Carta a mi hijo con discapacidad: el miedo es el peor enemigo
Si algo he aprendido estos a?os es que los obst¨¢culos nos hacen crecer, de una manera sin duda dolorosa pero muy efectiva si somos capaces de adaptarnos al nuevo entorno
Querido Alvarete:
Los ¨²ltimos meses hemos estado de sobresalto en sobresalto por culpa de tus pruebas m¨¦dicas. Resultados aparentemente fastidiados que luego se convert¨ªan en una muesca m¨¢s en tu ya dilatado cintur¨®n. A pesar de que tu madre y yo intentamos ser un dique de contenci¨®n hacia tus hermanas, es inevitable que, de vez en cuando, les llegue cuando algo no va del todo bien. Una de esas veces, tu hermana menor se percat¨® de que mam¨¢ ten¨ªa l¨¢grimas en los ojos y le pregunt¨® por qu¨¦ lloraba. Ella le hizo un gesto para que me preguntara a m¨ª. Se me acerc¨®, con cara de preocupaci¨®n, y le dije que estabas un poco peor. R¨¢pidamente, volvi¨® a mam¨¢ y le dijo: ¡°Ya he hablado con pap¨¢ y tengo una buena y una mala noticia, la mala es que Alvarete est¨¢ un poco peor, la buena es que voy a ser m¨¦dico de mayor y voy a curarlo¡±.
La vida est¨¢ ret¨¢ndonos constantemente y c¨®mo respondamos a esos retos es lo que nos definir¨¢ como personas. Durante estos a?os a tu lado he aprendido que no debemos dejarnos vencer por los problemas, debemos afrontarlos, buscar soluciones y nunca perder la alegr¨ªa, casi siempre podemos encontrar motivos para sonre¨ªr, aunque a veces parezca imposible.
El miedo es nuestro gran enemigo, nos paraliza impidi¨¦ndonos avanzar, pero debemos ser capaces de dejarlo a un lado, teniendo confianza en nosotros mismos y en los dem¨¢s. Nunca debemos perder la esperanza en la bondad de la gente y en que nos echen una mano a tiempo. En soledad es imposible avanzar porque la soledad es la madre del miedo.
Tu hermana aplic¨® todas estas recetas de manera autom¨¢tica, es verdad que con una cierta dosis de esperanza, fruto de que a¨²n es una ni?a, pero no por ello dejan de ser v¨¢lidas. Nunca deber¨ªamos perder la inocencia propia de los ni?os. Dicen que con los a?os vamos haci¨¦ndonos m¨¢s sabios, pero yo tengo mis serias dudas, ya que las heridas de la vida van haciendo mella y perdemos la facilidad de hacer amigos, de confiar, de so?ar, de perdonar, de innovar¡ nos hacemos m¨¢s cautos y con ello perdemos el gran impulsor del aprendizaje. Subir a una bicicleta sin saber pedalear y tirarse por una cuesta encima de una tapa con cuatro ruedas mal puestas son solo dos ejemplos de cosas que har¨ªamos sin dudar de ni?os y que con la edad no nos atrevemos. Walt Disney dec¨ªa que si puede imaginarse, puede hacerse. Ojal¨¢ nunca perdamos esa actitud m¨¢s propia de ni?os, pero mejor¨¢ndola con la experiencia que nos dan los a?os y as¨ª seamos conscientes de que debemos ponernos un casco, pero nunca dejar de innovar. As¨ª seremos realmente m¨¢s sabios.
Si algo he aprendido estos a?os es que los obst¨¢culos nos hacen crecer, de una manera sin duda dolorosa, pero muy efectiva si somos capaces de adaptarnos al nuevo entorno. Debemos ponernos el casco y lanzarnos a innovar por el nuevo y desconocido camino que se muestra delante de nuestros pies. Todos y cada uno de nosotros nos enfrentamos a ese camino desconocido, lleno de obst¨¢culos, algunos menores y otros mayores, pero obst¨¢culos al fin y al cabo. Ninguno somos tan especial para tener m¨¢s problemas que nadie o para no tenerlos, no debemos olvidarlo.
Cuando nos enfrentamos por primera vez a tu enfermedad nos imaginamos que entr¨¢bamos en un camino cerrado lleno de rosales, donde ser¨ªa dif¨ªcil volver a ver la luz o sonre¨ªr. Cre¨ªamos que lo que nos hab¨ªan puesto delante era nuestra condena y que nos convert¨ªa en ¡°especiales¡±, en el mal sentido de la palabra. Gracias a Dios, despu¨¦s de muchos pinchazos y ara?azos, descubrimos que deb¨ªamos dejar nuestros vestidos de cortesano atr¨¢s y enfundarnos armaduras y espadas, para as¨ª ser capaces de podar los rosales y, de esta manera, despejar el camino para dejar entrar la luz de nuevo y disfrutar de los frutos de nuestra poda, pudiendo as¨ª volver a sonre¨ªr y darnos cuenta de lo especiales que somos.
Gran parte del ¨¦xito que tenemos como pareja tu madre y yo es gracias a haber sido capaces de aparcar ciertos sentimientos a un lado para convertirnos en profesionales de tu cuidado. Tardamos en darnos cuenta y en superar los sentimientos de culpa, pero esas decisiones nos hicieron m¨¢s fuertes y tuvo una repercusi¨®n inmediata en ti. Tener a tus padres m¨¢s descansados, alegres y, por tanto, disponibles hizo que mejoraras, no me cabe duda.
Al convertirnos en profesionales, nos dividimos el trabajo de cuidarte, haciendo cada uno lo que mejor se le da o le cuesta menos y reparti¨¦ndonos las tareas m¨¢s duras. Esto implica que tu madre y yo no pasemos tanto tiempo juntos como nos gustar¨ªa, como a la hora de dormir o de hacer deporte, porque no nos queda m¨¢s remedio que recargar las pilas por separado. Al contrario de lo que podr¨ªa imaginarse, esto ha hecho que estemos m¨¢s unidos y orgullosos de lo que estamos construyendo juntos.
Te quiero,
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