Carta a mi hijo con discapacidad: ¡°Aunque duela, viva la vida¡±
El viaje que hice a la final de la Eurocopa en 2008 fue el ¨²ltimo que hice sin saber tu diagn¨®stico y fui feliz. Cada vez que suena la canci¨®n de Coldplay, me recuerda al inicio de tu enfermedad, y todav¨ªa hoy tengo que cambiar de emisora
Querido Alvarete,
El otro d¨ªa me pregunt¨® tu hermana por qu¨¦ cada vez que suena la canci¨®n Viva la vida cambio de emisora, siendo una canci¨®n buen¨ªsima. Pues voy a cont¨¢rtelo: hace 15 a?os est¨¢bamos en el jard¨ªn jugando, ya dabas tus primeros pasos, cuando me llam¨® tu t¨ªo Alberto para invitarme a la final de la Eurocopa 2008, que era en Viena. Ten¨ªa que decidir r¨¢pido porque nos ¨ªbamos sobre la marcha. Ser¨ªa un viaje rel¨¢mpago: llegar, ir al estadio y, seg¨²n terminase el partido, de vuelta a casa. En esos momentos a¨²n no sab¨ªamos que estabas enfermo, ten¨ªas un tic en el ojo, pero todas las pruebas hasta ese instante sal¨ªan bien.
Recuerdo perfectamente c¨®mo sonaba la canci¨®n Viva la vida de Coldplay durante el despegue y c¨®mo, a pesar de mis dudas, me fui contagiando poco a poco del ambiente festivo que hab¨ªa hasta sentir una sensaci¨®n de felicidad por todo el cuerpo. Llegamos a Viena sin apenas tiempo y fuimos corriendo al estadio. El grupo se dividi¨® y a m¨ª me toc¨® con Alberto y con tu primo Juan, en unas entradas que hab¨ªan conseguido del Deutsche Bank, es decir, rodeados de alemanes. Pero eso no me impidi¨® animar desde el primer minuto y pegar uno de los mayores saltos de mi vida cuando nuestro atl¨¦tico Torres marc¨® el gol que nos daba la tan ansiada copa. Seguramente, fue el ¨²ltimo gran viaje que he hecho, desde entonces no he vuelto a tener la oportunidad de desconectar de aquella manera, y eso que no llegaron a ser ni 24 horas.
La semana posterior al viaje empezaron a acelerarse las pruebas y mi vida comenz¨® a cambiar. Es como si el de arriba me hubiera mandado a una ¨²ltima gran fiesta como colof¨®n final a lo que hasta ese momento hab¨ªa sido mi vida y como inicio de la nueva.
Desde entonces, no soy capaz de o¨ªr esa canci¨®n de Coldplay que tanto me gustaba, es superior a mis fuerzas. No soy capaz de identificarla con lo bien que lo pas¨¦, sino con el inicio de tu enfermedad porque, cuando empez¨® a sonar en el avi¨®n, yo estaba d¨¢ndole vueltas a si estar¨ªas bien y por qu¨¦ te mandaban tantas pruebas, pero despu¨¦s desconect¨¦, me contagi¨¦ de felicidad y me centr¨¦ en disfrutar del viaje y de la experiencia. Creo que a¨²n hay una parte de m¨ª no me lo ha perdonado.
Puede que al principio del camino, el recuerdo de esta experiencia y de otras me hicieran m¨¢s mal que bien porque cre¨ªa que no podr¨ªa volver a escaparme y me hac¨ªa sentirme preso, reo de tu enfermedad, condenado a cadena perpetua, sin posibilidad de redenci¨®n. Con solo 29 a?os pens¨¦ perder mi vida.
Si bien es cierto que no he vuelto a tener un viaje as¨ª, con el paso de los a?os aprend¨ª que la vida ha de ser vivida, que solo merece la pena mirar atr¨¢s para recordar los buenos momentos y aprender de los no tan buenos. Que no debemos desperdiciar el tiempo, ya que no se puede recuperar, y, por tanto, no podemos cambiar el presente por promesas de un futuro incierto.
En mayo del 2013, tu t¨ªo me volvi¨® a invitar al f¨²tbol, esta vez para ver un Real Madrid-Atl¨¦tico de Madrid en el Bernab¨¦u, la final de copa. Al principio dud¨¦, llevabas una mala ¨¦poca y me daba coraje dejar a tu madre sola contigo y tus hermanas. Adem¨¢s, llev¨¢bamos la friolera de 14 a?os sin ganar un derbi. Al final tu madre me convenci¨®, volv¨ª a sentarme con tu primo Juan, para su desgracia como madridista, y volv¨ª a saltar como en Viena para celebrar rodeado de blancos el gol de Miranda en la pr¨®rroga. La felicidad que sent¨ª al subir por Concha Espina, mientras que agitaba en el aire la bufanda rojiblanca, nunca se me olvidar¨¢. Llevaba a?os sin apenas seguir el f¨²tbol y los a?os siguientes tampoco le prest¨¦ mucha atenci¨®n, ten¨ªa cosas m¨¢s importantes en las que centrarme. Pero esa noche volv¨ª a disfrutar como un ni?o y ese ni?o volvi¨® a casa con las pilas cargadas para afrontar con otra cara sus retos y seguir intentando crecer como padre y marido.
Desde entonces, tu madre y yo intentamos hacer planes, viajar en familia, tener hobbies, hacer deporte y quedar con los amigos, aunque sea en casa. No siempre es f¨¢cil y la mayor¨ªa de veces no lo conseguimos, pero seguimos intent¨¢ndolo luchando contra los impedimentos que van surgiendo, siendo el m¨¢s grande nuestro sentimiento de culpa por pasarlo bien estando t¨² enfermo. Y lo seguimos intentando porque somos conscientes de que para poder cuidarte como mereces, debemos primero cuidarnos a nosotros mismos.
Junto a ti, no dejo de aprender muchas lecciones valiosas, una de ellas es que el principal obst¨¢culo para encontrar la felicidad somos nosotros mismos. Por eso, a pesar de los momentos dolorosos, decido vivir la vida plenamente o al menos intentarlo.
Aunque duela, viva la vida.
Te quiero,
?lvaro Villanueva
PD: No se atrevieron a volver a invitarme a las finales de Champions, les entr¨® miedo J.
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