¡°El coronel no puede mancharse¡±: los enigmas del alto mando del Ej¨¦rcito encarcelado por el ¡®caso Ayotzinapa¡¯
EL PA?S accede a los mensajes del informe del Gobierno que supuestamente involucran al general Jos¨¦ Rodr¨ªguez, el militar de mayor rango detenido por la desaparici¨®n de los 43 estudiantes
Jos¨¦ Rodr¨ªguez es un venerable se?or de unos 70 a?os que hace cuatro se jubil¨® tras d¨¦cadas de trabajo duro sin una mancha en el expediente. Desde entonces, Rodr¨ªguez pasaba los d¨ªas de merecido descanso jugando con sus nietos. Hasta que a principios de septiembre, un desafortunado malentendido le coloc¨® en la diana de la Justicia y, en un gesto de buena fe, decidi¨® entregarse voluntariamente para responder a unas acusaciones por delincuencia organizada.
Este es el ¨²nico relato que se conoce en M¨¦xico de la biograf¨ªa del general Rodr¨ªguez, el militar de m¨¢s alto rango procesado por el caso Ayotzinapa. La desaparici¨®n de 43 estudiantes hace ocho a?os es uno de los episodios m¨¢s traum¨¢ticos en la historia reciente del pa¨ªs. El Gobierno de Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, que ha liderado una revisi¨®n a fondo del caso, lo califica como un ¡°crimen de Estado¡±, lo que ha provocado un fuerte revuelo por los rincones del poder mexicano.
Antes de retirarse, Rodr¨ªguez era el comandante del 27 batall¨®n de Infanter¨ªa de Iguala, la ciudad donde sucedieron los hechos. Es decir, el jefe del cuartel con cientos de soldados a su cargo. Algunos de los cuales, tambi¨¦n est¨¢n encarcelados por presuntamente participar en la desaparici¨®n de los estudiantes en una alianza macabra con la delincuencia organizada.
Los pocos y blancos detalles que han trascendido sobre el general vienen de una entrevista publicada este semana en la prensa mexicana. Desde la sala de visitas de un penal militar, el general lo niega todo: ¡°No hay pruebas¡±, ¡°lo supe despu¨¦s¡±, ¡°la instituci¨®n me est¨¢ apoyando¡±. La entrevista adem¨¢s ha ido envolvi¨¦ndose cada vez en m¨¢s pol¨¦mica debido a que las respuestas del general fueron amplificadas por los canales oficiales del Ej¨¦rcito casi a modo de informaci¨®n corporativa.
El cerco de protecci¨®n y la opacidad en torno al general es m¨¢ximo. Hasta el punto de que no existen fotograf¨ªas disponibles de Rodr¨ªguez, y algunos medios han publicado por error el retrato del militar que no era. Rodr¨ªguez ha sido acusado en concreto de ser el autor intelectual del asesinato de seis de los 43 estudiantes. El subsecretario de Gobernaci¨®n, Alejandro Encinas, que ha liderado la comisi¨®n presidencial que investiga el caso en paralelo a los tribunales, anunci¨® que Rodr¨ªguez estuvo en todo momento en contacto con los criminales.
M¨¢s detallado todav¨ªa: el militar mantuvo a una parte de los muchachos cautivos durante d¨ªas y el 30 de septiembre orden¨® su asesinato. Son las acusaciones m¨¢s graves contra el Ej¨¦rcito mexicano en d¨¦cadas, solo comparables a las atrocidades cometidas durante la Guerra Sucia de los setenta. Con la diferencia de que esta vez no se trata de ninguna oscura conspiraci¨®n con fines pol¨ªticos. La causa detr¨¢s del horror ser¨ªa ahora el dinero corrupto del narco.
Su defensa concentra la estrategia en presentar las acusaciones en su contra como un artificio basado exclusivamente en las declaraciones de un solo testigo. En concreto, uno de los sicarios de la banda criminal implicada, Guerreros Unidos. Detenido en 2015 pero liberado despu¨¦s tras haber demostrado torturas por parte de la polic¨ªa, Gildardo L¨®pez Astudillo, alias El Gil, lleva acogido desde 2020 a una figura parecida a la del testigo colaborador protegido de la Fiscal¨ªa.
Frente a lo alegado por su defensa, la investigaci¨®n de la comisi¨®n recoge sin embargo declaraciones de m¨¢s miembros de la banda criminal que se?alan al general Rodr¨ªguez. Los detalles provienen por una parte de la intervenci¨®n de llamadas a cargo de la Fiscal¨ªa y la Guardia Nacional. Y por otro, de casi 500 capturas de pantalla de mensaje de WhatsApp recibidos en los tel¨¦fonos ¡°de cinco de los presuntos actores dentro de los 35 personajes involucrados en el caso¡±, apunta el informe. De acuerdo a esos mensajes, a los que ha tenido acceso EL PA?S, al menos cuatro presuntos sicarios identificados como el Chino, el Chango, la Gorda y el Negro mencionan a la figura del general o incluso mantienen comunicaci¨®n directa con ¨¦l.
¡°Nosotros vamos a limpiar todo¡±
En las comunicaciones interceptadas, Rodr¨ªguez es identificado presuntamente como el Coronel. En su entrevista en la prensa afirma que ellos no intervinieron aquella noche del 26 de septiembre hasta que fueron informados de que ¡°hab¨ªa gente armada en un hospital¡±. Para entonces los muchachos ya hab¨ªan llegado a Iguala y hab¨ªan secuestrado tres autobuses en la terminal municipal. Pretend¨ªan viajar a la marcha del 2 de octubre en la capital. Pero nunca llegaron a Ciudad de M¨¦xico porque fueron interceptados en distintos puntos de la ciudad de Iguala por la alianza criminal de polic¨ªas y sicarios, que supuestamente los confundi¨® con miembros de una banda rival.
Seg¨²n sus propias declaraciones, Rodr¨ªguez, env¨ªa a un contingente especial de militares al hospital, la llamada fuerza de reacci¨®n. Pero antes de acudir a ese punto, el responsable del equipo especial, el capit¨¢n de infanter¨ªa Jos¨¦ Mart¨ªnez Crespo, pasa por algunos de los escenarios de los ataques. Identificado en los mensajes como capit¨¢n Crespo, a las 11.27 de la noche se comunica con uno de los sicarios, el Chino, para decirle que va ¡°a la base municipal a checar si hay estudiantes detenidos¡±. Media hora despu¨¦s confirma que ¡°en base municipal no hallamos a nadie y los camiones los checamos a fondo¡±.
Pocos minutos despu¨¦s, y en otro punto de la ciudad donde sucedieron m¨¢s ataques, el capit¨¢n Crespo avisa de nuevo por mensaje al Chino que ¡°hay dos pendejos estudiantes tirados aqu¨ª en ?lvarez esquina. Ya est¨¢n casi muertos. Los voy a dejar que se mueran solos aqu¨ª, que los custodien y luego ya damos parte¡±. Estas dos comunicaciones son las primeras que respaldar¨ªan la versi¨®n de los lazos entre, al menos parte del Ej¨¦rcito, y la banda criminal. As¨ª como el delito flagrante de omisi¨®n de socorro. El capit¨¢n Jos¨¦ Mart¨ªnez Crespo fue uno de los primeros militares detenidos y desde noviembre de 2019, permanece en prisi¨®n por presuntos v¨ªnculos con Guerreros Unidos.
A las 6 de la ma?ana ¡°se termina nuestro trabajo¡±, seg¨²n cuenta el general en su entrevista. Sin embargo, dos d¨ªas despu¨¦s de los hechos, el 28 de septiembre, varias comunicaciones entre los sicarios apuntan a una participaci¨®n m¨¢s profunda del 27 Batall¨®n de Iguala y en particular del Coronel, supuesto alias de Rodr¨ªguez. ¡°Las ¨®rdenes vienen desde M¨¦xico de arriba que limpien todo y hacer todo a su manera y colgarse la medalla¡±, se lee textualmente en los mensajes en relaci¨®n a una trama supuestamente orquestada por diferentes estamentos del poder mexicano, desde la Fiscal¨ªa, polic¨ªas, poder municipal y militares. Como conclusi¨®n, los sicarios parecen preocupados de que ellos acaben siendo los que paguen por todo: ¡°El coronel y su gente no pueden mancharse¡±.
Ese mismo d¨ªa el capit¨¢n Crespo le dice al Chino que ¡°no se apure¡± porque ¡°al campo militar no entra nadie. Ya al rato vemos donde los echamos, ya mand¨¦ limpiar algunas cosas¡±. Este mensaje abonar¨ªa la hip¨®tesis de que, al menos, algunos de los cad¨¢veres habr¨ªan podido ser escondidos dentro del cuartel militar del 27 Batall¨®n de Iguala, cuya m¨¢xima autoridad en aquel momento era el general Rodr¨ªguez. Al d¨ªa siguiente, en otro de los mensajes, el Chino le dice a la Gorda que un halc¨®n vio al Negro entrar en el cuartel con el jefe militar: ¡°Vieron al Negro con el Coronel y que iban como si nada. Me dijo el paletero que se meti¨® ah¨ª, al 27¡å.
El informe de la comisi¨®n presidencial recoge incluso pantallazos de mensajes que el general Rodr¨ªguez habr¨ªa enviado directamente al tel¨¦fono de uno de los sicarios. El 30 de septiembre, cuatro d¨ªas despu¨¦s de los hechos, discute con el Chino por lo que parecen diferencias en el pago del dinero acordado por colaborar en el crimen. ¡°Todos tuvimos en el entierro pero que pague lo que prometi¨®. No se quiera pasar de verga¡±.
Esa conversaci¨®n parece concluir, sin embargo, en un acuerdo. El militar le dice que ellos se ocupar¨¢n de ¡°limpiar todo¡± y tambi¨¦n de los seis estudiantes que permanec¨ªan, seg¨²n la misma narrativa derivada de la reconstrucci¨®n de los hechos, secuestrados en una bodega: ¡°De esos ya nos encargamos nosotros¡±, responde el general.
En plena ebullici¨®n de informaciones y novedades sobre el caso Ayotizinapa, esta misma semana el grupo de expertos que la CIDH ha comisionado a M¨¦xico para investigar el suceso (GIEI) public¨® tambi¨¦n sus conclusiones. Los expertos internacionales ponen en duda la veracidad de los mensajes recabados por la comisi¨®n, a falta de momento de un peritaje digital a fondo. Pero a la vez, el GIEI ha revelado otros mensajes recopilados por la oficina de la DEA en Chicago, que ha investigado el trasiego de drogas de Iguala a EE UU, organizado por Guerrero Unidos y su red durante la ¨²ltima d¨¦cada. Y la conclusi¨®n de estas nuevas comunicaciones intervenidas sigue la misma l¨ªnea: una alianza corrupta entre los criminales y el Ej¨¦rcito, la Marina, la polic¨ªa y los pol¨ªticos municipales.
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