M¨¢s de 1,2 millones de pisos miden menos de 15 metros cuadrados: as¨ª se vive en un Tetris
No caber de pie, no poder moverse con facilidad, ni tener lugar para guardar cosas son algunos de los problemas que enfrentan los inquilinos de los ¡®minipisos¡¯
Cuando se despierta, Abigail Parra, tiene que prestar atenci¨®n a las vigas del techo para no darse con ellas. Esta abogada de 38 a?os alquila desde la pandemia una buhardilla de 18 metros cuadrados en el barrio madrile?o de La Latina. Desde que se levanta hasta que se acuesta, su rutina est¨¢ condicionada por la falta de espacio. Desayuna, almuerza y cena en la misma mesa redonda donde guarda debajo las mantas. No cocina pescado para que su piso no huela a comida durante d¨ªas. Calcula cada uno de sus movimientos y, por eso, bromea con que juega al Tetris constantemente. Como su casa, m¨¢s de 1,2 millones de pisos miden menos de 15 metros cuadrados en Espa?a, una cifra que se ha triplicado en la ¨²ltima d¨¦cada, seg¨²n el Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE).
Aunque el tama?o medio de hogares en el pa¨ªs en los ¨²ltimos 30 a?os (1991-2021) no ha variado tanto ¨Dde 89 a 86 metros cuadrados¨D las grandes ciudades han visto dispararse el n¨²mero de minipisos. Un 58% de estas viviendas se distribuyen entre las comunidades de Madrid, Catalu?a y Andaluc¨ªa. El informe de la plataforma de alquiler Idealista, de enero de 2024, agrega que al igual que en la capital, en Barcelona y M¨¢laga es donde m¨¢s se publican anuncios de minipisos, lo que el profesor de Sociolog¨ªa de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) Pedro Uceda explica por la ¡°presi¨®n demogr¨¢fica tremenda¡± que existe en estas ciudades. Esta situaci¨®n ocurre tambi¨¦n en localidades tur¨ªsticas como Segovia o Santa Cruz de Tenerife, y en las ciudades aut¨®nomas de Ceuta y Melilla que acogen poblaci¨®n migrante.
Si en el pasado entraban una familia de dos adultos y un ni?o en una vivienda de 50 metros cuadrados, hoy caben tres parejas en el mismo sitio, seg¨²n explica el soci¨®logo. Este fen¨®meno refleja los cambios en los modos de vida y tambi¨¦n el aumento de las separaciones. Las viviendas de menos de 30 metros cuadrados representan el 11% del parque nacional y en el 80% de estos hogares reside solo un inquilino. La cifra ha aumentado un 10% en la ¨²ltima d¨¦cada, en parte, por la rentabilidad que representan para los propietarios.
Para otros inquilinos, como Carmen Silva, es la cama lo que ocupa la mayor parte de su piso de 15 metros cuadrados, por el que paga casi 700 euros. Esta mexicana de 28 a?os, que se mud¨® a Madrid en septiembre de 2023, tiene que alquilar un trastero con su vecina por 38 euros al mes para guardar las cosas que no caben en su hogar. Ella mide 1,75 y siente un dolor de cervicales agudo desde que cocina y friega los platos agachada. Silva se limita tambi¨¦n a la hora de invitar gente. ¡°Cuando mi novio se queda a dormir conmigo, es un desastre porque chocamos todo el tiempo. No caben ni las toallas en el ba?o¡±, dice. En esa l¨ªnea, el arquitecto Gonzalo Pardo, autor de una tesis sobre la relaci¨®n entre el hogar y el cuerpo, explica que cuando la altura de un piso no permite al inquilino estar de pie, afecta al desarrollo f¨ªsico de su cuerpo.
?scar Fern¨¢ndez, un canario de 27 a?os, tambi¨¦n padece esta situaci¨®n. Desde que se mud¨® a Embajadores, en el centro de Madrid, dice que tiene que orinar agachado. Tambi¨¦n ha dejado de leer como antes, ya que su cama altillo no le permite sentarse. ¡°Beber agua de noche es muy peligroso¡±, se r¨ªe. Otra de las preocupaciones de Fern¨¢ndez es que su novia de Reino Unido se mudar¨¢ a vivir con ¨¦l en septiembre. Van a tener 17 metros cuadrados cada uno y su pareja no cabe de pie en la ducha. ¡°Creo que nos vamos a estorbar el uno al otro. A lo mejor en octubre, les puedo dar el testimonio de una pareja que rompi¨® por compartir un minipiso¡±, ironiza.
Abigail Parra tambi¨¦n lleg¨® a compartir piso antes de mudarse a su buhardilla, pero no aguantaba m¨¢s el ruido y el desorden de sus compa?eros. Por eso, se sinti¨® muy afortunada cuando se mud¨® al centro de Madrid. Sin embargo, mantiene ahora una relaci¨®n ambivalente con su hogar porque la falta de espacio la restringe. En casa, ella solo prepara ensaladas o lentejas porque no puede cocinar alimentos m¨¢s elaborados. Siempre hace grandes cantidades para no tener que encender las placas vitrocer¨¢micas a diario, pues, como su piso no cuenta con extractor, se convierte en un verdadero horno a partir de junio. Cuenta que vivir en un minipiso la incentiva a comer afuera y a gastar m¨¢s. ¡°En verano, varias veces a la semana, bajo a comprarme unas tapas en mi barrio¡±, comenta.
Hacer cualquier actividad implica mover toda su casa. Para sentirse c¨®moda cuando trabaja, la arrendataria tiene que sacar una mesa desplegable y acomodarla en una zona con m¨¢s espacio, ya que donde est¨¢ su escritorio, el techo le roza la cabeza. Por suerte, cuando no le apetece quedarse en casa, puede contar con un despacho en el barrio de Recoletos. Sin embargo, a la hora de volver a casa en la noche, hace malabares para ba?arse. Cada vez que se mete a la cabina de la ducha, tiene que quitar el balde de la fregona y los zapatos que almacena all¨ª y volver a meterlos en el plato de la ducha al terminar. A¨²n as¨ª, la abogada no se queja. ¡°Mi sala de ba?o est¨¢ bastante bien, por lo menos, aqu¨ª quepo de pie¡±, asiente.
Para regular la situaci¨®n en la que viven los inquilinos, el Gobierno aprob¨® en 2023 la ley de vivienda. No obstante, la normativa urban¨ªstica municipal es la que regula las condiciones de habitabilidad m¨ªnimas. Por ejemplo, en junio de 2023 el pleno del Ayuntamiento de Madrid aprob¨® una norma que proh¨ªbe la construcci¨®n de viviendas por debajo de los 40 metros cuadrados, pero que no se aplica a los minipisos que ya exist¨ªan. En el caso de Barcelona, las viviendas deber¨¢n contar con una superficie superior a 36 metros cuadrados, pero los arrendadores pueden alquilar pisos inferiores a esta norma (15 metros cuadrados), si es que se han construido antes de 1984. En M¨¢laga, seg¨²n la normativa andaluza, los hogares deben tener una superficie m¨ªnima de 24 metros cuadrados. El portavoz de la Plataforma de los Afectados por la Hipoteca (PAH), Paco Morote, explica que si se siguen alquilando estos minipisos es porque ¡°la ley no prev¨¦ sanciones en caso de que los propietarios no cumplan con los m¨ªnimos establecidos¡±.
La mayor¨ªa de los inquilinos de minipisos son j¨®venes y migrantes, seg¨²n Pedro Uceda. A¨²n as¨ª, existen personas mayores que viven esta realidad. Rafael Mart¨ªnez (Linares, Ja¨¦n, 70 a?os) baja todas las tardes a la calle de Tribulete de Lavapi¨¦s con su carrito de compra y su camisa azul. All¨ª queda su piso, un espacio de 17 metros cuadrados, ¡°ni grande ni peque?o¡±, donde vive solo. En este mismo espacio, lleg¨® a convivir durante 30 a?os con su madre, la pareja de ella, un t¨ªo, y sus dos hermanos. Cinco personas, con tres metros cuadrados por cada uno. ¡°Los colchones llegaban a la cocina y hasta el pasillo exterior. Dorm¨ªamos todos juntos, con la puerta de madera abierta y a veces nos qued¨¢bamos hasta las tres de la ma?ana charlando. Era otra ¨¦poca, nos conform¨¢bamos con lo que ten¨ªamos¡±, cuenta con resignaci¨®n.
Al arquitecto Jos¨¦ Mar¨ªa Lapuerta le parece que el debate se enfoca demasiado en el espacio m¨ªnimo que deber¨ªa tener una vivienda. ¡°Se tienen que contemplar todos los aspectos en los que la vivienda puede influir, desde la integraci¨®n de los emigrantes hasta el n¨²mero de suicidios¡±, sostiene. Lo m¨¢s importante para que los inquilinos est¨¦n c¨®modos es que el piso tenga buena ventilaci¨®n, una iluminaci¨®n correcta y espacios bien distribuidos. Sobre todo, el dise?o de los espacios tiene que fomentar el di¨¢logo y la relaci¨®n entre los vecinos, sea con balcones compartidos, salas de m¨²sica o de trabajo.
A pesar de vivir en una vivienda precaria y muy peque?a, Mart¨ªnez a?ora con nostalgia la ¨¦poca en la que compart¨ªa su casa con cinco personas, porque la vida se hac¨ªa en los corredores vecinales. ¡°Tocabas la puerta de cualquier persona del edificio y te abr¨ªan¡±, detalla sonriendo. ?l recuerda la cercan¨ªa que ten¨ªa con sus vecinos, algo que contrasta con la soledad que siente en la actualidad. Hoy en d¨ªa, el piso de arriba es un Airbnb y los inquilinos cambian constantemente. ¡°No nos relacionamos los unos con los otros¡±, reconoce.
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