¡°Ayud¨¦ a atrapar a un depredador escondido en Internet¡±: as¨ª fue la ca¨ªda de un sextorsionador en serie
Arizona condena a 34 a?os de c¨¢rcel a un acosador de M¨¦xico que chantaje¨® en redes sociales a m¨¢s de 100 ni?as y mujeres de todo el mundo
Jane esperaba con ansias el inicio de la secundaria. Con 14 a?os, se abr¨ªa todo un mundo de gente nueva y un mont¨®n de experiencias que ten¨ªa ganas de vivir. Hab¨ªa perdido a uno de sus padres hac¨ªa poco y quer¨ªa dejar atr¨¢s el duelo y la tristeza. Estaba tan emocionada que su t¨ªa le insisti¨® en tomarse varias fotograf¨ªas para recordar el primer d¨ªa de clases. ¡°No sab¨ªa que no iba a ser la ¨²ltima fotograf¨ªa que me obligar¨ªan a tomarme durante ese a?o¡±, recuerda la chica. ¡°No fue hasta finales de ese primer a?o que me sucedi¨® algo que ninguna persona desear¨ªa que le pasara a sus hijos¡±, cuenta. ¡°Ayud¨¦ a atrapar a un depredador escondido en internet¡±.
Una noche de aquel a?o, Jane Doe, el nombre ficticio que se da a las denunciantes en Estados Unidos para proteger su identidad, estaba en Snapchat y un tipo que no conoc¨ªa empez¨® a escribirle. ¡°Esa noche en particular me sent¨ªa¡ ?Cu¨¢l es la palabra? ?Confiada? ?Atrevida?¡±, relata en una carta enviada al juzgado la joven, que entonces ya ten¨ªa 15 a?os. Finalmente, se tumb¨® sobre la cama y se tom¨® una foto en brasier. Pensaba que ah¨ª terminar¨ªa todo, sobre todo porque se trataba de un desconocido. A la noche siguiente, la misma persona le volvi¨® a escribir: ¡°Me vas a mandar m¨¢s, ?verdad?¡±. Jane le dijo que no, que era cosa de una sola vez. ¡°No es una pregunta¡±, respondi¨® ¨¦l, cambiando el tono.
Ella dej¨® de contestar los mensajes, pero al cabo de una hora, el tipo le mand¨® exactamente la misma foto que ella le hab¨ªa enviado la noche anterior. Snapchat se hizo popular justo por lo contrario, porque las im¨¢genes y las publicaciones que compart¨ªan los usuarios desaparec¨ªan al poco tiempo y avisaba cuando otras personas hac¨ªan capturas de pantalla para guardar esas fotos. El coraz¨®n de Jane empez¨® a latir muy fuerte. ¡°Manda m¨¢s o todo el mundo ver¨¢ esto¡±, le dijo. Ella cuenta que se sinti¨® como si hubiera pisado arenas movedizas, como el principio de un lento descenso hacia una situaci¨®n cada vez m¨¢s angustiante. ¡°En los meses que siguieron me convert¨ª en su propiedad y hac¨ªa todo lo que me ped¨ªa por miedo¡±, afirma Jane, ¡°cada d¨ªa implicaba una larga lista de fotos e, incluso, videos que me ped¨ªa¡±.
Con el paso de los d¨ªas, la lista se hac¨ªa m¨¢s larga y las peticiones, m¨¢s perversas. Entre m¨¢s se resist¨ªa, ¨¦l se enojaba y todo se volv¨ªa peor. Jane vuelve a la imagen de las arenas movedizas y asegura que despu¨¦s de un punto dej¨® de resistirse. Su venganza, en medio de todo eso, ser¨ªa ganarse su confianza, hacer que bajara la guardia poco a poco y que empezara a dar detalles de qui¨¦n era y d¨®nde viv¨ªa. Lo supo despu¨¦s de cuatro meses, su acosador se llamaba Rub¨¦n Oswaldo Yeverino Rosales y viv¨ªa en Monterrey, en el norte de M¨¦xico, a unos 1.500 kil¨®metros de su casa en Arizona.
Yeverino usaba m¨²ltiples alias en internet. A veces se hac¨ªa llamar Martin Joseph, otras Rams¨¦s Mar¨ªn y casi siempre se escond¨ªa detr¨¢s de nombres de usuario llenos de letras y n¨²meros. Era mayor de edad, ten¨ªa unos seis o siete a?os m¨¢s que Jane. La denuncia de los tutores de la chica lleg¨® en mayo de 2018, seis meses despu¨¦s del primer contacto que tuvo con ella y cuando el acoso lleg¨® a tal punto que la joven dej¨® de dormir, se empez¨® aislar de todos y se pasaba las noches en vela cumpliendo lo que se le ordenaba. Un mes m¨¢s tarde, un an¨¢lisis forense en el tel¨¦fono de Jane Doe 1 revel¨® que hab¨ªa enviado alrededor de 600 im¨¢genes pornogr¨¢ficas a su acosador.
El hombre tambi¨¦n la obligaba a hacer llamadas por Skype, que siempre inclu¨ªan actos sexuales contra su voluntad. Yeverino, sin embargo, lleg¨® a mostrar su cara durante las sesiones y Jane pudo identificarlo a partir de im¨¢genes obtenidas por las autoridades de perfiles de redes sociales y documentos migratorios. Tras verificar su identidad, los agentes lograron una orden para revisar diferentes cuentas digitales del acosador. Su direcci¨®n de Hotmail confirm¨® el rastro de amenazas por correo que envi¨® a Jane y c¨®mo mand¨® una de las im¨¢genes a uno de sus compa?eros de escuela. Su usuario de Skype sac¨® a la luz la larga lista de instrucciones para su v¨ªctima. Su perfil de Instagram y de Snapchat los hizo ver que se trataba de un depredador sexual: Jane no hab¨ªa sido la ¨²nica. El curso de las investigaciones desemboc¨® en m¨¢s de un centenar de v¨ªctimas en todo el mundo.
La sextorsi¨®n consiste en obtener im¨¢genes ¨ªntimas de las v¨ªctimas bajo la amenaza de hacerlas p¨²blicas. Es un delito sexual cada vez m¨¢s com¨²n en internet, donde las fronteras de los pa¨ªses se difuminan y el brazo de la ley tiene problemas para llegar. Las adolescentes y las mujeres j¨®venes son los blancos recurrentes, con depredadores que buscan v¨ªctimas en otro limbo: en el inicio de su desarrollo f¨ªsico y en el proceso de descubrir su sexualidad, entre la curiosidad, el tab¨² y la verg¨¹enza. Tania Ram¨ªrez, directora ejecutiva de la Red por los Derechos de la Infancia en M¨¦xico (Redim), explica que muchas veces comienza en el contexto del sexting, una pr¨¢ctica leg¨ªtima si est¨¢ consensuada entre adultos, que va degenerando en coerci¨®n, acoso y la falsa idea de que las v¨ªctimas son las culpables, que ellas decidieron exponerse en primer lugar.
Es un acto de violencia sexual y machista. Ram¨ªrez dice que hay dos tipos de motivaciones principales entre quienes la ejercen. Por un lado, est¨¢ el dinero, muchas de las fotograf¨ªas obtenidas se venden en sitios de pornograf¨ªa infantil. ¡°Estas im¨¢genes se pagan y se pagan muy caro¡±, dice la especialista. Por el otro, est¨¢ el poder, la sensaci¨®n de dominar, anular la voluntad del otro y disponer del cuerpo de alguien m¨¢s. ¡°Ese es el logro perverso de esta actividad criminal, anula completamente a las v¨ªctimas, a estas ni?as¡±, se?ala. En M¨¦xico, hay alrededor de 400.000 reportes de denuncias al a?o por pornograf¨ªa infantil, seg¨²n estimaciones de organizaciones civiles, y la extorsi¨®n sexual fue el delito digital m¨¢s frecuente en el pa¨ªs durante la pandemia, de acuerdo con la plataforma de denuncias del Consejo Ciudadano para la Seguridad y la Justicia.
El caso en Arizona abri¨® la caja de pandora. Y eventualmente decenas de denunciantes pudieron identificar a Yeverino como su agresor. Se abrieron cinco expedientes simult¨¢neos en otras partes de Estados Unidos y se pudo rastrear su historial delictivo desde 2015. Jane Doe 2, de California, sufri¨® acoso desde los 13 a?os y los abusos de un hombre al que solo conoc¨ªa como Rub¨¦n se extendieron durante dos a?os y medio. El sextorsionador us¨® m¨²ltiples plataformas digitales para enviar las im¨¢genes a sus compa?eros de clase. Cuando se enter¨® de que ¨¦l hab¨ªa dado su tel¨¦fono a otro hombre, para que tambi¨¦n la extorsionara, la muchacha intent¨® suicidarse.
Jane Doe 3, de Carolina del Sur, ten¨ªa 12 a?os cuando empez¨® todo. Rub¨¦n envi¨® sus im¨¢genes ¨ªntimas a amigos y familiares, despu¨¦s de que sus padres se enteraran de que la estaban chantajeando. Jane Doe 12, de Carolina del Norte, pag¨® 500 d¨®lares en Bitcoin para detener el acoso, Rub¨¦n hab¨ªa usado el perfil falso de una mujer. Jane Doe 14, de Misuri, envi¨® 80 fotos expl¨ªcitas a Rub¨¦n, que le comparti¨® una lista de otras chicas que hab¨ªa acosado como amenaza. Jane Doe 60, de Oklahoma, descubri¨® a partir de las investigaciones que sus im¨¢genes y videos hab¨ªan sido colgados en una p¨¢gina pornogr¨¢fica de la deep web o el internet profundo, donde aflora el anonimato, el contenido expl¨ªcito y material asociado al crimen organizado. La pista vino de las autoridades de Australia. Yeverino us¨® m¨²ltiples perfiles en m¨²ltiples redes sociales, como Facebook, Instagram, Kik, Snapchat, Skype o plataformas de correo electr¨®nico. A menudo, ped¨ªa a las v¨ªctimas que abrieran otras cuentas por ¨¦l.
El caso de Jane Doe 1 permiti¨® que la imagen de Rub¨¦n se aclarara hasta dar con Rub¨¦n Yeverino Rosales. En 2019, el depredador fue detenido en un operativo en Monterrey y extraditado a Estados Unidos. Los agentes ten¨ªan una orden de allanamiento para hacerse con su computadora y su tel¨¦fono. Las autoridades encontraron 3.278 im¨¢genes y videos de Jane Doe 1, 375 archivos de Jane Doe 2, 398 de Jane Doe 3, 188 de Jane Doe 12, 226 de Jane Doe 14 y tres de Jane Doe 33, tambi¨¦n de Arizona. Otras 4.638 fotos y grabaciones de Jane Doe 60 fueron halladas. En el tr¨¢fico de im¨¢genes expl¨ªcitas se premia que las fotos sean in¨¦ditas y Yeverino obligaba a las chicas a repetir las poses una y otra vez hasta que salieran como ¨¦l quer¨ªa. Una vez que empiezan a circular, erradicarlas de la web es pr¨¢cticamente imposible.
De las m¨¢s de 100 v¨ªctimas, unas 80 fueron identificadas. No se ha hecho p¨²blico el n¨²mero exacto de personas afectadas ni sus nacionalidades. ¡°He tenido que tomar medicamentos durante seis a?os para la ansiedad y la depresi¨®n¡±, cuenta Jane Doe 33. ¡°Estoy mejor, tengo que ponerlo entre comillas porque decir que he superado el trauma ser¨ªa una mentira¡±, dice, por su parte, Jane Doe 12. ¡°He intentado suicidarme cuatro veces¡±, resume Jane Doe 60, en una carta de impacto emocional entregada a la corte.
El informe psiqui¨¢trico de Yeverino detect¨® rasgos de esquizofrenia y una incapacidad de empatizar y dimensionar el da?o de sus cr¨ªmenes. En internet era avasallador. En la vida real, un hombre inseguro que arrastr¨® las secuelas de una infancia traum¨¢tica, con un padre controlador y que solo hab¨ªa tenido contadas experiencias sexuales con algunas primas. La informaci¨®n fue proporcionada por sus propios abogados, que firmaron un acuerdo con la Fiscal¨ªa en diciembre y buscaban una pena reducida de 25 a?os de c¨¢rcel. La semana pasada, el juez lo conden¨® a 34 por producci¨®n de pornograf¨ªa infantil y ciberacoso, y ha ordenado que sea inscrito de por vida en el registro agresores sexuales. La confesi¨®n de culpabilidad, sin embargo, evita que vuelva a ser llevado a juicio por lo que hizo al resto de las v¨ªctimas.
¡°Casos como este demuestran la necesidad de una educaci¨®n sexual integral¡±, afirma Ram¨ªrez. Son cr¨ªmenes que interpelan a los padres, a los Estados, al negocio multimillonario de las redes sociales y si se hace lo suficiente para proteger a sus usuarios m¨¢s j¨®venes. Meta ¡ªel gigante detr¨¢s de Facebook, Instagram y Whatsapp¡ª, elimin¨® en el ¨²ltimo a?o m¨¢s de 106 millones de publicaciones con contenido sexual de ni?os que expon¨ªan a las infancias a redes de explotaci¨®n, seg¨²n la p¨¢gina de transparencia de la compa?¨ªa. ¡°Lo m¨¢s importante es siempre creerles a los ni?os y ni?as, hacerles saber que no est¨¢n solos¡±, dice la especialista. ¡°Los padres deben acompa?arlos, robustecer su ciudadan¨ªa digital y abrir un canal de comunicaci¨®n para hablar de esto¡±, agrega.
¡°Algunas de las chicas que acos¨® no buscaron ayuda y las que s¨ª lo hicieron fueron ignoradas, nadie sab¨ªa qui¨¦n era este tipo. Hasta ahora¡±, escribe Jane Doe 1. De no ser por su denuncia, decenas de casos hubieran terminado en un callej¨®n sin salida: buscando a oscuras a quien solo conoc¨ªan como Rub¨¦n. Ha sido una victoria p¨ªrrica. ¡°Aunque est¨¢ tras las rejas, todav¨ªa me llegan mensajes a diario de perfiles que fingen ser yo y que venden mis fotograf¨ªas¡±, dice la joven, ¡°lo que me sucedi¨® me perseguir¨¢ por siempre¡±. Jane se consuela con que todo lo que pas¨® sirvi¨® para atrapar a su acosador y conseguir algo de justicia para ella y m¨¢s de un centenar de v¨ªctimas.
Si has sido v¨ªctima de sextorsi¨®n o conoces a alguien que necesite ayuda, puedes encontrar recursos ¨²tiles aqu¨ª.
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