif¨ªcil si se convierte en presidente.
P. ?Ser¨¢ Trump un par¨¦ntesis o el pa¨ªs ha cambiado para siempre?
R. Creo que, desafortunadamente, nos ha cambiado a nosotros y a nuestra pol¨ªtica. Nos ha hecho a todos peores. Y es f¨¢cil ir hacia abajo. Es f¨¢cil librarse de los tab¨²s, de las normas, de las reglas. Pero es muy dif¨ªcil volverlas a instaurar una vez que se han ido. Odiar¨ªa ver a los dem¨®cratas actuar y gobernar como Trump, pero la tentaci¨®n estar¨¢ ah¨ª. Primero, por venganza. Segundo, porque toda la atm¨®sfera est¨¢ ya contaminada. Todos respiramos el aire de Trump. No es un accidente ni un desv¨ªo. Hay algo malo en nosotros, algo que est¨¢ mal en nuestra pol¨ªtica y en nuestra cultura, algo que Trump encarna. Cuando se vaya, como deseo de coraz¨®n que suceda, esa cosa seguir¨¢ estando ah¨ª. Tendremos que enfrentarnos a ella.
P. ?Los republicanos tendr¨¢n menos tir¨®n sin Trump?
R. Si se va, lo que creo que har¨¢n los republicanos es encontrar alguien que encarne el trumpismo. Un hombre fuerte de estilo autoritario, pero menos patol¨®gico y mejor pol¨ªtico. Un ser humano m¨¢s listo. Trump es el Reagan de nuestro tiempo, en el sentido de que encarna lo que es el partido.
P. Y el Partido Dem¨®crata, ?podr¨¢ volver a conectar con la gente blanca trabajadora no universitaria?
R. Lo que me gustar¨ªa es ver un Partido Dem¨®crata que estudie a Roosevelt y que estudie a Truman. No puedes volver al pasado, no puede haber un nuevo New Deal. Pero s¨ª puede y debe haber un Partido Dem¨®crata que apele a la gente trabajadora y que comprenda que, culturalmente, hay divisiones. No puedes echarlos simplemente deseando echarlos, pero no debes hacerlos peores. No debes meter el dedo en las sensibilidades de la gente. Hay temas que unen a Estados Unidos y que no abren esas heridas. Temas como el salario m¨ªnimo, la sanidad, el medio ambiente, la protecci¨®n en el trabajo. Son cosas que est¨¢n esperando a un presidente y un Congreso dem¨®cratas fuertes. No hemos visto eso en mucho tiempo. Bill Clinton alej¨® al partido de esos votantes. Obama conectaba m¨¢s, pero fue bloqueado por el Tea Party y por Mitch McConnell durante seis a?os. Hablo del regreso a algo que no hemos visto quiz¨¢ desde los a?os 60. Un Partido Dem¨®crata que de verdad gobierne para la reforma, grandes reformas que hagan a este pa¨ªs m¨¢s justo, m¨¢s igual. Eso es lo que me gustar¨ªa ver.
P. La pandemia ha subrayado la importancia de lo p¨²blico, del Estado, que ha vuelto a salir al rescate de la econom¨ªa.
R. Exacto. A los estadounidenses no les gusta el Estado. No se f¨ªan de ¨¦l por un par de razones. Primero, porque llevan escuchando durante 40 a?os que el Estado no funciona y que va contra ellos. Pero tambi¨¦n porque el Estado, en efecto, no ha funcionado para ellos. Ha estado capturado por las corporaciones e intereses especiales, una corrupci¨®n en Washington que es legal pero muy corrosiva. Si los dem¨®cratas, desde el poder, pueden demostrar que el Estado funciona, que puede ser honesto y aprobar leyes que mejoren la vida de la gente, eso lentamente suavizar¨¢ algunas de las divisiones y neutralizar¨¢ el vitriolo de nuestro sistema. Hay mucho peso en los hombros fr¨¢giles de 77 a?os de Biden. Pero, a pesar de que yo era esc¨¦ptico, insisto en que creo que ha manejado la campa?a de manera brillante. Si se rodea de la gente adecuada y el Congreso decide no cometer suicido, como a menudo hacen los dem¨®cratas, entonces creo que este podr¨ªa ser el principio de un largo periodo de control dem¨®crata. Esta es mi visi¨®n m¨¢s optimista, despu¨¦s de haber empezado la entrevista dici¨¦ndole que estamos al borde de la guerra civil.
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