Voces y verdades de Ayotzinapa
Si en los pr¨®ximos a?os no se logra construir un espacio judicial al que los afectados por Ayotzinapa puedan concurrir con confianza y oportunidad, seguir¨¢n multiplic¨¢ndose las voces de dolor y denuncia
Los procesos penales modernos buscan conjuntar las verdades hist¨®rica y jur¨ªdica. Con su estructura y funci¨®n se pretende que, ante el juzgador, se desahoguen las pruebas que permitan identificar lo que sucedi¨® en el mundo a fin de asignar las significaciones previstas en las normas jur¨ªdicas. Ante la muerte violenta de una persona, el juez intentar¨¢ clarificar los hechos relativos al perpetrador, sus motivos, el tiempo, el lugar y las circunstancias de ejecuci¨®n mediante las pruebas que le aporte la Fiscal¨ªa. Por las condiciones adversariales del proceso, habr¨¢ de considerar tambi¨¦n las pruebas de la defensa para desvirtuar las de los fiscales. Al finalizar la audiencia, el juzgador podr¨¢ dictar sentencia. Definir¨¢, finalmente, si la persona acusada cometi¨® una conducta delictiva, si no lo hizo o si hay dudas de ello. En el primer caso, impondr¨¢ la sanci¨®n y las reparaciones; en los dos restantes, la absoluci¨®n.
La condici¨®n de posibilidad de este ejercicio es el proceso mismo. Un lugar ¨²nico y cerrado en donde deber¨¢ darse todo lo que en ¨¦l pueda acontecer. Un lugar que trata de comprenderse con una vieja y severa m¨¢xima: ¡°lo que no est¨¢ en el expediente judicial, no est¨¢ en el mundo¡± ¡ªdesde luego judicial¡ª. Esta rotundidad no pretende desconocer que fuera del expediente hay hechos que no pueden o no quieren llevarse a juicio. Lo que con ello quiere decirse ¡ªpara bien y para mal¡ª es que al dictar sentencia el juez no puede considerar hechos o datos que no hubieren entrado al juicio.
En la sentencia con la que termina el juicio se unifican las verdades tanto hist¨®rica como jur¨ªdica. Ello no significa que lo demostrado en el proceso y lo acontecido en el mundo tengan que coincidir. Significa que aquello que haya de sobrevenir jur¨ªdicamente resultar¨¢ de lo que hubiera quedado probado tambi¨¦n jur¨ªdicamente. Los errores y las omisiones entre el expediente y la realidad son posibles. Sin embargo, mientras los hechos no se modifiquen conforme a las correspondientes normas, mantendr¨¢n los sentidos jur¨ªdicos que les hubieren sido asignados.
Las condiciones de posibilidad de los procesos se rompen cuando la verdad jur¨ªdica se trata de establecer fuera de una sede judicial o en varias de ellas. En el primer caso, porque quien act¨²a no es un ¨®rgano capaz de ¡°decir el derecho¡±; en el segundo, porque la multiplicidad de verdades imposibilita asignar consecuencias jur¨ªdicas finales. Las cosas se complican cuando ambos fen¨®menos concurren. Esto es lo que acontece con el caso Ayotzinapa.
?En qu¨¦ sede se est¨¢ construyendo la verdad jur¨ªdica sobre los estudiantes? ?Cu¨¢l es el proceso judicial para identificar las conductas delictivas, definir responsabilidades y determinar tanto penas como reparaciones? Son varios los procesos en los que ¨Cal menos como posibilidad¡ª ello se pretende lograr. En algunos, para definir la responsabilidad de pol¨ªticos y, en otros, la de delincuentes, polic¨ªas y/o militares. En el mejor de los casos, es posible que en cada expediente se logre demostrar la responsabilidad de distintos agentes por sus conductas individuales. Sin embargo, la fragmentaci¨®n procesal har¨¢ dif¨ªcil la construcci¨®n de una verdad unitaria. El todo no aparecer¨¢ de las propias narrativas judiciales, sino de las meta-narrativas que agrupen y den sentido a los fragmentos.
La centrifugaci¨®n de los procesos judiciales es efecto y causa de otros problemas para la verdad de Ayotzinapa. La raz¨®n de que se tuvieran que llevar muchos juicios sobre este tema fue la dificultad o la incapacidad de colocar hechos y responsabilidades en una sola sede. Hechos y personas quedaron dispersos procesalmente, y, desgraciadamente, as¨ª permanecer¨¢n. Los nulos avances conseguidos en las sedes ministeriales y judiciales dieron lugar a una pluralidad de voces fuera del derecho. Las comisiones, comit¨¦s, organizaciones, autoridades, medios de comunicaci¨®n o agencias extranjeras que comenzaron hablando de lo que inicialmente sucedi¨® en Iguala, tuvieron que ocuparse de lo acontecido en los procesos abiertos para investigarlo. La conversaci¨®n migr¨® de los j¨®venes y sus agresores a las autoridades y sus acciones o la falta de ellas. Las respuestas de estas abrieron nuevas conversaciones sobre sus errores y omisiones que, a su vez, han dado lugar a sucesivas acciones y justificaciones. En esta cadena nos encontramos.
?De qu¨¦ hablamos hoy cuando nos referimos a Ayotzinapa? ?De lo sucedido hace ocho a?os o de lo que hacen la Fiscal¨ªa General y la Comisi¨®n de la Verdad? ?De lo que han dicho los jueces o de lo que se les imputa a los militares? ?De los errores de las fiscal¨ªas o de la complicidad de los pol¨ªticos pasados y presentes? Ayotzinapa es una sobreposici¨®n de planos construidos por distintas narrativas. Son muchos los que hablan con diferentes puntos de vista y variadas intencionalidades. No lo hacen desde un solo lugar, ni para un solo campo en el que todos est¨¦n concurriendo. Los procesos judiciales y sus capacidades de construir verdades jur¨ªdicas est¨¢n rebasados. Hoy todos pueden hablar ¨Cy lo hacen¡ª, desde donde est¨¢n. Al no haber un lugar en el que sea posible construir verdad, cada cual habla para s¨ª mismo.
Para avanzar en la averiguaci¨®n de lo sucedido en aquella fat¨ªdica noche, o en los actuares que le siguieron y se mantienen, es necesario construir distintos espacios para escuchar diferentes voces. La imperfecta y limitada verdad jur¨ªdica pasa por los procesos judiciales. Sin ellos no es factible definir conductas delictivas, ni establecer responsables, sanciones o reparaciones. A pesar de su descr¨¦dito, mediante esos procesos puede cerrarse una parte de la herida individual y social de Ayotzinapa. No estoy seguro de que alg¨²n d¨ªa podamos ver la verdad total e indisputada de aquellos d¨ªas. Pero podemos aspirar a que siguiendo las normas generadas democr¨¢ticamente, se establezcan, con respeto y con cuidado, las responsabilidades de quienes cometieron delitos a partir de la verdad resultante de los expedientes judiciales. Las sentencias suelen ser modestas y acotadas. No tienen un alcance reparador de todo ni para todos, pero pueden ayudar a ordenar conductas, identificar y castigar responsables para, finalmente, permitir el comienzo de algunas posibles sanaciones.
Si en los pr¨®ximos a?os no se logra construir un espacio judicial al que los afectados por Ayotzinapa puedan concurrir con confianza y oportunidad, seguir¨¢n multiplic¨¢ndose las voces de dolor y denuncia. Nuevas comisiones de la verdad analizar¨¢n lo que sus predecesoras hicieron y omitieron. Nuevas fiscal¨ªas especializadas presentar¨¢n denuncias a sus antecesoras. Habr¨¢ procesos para analizar procesos. Las capas de la impunidad, los desv¨ªos, las acusaciones y los usos pol¨ªticos, no ser¨¢n ya sobre los d¨ªas en Iguala. Ser¨¢n tambi¨¦n para lo que desde ah¨ª se gener¨®. Los procesos judiciales resuelven peque?as partes del todo. Pero al ser espacios acotados y regulados, permiten que todos en com¨²n puedan hablar de lo mismo. De ah¨ª, tal vez, puedan surgir algunas verdades y sus consecuencias.
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