Tras la huella gen¨¦tica del Gale¨®n de Manila
Una investigaci¨®n cient¨ªfica arroja luz sobre el legado asi¨¢tico en la poblaci¨®n de M¨¦xico, una herencia de la ruta comercial m¨¢s larga y longeva de la historia
Fue la ruta comercial m¨¢s larga que jam¨¢s haya existido. El Gale¨®n de Manila trajo a la Nueva Espa?a y despu¨¦s a Europa seda, peines, biombos, especias y porcelana provenientes de lugares remotos. Eran mercanc¨ªas que llegaban de Ceyl¨¢n, las islas Molucas, Java, Jap¨®n o las Filipinas. Los pobladores de Am¨¦rica los llamaban productos ¡°chinos¡± y por eso, conoc¨ªan el nav¨ªo como la Nao de China. Tambi¨¦n llegaron personas. Sin embargo, mientras los vestigios materiales de esa incipiente globalizaci¨®n prevalecen hasta la actualidad, la huella de aquellos viajeros intr¨¦pidos o de hombres y mujeres que fueron esclavizados y llegaron a las costas de Acapulco permaneci¨® olvidada durante siglos. Un grupo de siete cient¨ªficos de la Universidad de Stanford y del Laboratorio Nacional de Gen¨®mica para la Biodiversidad (Langebio) han encontrado nuevas pistas sobre el legado asi¨¢tico en la poblaci¨®n de M¨¦xico, una herencia directa de los intercambios econ¨®micos durante la Colonia y que fue excluida de la mayor¨ªa de los relatos hist¨®ricos pero ha quedado inscrita en el ADN de los habitantes del Pac¨ªfico.
Durante varias generaciones, a buena parte de los mexicanos se les ha ense?ado que su pa¨ªs es fruto del encuentro de dos culturas: la ind¨ªgena y la europea. Con el tiempo, la historiograf¨ªa del mestizaje se ha cuestionado y se ha reivindicado la riqueza de las herencias precolombinas, del crisol de culturas que habitan en el actual territorio mexicano, as¨ª como las ra¨ªces afrodescendientes. Originalmente, los autores del estudio quer¨ªan conocer m¨¢s de esos tres grandes or¨ªgenes continentales ¡ªAm¨¦rica, Europa y ?frica¡ª e iniciaron un proyecto de investigaci¨®n para explorar la diversidad gen¨¦tica de la poblaci¨®n mexicana, cuenta Alexander Ioannidis, investigador de Stanford. ¡°No esper¨¢bamos encontrar ancestros asi¨¢ticos¡±, comenta Ioannidis, ¡°a partir de ah¨ª nos dedicamos a entender los resultados que est¨¢bamos viendo y por qu¨¦ lo est¨¢bamos viendo¡±.
El estudio, publicado en abril en la revista Philosophical Transactions de la Royal Society, tom¨® tres a?os y analiza muestras gen¨¦ticas de habitantes de 10 ciudades diferentes de M¨¦xico para secuenciar parte de sus genomas e identificar marcadores gen¨¦ticos compartidos con poblaciones de otras partes del mundo. La mayor parte del material gen¨¦tico de la humanidad es igual. Sin embargo, hay una peque?a parte de las secuencias de ADN que se diferencia para adaptarse a ciertas condiciones geogr¨¢ficas, por ejemplo, o por factores aleatorios. Eso permite identificar algunas diferencias que son m¨¢s comunes en algunas partes del mundo que en otras.
Los investigadores encontraron que los habitantes de Acapulco son los que tienen mayor presencia de ancestros asi¨¢ticos y transpac¨ªficos en su ADN. De 50 individuos analizados, 12 ten¨ªan al menos un 5% de herencia asi¨¢tica y melanesia. En un caso, una persona ten¨ªa un 15,8% de este componente. En contraste, la presencia de estos marcadores en un mexicano promedio apenas ronda el 2% y el 3%, cuenta Juan Esteban Rodr¨ªguez, uno de los autores. ¡°Es el primer estudio gen¨®mico que estudia este tema en M¨¦xico¡±, afirma el investigador de Langebio. ¡°La mayor¨ªa de la gente no hab¨ªa investigado sobre ancestros asi¨¢ticos porque no esperaban encontrar nada¡±, complementa Ioannidis.
?C¨®mo entender esto? Con el boom de los estudios gen¨¦ticos comerciales, se hizo popular que mucha gente presumiera que ten¨ªa equis porcentaje de origen de una nacionalidad u otra. ¡°Muchas veces, estas compa?¨ªas tienen problemas a la hora de comunicar sus resultados por como entendemos la idea de pa¨ªs actualmente, pero hist¨®ricamente esos pa¨ªses no exist¨ªan necesariamente de la forma como los conocemos¡±, comenta Ioannidis. ¡°En esta investigaci¨®n decimos que hay ancestros que ven¨ªan de alguna parte de las Filipinas, lo que no es lo mismo a decir que eran filipinos porque no exist¨ªa esa identidad como la entendemos hoy. Las nacionalidades son etiquetas modernas de procesos que toman mucho tiempo y que son una combinaci¨®n de varios ancestros¡±, agrega.
La investigaci¨®n identific¨®, por ejemplo, que la mayor¨ªa de estos ancestros ven¨ªa del Sudeste Asi¨¢tico, en particular de los tres principales archipi¨¦lagos de Filipinas (Mindanao, Bisaya y Luz¨®n) y de Sumatra, actualmente parte de Indonesia. Ioannidis, especialista en Matem¨¢ticas e Ingenier¨ªa Computacional, explica que para saber cu¨¢l es el origen se utilizan algoritmos similares a los aplicados en reconocimiento facial. ¡°Son matem¨¢ticas interesantes, parecidas a las que ha usado Facebook para reconocer que est¨¢s en una foto, solo que nosotros los usamos para identificar posiciones en el ADN¡±, se?ala.
El siguiente paso era estimar cu¨¢ndo hab¨ªan llegado esos ancestros. Programas de inform¨¢tica y estad¨ªstica pueden crear modelos que simulen todas las combinaciones posibles para que ciertas caracter¨ªsticas gen¨¦ticas se hereden de generaci¨®n en generaci¨®n. Eso permite saber tambi¨¦n cu¨¢nto tiempo pas¨®. El estudio calcula que llegaron hace aproximadamente 13 generaciones, unos 390 a?os, alrededor de 1620. El servicio del Gale¨®n de Manila se inaugur¨® en 1565 y cerr¨® en 1815. Fue tambi¨¦n la ruta comercial m¨¢s longeva. Se hac¨ªan viajes anuales o a veces dos por a?o desde Filipinas hasta Acapulco y luego de Veracruz hacia Espa?a. El hallazgo de los investigadores coincide con el periodo m¨¢s intenso de intercambios y de comercio de esclavos, de mediados del siglo XVI a, precisamente, la segunda mitad del siglo XVII, seg¨²n la bibliograf¨ªa consultada por los autores.
Hubo gente que lleg¨® por propia voluntad a las costas americanas y otros eran miembros de las tripulaciones, pero la mayor¨ªa lleg¨® esclavizada a las costas americanas, capturada a trav¨¦s de ¡°guerras justas¡±. ¡°Los registros hist¨®ricos calculan entre 40.000 y 120.000 inmigrantes desde Manila en el M¨¦xico colonial y los espa?oles apuntaron que eran particularmente numerosos en Acapulco, con cada hogar espa?ol teniendo por lo menos tres y hasta 18 esclavos de Asia¡±, se lee en la investigaci¨®n. Tambi¨¦n hubo asentamientos importantes en Ciudad de M¨¦xico y Puebla, ciudades que no pudieron ser incluidas en el an¨¢lisis. ¡°Esta investigaci¨®n permite rescatar historias que en otras ¨¢reas investigaci¨®n no se han podido conocer o la gente, por lo general, conoce poco¡±, dice Rodr¨ªguez.
Estos ancestros fueron nombrados en relatos hist¨®ricos como ¡°chinos¡±, sin diferenciar el origen espec¨ªfico. ¡°Estas identidades e historias se suprimieron debido a la esclavitud, la asimilaci¨®n de los inmigrantes como ¡®indios¡¯ y registros hist¨®ricos incompletos¡±, se lee en la investigaci¨®n. La historiadora Tatiana Seijas refiere en su libro Esclavos asi¨¢ticos que muchas veces esta asimilaci¨®n era una estrategia de supervivencia: ser chinos los condenaba muchas veces a seguir en la esclavitud, mientras que ser indios (o al menos ser confundidos como tales) les permit¨ªa tener un mejor estatus social y una serie de derechos por las leyes de la Corona. Fue hasta la d¨¦cada de 1670 que la Monarqu¨ªa espa?ola aboli¨® la esclavitud asi¨¢tica.
No es solo un legado gen¨¦tico o hist¨®rico, tambi¨¦n hubo intercambios ling¨¹¨ªsticos de ida y vuelta. El historiador Miguel Le¨®n Portilla consign¨® varias palabras derivadas del n¨¢huatl de uso com¨²n en Filipinas como atole, j¨ªcara, tocayo, mecate o zacate. En sentido contrario se importaron del tagalo t¨¦rminos como pari¨¢n (mercado).
¡°La historia que sueles aprender en la escuela es la de los reyes y las reinas, de los mapas y los imperios, pero la historia de la gente com¨²n que vivi¨® en esa ¨¦poca es muchas veces m¨¢s interesante¡±, afirma Ioannidis. Esos trabajadores, navegantes o esclavos se movieron de un lado a otro y dejaron su huella en el mundo. Eso hace que la gen¨¦tica d¨¦ cuenta de que el pasado est¨¢ lleno de mucho m¨¢s puntos en com¨²n con otras culturas de lo que se podr¨ªa pensar, asegura el cient¨ªfico. ¡°Creemos que somos de un determinado pa¨ªs y que eso implica tener ciertas rivalidades con otros pa¨ªses, por ejemplo, pero si echas un vistazo a la historia y a la ciencia te das cuenta de que estamos mucho m¨¢s conectados de lo que creemos¡±, concluye.
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