Miguel L¨®pez, ¡®El Hematocr¨ªtico¡¯: ¡°Estamos tan metidos en la rueda que creemos que los ni?os deben vivir corriendo y con la agenda a tope¡±
Maestro y estrella de las redes sociales, acaba de publicar ¡®?Esc¨²chalos! Por una crianza con empat¨ªa¡¯, un libro que llama a acompa?ar a los ni?os durante la infancia, a la que considera una etapa vital plena y no un preludio de la edad adulta
Detr¨¢s de El Hematocr¨ªtico, seud¨®nimo que usa en Twitter y cuya cuenta tiene m¨¢s de 150.000 seguidores, est¨¢ Miguel L¨®pez (A Coru?a, 1982), maestro de Educaci¨®n Infantil y Primaria y autor de numerosos proyectos y libros infantiles como Rapunzel con piojos, Do?a Problemas o la saga de Max Burbuja. Defensor de los ni?os y de sus derechos, reconoce no saber todav¨ªa si ya se ha convertido en un ¡°adulto de verdad¡±, uno de esos que imaginaba que ser¨ªa. Quiz¨¢s sea por eso por lo que mantiene el entusiasmo y una mirada emp¨¢tica, sensible y respetuosa hacia una infancia hiperagendizada que es v¨ªctima de la imparable rueda de h¨¢mster a la que tambi¨¦n han subido los adultos. Acaba de publicar ?Esc¨²chalos! Por una crianza con empat¨ªa, un libro que es una llamada a escuchar, mirar y acompa?ar a los ni?os y ni?as como las personas que ya son y no como las personas que ser¨¢n.
PREGUNTA. Habla de la infancia como una etapa que se vive y no solo como un per¨ªodo de transici¨®n hasta llegar a ser adultos. Es decir, centrarnos en la persona que es el ni?o en esos momentos y no en la que ser¨¢ a futuro porque pensando en ¡°el d¨ªa de ma?ana¡± nos estamos olvidando del d¨ªa de hoy. ?Qu¨¦ actitudes tenemos que explicar¨ªan esto?
RESPUESTA. Creo que lo que ocurre es que siempre estamos viviendo, en general, pensando en d¨ªas mejores. Por ejemplo, ocurre mucho cuando pasamos una semana muy cargada de compromisos laborales y creemos que la semana siguiente va a ser mejor, pero luego en realidad es igual o peor. Nunca acaba llegando el momento de paz. Reflexionando sobre esto, la conclusi¨®n a la que llego es que se lo contagiamos a los ni?os. Estamos tan metidos en la rueda del h¨¢mster que creemos que es as¨ª como deben vivir ellos: corriendo, con plazos, con la agenda a tope¡
P. ?Es un ni?o menos persona que un adolescente o un adulto?
R. Todos somos siempre personas completas, tengamos la edad que tengamos. Los ni?os tambi¨¦n. No podemos pasar toda la vida de un ni?o pensando que este es un per¨ªodo de preparaci¨®n para lo que se le viene encima. Es que hay personas que hasta les hablan de otra forma, con unas voces incomprensibles. Yo lo que defiendo es que no es un ni?o o una ni?a, son Marta, Juan, Mar¨ªa y Ana. Y debemos ponernos a su altura, mirarles a los ojos, escucharles, hablarles y tratarles con normalidad.
P. Esto se ve mucho en la literatura infantil y juvenil. Se publican muchos libros que o bien les consideran poco inteligentes o libros para los padres m¨¢s que para los ni?os.
R. Efectivamente, en la literatura infantil se nota mucho la mirada del autor, y enseguida se ven claras sus intenciones. Si es un autor o autora que quiere darles algo divertido o interesante a los ni?os o si est¨¢ posicionado en un lugar adulto desde el que quiere darles una lecci¨®n para que aprendan.
P. Usted empieza fuerte, hablando de la cantidad de actividades especiales para los ni?os que pensamos que tenemos que hacer los fines de semana. ?Qu¨¦ nos arrastra a la b¨²squeda incesante de cosas que hacer?
R. Quiz¨¢s es que tenemos la idea de que no podemos desperdiciar ni un momento de la vida de nuestros incre¨ªbles hijos porque si paramos podemos mermar un potencial incre¨ªble [risas]. En realidad, quiz¨¢s ese ni?o o esa ni?a aprovechar¨ªa m¨¢s su tiempo no haciendo nada, porque ya solo en el acto de aprender a gestionarlo, cuando se tiene tiempo para no hacer nada, est¨¢ desarrollando su personalidad, sus aficiones, sus gustos¡
P. ?Qu¨¦ piensa del llamado tiempo de calidad?
R. Uy, ese es un enga?o que nos decimos a nosotros mismos, que existe para dejar de sentirnos mal. Primero tendr¨ªamos que pensar qu¨¦ es eso del tiempo de calidad. En mi infancia, para m¨ª, el tiempo de calidad era estar tirado en el sof¨¢ leyendo un tebeo. Yo esto lo veo en mis hijas hoy: las veo leyendo un cuento de Anna Kadabra y veo que lo est¨¢n disfrutando y est¨¢n construyendo recuerdos. Que eso es para ellas tiempo de calidad.
P. Tambi¨¦n habla de la autoexigencia que tenemos con respecto a nuestro papel de padres y madres. Dice: ¡°Parece que en cualquier momento alguien nos va a auditar¡±.
R. Es que, a veces, lo parece. Miramos a influencers de educaci¨®n o de maternidad, con sus vidas maravillosas, su colecci¨®n de hijos maravillosos, su ropa maravillosa, y pensamos que qu¨¦ mal lo debemos estar haciendo para ir todo el d¨ªa corriendo y terminar el d¨ªa poni¨¦ndole a tus hijos Netflix para poder colocar la compra y hacer de cena una ensaladilla. No podemos aspirar a ese tipo de vidas que tienen mucho de impostado.
P. Hay cosas, como los cumplea?os profesionalizados, que las organizamos porque pensamos que hay que hacerlas porque todas las familias lo hacen. ?Existe miedo de que nuestros hijos e hijas no tengan lo que tienen los dem¨¢s?
R. Creo que s¨ª, que lo sentimos as¨ª y que nos vemos arrastrados por esas instituciones que se han creado alrededor de los cumplea?os que son los parques de bolas y todos sus derivados. Los cumplea?os son hoy casi como una primera comuni¨®n. Son eventos en los que te dejas una pasta, con un mont¨®n de ni?os, cada vez m¨¢s profesionalizados, recibes un mont¨®n de regalos¡ Hubo un conato de huir de esto y se pusieron de moda los cumplea?os al aire libre. Pues nada, tambi¨¦n esto se profesionaliz¨® y se vio la oportunidad de monetizarlo tambi¨¦n con extras: decoraci¨®n, actividades, colchonetas hinchables... El negocio de los cumplea?os infantiles lo coloniza todo.
P. ?C¨®mo relajarse ante tanta presi¨®n?
R. El camino que propongo en el libro es el sentido com¨²n a trav¨¦s de la escucha a los ni?os, pero tambi¨¦n a nosotros mismos, a los ni?os que ¨¦ramos antes. Pensar c¨®mo le sentar¨ªa todo esto a ese ni?o o ni?a que eras t¨². C¨®mo llevar¨ªas estar corriendo para llegar a la extraescolar o a aquella actividad que se hace el s¨¢bado por la ma?ana. Ese macrocumplea?os. C¨®mo llevar¨ªas tener esa carga de deberes que tienen hoy los ni?os, que es impresionante.
P. La escuela tambi¨¦n debe cambiar su mirada a la infancia.
R. Estamos todos metidos en la rueda. La escuela es muy dif¨ªcil cambiarla porque es parte de la guerra cultural y cualquier cambio que se proponga est¨¢ mal visto por unos o por otros. Y luego tambi¨¦n que son cambios enormes los que necesitamos y no tenemos tiempo para abordarlos. No puedes parar la escuela dos a?os para reformarla.
P. Critica en el libro las horas que se les van a los profesores con la burocracia.
R. En los 20 a?os que llevo en la docencia, puedo afirmar que la calidad de vida de los profesores ha disminuido mucho. No solo no tenemos tiempo para parar, sino que el que dedicamos a pensar en los alumnos tambi¨¦n se ha visto muy perjudicado. Recuerdo que antes en la sala de profesores habl¨¢bamos de cosas personales, de lo que necesitaban los alumnos, de los apoyos, y ahora es todo papeleo y registro.
P. ?Y c¨®mo han cambiado las familias? ?Tambi¨¦n exigen m¨¢s a los profesores?
R. La suerte de ser profesor y escritor de libros infantiles es que siempre tengo acceso a los ¨²ltimos modelos de ni?os y de familias [risas]. Hay de todo, pero la tendencia que observo es a la polarizaci¨®n, a la divisi¨®n constante en dos extremos, y esto me parece preocupante. Y aburrido.
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