Traumas ps¨ªquicos: el trastorno en los ni?os que se puede mitigar si no se invisibiliza
Ante acontecimientos impactantes, los menores suelen actuar como si nada hubiera ocurrido. Validar sus emociones y no normalizarlo son algunas de las actitudes que deber¨ªan adoptar padres, profesores y profesionales de la salud
La gran mayor¨ªa de personas cree que traum¨¢ticos son esos acontecimientos que viven un porcentaje muy bajo de la poblaci¨®n en situaciones extremas como violaciones, desastres naturales o accidentes de tr¨¢fico donde estuvieron a punto de perder la vida. Nada m¨¢s lejos de la realidad. El trauma es normativo, es decir, todas las personas tenemos traumas; mayor o menor en n¨²mero y m¨¢s o menos incapacitantes.
Aquellos menores que tienen s¨ªntomas como d¨¦ficit atencional, hiperactividad o mal comportamiento son frecuentemente diagnosticados de TDAH (trastorno por d¨¦ficit de atenci¨®n con hiperactividad), cuando en realidad muchos est¨¢n traumatizados. No son tan importantes los s¨ªntomas como la ra¨ªz de la problem¨¢tica. Una ni?a con TDAH, un ni?o abusado sexualmente y un adolescente negativista desafiante pueden manifestar los mismos s¨ªntomas y los tres pueden llegar a ser diagnosticados de TDAH porque no buscamos la ra¨ªz de los problemas.
La palabra trauma proviene del griego y quiere decir herida. Al igual que una herida f¨ªsica se puede infectar y causar la muerte, el trauma ps¨ªquico puede desconectarte de ti mismo y de tus cuidadores principales, algo que se conoce como disociaci¨®n. Cualquier est¨ªmulo, situaci¨®n o persona son potencialmente traum¨¢ticos. Un profesor de piscina que fuerza a su alumno a tirarse de cabeza de malas maneras, un perro que nos saca los dientes (por peque?o que sea), un padre negligente, presenciar la muerte de un familiar, un accidente con la bici o pasar verg¨¹enza al salir a la pizarra son algunos de los muchos ejemplos que pueden convertirse en acontecimientos traum¨¢ticos. Es f¨¢cil que cualquier acontecimiento estresante que supere nuestros recursos, donde el adulto no valide la experiencia desagradable y proh¨ªba al menor hablar sobre ello, se convierta en traum¨¢tico.
Los padres les pedimos habitualmente a los hijos que no hablen de la experiencia negativa que han vivido y que sigan adelante como si nada hubiera ocurrido: ¡°Venga, anda, que no pasa nada¡±. Los ni?os, que son muy bien mandados y cumplen siempre con el cuarto mandamiento del que habla la psic¨®loga especializada en maltrato infantil Alice Miller (Honrar¨¢s a tu madre y a tu padre), hacen como si nada hubiera ocurrido. Lo peor de todo es que s¨ª que ha pasado y no verbalizarlo y normalizarlo tiene consecuencias a todos los niveles.
Son muchas las frases que les decimos a nuestros hijos para invalidarles sus estados emocionales y no permitirles conectar con lo acontecido: ¡°No mires atr¨¢s¡±; ¡°No es para tanto¡±; ¡°No te quejes¡±; ¡°Hay que pasar p¨¢gina¡±; ¡°No pasa nada¡±; ¡°Lo que tienes que hacer es animarte¡±... Todas estas frases son grandes aliadas para silenciar el trauma. El impacto emocional y la obligaci¨®n de silenciar lo negativo, unido a la ausencia de una narrativa coherente y empoderante, hacen que aparezca el trauma. De hecho, los terrores nocturnos en los ni?os no son m¨¢s que un intento de procesar aquello que no le han dejado procesar a lo largo del d¨ªa. El trauma es transgeneracional, es decir, se transmite de padres a hijos. Un padre o una madre traumatizada van a traumatizar, muy probablemente, a su descendencia.
?Qu¨¦ cosas podemos hacer madres, padres, maestros y profesionales de la salud para que el acontecimiento estresante no se convierta en traum¨¢tico? Ninguno estamos exentos de desarrollar traumas, pero se puede disminuir la probabilidad. Veamos algunas claves de manera esquem¨¢tica:
- El trauma es normativo y universal: todos vivimos situaciones estresantes en la infancia y la adolescencia que al ser silenciados se convirtieron en traum¨¢ticos.
- Si se busca evitar que una experiencia se convierta en traum¨¢tica es buena idea animar al ni?o a que hable de ella, piense en ella y sue?e con ella.
- El adulto debe mostrarse sensible y emp¨¢tico con lo que ha vivido el menor.
- Validar las emociones que siente el menor y facilitar que pueda sentirse libre y no juzgado a la hora de expresar sus miedos o temores.
- El apego seguro es un factor de protecci¨®n contra el trauma, mientras que el apego inseguro amplifica las situaciones traum¨¢ticas.
- Mentalizaci¨®n: consiste en ponerle nombre a lo que siente el ni?o. Etiquetar sus estados emocionales es imprescindible.
- En terapia, cuando se trabaja con menores o adultos traumatizados por diversos motivos, el objetivo es dar voz a esta parte que tanto tiempo qued¨® silenciada e invalidada.
- Psicof¨¢rmacos: aunque en ocasiones sean necesarios y ayuden, no integran el trauma ni la experiencia dolorosa.
El trauma es silencioso y sus s¨ªntomas (dificultades para concentrarse, hiperactividad, alteraciones del patr¨®n de sue?o, disociaci¨®n, pobre memoria, irritabilidad...) son confundidos frecuentemente con otros trastornos. No podemos perder de vista que un porcentaje importante de ni?os y adolescentes son v¨ªctimas de abuso sexual, maltrato, acoso escolar y tienen padres negligentes, lo que convierten sus infancias en traum¨¢ticas con secuelas importantes, aunque siempre salvables si las trabajamos de manera adecuada y respetuosa.
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