Ritxar Bacete: ¡°Poder mostrarse vulnerables es una parte esencial de la apropiaci¨®n de la paternidad por parte de los hombres¡±
¡®Pap¨¢¡¯ es el nuevo libro con el que este autor profundiza en 25 modelos de padres a trav¨¦s de personajes reales y de ficci¨®n m¨¢s o menos conocidos de la historia
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¡°?Podemos hablar por Skype y as¨ª nos vemos las caras?¡±, solicita al otro lado del tel¨¦fono, tras las formalidades de rigor, Ritxar Bacete (Vitoria-Gasteiz, 1973), escritor, antrop¨®logo, trabajador social y especialista en g¨¦nero, masculinidades, feminismo, pol¨ªticas de igualdad y paternidad positiva. Trasladamos la conversaci¨®n a la pantalla del port¨¢til, a una nueva forma de cara a cara, aunque sea con dos dispositivos electr¨®nicos y casi 400 kil¨®metros de por medio. Esa necesidad de ver al interlocutor al charlar sobre paternidad surge de su idea rom¨¢ntica de los compadres. ¡°Fantaseo con que los padres seamos capaces de abrir conversaciones poderosas con otros padres sobre temas de paternidad, di¨¢logos honestos en los que hablemos sobre sentimientos, sobre las luces y sombras de la experiencia¡±, asegura.
La fantas¨ªa, dice, queda m¨¢s pr¨®xima tras la pandemia y los confinamientos que, en su opini¨®n, nos han brindado una oportunidad para salir de nuestras burbujas, para ocupar espacios en el cuidado de los hijos y para empezar a convertir esos espacios en modelos hegem¨®nicos de paternidad. ¡°El confinamiento ha sido una oportunidad para repensar las paternidades, pero no desde la teor¨ªa, sino desde la pr¨¢ctica, desde el cuidado, desde las labores dom¨¦sticas¡±, afirma. Al respecto, asegura que en estos meses ha empezado a establecer conversaciones intensas y expresivas sobre paternidad con padres que en un principio uno no dir¨ªa que son el modelo de paternidad al que ¨¦l aspira. ¡°Todos llegan con la misma narrativa, con el estr¨¦s, con s¨ªntomas de aquello que Betty Friedan bautiz¨® como el malestar de las mujeres. Una prueba de que algo est¨¢ cambiando son esos malestares de los hombres, c¨®mo empezamos a sentirnos mal porque no llegamos a todo, porque lo hacemos todo a medias. Como dice mi pareja: bienvenidos al mundo de la maternidad¡±. Tambi¨¦n, cuenta, con otros padres que pensaban que eran buenos padres, unos hombres corresponsables, pero que con el confinamiento se han dado cuenta de que estaban lejos de serlo. ¡°Muchos nos hemos dado cuenta en estos meses de lo que es la gesti¨®n cotidiana y hemos descubierto a nuestros hijos e hijas en los matices, en los momentos de tensi¨®n, no solo en el ocio del fin de semana¡±. Ya lo escrib¨ªa el fil¨®sofo italiano Luigi Zoja en El gesto de H¨¦ctor (Taurus): ¡°para ser padre no basta con saber qu¨¦ es el padre: se necesita conocer al hijo y la relaci¨®n con ¨¦l¡±.
PREGUNTA. Supongo que mucho tendr¨¢ que ver en ese descubrimiento la falta de referentes. En nuestras vidas y en la literatura.
RESPUESTA. Es que hemos pasado de puntillas por la experiencia de la paternidad. Y eso se debe en parte a que ese modelo patriarcal que apenas genera v¨ªnculo con los hijos y no tiene nada que contar. Es m¨¢s, ese modelo muchas veces solo se cuenta desde la perspectiva de los hijos, del dolor que sintieron ellos, como el caso de Kafka y sus cartas al padre, que recojo en el libro. Son muchos m¨¢s los dolores que han producido las paternidades que los di¨¢logos sinceros y profundos sobre el impacto que han tenido las paternidades en los hombres. Pero yo estoy seguro de que esos di¨¢logos van a empezar a surgir ahora, de que vamos a empezar a reescribir la paternidad y a tener referentes en la medida en la que hay v¨ªnculo con los hijos, que hay chicha, que hay luces y sombras sobre las que reflexionar.
De esa b¨²squeda de referentes surge su nuevo t¨ªtulo, Pap¨¢ (Baobab), un ¨¢lbum ilustrado a medio camino entre la literatura y el libro informativo con el que Ritxar Bacete profundiza en 25 modelos de paternidad a trav¨¦s de personajes (reales y de ficci¨®n) m¨¢s o menos conocidos de la historia. Desde el hombre de Atapuerca, hasta Darth Vader o Gru (Mi villano favorito), pasando por John Lennon o Barack Obama. ¡°He hecho una investigaci¨®n hist¨®rica para escribir este libro desde una perspectiva no solo de datos fr¨ªos sobre la paternidad, sino recurriendo tambi¨¦n a la etnograf¨ªa, a la antropolog¨ªa, a una mirada m¨¢s hol¨ªstica de lo que ha podido significar la figura del var¨®n asociada a la procreaci¨®n en distintos momentos de la historia. Ha sido algo fascinante, porque la historia de la paternidad no est¨¢ escrita, es incre¨ªble que algo tan fundamental para entender el mundo patriarcal en el que vivimos como es la figura del padre apenas haya sido estudiado¡±, reflexiona.
¡°Esa idea de poder mostrarse vulnerables es uno de los elementos esenciales de la apropiaci¨®n de la paternidad por parte de los hombres¡±
De esa investigaci¨®n, el escritor ha sacado una conclusi¨®n: que si la evoluci¨®n de la paternidad a lo largo de la historia fuese representada por un gr¨¢fico, esa plasmaci¨®n tendr¨ªa la forma de los dientes de una sierra. La paternidad es una carrera llena de evoluciones e involuciones. Algunas muy recientes. ¡°La industrializaci¨®n fue fundamental para arrancar a los hombres de cualquier posibilidad de generar un v¨ªnculo con sus hijos. No podemos olvidar que bien entrado el siglo XX los hombres trabajaban en la industria siete d¨ªas a la semana y solo se les dejaba un rato libre los domingos por la ma?ana para que fueran a misa. Eso supon¨ªa convertir a los hombres, a trav¨¦s del ¡°ganap¨¢n¡±, en un ser extra?o dentro de la propia familia¡±, afirma. Hoy, seg¨²n el autor, vivimos un renacer de la paternidad presente. Ha habido otros. De hecho, la obsesi¨®n de Bacete ha sido ¡°buscar la disidencia¡± en mitad del patriarcado, encontrar referentes en mitad de ese modelo hegem¨®nico que siempre ha sido m¨¢s cercano al padre todopoderoso, ausente, emblema de la disciplina, ajeno a todo signo de cari?o y complicidad. Pasa lo mismo, seg¨²n el experto, con el modelo hegem¨®nico de masculinidad. ¡°Seguramente cuando hablamos de masculinidad, el modelo cl¨¢sico y t¨®xico sigue teniendo m¨¢s fuerza; pero, si hablamos de paternidad, yo creo que existe una mayor oportunidad de transformaci¨®n, que es ah¨ª donde se est¨¢n produciendo cambios mucho m¨¢s profundos. Si hay una escuela para la reeducaci¨®n de la masculinidad t¨®xica ese es el ejercicio de la paternidad consciente, pac¨ªfica y presente¡±, argumenta.
P. Para indagar en ese modelo de paternidad consciente, pac¨ªfico y presente te remontas hasta Atapuerca.
R. En una investigaci¨®n liderada por Juan Luis Arsuaga en Atapuerca se encontraron restos de una ni?a que vivi¨® hasta los 8 o 9 a?os con una discapacidad terrible, que le producir¨ªa grandes dolores y que probablemente no le permitir¨ªa caminar. Hace medio mill¨®n de a?os el clan la cuid¨® el tiempo necesario para que tuviera una vida digna. Y para que se produjese ese proceso de cuidado tuvo que haber un hombre (no sabemos si el padre o un l¨ªder, pero un hombre al fin y al cabo), lo que demuestra que nuestros antecesores ya estaban ah¨ª, cuidando.
P. No puedo dejar de preguntarme qu¨¦ sentir¨ªa ese hombre de Atapuerca.
R. Pues es muy probable que en esa humanidad temprana ese hombre sintiese lo mismo que t¨² y que yo. Y te digo que es muy probable porque eso es biol¨®gico, algo que activa todas las hormonas y que hace que t¨² quieres estar ah¨ª. Por suerte no hemos cambiado tanto. Hay una l¨ªnea que va desde ese hombre del paleol¨ªtico hasta mi padre Manuel, que naci¨® en 1942 en Castilla la Mancha y que cierra el libro.
P. Otro ejemplo muy significativo que abordas en el libro es el de Akhenat¨®n.
R. Es uno de los personajes que m¨¢s me ha fascinado para comprender la paternidad actual. Y es muy curioso, ya que aunque fue un fara¨®n, a ¨¦l apenas lo conocemos, pero sin embargo a todos nos suenan su mujer, Nefertiti, y su hijo, Tutankam¨®n. De Akhenat¨®n es la representaci¨®n m¨¢s antigua de un ser humano var¨®n cuidando a una criatura que ha llegado hasta nuestros d¨ªas. Y posiblemente es el primer padre igualitario de la historia. En las representaciones en piedra encontradas lo dibujan siempre al mismo nivel que su pareja, en condiciones de igualdad. Y en las paredes de su templo se encontraron m¨²ltiples dibujos de sus hijas, lo que indica que estaban muy presentes en la vida cotidiana. Un poco lo mismo que hoy vivimos muchos aut¨®nomos que trabajamos con nuestros hijos correteando alrededor, lo encontramos ya hace 3.500 a?os en un espacio de poder.
P. A m¨ª me ha sorprendido, por desconocido, el relato de John Lennon.
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R. John Lennon es un icono muy interesante de las luces y las sombras de la paternidad, de los fantasmas con los que hemos crecido y vivido muchos hombres al haber sido socializados de una forma limitada, sin desarrollar la parte expresiva de nuestra vida, negando la vulnerabilidad. Lennon es un ejemplo de c¨®mo la paternidad te puede curar. La segunda paternidad provoc¨® que se cuidase m¨¢s, que dejase las drogas y el alcohol, que de repente se mirase al espejo y viese a un ser humano transformado por el cuidado de su hijo. Es la potencia transformadora que tiene la paternidad. Hasta el punto de que en el caso de John Lennon esa experiencia supuso un cambio de roles con Yoko Ono, un cuestionamiento del poder y del papel del hombre como proveedor que tuvo lugar en una relaci¨®n din¨¢mica con el empoderamiento de las mujeres.
P. Zoja destacaba un aspecto de la figura paterna de H¨¦ctor: que, a diferencia de lo que ven¨ªa siendo normal (hoy todav¨ªa), dar fuerza al pasado para convertirlo en un modelo inalcanzable, este h¨¦roe reza a los dioses para que le concedan lo contrario, que su hijo llegue a ser m¨¢s fuerte que ¨¦l. Me gusta pensar que eso es lo que estamos haciendo con nuestros hijos, aunque con otro sentido del concepto fuerza.
R. Desde luego. Es que tenemos cientos de publicaciones que ponen en valor el empoderamiento de las chicas, pero ?qu¨¦ pasa con los chicos? Los ni?os necesitan fuerza, poder y valent¨ªa para hacer frente a la masculinidad t¨®xica que sigue presente y que ellos mismos sufren cuando deciden ir vestidos de determinado color o pintarse las u?as. Otra cosa es que tengamos que redefinir la idea de fuerza, valent¨ªa y poder, pero el tr¨¢nsito de los hombres hacia modelos m¨¢s igualitarios no tiene por qu¨¦ significar abandonar cualidades que son fundamentales.
P. Hay que tener valent¨ªa y poder para hacer otro gesto que se atribuye al h¨¦roe de la mitolog¨ªa: quitarse la armadura. A¨²n nos cuesta hoy. Aunque sea metaf¨®ricamente.
R. Mi padre nunca me dijo que me quer¨ªa. Y no es balad¨ª que lo escriba en el libro, porque s¨¦ que se lo va a leer y estoy temblando solo de pensarlo. Esa idea de poder mostrarse vulnerables, de un padre que no tiene miedo de llorar y mostrar sus sentimientos, de un padre que acepta la derrota con nobleza como Eneas, ese desnudarte y quitarte la coraza, es uno de los elementos fundamentales de la apropiaci¨®n de la paternidad por parte de los hombres.
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