Antonio Ortu?o: ¡°La melancol¨ªa es una de las pocas heroicidades posibles hoy d¨ªa¡±
El escritor mexicano publica ¡®La armada invencible¡¯, una novela sobre el paso del tiempo, la soledad y el amor al rock and roll
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Antonio Ortu?o despert¨® ese d¨ªa en Bogot¨¢ con una resaca espantosa. Hab¨ªa quedado en un caf¨¦ con su amigo, el tambi¨¦n escritor Emiliano Monge. ?l lleg¨® antes. La cruda era terrible y mientras esperaba lo ¨²nico que le apetec¨ªa era escuchar m¨²sica, de esa que suena como un martillo hidr¨¢ulico taladrando tus o¨ªdos, de la que dicen que amansa a las fieras. No le qued¨® m¨¢s remedio que poner el trash metal de Pantera en los altavoces de su tel¨¦fono e intentar olvidarse del mundo. Cuando Monge lleg¨® al bar no pudo ver a Ortu?o, pero distingui¨® de fondo la melod¨ªa y se dirigi¨® hacia la mesa de su compa?ero. ¡°Supe que eras t¨² en cuanto o¨ª tu m¨²sica de trailero de Alaska en metanfetaminas¡±, le salud¨®.
Ortu?o (46 a?os) ¡ªcolaborador habitual de este diario¡ª, acaba de publicar su ¨²ltima novela, La armada invencible (Seix Barral, 2022), un libro cargado de humor ¨¢cido que bucea en las vidas de un grupo de cuarentones de Guadalajara que tratan de resucitar el grupo de heavy metal en el que tocaban cuando eran adolescentes. Una obra sobre el paso del tiempo y la soledad, la decadencia del ser humano y la resistencia ante un mundo cada vez m¨¢s absurdo. Y sobre todo, una declaraci¨®n de amor al rock and roll y sus hermanos bastardos: esa m¨²sica extrema solo apta para camioneros alaske?os hasta las cejas de estupefacientes ¡ªque el autor mexicano adora desde aquel d¨ªa de los 80 en que en su camino se cruz¨® un vinilo de The Clash y otro de Van Halen¡ª.
Pregunta. El heavy metal vertebra el libro. ?No le preocupa que un tema tan de nicho funcione mal comercialmente?
Respuesta. No. A lo mejor si fuera mi primer libro me hubiera preocupado. Tengo una muy buena cantidad de lectores y no creo que sea una novela de nicho. Si te gusta el rock le puede agregar una cierta capa de disfrute, pero es una historia sobre el envejecimiento y sobre las relaciones personales. Tambi¨¦n es una reacci¨®n contra el farise¨ªsmo de cierta literatura contempor¨¢nea que vive alojada en los trending topics y el aplauso f¨¢cil. Estoy un poco cansado de la mecanizaci¨®n de la denuncia, de la mecanizaci¨®n de las posturas reivindicativas que en general no casan con una b¨²squeda literaria, sino que terminan siendo tuits convertidos en novelas. La manera en la que la literatura se vincula con la realidad es mucho m¨¢s compleja que el hablar de los temas de moda desde las posturas, las palabras y las expresiones de moda.
P. En un momento de la obra, escribe: ¡°Ser parte de una minor¨ªa forja el car¨¢cter¡±. ?A qu¨¦ minor¨ªa pertenece Antonio Ortu?o?
R. Hay una distancia entre los personajes y yo. El narrador en realidad est¨¢ reflexionando sobre el car¨¢cter marginal de cierto tipo de m¨²sica. El heavy jam¨¢s fue la m¨²sica de moda en ninguna parte del mundo. En M¨¦xico pas¨® de la prohibici¨®n al olvido sin haber conseguido el ¨¦xito multitudinario. Estamos acostumbrados a pensar en la minor¨ªa como denuncia y como una cierta opresi¨®n. Los personajes del libro tambi¨¦n se sienten de alguna forma oprimidos: lo que m¨¢s les interesa en el mundo, un cierto tipo de m¨²sica y de est¨¦tica, no sale en la televisi¨®n, no sale en el radio o es visto con abierta burla por la gente joven. Se sienten arrinconados, olvidados. Hay bastante de iron¨ªa en comparar eso con una minor¨ªa perseguida. Es un libro que gira mucho en torno al humor, uno bastante amargo, pero humor a fin de cuentas.
Yo, sinceramente, no me siento parte de ninguna minor¨ªa, le voy a las Chivas, lo cual significa formar parte de la mayor¨ªa m¨¢s amplia que puede existir en este pa¨ªs. Tampoco me siento mayor¨ªa. No me gusta sentirme parte ni de la asociaci¨®n de vecinos. Las grandes concentraciones de personas me dan escalofr¨ªos. Cuando pienso en grandes grupos humanos, pienso en la inevitable imagen de una turba con antorchas.
P. Pens¨¦ que la novela ten¨ªa un punto m¨¢s autobiogr¨¢fico.
R. Es una novela hasta cierto punto vital, pero no confesional. Entre los 13 y los 21 a?os fui a muchos ensayos de grupos, tocadas de punk y metal. Pero empec¨¦ a trabajar muy joven en el periodismo y de alguna manera se convierte en una forma de militancia, te abduce. Cambi¨¦ de amigos inevitablemente y me distanci¨¦ de los anteriores. Mi vinculaci¨®n con la m¨²sica durante muchos de esos a?os consisti¨® en ir a alg¨²n concierto, comprarme playeras de bandas y discos. Como novelista te conviertes en una especie de urraca que va robando cositas brillantes de todas partes. Y despu¨¦s, un d¨ªa con eso armas la pasta de la que va a terminar saliendo la novela.
P. La derrota, de alguna forma, rodea a todos los personajes. ?Es un libro sobre m¨²sica o sobre fracaso?
R. La m¨²sica vertebra todo y el fracaso es un poco el sino al que se intenta sobreponer el narrador. Creo que es la primera vez que tengo cierto afecto por los personajes de los que escribo: se resisten a desaparecer, a ser olvidados, a ser machacados por el tiempo y persisten en ser quienes son.
P. Un canto a la resiliencia que hay en la derrota.
R. A [Julio]Cort¨¢zar, un escritor que no tiene nada que ver conmigo, le gustaba el jazz, trataba de reflejar sus estructuras en lo que escrib¨ªa, una cierta est¨¦tica y unos ciertos juegos que ten¨ªan que ver con esa m¨²sica. En mi caso, supongo que mi cerebro creci¨® y est¨¢ bastante condicionado est¨¦ticamente por mi gusto por el rocanrol, y la est¨¦tica del rocanrol es la est¨¦tica de los perdedores. El rock no puede ganar, el famoso Born to lose [Nacido para perder] de Mot?rhead est¨¢ en el ADN.
P. La m¨²sica que m¨¢s se escucha ahora es lo contrario: un culto al ¨¦xito, el dinero y la fama. Usted escribe de gente de a pie, que trabaja en empleos que no les gustan para salir adelante, y que deciden volver a tocar una m¨²sica marginal. ?Por qu¨¦?
R. La idea original escribir una novela sobre el r¨¦quiem de los peri¨®dicos. Mis personajes iban a ser periodistas que ve¨ªan morir los peri¨®dicos en papel, como se impon¨ªa el clickbait, c¨®mo el periodismo desaparec¨ªa. Lo que descubr¨ª, eso supongo que habla muy mal de nosotros como gremio, es que los periodistas somos aburrid¨ªsimos. Escribir sobre una redacci¨®n me parec¨ªa tedioso. Y sin embargo me qued¨® esta idea como del crep¨²sculo de los dioses. ?Qu¨¦ pasa con la gente que vive en un mundo que se est¨¢ desarmando?
Nuestro planeta entero est¨¢ cay¨¦ndose a pedazos. Esa idea de la decadencia me cas¨® muy bien, de repente, con otro apetito: escribir algo sobre m¨²sica. Millones de personas oyen a Black Sabbath todos los d¨ªas, no se esfumaron de la faz de la tierra y no les interesan los yates, ni bailar, ni los threesomes [tr¨ªos]. Siguen cantando cosas que tienen que ver con el diablo, con los generales locos que van a destruir al mundo y son una rebanada suficientemente grande de la humanidad.
P. Una de las paradojas de sus personajes es que todos creen la idea punk del ¡°no hay futuro¡±, pero a la vez son muy melanc¨®licos.
R. Son personajes terriblemente melanc¨®licos. Est¨¢n en suerte de playa aislada de las olas de la historia. Esta melancol¨ªa es una de las pocas heroicidades que considero posibles para una persona hoy d¨ªa, el aferrarse a las cosas que ya perdi¨® y que solo quedan como los s¨ªmbolos de lo que fue su juventud o de los tiempos en los que se sent¨ªa un poco m¨¢s libre.
P. Ha tardado cuatro a?os en escribirlo, pero entre medias ha publicado otros libros, art¨ªculos, columnas¡
R. Pas¨¦ un a?o en Alemania. Regres¨¦ y fue la pandemia, que result¨® catastr¨®fica. Falleci¨® la madre de mis hijos, mi hermano y la hermana de mi madre, que era la ¨²ltima de mis mayores. La novela se trabaj¨® todo lo consistentemente que pude en circunstancias bastante complejas. Adem¨¢s, escribo todas mis novelas con diferentes procedimientos y nunca repito los m¨¦todos de trabajo. Pr¨¢cticamente la totalidad de este libro lo dict¨¦ en programas de dictado inteligente, quer¨ªa que conservara un regusto muy cercano a la oralidad, mucho m¨¢s natural. Termin¨® siendo una especie de obsesi¨®n. Descubr¨ª que algunos programas de escritura leen en voz alta. Pon¨ªa a la m¨¢quina a leer y trataba de captar cacofon¨ªas, repeticiones. Me deten¨ªa, correg¨ªa, reescrib¨ªa y volv¨ªa. Lo disfrutaba porque de alguna manera lo ¨²nico que no ha salido mal en todos estos a?os fue La Armada, que segu¨ªa lento pero avanzando. Fue mi patera de salvaci¨®n durante la pandemia y todo este desastre.
Una cosa que me irrita much¨ªsimo es la solemnidad. Estamos culturalmente condenados, al menos en M¨¦xico, que es un pa¨ªs terriblemente solemne, a pensar que lo serio es esta gente que suelta discursos con retazos medio filos¨®ficos, pero que en t¨¦rminos generales son malos narradores. No consiguen transmitir lo que yo creo que es el centro de la narrativa: qu¨¦ hace el transcurso del tiempo sobre las situaciones, sobre las personas. Cuando la narrativa carece de eso y se limita a sumar palabras prestigiosas y frases de bronce tiende mucho aburrirme. Era imposible narrar un libro como este desde la solemnidad. El lenguaje ten¨ªa que ser mucho m¨¢s insolente e irreverente, que respetara esas muletillas, esas interjecciones y esa groser¨ªa fundamental del habla coloquial, pero sin renunciar a la formulaci¨®n literaria.
P. Todos los personajes de la novela pasan por alg¨²n tipo de crisis vital. ?La novela es tambi¨¦n su respuesta a esa crisis personal?
R. Lo fue en el sentido de que era un poco mi huerto cerrado, mi jardincito de trabajo. Aparte de todos los horrores de estos a?os, las tragedias familiares, del pa¨ªs y mundiales, un mont¨®n de gente querida muri¨®. A m¨ª no me interesaba la pandemia como tema, pero creo que aunque haya empezado a escribir sobre estos personajes antes, termin¨® volvi¨¦ndose algo muy org¨¢nico, muy natural, el que ellos se encontraran en crisis. La gente que es feliz no vuelve a hacer la banda de su juventud a los 47 a?os.
Todos los personajes son personas quebradas, rotas de alguna forma. Me parece que va aparejado con la cultura del rocanrol. No solo es la est¨¦tica de los perdedores, tambi¨¦n es la m¨²sica de las personas rotas. Es muy dif¨ªcil que a la gente feliz le guste Black Sabbath, Mot?rhead o cosas todav¨ªa m¨¢s s¨®rdidas como Venom. No creo que eso lo disfruten mucho las personas que gozan su d¨ªa a d¨ªa y salen en las ma?anas a hacer jogging.
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