La persistente lucha del pueblo ¡®amazigh¡¯ por no caer en el olvido
Los j¨®venes de la di¨¢spora recogen el testigo de sus padres y reivindican su identidad
La familia de Massinissa Akandouch (Alhucemas, Marruecos, 19 a?os) migr¨® a Matar¨® (Barcelona) cuando ¨¦l era un beb¨¦. Akandouch ni es ¨¢rabe ni se siente marroqu¨ª. ¡°Soy amazigh y rife?o¡±, afirma. M¨¢s conocidos como bereberes ¡ªt¨¦rmino que consideran peyorativo¡ª, los amazighs son el pueblo aut¨®ctono del norte de ?frica. Seg¨²n la Casa Amaziga de Catalunya, dos tercios de los casi 870.000 marroqu¨ªes que viven en Espa?a lo son. Unos 20 millones de personas conforman este pueblo, que se concentra en Marruecos y Argelia. Tambi¨¦n cuenta con una presencia significativa en Libia, T¨²nez, Egipto, N¨ªger y Mal¨ª. Hace d¨¦cadas que reclaman el reconocimiento de su lengua, su historia y su cultura, no solo en sus pa¨ªses de origen, en los que su identidad ha quedado difuminada, sino tambi¨¦n en los de acogida. Espa?a es uno de ellos y Catalu?a, Madrid y Andaluc¨ªa las comunidades en las que se han asentado de forma preferente. ¡°Tenemos nuestra propia identidad¡±, recalca Akandouch. Sus padres, como ¨¦l, son activistas. Primero lo fueron en el Rif y ahora en Barcelona. ?l decidi¨® involucrarse en la causa porque no quer¨ªa que los j¨®venes amazigh olvidasen sus or¨ªgenes.
En Marruecos, las regiones donde m¨¢s han resistido la cultura y la lengua amazighs ¡ªespecialmente en el Rif, el Atlas y el Souss¡ª han sido hist¨®ricamente marginadas. Akandouch califica de horribles las condiciones en las que viven sus primos, de su misma edad, en el Rif: ¡°Es una zona empobrecida, que no es lo mismo que pobre, muy militarizada y sin infraestructuras¡±. Para Aziz Baha (Tafendast, Marruecos, 40 a?os), expresidente de la Casa Amaziga de Catalunya, la situaci¨®n en el Atlas es parecida: ¡°Venimos del Marruecos in¨²til, el de las monta?as y el desierto. Siempre hemos tenido que emigrar¡±. No solo por una cuesti¨®n material. ¡°El norte de ?frica no reconoce nuestros derechos ling¨¹¨ªsticos y culturales. Se nos discrimina¡±, denuncia Baha. Su identidad queda invisibilizada por la homogeneizaci¨®n de lo norteafricano y la represi¨®n por parte del reino marroqu¨ª de toda reivindicaci¨®n identitaria. La henna y el cusc¨²s, tradicionales de este pueblo, se disfrazan de ¨¢rabes. Al mismo tiempo, encontrar un colgante del s¨ªmbolo t¨ªpico ¡ªuna letra del alfabeto tifinagh que significa ¡°pueblo libre¡±¡ª es casi imposible en el pa¨ªs norteafricano. As¨ª, lo amazigh se vuelve invisible: o es ¨¢rabe o no es.
En 2011, Marruecos admiti¨® el amazigh como lengua cooficial. Sin embargo, no existe un reconocimiento pr¨¢ctico. La Administraci¨®n, que exige a sus trabajadores hablar ¨¢rabe pero no amazigh, pone trabas para inscribir a los reci¨¦n nacidos con nombres de este origen. Salua El Omari (Alhucemas, 27 a?os), que ahora vive en Roquetas de Mar (Almer¨ªa), cuando viaja a Marruecos tiene que acompa?ar a su abuela al hospital porque ella no habla el ¨¢rabe, la ¨²nica lengua en la que le atienden. De ni?a, El Omari tambi¨¦n se sent¨ªa marginada cuando en el colegio le prohib¨ªan hablar rife?o, uno de los muchos dialectos del idioma amazigh. Ya de adolescente, gracias a las charlas con sus padres, activistas en el norte del pa¨ªs, se dio cuenta de que aquello era discriminaci¨®n. A?os m¨¢s tarde, tras las protestas del Hirak ¡ªMovimiento Popular del Rif que sucedi¨® entre 2016 y 2017¡ª, El Omari recogi¨® ese legado familiar y empez¨® a reivindicar los derechos de los amazigh, tanto en su pa¨ªs de origen como en Espa?a. ¡°En Marruecos estudias en colegios con valores nacionalistas, y luego llegas aqu¨ª y te tratan como marroqu¨ª. Se eliminan tus diferencias. Gracias al Hirak ha habido un boom y estamos difundiendo qui¨¦nes somos¡±, subraya.
Los amazigh insisten en que ellos toleran todas las culturas. Quiz¨¢s por eso rechazan, ante todo, la imposici¨®n. La sufren tanto en Marruecos como en Espa?a, donde se les confunde con ¨¢rabes. ?ngela Su¨¢rez Collado, experta en Estudios ?rabes en la Universidad de Salamanca, expone que la principal reivindicaci¨®n de la di¨¢spora amazigh, que comenz¨® a crecer en Espa?a a partir de los a?os sesenta, es que se reconozca su singularidad: ¡°La migraci¨®n se clasifica por pa¨ªses de origen, no por particularismos ¨¦tnicos y ling¨¹¨ªsticos¡±. Esto pesa desde el instante en el que llegan a tierras espa?olas. ¡°Cuando se pide un int¨¦rprete a tu llegada, se da por hecho que eres marroqu¨ª y entiendes el ¨¢rabe. Pero puedes ser rife?o y no entenderlo¡±, aclara El Omari, que trabaja en la acogida de migrantes que desembarcan en Almer¨ªa.
El amazigh es la lengua materna de muchos de los marroqu¨ªes que llegan a Espa?a. Sin embargo, apenas hay espacios donde aprenderla. Tampoco su cultura. Salwa El Gharbi, exdiputada de Junts Per Catalunya y una de las pocas representantes pol¨ªticas de origen amazigh en la Pen¨ªnsula, afirma que para ese colectivo ¡°todo lo ¨¢rabe es nuevo¡±. Cuando lleg¨® a Barcelona, El Gharbi impart¨ªa clases sobre el norte de ?frica en los colegios catalanes. El objetivo era crear empat¨ªa entre los alumnos, pero la mayor¨ªa de los ni?os marroqu¨ªes eran amazigh, originarios del Rif, que descubr¨ªan por primera vez lo ¨¢rabe. Saliha Ahouari (Alhucemas, 47 a?os) coincide en que en el Centro Hispano-Marroqu¨ª de Madrid, donde trabaja, tampoco haya un inter¨¦s por la pluralidad: ¡°Es mejor decir que son todos moritos, ponerlos en el mismo caj¨®n y punto. Marruecos deber¨ªa visibilizar esa diversidad tan maravillosa. Y Espa?a, potenciarla¡±. Ahouari lamenta, por ejemplo, que en la exposici¨®n temporal del Museo Reina Sof¨ªa Trilog¨ªa Marroqu¨ª 1950-2020, apenas tienen cabida los artistas amazighs.
El movimiento amazigh vivi¨® un impulso importante durante los a?os previos a 2012, cuando se financiaron asociaciones y proyectos relacionados con la diversidad cultural. Con la crisis y los recortes, fueron desapareciendo. Ahora est¨¢n resurgiendo, esencialmente a ra¨ªz del estallido del Hirak, que reivindica no solo lo rife?o, si no lo amazigh en general.
Desde ese momento, que supuso un antes y un despu¨¦s, los j¨®venes amazigh que viven en Espa?a divulgan la causa a trav¨¦s de las redes sociales y reivindican su identidad para llenar el vac¨ªo que no cubren las instituciones en la di¨¢spora. El Omari, la chica rife?a que acompa?a a su abuela al hospital, define ser amazigh como ¡°la lucha por la libertad transmitida de una generaci¨®n a otra¡±. Su causa es la misma que la de sus padres y abuelos, salvo por una ¨²nica diferencia: ¡°Somos una generaci¨®n m¨¢s digital y podemos dar a conocer una situaci¨®n en segundos¡±.
Ver a los j¨®venes asistir a las charlas y actividades es un orgullo para la exdiputada El Gharbi: ¡°Lo importante es la continuidad, que no renieguen de sus or¨ªgenes¡±. Massinissa Akandouch define su proceso de autoaceptaci¨®n en Barcelona: ¡°Cuando era peque?o no quer¨ªa ser amazigh, ni rife?o. Me daba verg¨¹enza. Me alisaba el pelo con queratina y me blanqueaba la piel. Gracias al Hirak me di cuenta del honor que es ser qui¨¦n soy y venir de donde vengo¡±.
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