Jorge Alderete y Mariana Enriquez, una vieja amistad y un libro que naci¨® antes de ser escrito
El ilustrador y la escritora crean un futuro dist¨®pico en ¡®El a?o de la rata¡¯, una cr¨®nica colaborativa donde hay mu?ecas sexuales malditas, ¡®influencers¡¯ y extraterrestres
Cuando empez¨® la pandemia de covid, el ilustrador argentino Jorge Alderete estaba en Ciudad de M¨¦xico ¨Cvive en la capital desde 1998¨C y planeaba mirar la televisi¨®n durante las dos semanas que, supuestamente, iba a durar la emergencia sanitaria. No fue as¨ª, la pandemia dur¨® m¨¢s, y en alg¨²n momento ¨¦l se puso a dibujar. Al principio eran im¨¢genes aparentemente inconexas, dibujos en tinta de mujeres desnudas, extraterrestres, animales fant¨¢sticos, dildos, m¨¢scaras de l¨¢tex, la cabeza de Benito Ju¨¢rez. No era nada, pero empez¨® a ser un libro con ilustraciones que no hab¨ªa sido escrito todav¨ªa. Pens¨®: ¡°?A qui¨¦n no tendr¨ªa problemas de mostrarle todo esto y ver si se quiere sumar?¡±. ¡°Y s¨ª, fue Mariana¡±, cuenta por videoconferencia desde su estudio. ¡°Nos hab¨ªamos reencontrado hac¨ªa relativamente poco, justo antes de la pandemia. La ¨²ltima vez que nos vimos¡¡±.
¨CFue en tu casa. Por [el escritor] Bernardo Esquinca.
Mariana Enriquez estaba en otro punto del continente, en Buenos Aires, Argentina, cuando le escribi¨® Alderete. El pa¨ªs ya se hab¨ªa cerrado y la gente apenas pod¨ªa salir a la calle por las restricciones impuestas para contener la propagaci¨®n del virus. ¡°Lo que estaba pasando con la pandemia era demasiado¡ un poco apabullante¡±, recuerda la escritora, tambi¨¦n por videoconferencia desde la capital de Argentina. Alderete le hab¨ªa mandado las im¨¢genes y le propon¨ªa una especie de juego: pod¨ªa inventar lo que ella quisiera a partir de esos dibujos, desde un ep¨ªgrafe hasta una novela corta. ¡°Estaba con muy pocas ganas de de escribir y con muy pocas ideas. Y a m¨ª en general, entre otras cosas porque soy periodista, me gusta escribir a partir de un est¨ªmulo externo¡±, explica Enriquez, que acept¨®. As¨ª empez¨® a tomar forma El a?o de la rata, la cr¨®nica de un futuro dist¨®pico. ¡°Surgi¨® de manera muy natural. Por un lado, creo que tiene que ver con nuestra historia en com¨²n¡±, dice la escritora.
Alderete y Enriquez se conocieron hace m¨¢s de tres d¨¦cadas, cuando eran estudiantes, en La Plata, una ciudad a 50 kil¨®metros de Buenos Aires que es capital de provincia y tiene, tambi¨¦n, algo de pueblo grande. En esa capital-pueblo existe, para la escritora, una condici¨®n un tanto ¡°insular¡±: ¡°Es una especie de mundo propio del que salen cosas muy potentes. Es un poco por ese aislamiento precario que tiene que ver con que ?a d¨®nde vas a ir?¡±. A finales de los ochenta y principio de los noventa, cuando se conocieron, era tambi¨¦n una ciudad ¡°de bastante descontrol¡±. ¡°Era un momento muy intenso para ser j¨®venes¡±, recuerda Enriquez. Aunque iban a facultades diferentes ¨C¨¦l a la de Bellas Artes y ella a la de Periodismo¨C y se llevan dos a?os ¨C¨¦l tiene 50 y ella 48¨C compart¨ªan el grupo de amigos. Se ve¨ªan en la calle o se cruzaban en los bares, que eran siempre los mismos.
Por esos a?os, Enriquez public¨® su primera novela, Bajar es lo peor, que acaba de ser reeditada por Anagrama. Alderete recuerda que la obra se convirti¨® enseguida ¡°en el libro que hab¨ªa que leer¡±. La novela, que narra una historia de amor gay y drogas en la noche de Buenos Aires, lleg¨® a las manos del escritor Juan Forn, que trabajaba en la editorial Planeta y enseguida pidi¨® un contrato para esa ¡°minipunk humeante e indiferente¡±. Despu¨¦s Enriquez entrar¨ªa a trabajar como periodista en el diario P¨¢gina/12, donde hoy es subeditora del suplemento cultural, publicar¨ªa Las cosas que perdimos en el fuego, la colecci¨®n de cuentos que lanz¨® su carrera internacional, y sacar¨ªa Nuestra parte de noche, la novela con la que gan¨® el Premio Herralde. Pero en 1995, aquella primera publicaci¨®n ya era un libro de culto juvenil.
¨CMe imagino que cuando el libro ya te hab¨ªas ido a Buenos Aires. No tengo muy claro aquellos a?os, viste que todo empieza a ser una nebulosa.
¨CNo, yo tampoco.
¨CMe acuerdo, s¨ª, que no lo le¨ª. Me cuesta cuando todo el mundo dice ¡°esto hay que hacerlo¡±. Me sigue pasando, eh.
¨CTengo la teor¨ªa de que los que te conocen te leen mucho menos que los que no te conocen.
En esa ¨¦poca, Alderete tambi¨¦n empezaba su carrera como artista gr¨¢fico. Despu¨¦s de la etapa universitaria vendr¨ªan las exposiciones internacionales, las antolog¨ªas editadas por Taschen, las portadas de discos para Los Fabulosos Cadillacs o Caf¨¦ Tacvba, la galer¨ªa de arte en Ciudad de M¨¦xico, la discogr¨¢fica propia. Todo bajo el seud¨®nimo de Dr. Alderete. ¡°Las ilustraciones de ¨¦l cambiaron mucho, se perfeccionaron, pero hay algo que es muy parecido: era muy impactante visualmente, el tema del fetiche siempre estuvo y ¨¦l introduc¨ªa elementos que eran muy diferentes¡±, dice Enriquez.
¨CEstabas en... ?C¨®mo se llamaba la revista? ?Tinta china?¡±.
¨CLa que hac¨ªamos con Maxi [Luchini]. No, Gratarola. Era la ¨¦poca de los fanzines, los c¨®mics¡
En 1998, Alderete y muchos de los amigos que compart¨ªan el ilustrador y la escritora emigraron de Argentina, algunos se fueron a Barcelona y otros a Ciudad de M¨¦xico. Todav¨ªa no hab¨ªa llegado 2001 y la crisis pol¨ªtica, social y econ¨®mica que le sigui¨® al corralito en el pa¨ªs sudamericano. Enriquez recuerda as¨ª el final de la d¨¦cada: ¡°Los que se iban se iban con un proyecto, con un ¡®a ver si nos sale¡¯, pero yo no ten¨ªa ni eso. Y en cambio ac¨¢ [en Argentina] s¨ª ten¨ªa un ¡®a ver si me sale¡¯. Me qued¨¦, pero fue un momento de p¨¦rdida total y tambi¨¦n de frustraci¨®n que con el tiempo se me pas¨®¡±. Hubo a?os en los que no se vieron. Las carreras de los dos siguieron creciendo. A veces se cruzaban en alguna feria del libro. Y antes de que empezara la pandemia de covid-19 se encontraron en Ciudad de M¨¦xico.
Despu¨¦s, el encierro y el incipiente comienzo de El a?o de la rata. Las im¨¢genes que hab¨ªa estado ilustrando Alderete eran demasiado ¨ªntimas porque no hab¨ªan pasado por el filtro de la autocensura; porque, total, no iban a ser publicadas. Eran parte de ¡°una especie de terapia¡±: ¡°Estaba todo el d¨ªa encerrado, si me pon¨ªa a darle mucha vuelta a lo que sea iba a llegar a un lugar adonde no quer¨ªa llegar. Entonces me pon¨ªa a dibujar¡±. Empezaba a la ma?ana y a veces se le hac¨ªa de noche. Hab¨ªa d¨ªas en los que terminaba solo una imagen y otros en los que eran dos, o tres. ¡°El a?o de la rata empez¨® primero sin ser un proyecto. Empez¨® de forma muy casual y muy despreocupada, casi dir¨ªa que sin ning¨²n rumbo claro¡±, cuenta el artista gr¨¢fico. ¡°No quiero sonar hippie¡±.
¨CS¨ª, porque es antihippie total.
Enriquez recibi¨® las ilustraciones y empez¨® a escribir cr¨®nicas breves, casi period¨ªsticas, sobre un mundo enrarecido donde el sol se vuelve negro ¨Caunque ilumina y da calor¨C. Hay ah¨ª extraterrestres con anatom¨ªa de mujer y cuerpos vac¨ªos que orinan limonada, mu?ecas que transmiten una maldici¨®n sexual, camiones sin conductor que chorrean fluidos, influencers con armas y monumentos que se iluminan con ne¨®n sin que nadie entienda por qu¨¦. Algunas de las historias son inventadas y otras est¨¢n basadas en casos reales. ¡°Como el tono es igual¡±, dice la novelista, ¡°no te das cuenta¡±. ¡°Hay una especie de vaga sensaci¨®n de ciencia ficci¨®n, pero muy elemental, muy urbana, muy tipo J. G. Ballard. Y tambi¨¦n un poco fifties, m¨¢s naif¡±, explica, y agrega: ¡°Me permiti¨® jugar con un mont¨®n de elementos que no son, en general, con los que trabajo¡±.
Entre Enriquez y Alderete apenas hubo intercambios sobre el contenido de los textos ni de las im¨¢genes, salvo en algunos casos puntuales. Ninguno, sin embargo, quer¨ªa que el libro fuera una cr¨®nica de la pandemia. Aunque en los dibujos aparecen muchas m¨¢scaras, por ejemplo, no hay cubrebocas. En los textos, la emergencia sanitaria solo se menciona al pasar. La alusi¨®n m¨¢s directa, y no es expl¨ªcita, est¨¢ en el titular: el a?o de la rata en el calendario chino coincidi¨® con el 2020. Hay historias que aparecen en las ilustraciones que no est¨¢n en los textos, y viceversa. ¡°Algo que me atrajo de los dibujos fue el alt¨ªsimo nivel de excentricidad¡±, dice la escritora, ¡°a algunas cosas le encontraba hilos, pero otras no, para nada, y eso me gustaba, que fuese caprichoso¡±.
¨CEs caprichoso, no hab¨ªa pensado en la palabra.
El proceso dur¨® varios meses porque no hab¨ªa encargo, no hab¨ªa editor, no hab¨ªa apuro. ¡°Lo que hab¨ªa era incertidumbre¡±, dice Alderete. ¡°?Qu¨¦ va a pasar? ?van a seguir publicando libros? ?habr¨¢ papel?¡±. El proyecto, que no fue proyecto hasta que no estuvo terminado. ¡°Podr¨ªa no haber funcionado y la gente ni se hubiese enterado¡±, agrega Enriquez. Pero funcion¨®, el libro tom¨® forma y fue publicado en M¨¦xico por la editorial Alboroto y en Argentina por Libros del Zorro Rojo. Tambi¨¦n creci¨® fuera de las p¨¢ginas: la bailarina Dalel Bacre cre¨® una coreograf¨ªa de danza contempor¨¢nea a partir de algunas de las im¨¢genes; el director Christian Weber grab¨® la performance y la musicalizaci¨®n estuvo a cargo del portugu¨¦s Paulo Furtado.
Tanto Enriquez como Alderete hacen hincapi¨¦ en que la autor¨ªa del libro es compartida ¨Csi se tiene en cuenta el proyecto multidisciplinar entero, a¨²n m¨¢s¨C. Hubo algo en el proceso, dice la escritora, que fue ¡°medio punk, medio under¡±. ¡°Obviamente no vamos a fingir que hicimos un fanzine recortando y pegando¡±, dice, ¡°pero el esp¨ªritu era un poco ese¡±. ¡°Me hac¨ªa acordar a la ¨¦poca que viv¨ª en grupos de fans, mandando cosas que tardaba un siglo todas en llegar. En este caso no tardaba todo un siglo en llegar, pero hab¨ªa algo que ten¨ªa que ver con la distancia y la imposibilidad de verse. Era un poco como estar en los noventa. Como un delirio total¡±, cuenta. Esa ¨¦poca en la que pasaban ¡°de leer a William Burroughs a ir a buscarse el mango¡±, dice la escritora; eran de nuevo los a?os en La Plata.
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