Jordi Nomen, profesor y escritor: ¡°Para tratar con un adolescente hacen falta cuatro cosas: paciencia, paciencia, paciencia y paciencia¡±
El autor acaba de publicar su cuarto libro, ¡®C¨®mo hablar con un adolescente y que te escuche¡¯, en el que analiza todos los mitos que existen en torno a esta etapa vital y ofrece pautas para que los padres la sobrelleven lo mejor posible, como escuchar a sus hijos y revisar los errores de su propia adolescencia
¡°La juventud de hoy ama el lujo. Es mal educada, desprecia la autoridad, no respeta a sus mayores y chismea mientras deber¨ªa trabajar. Los j¨®venes ya no se ponen de pie cuando los mayores entran al cuarto. Contradicen a sus padres, fanfarronean en la sociedad, devoran en la mesa los postres, cruzan las piernas y tiranizan a sus maestros¡±. Estas palabras, que podr¨ªan firmar y secundar muchos adultos al hablar de los adolescentes, se atribuyen a S¨®crates y fueron escritas hace 2.500 a?os. ¡°Es absolutamente sorprendente, pero al fin y al cabo el ser humano no ha cambiado tanto a lo largo de estos milenios. Los adolescentes contin¨²an queriendo romper con lo que hay para crecer, para madurar y para hacerse mayores; y a los adultos siempre nos ha costado gestionar los cambios y aceptar lo que es dif¨ªcil; y la adolescencia es una etapa de muchos cambios y muy dif¨ªcil¡±, reflexiona Jordi Nomen (Barcelona, 58 a?os), profesor de Filosof¨ªa y Ciencias Sociales en la escuela Sadako de Barcelona y autor, entre otros, del bestseller El ni?o fil¨®sofo (Arpa, 2021).
Nomen ha publicado recientemente su cuarto libro, C¨®mo hablar con un adolescente y que te escuche (Arpa, enero 2024). Un volumen en el que, partiendo de su experiencia de m¨¢s de tres d¨¦cadas trabajando con adolescentes, hace un repaso a medio camino entre la filosof¨ªa y la pedagog¨ªa por algunos aspectos esenciales de una etapa vital que, por su car¨¢cter de puente entre la infancia y la adultez, siempre ha estado rodeada de mitos.
PREGUNTA. ?Por qu¨¦ la adolescencia ha tenido siempre esa connotaci¨®n tan negativa?
RESPUESTA. Porque no sabemos manejarla. Por un lado, hay un duelo mal gestionado por la infancia que qued¨® atr¨¢s, esa idea que no me gusta nada de que se pierde la infancia. En todo caso es verdad que la infancia no vuelve, pero no se pierde, est¨¢ en ellos. Por otro lado, porque la adolescencia nos hace enfrentarnos a lo desconocido, a la incertidumbre, y nadie nos ha ense?ado a navegar por la incertidumbre y la intemperie. Eso nos cuesta mucho, as¨ª que en esas circunstancias lo m¨¢s f¨¢cil es hacer lo que hacemos los adultos: decir que todo est¨¢ mal y que todo es un naufragio.
P. ?Cu¨¢nto tiene que ver que se haya entendido mal la etimolog¨ªa de la palabra adolescencia? Como explica en el libro, muchas veces se asocia a dolor, cuando su significado es algo tan natural como crecer¡
R. La primera vez que apareci¨® la palabra adolescencia fue en 1904. La utiliz¨® el psic¨®logo Stanley Hall. No s¨¦ c¨®mo llamar¨ªan a los adolescentes en la Antigua Roma, pero hay una historia muy bonita que refuerza esa idea etimol¨®gica: a los adolescentes romanos les permit¨ªan llevar los ¨®leos sagrados porque se consideraba que ya eran suficientemente mayores para ello y que, por lo tanto, ya ten¨ªan ese punto de responsabilidad y madurez. Es mucho mejor quedarse con esta imagen de crecimiento que pensar que adolescencia es igual a dolor. Que s¨ª, que lo vamos a pasar mal (y ellos tambi¨¦n), pero tambi¨¦n lo vamos a pasar muy bien. Yo me lo paso muy bien con los adolescentes.
P. Esa mala imagen de la adolescencia se sustenta en unos mitos que usted repasa en el libro.
R. Aparte de esa idea de que la ni?ez se ha perdido, tendemos a pensar que los adolescentes son conflictivos, irresponsables, perezosos, que no les interesa nada, que est¨¢n enganchad¨ªsimos a la tecnolog¨ªa, que no quieren hablar, que se distancian de su familia y que no la quieren ver ni en pintura¡ Todo eso son mitos porque, por ejemplo, los adolescentes necesitan mucho a su familia. Cuando en las clases de Filosof¨ªa les preguntas qu¨¦ es lo que est¨¢ primero en su escala de prioridades, ya te digo yo lo que responden: la familia.
P. Lleva much¨ªsimos a?os trabajando en su d¨ªa a d¨ªa con j¨®venes. ?Han cambiado las nuevas herramientas tecnol¨®gicas la vivencia de la adolescencia?
R. S¨ª, la han cambiado profundamente. Piensa que la tecnolog¨ªa ha pasado a formar parte de su identidad. Es algo que los adultos no acabamos de entender. Pensamos que la tecnolog¨ªa es un medio, pero para ellos es un vaso comunicante con la identidad real. La tecnolog¨ªa est¨¢ en sus relaciones sociales, en su existir, en su participar, en su forma de relacionarse con los dem¨¢s, de reconocerse a uno mismo y de reconocer al otro¡ Si t¨² le preguntas a alguien si todo eso es importante sin mencionar el t¨¦rmino tecnolog¨ªa, te dir¨¢ que es fundamental porque todo eso es parte del proceso de creaci¨®n de su identidad. Pues bien, hoy su identidad pasa por ah¨ª, as¨ª que hay que comprenderlos.
P. Su libro se titula C¨®mo hablar con un adolescente y que te escuche. Si tuviese que dar una receta, ?cu¨¢les dir¨ªa que son los tres o cuatro ingredientes b¨¢sicos para conseguirlo?
R. Cada adolescente es ¨²nico, as¨ª que las recetas no funcionan muy bien; pero en cualquier caso s¨ª que dar¨ªa alg¨²n consejo que a m¨ª me ha funcionado. El primero es esperar a que vengan a hablar contigo, no querer precipitar una conversaci¨®n. Y el segundo es escucharles con atenci¨®n. A los adultos nos cuesta mucho esto, porque ellos de entrada van a venir con conversaciones banales y superficiales, pero ah¨ª hay que mostrar much¨ªsimo inter¨¦s porque ellos est¨¢n abriendo un canal. Si t¨² abres ese canal sin juzgar, escuchando atentamente, sin dar lecciones morales, sin echarles el serm¨®n (porque entonces van a desconectar de inmediato), hablando lo justo, simplemente para reforzar, el d¨ªa que tengan una aut¨¦ntica preocupaci¨®n tendr¨¢n mucho m¨¢s f¨¢cil ir a hablar contigo.
P. ?A los padres y madres les falta con los adolescentes la paciencia que s¨ª tienen, por ejemplo, con un ni?o de 2 o 3 a?os?
R. Por supuesto. Para tratar con un adolescente hay que tener cuatro cosas fundamentales: la primera es paciencia, la segunda es paciencia, la tercera es paciencia y la cuarta es paciencia. La paciencia es la clave de todo.
P. ?Cu¨¢nto les facilitar¨ªa tambi¨¦n esa comunicaci¨®n recordar que un d¨ªa ellos tambi¨¦n fueron adolescentes?
R. Esto es crucial. Los adultos hacemos mucho aquello del lecho de Procusto, es decir, acomodar la realidad de nuestra adolescencia a nuestro propio inter¨¦s, pese a que la realidad seguramente fue muy distinta. T¨², cuando eres adulto y miras hacia atr¨¢s, lo que haces es ver una vida en la que oye, qu¨¦ casualidad, siempre has tomado las decisiones precisas en el momento adecuado hasta llegar a ser un adulto responsable. ?Qu¨¦ deduce el adolescente? Pues en el mejor de los casos, si es un adolescente muy cr¨ªtico, que le est¨¢s contando una patra?a.
P. ?Y en el peor de los casos?
R. La otra cara de la moneda es el adolescente que se cree ese relato y entonces piensa que nunca va a poder estar a ese nivel. Por eso es importante revisar nuestra adolescencia, darnos cuenta de que tambi¨¦n tuvimos muchos altibajos emocionales, porque la madurez emocional tarda mucho m¨¢s en llegar, que cometimos muchos errores. Para un adolescente es fundamental que sus padres sean ejemplo. Pero no ejemplo de que todo lo han hecho bien, sino de que tambi¨¦n fueron adolescentes, tuvieron sus dificultades, a veces acertaron y otras erraron¡ Esto los chicos y las chicas lo agradecen mucho, porque no les mostramos un objetivo inalcanzable.
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