Se busca casa | Espa?a, un pa¨ªs crispado por la vivienda
El Estado deber¨ªa construir al menos 1,5 millones de pisos protegidos en los pr¨®ximos 10 a?os para alcanzar el promedio de las econom¨ªas avanzadas
Espa?a busca casa en medio de una grave crisis de vivienda. El precio de los alquileres y de las hipotecas se ha disparado. Los espa?oles consideran que el acceso a un hogar es el principal factor de desigualdad, seg¨²n el Bar¨®metro de junio del Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas (CIS). Cientos de miles de familias ¡ªen especial las m¨¢s j¨®venes¡ª se ven obligadas a sacrificar el ideal de la casa propia para conformarse con la ilusi¨®n de un alquiler a un precio m¨¢s o menos asequible. A esto se suma la escasez de viviendas, la tensi¨®n del turismo, la falta de planes sociales y la especulaci¨®n inmobiliaria. Ante las recurrentes e incumplidas promesas de los pol¨ªticos de ampliar el escu¨¢lido parque de casas en renta alcanzable, los ciudadanos viven una eterna decepci¨®n.
Un a?o despu¨¦s de la entrada en vigor de la ley de vivienda, los problemas asociados al derecho constitucional ¡°a disfrutar de una vivienda digna y adecuada¡± no solo no se reducen, sino que se agravan. Ni el sector p¨²blico ni el privado parecen capaces de mitigar la incertidumbre. Para Raquel S¨¢nchez (PSC), ministra de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana hasta noviembre de 2023 y una de las responsables del texto, la ley establece un modelo para superar la crisis, pero ¡°un a?o es poco tiempo para valorar si funciona o no¡±. Desde 2014 los precios de compraventa y alquiler no paran de crecer por el incremento de la demanda y la ¡°relativa rigidez¡± de la oferta, como advierte el Banco de Espa?a.
De acuerdo con el informe, es m¨¢s dif¨ªcil acceder a una vivienda en el centro de las grandes ciudades y en la costa mediterr¨¢nea. Madrid ha visto crecer el precio de la renta en m¨¢s del 32% en los ¨²ltimos 15 a?os, seg¨²n el portal inmobiliario Idealista. El soci¨®logo especializado en vivienda Andr¨¦s Walliser Mart¨ªnez explica que la capital pas¨® de un modelo habitacional de pensiones, a principios del XIX, a la actual disociaci¨®n entre los precios y el poder adquisitivo de los ciudadanos. El cine tambi¨¦n da cuenta de ello. Pel¨ªculas como Surcos (1951, Jos¨¦ Antonio Nieves Conde) o El verdugo (1963, Luis Garc¨ªa Berlanga), narran los problemas para encontrar piso que los madrile?os ya sufr¨ªan. Josep Mar¨ªa Raya, doctor en Econom¨ªa por la Universidad de Barcelona e investigador en las ¨¢reas de vivienda y turismo, afirma que la soluci¨®n debe pasar por el incremento de la oferta.
Escasez de pisos
El panorama es de escasez. El a?o pasado solo se expidieron licencias para la construcci¨®n de 110.000 viviendas nuevas, mientras que en la primera d¨¦cada del siglo XXI, el promedio anual fue cinco veces mayor. La falta de pisos ha forzado a cientos de personas a mudarse del centro a la periferia de la capital.
Clara Garc¨ªa (Alicante, 30 a?os) estuvo tres a?os ahorrando para comprar un piso en Madrid. Acab¨® en Mejorada del Campo, a 25 kil¨®metros de la ciudad, donde logr¨® adquirir uno tras quedarse sin opciones en la capital, porque todos los pisos eran ¡°zulos muy peque?os y car¨ªsimos¡±, se queja. Amanda L¨®pez (Madrid, 33 a?os) vive en El Ca?averal, barrio situado a 12 kil¨®metros al este de Madrid en el que casi 19.000 personas enfrentan a diario la ausencia de colegios, transporte p¨²blico o centros de salud. En este lugar se construyen 13 de las 20 promociones de viviendas de protecci¨®n oficial (VPO) de Madrid. De las 1.200 que se est¨¢n levantando en El Ca?averal, 1.000 se destinar¨¢n a j¨®venes menores de 35 a?os que quieren alquilar.
Las construcciones protegidas son clave para aumentar la oferta y desacelerar los precios de compra y alquiler. Son casas hechas sobre suelo de titularidad p¨²blica o bajo condiciones fiscales que permiten aplicar precios limitados durante un cierto per¨ªodo. Sin embargo, una vez concluido ese tiempo, suelen pasar al mercado libre, lo que ha dificultado la consolidaci¨®n de un parque de vivienda p¨²blica. Como concluye la Fundaci¨®n Alternativas, si todos los domicilios protegidos que se vendieron en el mercado privado hubieran sido destinados al alquiler social, Espa?a tendr¨ªa uno de los porcentajes m¨¢s grandes de Europa: un 40% del total, lo que equivale a 10.600.000 viviendas, seg¨²n datos del Instituto Nacional de Estad¨ªstica.
Estos proyectos de obra p¨²blica son fundamentales en otro escenario que refleja el problema habitacional: los desahucios. De acuerdo con la ley de vivienda, un juez puede detener un desalojo si los inquilinos acreditan una situaci¨®n de vulnerabilidad. No siempre sucede as¨ª. Es el caso de Zohra Haidra (Marruecos, 59 a?os), desahuciada el pasado 24 de julio y que ahora reside en un centro de acogida por tener acreditada una situaci¨®n de vulnerabilidad. Desde 2018 est¨¢ en la lista de espera para un alquiler social.
El fen¨®meno de los desalojos es cada vez m¨¢s frecuente en la zona de Lavapi¨¦s (Madrid), donde los vecinos de Zurita, 22, Buena Vista, 25 y Tribulete, 7 tambi¨¦n luchan por no tener que abandonar sus hogares. Cristina, vecina del ¨²ltimo edificio, cuenta que solo quieren echarles y vaciar el inmueble para convertirlo en viviendas tur¨ªsticas.
Aparte de la gentrificaci¨®n y la proliferaci¨®n de pisos tur¨ªsticos, los que deciden quedarse en el centro de ciudades como Madrid deben enfrentar otros retos. La idea de vivir por menos de 1.000 euros es dif¨ªcil, por lo que el mercado ha provisto a los inquilinos ¨Cen especial a los j¨®venes¨C de alternativas como la de cuidar a una persona mayor a cambio de un alquiler simb¨®lico de 90 euros o la de compartir un piso ¨Cespacios comunes como el ba?o incluidos¨C con otras personas.
Otras alternativas son m¨¢s cuestionables. Hay quienes se ve obligados a vivir en un constante juego de tetris en pisos de menos de 15 metros cuadrados. En Espa?a hay m¨¢s de 1,2 millones de hogares as¨ª. Un ejemplo son los que surgen de convertir antiguos locales comerciales en peque?as viviendas, que en muchos casos no cuentan con ventanas al exterior.
La ¨²ltima opci¨®n para vivir bajo techo en el centro de las grandes ciudades son los albergues. Yesid Hern¨¢ndez, colombiano de 25 a?os que vive hace tres meses en el hostal Thirty One, en el distrito de Chamart¨ªn, habita en un espacio que no est¨¢ pensado para residir de forma permanente. Muchos de los que all¨ª viven no pueden alquilar al no tener regularizada su situaci¨®n migratoria.
Los otros grandes afectados por la falta de oferta son los j¨®venes. En las plataformas de b¨²squeda se utilizan t¨¦rminos enga?osos para promocionar pisos, como aquellos que se venden como espacios ¡°con encanto¡±, ¡°ideales para j¨®venes¡± o ¡°acogedores¡± que en realidad ocultan lugares reducidos o en mal estado.
En estas plataformas no solo se anuncian pisos en los que es imposible vivir, sino a los que es imposible acceder por las exigencias de muchos caseros e inmobiliarias. En las grandes ciudades, alquilar un piso parece m¨¢s un reality show en la que solo pasan el corte unos pocos afortunados. Javier Sierra, presidente de Remax Espa?a, asegura que los propietarios ¡°hacen un casting para ver qui¨¦n es el que mejor pinta tiene y el que m¨¢s ofrece¡±.
Empuje del turismo
La endiablada situaci¨®n de la vivienda se ve agravada por el empuje del turismo. Espa?a recibe m¨¢s de 80 millones de visitantes al a?o. Miles de propietarios han decidido ofertar sus casas como alquileres temporales o tur¨ªsticos (VUT), una f¨®rmula m¨¢s rentable y que les ayuda a eludir la nueva legislaci¨®n. En comunidades como Asturias y Andaluc¨ªa es un fen¨®meno que est¨¢ transformando las ciudades.
En M¨¢laga, los 550 metros de la calle Carreter¨ªa tienen al menos 300 pisos tur¨ªsticos registrados. El barrio se ha convertido en un parque tem¨¢tico. All¨ª vive Francisco Aguirre, quien regenta la Armer¨ªa Aguirre, un negocio familiar centenario. ¡°No puedes abandonar a los tuyos. Ya no hay ferreter¨ªas en el centro, hay que ir como 10 kil¨®metros fuera para encontrar una¡±, asegura. Un modelo a que se est¨¢ acercando Asturias, tras la explosi¨®n de pisos tur¨ªsticos en la regi¨®n de los ¨²ltimos a?os.
Si bien las grandes ciudades o las zonas de la costa mediterr¨¢nea est¨¢n tensionadas y al borde del colapso, los pueblos tambi¨¦n sufren la falta de oferta de alquiler. En ellos, la crisis se acent¨²a por la mala condici¨®n de las viviendas, que necesitan reformas integrales para ser habitadas. Los municipios de menos de 10.000 habitantes, donde residen uno de cada cinco ciudadanos, registran el 45% de la vivienda vac¨ªa, seg¨²n el ¨²ltimo Censo de Poblaci¨®n y Vivienda.
La angustia del sue?o de la vivienda ha calado hondo en el ¨¢nimo de los espa?oles. La inquietud se convierte en pesadilla cuando quienes viven en Espa?a, especialmente los j¨®venes y los migrantes, se dan cuenta que ni el sector p¨²blico, ni el privado, ofrecen soluciones pr¨¢cticas para salir del t¨²nel. Lo que observan, por el contrario, es la lluvia de promesas que acompa?an a cada campa?a electoral en b¨²squeda de un desencantado. La vivienda es ya la clave de la crispaci¨®n que sintetiza esta ¨¦poca.
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